sábado, 18 de febrero de 2012

Ponencias económicas comparadas

PP

PSOE


He aquí los textos de las ponencias de economía aprobadas en los congresos del PP y el PSOE procesados con el programa, gratuito, wordle. El tamaño de cada palabra es proporcional al número de veces que aparece en el texto. Puede verse que ambos partidos hablan de crecimiento, pero los del PP más, que los dos hablan mucho de innovación y nuevas tecnologías y menos, mucho menos, de energía. Las palabras reforma monetaria no aparecen juntas, por supuesto, en ninguno de los dos textos y en el texto del PP sale mucho la expresión Partido Popular mientras que en el del PSOE no sale nunca Partido Socialista. Puede que no sea demasiado científico ni riguroso,  pero es curioso.


martes, 14 de febrero de 2012

Un futuro muy imperfecto


El futuro, que no se presenta nada halagüeño a nivel global, es aún más alarmante si nos limitamos a España, un país sin petróleo ni gas natural, con poco carbón y de difícil acceso, con un modelo económico basado en la construcción y el turismo que, sobre todo por lo que respecta a la construcción, se ha venido abajo en los últimos años, con la consecuencia de un aumento espectacular del paro y con una deuda pública y privada a la que sólo se podría hacer frente con tasas de crecimiento  utópicas e inalcanzables. Un país, además, donde todo el discurso oficial, tanto del gobierno como de la oposición, se basa en una hipotética y altamente improbable vuelta al crecimiento que se anuncia, con la esperanza de acertar alguna vez, un día sí y otro también, sin considerar ninguna otra posibilidad, ni dar la más mínima credibilidad a teorías, como la del Peak Oil, que apuntan claramente a la imposibilidad de que ese crecimiento, más allá del sostenido artificialmente con trucos financieros, llegue a materializarse nunca.

Pero fuera de España, las cosas no están mucho mejor. Al interminable vodevil griego hay que añadir la posibilidad, bastante elevada, de que lo que allí está pasando sea un anticipo de lo que puede ocurrir en España, Portugal, Italia, etc. en un plazo más o menos breve. Lo que tienen en común la mayor parte de los problemas que afectan hoy a la civilización industrial, es que su tendencia, la de todos ellos, es a agravarse. La deuda es impagable pero sigue aumentando día a día, hemos alcanzado el pico de petróleo pero seguimos consumiendo energía como si los pozos de Pennsylvania siguieran a pleno rendimiento, mientras el estado del bienestar, construido para favorecer el consumo desbocado, necesario para dar salida a la inagotable producción propiciada por la disponibilidad de energía abundante y barata que, durante casi cien años, ha proporcionado el petróleo, se va diluyendo poco a poco.
La ingeniería financiera, los derivados y toda la estúpida parafernalia construida por los economistas de Harvard, en su beneficio y en el de los tenedores de capital, también llamados inversores, permite que mantengamos la ilusión de que todavía existe una actividad económica propiamente dicha, aunque un elevado porcentaje de la misma, en los países occidentales, consista simplemente en mover dinero de un lado a otro y permite, también, contabilizar como energía disponible la obtenida con tasas de retorno que, en un mundo real en el que el dinero representara algo tangible, serían inasumibles. Todo ello, evidentemente, al precio de agravar más y más la crisis y de hacer imposible una salida no traumática a la misma. Llegará un momento, inevitablemente, en el que todo este castillo de naipes se desmoronará de golpe y para entonces el tamaño del problema hará inviable cualquier intento de solución.

Antes de eso, todavía hay quien cree posible, e incluso necesario, pensar en una salida ordenada a la crisis actual, aceptando, desde luego,  que nuestro modo de vida actual, el American Way of Life, iniciado en  la posguerra mundial y que ya estaba agotado en los años 70, es cosa del pasado. Una salida que, al menos en teoría, debería pasar por aceptar una muy importante disminución de la energía disponible y en consecuencia, de nuestros niveles de consumo. El problema es que la civilización industrial es un sistema extraordinariamente complejo, autosostenido, de comportamiento  impredecible e incontrolable incluso con la ayuda de los más sofisticados computadores, de tal manera que una actuación mal medida en cualquiera de sus puntos puede producir efectos indeseables e incluso catastróficos en otros. Una reducción drástica del consumo, por ejemplo, se sustanciará, casi inevitablemente, con  un cierre masivo de fábricas y un incremento del paro. Por otra parte, esta economía globalizada funciona razonablemente bien en crecimiento pero, ni un sistema monetario basado en la deuda, ni una población cuyo tamaño se ha doblado en los últimos 50 años permiten aventurar otra salida que  colapso para el caso de que el crecimiento se detenga o se haga negativo. Es posible, claro, que ese colapso no sea el fin del mundo e incluso, como sostienen los optimistas moderados,  que sea el principio de un nuevo modelo, más sencillo y menos competitivo donde, los que queden, sean más felices.  Lo que ya no parece muy probable es que ese nuevo modelo permita sostener a una población de 7000 millones en las condiciones actuales, ni que la reducción de complejidad a la que estamos abocados, se lleve a cabo sin un proceso de adaptación violento y revolucionario.

Dicho esto, cabe preguntarse y desde luego, hay gente que se lo pregunta, por la utilidad que tiene hablar, o escribir, sobre estas cosas, si es que realmente todo va a ir tan mal. De hecho, la mayor parte de la gente no aprecia en absoluto este tipo de disquisiciones y prefiere creer en que el ingenio humano, que según el sentir popular ya nos ha sacado, en otras ocasiones, de problemas parecidos, vendrá también en esta ocasión en nuestra ayuda y nos proporcionada nuevas y fantásticas fuentes de energía, depósitos de materiales, una atmósfera limpia, terreno agrícola y todo el sentido común necesario para gestionar tanta maravilla. Incluso en medio de una crisis como ésta, con cientos de miles de puestos de trabajo destruidos y asistiendo la sistemática demolición del estado del bienestar, la gente prefiere, preferimos, seguir aferrados a la idea de que todo esto es meramente coyuntural y debido a los turbios e incompetentes manejos de unos cuantos y de que, en consecuencia, se solucionará en algún momento y las cosas volverán a donde estaban. Incluso los que, como yo, creen saber que  las consecuencias de vivir en un entorno finito y la inexorabilidad de las leyes de la termodinámica acaban siempre por imponerse al optimismo más recalcitrante, tienen, tenemos, la esperanza de que las cosas empezarán  a ir definitivamente mal justo después de que eso ya no tenga ninguna importancia para nosotros, aunque esa esperanza se va diluyendo a medida que los acontecimientos van confirmando las hipótesis más... realistas.

Y, ¿Cuáles son esas hipótesis? La primera es que la era del petróleo barato y abundante, principal fundamento energético de la revolución industrial que nos ha llevado hasta aquí, ha terminado, aunque ese final esté todavía enmascarado con distintos subterfugios  y la segunda que no hay, a la vista, alternativas capaces de sustituirlo. Como esta economía depende absolutamente del petróleo para su funcionamiento, cabe esperar que, si se produce una disminución real del suministro, los países que dispongan de la fuerza militar necesaria para ello intentarán hacerse con el control de los pozos y los oleoductos lo que, inevitablemente, conducirá a una guerra que, si no se ventila con armas nucleares suficientes para solucionar definitivamente y para siempre, todos los problemas, dejará el suministro de petróleo en unas pocas manos. Cabe esperar que eso sea, también, el final de una economía globalizada en la que resultaba indiferente el lugar donde se produjeran los bienes de consumo y también los alimentos y el  comienzo de una etapa de transición en la que la resiliencia local tenga una importancia decisiva. Quizá durante algún tiempo sea posible sobrevivir en pequeñas comunidades que dispongan de agua y terrenos agrícolas fértiles pero, con el inconveniente de que eso tampoco será tan abundante como para que no haya que luchar por ello. Y  por ahora, nada más que desear que los muchos que aún creen que todo esto son tonterías, tengan toda la razón. Amén.

sábado, 11 de febrero de 2012

Invierno



Invierno en el Somontano de Barbastro. Frío y seco. Puede que se pierdan las cosechas y que los pantanos estén vacíos cuando empiece el verano, pero mientras haya combustible para las calefacciones y los camiones de suministro sigan rellenando las estanterías de los supermercados con todo lo necesario para los que puedan pagarlo, ningún problema. Una de las ventajas de la globalización es que permite abstraer los problemas locales. Pero eso también es un inconveniente. Nuestra relación con el medio que, en un tiempo pasado, nos sostuvo,  es ahora tan endeble que, si tuviéramos que volver a él, no sabríamos cómo comportarnos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Cosas que pasan

Menuda sorpresa. Gran Scala era un timo. Bueno, sorpresa para quien quiera sorprenderse porque yo ya lo dije aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y en algún artículo de prensa que no conservo. Como el asunto siempre ha tenido el mismo aspecto, un engañabobos, lo extraordinario hubiera sido que, finalmente, hubiera devenido algo serio, si es que puede haber algo de seriedad en proyectar un engendro como el que presentaron, muy mal, por cierto, tres o cuatro tipos con aspecto de trileros, a costa del gobierno de Aragón y en su sede hace ya casi cinco años. Inexplicablemente, o quizá no tanto, los engañados han sido políticos de casi todo el espectro político aragonés. Se opusieron IU y los de la Chunta, pero habría que ver lo que hubieran hecho en caso de tener alguna responsabilidad de gobierno en el momento en que se planteó el asunto. Claro que esta no es la única historia surrealista que llega a su fin, aparente, en estos días. El procesamiento de Baltasar Garzón por supuesta vulneración del derecho de defensa en el caso de las escuchas de la trama Gurtel, ha acabado en una condena a 11 años de inhabilitación para el desempeño de la función jurisdiccional. Condena que, no por esperada, ha traumatizado menos a todo un colectivo de almas bien pensantes para las que Garzón es ahora un modelo de equidad y buen juicio. Claro que este Garzón, el Garzón que tanto le complicó la vida a Pinochet, es también el que reabrió el sumario de los Gal, nada más abandonar con manifiesta frustración el gobierno de Felipe González, sumario en el que es público y notorio que utilizó procedimientos extraordinarios, jaleados entonces por los mismos que ahora celebran su inhabilitación y con el propósito de encarcelar a algunos de los que ahora se manifiestan a su favor con el argumento, no excesivamente elaborado, de que casos similares han sido resueltos sin afectar a la carrera del juez implicado. No lo sé y la verdad es que tampoco me importa mucho. Lo siento por él, es decir, siento que lo empapelen precisamente por cuestiones relacionadas con la trama Gurtel y la represión franquista, pero este país tiene ahora otros problemas más importantes que el futuro de D. Baltasar, como, por ejemplo, la crisis que, ajena al advenimiento de un gobierno que iba a arreglarlo todo, sigue a lo suyo, destrozando empleo, cerrando empresas y justificando una vuelta de tuerca tras otra al estrangulamiento del estado del bienestar. Y mientras tanto el precio del petróleo crudo, que hace ya tiempo que no baja de los 100$/b, anda ya por los 118 por razones que puede que sean coyunturales, como quieren hacernos creer los que anuncian un día sí y otro también, desde hace cinco años, el inminente retorno al crecimiento, pero lo más probable es que algo tenga que ver el hecho de que la producción está estancada al menos desde el año 2005 y que la mayor parte del consumo sea estructural, es decir, indispensable para el mantenimiento de la estructura básica del sistema e  independiente de una hipotética recesión y no disminuya, o disminuya de manera inapreciable, por muchas industrias que se destruyan, al menos, claro, mientras haya que mantener una economía globalizada que permita alimentar a 7000M de personas y garantizar lo que aún consideramos un razonable nivel de vida para los felices habitantes del primer mundo. 

Versión suavizada por AI:

La reciente confirmación del fracaso del proyecto Gran Scala constituye una ilustración paradigmática de la fragilidad de ciertos discursos desarrollistas sostenidos por actores político-empresariales sin fundamento técnico ni viabilidad real. Desde su presentación pública, dicho proyecto evidenció características propias de una operación especulativa carente de planificación estratégica y transparencia. La implicación institucional del Gobierno de Aragón, al ceder su sede oficial para su presentación, otorgó una legitimidad inicial a una iniciativa que, en condiciones normales de análisis de riesgo, jamás habría sido considerada plausible.

Este tipo de fenómenos responde, en parte, a la lógica del populismo de crecimiento, en el que las administraciones regionales buscan activamente “proyectos-anzuelo” que prometen empleo y dinamización territorial sin garantizar sostenibilidad ni solidez inversora. Resulta significativo que gran parte del arco político aragonés diese su apoyo explícito o tácito al proyecto, con escasas excepciones. La cuestión que se plantea es si estas excepciones habrían mantenido su posición crítica de haber ostentado responsabilidades ejecutivas en ese momento. Se evidencia, así, un patrón estructural de cooptación simbólica del discurso político por parte de promotores privados carentes de solvencia demostrable.

En otro orden de cosas, la reciente inhabilitación del juez Baltasar Garzón por la causa relacionada con la vulneración del derecho de defensa en el caso Gürtel ha reabierto un intenso debate jurídico y político. La sentencia del Tribunal Supremo, que establece una sanción de once años de inhabilitación, ha generado un impacto notable, particularmente entre aquellos sectores que identifican a Garzón con una figura emblemática en la lucha contra la impunidad y la corrupción política. Sin embargo, resulta necesario recordar que el magistrado ha protagonizado, a lo largo de su carrera, actuaciones polémicas, como la reapertura del sumario sobre el caso GAL, en las que recurrió a prácticas legales no convencionales que suscitaron tanto apoyos como críticas desde diferentes posiciones ideológicas.

Este doble estándar en la valoración de su conducta judicial pone de manifiesto una profunda instrumentalización política del derecho, donde la evaluación de los procedimientos depende, más que de su adecuación normativa, de la identidad del imputado o del contexto político. En este sentido, la controversia en torno al caso Garzón refleja las tensiones no resueltas entre independencia judicial, activismo legal y legitimidad democrática.

Más allá de estos episodios concretos, el país enfrenta un desafío sistémico de mayor envergadura: la persistencia de la crisis económica, que continúa deteriorando el tejido productivo, incrementando el desempleo y justificando políticas regresivas en términos de derechos sociales y protección pública. Las expectativas generadas por el cambio de gobierno no han revertido la situación, lo cual sugiere una desconexión entre las propuestas programáticas y la realidad estructural de la economía global.

Un ejemplo ilustrativo de esta disonancia es la evolución del precio del petróleo, que, pese a los reiterados anuncios de recuperación, se mantiene por encima de los 100 dólares por barril y ha alcanzado cotas superiores a los 118. Las explicaciones que atribuyen esta tendencia a factores coyunturales resultan insatisfactorias si se considera que la producción mundial de crudo se encuentra estancada desde aproximadamente 2005. Al mismo tiempo, el consumo energético permanece esencialmente estable, dada su condición estructural: no es reducible sin afectar gravemente a las condiciones básicas de funcionamiento del sistema globalizado.

Este fenómeno plantea interrogantes fundamentales acerca de la sostenibilidad del modelo económico internacional, en la medida en que una parte considerable del consumo energético resulta imprescindible para mantener tanto el abastecimiento de bienes esenciales a una población mundial que supera los 7.000 millones de personas como los estándares de vida predominantes en las economías centrales.


domingo, 5 de febrero de 2012

Rubalcaba


es ahora el nuevo Secretario General del PSOE por sólo 22 votos de diferencia, en un congreso con cerca de mil delegados con derecho a voto. La única alternativa era Carmen Chacón, representante de la franquicia semiindependiente del partido en Cataluña, una mujer cuyo discurso, no excesivamente sólido, se vio fuertemente perjudicado por los gritos y los gallos de su intervención final. Rubalcaba, por su parte, dijo lo que tenía que decir, teniendo en cuenta a quién se lo tenía que decir, gesticulando menos que de costumbre y aún así bastante, pero huyendo, en lo posible, del desacompasado tono mitinero de su rival, más adecuado, acaso, para un acto de campaña. Es muy probable que algún delegado, sorprendido por las formas de Chacón, decidiera cambiar su voto en el último momento dando así la victoria, por estrecho margen, a Rubalcaba. En todo caso y en mi opinión, ha triunfado la opción más razonable para los intereses del partido. Dejar ahora el PSOE en manos de lo que parece una segunda y nada mejorada, por cierto, edición del zapaterismo, era una opción excesivamente arriesgada para un partido que tiene que afrontar, en un plazo muy breve, dos elecciones regionales, una de las cuales, la de Andalucía, puede representar la diferencia entre el desastre total y una suave travesía del desierto. Lo más negativo que se puede decir de Rubalcaba, aparte de que es hombre, viejo, pequeño, calvo y feo es que ha perdido estrepitosamente las últimas elecciones generales pero, en su favor, hay que decir que aceptó la candidatura en unas condiciones desesperadas y que dió la cara, para que se la rompieran, por otro que, como el capitán del Concordia, abandonó, cuando se estaba hundiendo, el barco que había hecho naufragar. Por cierto que Rubalcaba, en su discurso de aceptación del cargo, dijo que buscar la sostenibilidad energética era de izquierdas y no dijo nada de volver a retomar, en cuatro días, la dichosa senda del crecimiento. Algo es algo.

lunes, 16 de enero de 2012

Yo sé, yo sé la manera…


Función exponencial
Los españoles estamos de suerte. Casi todos nuestros políticos pretenden saber como salir, o como sacarnos, del extraordinario carajal en el que estamos metidos. El primero que se manifestó en ese sentido fue el Sr. Rubalcaba, entonces candidato del PSOE  a la presidencia del gobierno y ahora a la secretaría general de su partido que, en campaña electoral, dijo que sabía exactamente lo que había que hacer para salir de la crisis. Esta afirmación fue recibida con cierto escepticismo, no del todo injustificado, por venir de un hombre cuyo partido llevaba más de siete años al frente del gobierno en el que él mismo había tenido, hasta fecha muy reciente, responsabilidades de primer nivel. En todo caso y dado que perdió las elecciones y, por tanto, la posibilidad de poner en práctica sus recién adquiridas habilidades, no queda más remedio que concederle el beneficio de la duda, algo a lo que no puede acogerse, o no por mucho tiempo, el actual presidente del Gobierno que también presume de saber lo que hay que hacer, en este caso para mejorar la reputación de España. El hecho de que, poco antes, una agencia norteamericana hubiera puesto en cuestión dicha reputación, mediante el expeditivo procedimiento de rebajar en un par de puntos la calificación de la deuda pública española, ha sido atribuido, faltaría más, a la gestión del gobierno anterior, a la tradicional conjura exterior, yanqui, en este caso, y al hecho de que aún no dispongamos de una agencia propia que califique al dictado. Algo, esto último, que se ha apresurado a reivindicar la Sra. Chacón, también candidata a la secretaría general del PSOE, aunque esa misma intromisión hubiera sido recibida con singular alborozo, al menos por el gobierno, si a la agencia le hubiera dado por lo contrario, es decir, por elevar la calificación de la deuda en lugar de rebajarla. La realidad, sin embargo, nada tiene que ver con las calificaciones de esa u otra agencia ni, mucho menos, con lo que Rubalcaba, Rajoy, Chacón o cualquier otro sepan, o crean saber, que no son más que tonterías útiles, acaso,  para consumo interno de amigos y correligionarios y para llenar titulares de prensa. De lo que se trata es de que el sistema lleva ya tiempo presionando contra sus límites naturales y de que todo el mundo, agencias de calificación incluidas, está decidido a ignorarlo mientras sea posible. El error que ha cometido S&P y en el que, reiteradamente, caen todas las agencias de calificación, no es el de minusvalorar la calidad de la deuda pública de tal o cual banco, país o región. Ha sido, como ya les ocurrió en el caso paradigmático de Lehman Brothers, a la que bajaron sólo un punto un mes antes de que se hundiera, el de no reconocer, o no poner negro sobre blanco,  algo que es matemáticamente evidente y es que la deuda ha rebasado hace tiempo, maravillas del interés compuesto y de su inseparable función exponencial,  los límites tolerables y que nunca podrá ser pagada. En consecuencia,  tanto la deuda pública española como todas las demás deberían ser calificadas, por utilizar su mismo lenguaje, como bonos basura que es lo que, a medio plazo, serán todas ellas. Pero, claro, esas agencias están ahí para apuntalar el statu quo, no para destruirlo. En realidad todos sus movimientos tienen fines políticos o son utilizados políticamente. Por ejemplo, para subir el techo de gasto en los Estados Unidos o para aplicar, aquí, medidas cada vez más drásticas. Menos cuentos, por favor.

¿Era necesario decir algo tan obvio?


sábado, 14 de enero de 2012

Iceland's crisis

“You have a dog, and I have a cat. We agree that each is worth a billion dollars. You sell me the dog for a billion, and I sell you the cat for a billion. Now we are no longer pet owners but Icelandic banks, with a billion dollars in new assets.”

viernes, 13 de enero de 2012

Más deuda

Mira por dónde ya sabemos dónde han ido a parar los 500.000 millones de euros que el BCE prestó a los bancos hace unos días al 1% de interés, en teoría para revitalizar el crédito a empresas y particulares. Una parte importante, al menos, ha ido a comprar deuda pública española e italiana y lo que salga, al 3 y al 4% por los bancos nacionales correspondientes. Un negocio redondo, sin riesgo para los bancos y que no respeta las reglas del mercado que ellos mismos invocan a cada paso. Y puestos a ponerse el mercado por montera, en beneficio de los politiquillos de turno,  ¿por qué no compra directamente el BCE la deuda pública?. Pero claro, el negocio de la banca es sagrado, a cuento de qué, si no, se sigue permitiendo que los bancos comerciales creen dinero de la nada, prestando, cuando prestan, el que no tienen y encima cargándole un interés.  Y ¿por qué los estados presentan como un éxito cada nueva operación de endeudamiento?. Pues porque la alternativa, si no consiguieran nuevos créditos, es el colapso financiero que, de todas formas, acabará llegando. Este tinglado, evidentemente insostenible, tiene los días contados.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Brufau en la Conferencia Mundial
del Petróleo en Qatar
Dice Brufau, presidente de la petrolera española Repsol, que el debate sobre el Peak Oil ha perdido mucha actualidad en los últimos tres años gracias a lo mucho que aún puede extraerse de las aguas profundas y ultra profundas, los recursos no convencionales, y las zonas árticas y otras maravillas que, según él, permitirán sostener el business as usual todo el tiempo que sea necesario, aunque, claro, siempre que se cuente con la estabilidad regulatoria y geopolítica que permita que tengan lugar los ingentes flujos de inversión necesarios. Aunque todo el discurso, incluidas las llamadas a la sostenibilidad y la igualdad en el acceso a la energía, es perfectamente prescindible, incluso para el  colectivo directamente interesado en el negocio de la extracción de hidrocarburos, mayoritariamente representado en el auditorio donde lo pronunció, su contenido tiene cierto interés porque viene a reconocer, aunque sea de manera un tanto alambicada e indirecta, que las cosas no van como antes y que mantener la producción de hidrocarburos en los niveles actuales va a ser una tarea ingente y sujeta a todo tipo de condicionantes e imprevistos. Y eso, desde luego, mantendrá el debate sobre el Peak Oil en plena actualidad, tanto si le parece bien como si no, aunque la crisis, los intereses en conflicto, la desinformación y la incompetencia de los políticos lo hayan dejado, por ahora, en un segundo plano.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Cuando pare la música


El gobierno alemán ha desvelado sus planes para después del apagón nuclear previsto para 2021: llenar el Sahara marroquí -se está estudiando un convenio similar con Túnez y Argelia- de paneles solares fotovoltaicos. Se trata de una inversión multimillonaria que exigirá cantidades ingentes de energías fósiles, materiales, tierras raras y complejas, caras y vulnerables líneas de transmisión, así que ya veremos si la actual coyuntura permite llevarla a cabo y en cuanto tiempo, porque las centrales deberían cerrar en 10 años y la crisis energética, con el precio del petróleo persistentemente por encima de los 110$/b, se está complicando al mismo tiempo que la económica, a pesar de que, teóricamente, deberían seguir caminos opuestos –menos actividad, menos consumo-. Ya veremos, también, si la energía producida en su momento permite compensar la de las centrales nucleares que quieren cerrar, casi un 25% del consumo eléctrico actual de Alemania, aunque parece que están dispuestos incluso a vendernos electricidad a nosotros así que por ahí tampoco prevén ningún problema lo que, naturalmente, no significa que no los haya.

Mientras tanto aquí no nos enteramos de nada. La campaña electoral es un continuo intercambio de naderías, lugares comunes y tópicos entre un desesperado PSOE, al que la crisis y sobre todo sus propios errores se han llevado por delante y un PP que hace lo que puede, que no parece mucho, por contener la euforia por una victoria que les va a caer del cielo sin haber movido un dedo para merecerla. Las medidas propuestas hasta ahora por unos y otros van de lo voluntarista a lo pintoresco –decirle a Europa que retrase el ajuste dos años, Rubalcaba dixit- no tocan para nada la crisis energética, quizá conscientes, aunque lo dudo, de que no hay nada que puedan hacer y abordan mal –cuando la abordan, porque a Rajoy ni le suena- la cuestión monetaria, de manera que lo más probable es que esas medidas, las que lleguen a implantarse, no sirvan para nada porque los problemas están precisamente en esas dos cuestiones y la solución -siempre parcial- en abordarlas correctamente que, ciertamente, tampoco parece nada fácil. 

Pero mi opinión, basada en años de paciente observación, es que todo esto no tiene ya la menor importancia. Somos demasiados y hemos vivido, aún estamos viviendo, bastante mejor que todos nuestros antecesores, a costa de pedir prestado a un futuro que parecía lejano e irreal, pero siempre sobrado de recursos. Ahora resulta que ese futuro era real, estaba a la vuelta de la esquina y los recursos con los que contábamos y que ahora nos reclama, eran precisamente los que hemos estado dilapidando. Habrá quien espere que, cuando pare la música, quede alguna silla lo suficientemente cerca. Pero la orquesta está tocando en la cubierta del Titanic.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La reforma monetaria según Rubalcaba

El Sr. Rubalcaba, a la sazón candidato del Partido Socialista a presidir el próximo gobierno de España, se dedica, como el resto de los candidatos,  a pontificar aquí y allá sobre lo que creen él o sus asesores que convendría hacer o dejar de hacer para sacar al país de la crisis. Lo último y lo más notable que ha dicho hasta ahora es que ‘no hay forma de salir del agujero sin cambios en la política monetaria’ lo que no deja de ser bastante cierto. Lo malo es que los cambios que preconiza no cambian nada. Proponer a estas alturas una ampliación de la base monetaria, que supongo que significa poner más dinero ¿prestado? en circulación y una reducción de los tipos de interés para incrementar la inversión y sostener artificialmente el crecimiento parece más una huida hacia adelante que otra cosa. El crecimiento es un problema porque el sistema monetario actual, basado en la deuda, lo hace inevitable para mantener el tinglado. La solución no es crecer a cualquier precio porque, como un hombre con formación científica, como él, debería saber, no es posible sostener indefinidamente un sistema lineal en un entorno finito, sino combatir las causas que hacen del crecimiento una obligación ineludible y entre ellas está, efectivamente, un sistema monetario basado en la deuda y por tanto en el incremento exponencial de la masa monetaria existente, que no necesariamente circulante, que deja en manos de los bancos comerciales la creación del dinero a partir de la nada. La reforma monetaria que se necesita es aquella que impida a los bancos prestar –crear- un dinero que no tienen, imponiendo una reserva fraccionaria del 100% y devolviendo al estado el monopolio de la creación y puesta en circulación del dinero. Y los bancos a lo suyo, a guardarnos el dinero por si nos lo roban en casa y a prestar ‘sólo’ lo que previamente hayan acordado con los depositantes, es decir, con nosotros, que se puede prestar. Ni un euro, o lo que sea, más. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Arriba y abajo


Lo más característico de lo que está pasando en Europa y en el mundo con el dinero y con la energía, las dos únicas cosas que realmente importan a corto plazo, por su capacidad para modificar drásticamente la evolución de los acontecimientos, es la falta total de planificación. Se responde a los acontecimientos a medida que se van produciendo y nuevas propuestas se improvisan para responder al fracaso de las anteriores. Que la bolsa suba o baje no tiene más importancia que, o tiene tanta importancia como, las bajadas y subidas del petróleo que parecen acompañarla, aunque con un tempo más moderado y menos margen de variación, como corresponde a un recurso cada vez más escaso. Todos estos movimientos responden únicamente a la acuciante necesidad de los llamados inversores, o de los gestores de fondos de inversión por cuenta ajena, de sacar un rendimiento lo más rápido y lo más alto posible a su dinero o al que gestionan. Esto, los beneficios de los jugadores, es lo único que cuenta en esta economía de casino que hace tiempo que ha perdido todo contacto con una realidad que, sin embargo, está reclamando con urgencia un poco de atención. Para asegurar esos beneficios y no irritar a los inversores, los llamados líderes europeos, los americanos van a lo suyo y hacen bien, de cuando en cuando ponen sobre la mesa cantidades cada vez más absurdas, destinadas aparentemente a garantizar el pago de la deuda pública y los beneficios de la banca. Y para asegurar los beneficios de gentes cuyos ingresos anuales equivalen a miles de veces los de un trabajador ordinario, imponen a los nacionales de los países con menos capacidad de reacción rebajas salariales, reducción o eliminación de servicios sociales y condiciones laborales cada vez más precarias. Pero lo peor de todo esto es que posiblemente no sirva para nada y que la imposibilidad de resolver con más deuda el problema de la deuda y de sostener un crecimiento exponencial con recursos finitos se llevará por delante un modelo insostenible.


Los dos titulares corresponden al mismo día.

lunes, 3 de octubre de 2011

Reflexiones electorales desordenadas


Cuando acabe el año y salvo que ocurra algún desastre, habremos votado para elegir concejales, diputados a cortes regionales y diputados y senadores en las cortes generales de manera directa e, indirectamente, a alcaldes, diputados y presidentes provinciales, consejeros y presidentes comarcales y presidentes del gobierno regional y nacional y luego, claro, a todo tipo de cargos altos, medios, intermedios y bajos aunque esto último lo harán, sin nuestro concurso, los que han sido elegidos por los que elegimos entre un número limitado de opciones que, en la práctica, se reducen a dos, en listas en las que no podemos quitar ni poner a nadie, ni alterar el orden. No es gran cosa, pero es lo que hay. En España, además, una vez que un partido gana unas elecciones suele mantenerse en el poder hasta que se descompone, lo cogen con demasiadas manos en la caja, aunque esto no siempre tenga algún efecto, o su líder se mete en líos, intentando justificar lo injustificable o explicar lo que no entiende, en el sentido que cree que más le favorece y además lo pillan. Es decir que aquí las elecciones no se ganan, se pierden. Y eso es lo que, presuntamente, podría ocurrir también en esta ocasión.

Dicho esto y puestos ante la disyuntiva de ir, o no, a votar el próximo día 20N –seguro que han puesto esta fecha por algo, pero ¿por qué?- se encuentra uno, en primer lugar, con la muy escasa relevancia que tiene un único voto, salvo, claro,  en el muy improbable caso de que sirviera para resolver algún empate, razón por la cual el establishment, interesado en propagar la idea, no del todo descabellada, de que la democracia, ésta, es la mejor forma de gobierno conocida, intenta dar al día de las elecciones el carácter de fiesta, la fiesta de la democracia y presentar el acto de votar como un deber cívico. Lo de la fiesta es una cursilada y es un deber cívico pero sólo hasta cierto punto. Uno tiene derecho a votar lo que le parezca y también, desde luego, a mostrar su disgusto, su aburrimiento o su pereza no votando a nadie, lo que no tiene ningún efecto, ya que en el resultado de las elecciones, los votos en blanco o las abstenciones no cuentan para nada.

Por otra parte, la mayor parte de la actividad política ordinaria, en la que podría uno basarse para decidir el voto en las siguientes elecciones, es irrelevante, en el mejor de los casos y críptica en todos los demás y sólo tiene sentido para los pocos elegidos, otros políticos, algunos periodistas, banqueros y gente así, que conocen los códigos. Las razones por las que se mueven, dan o retiran favores, hacen o deshacen u optan por una u otra de entre varias alternativas no son casi nunca explícitas y cuando lo son suele ser peor y el contenido de los discursos políticos, sobre todo de los electorales, se limita a un texto preparado por supuestos especialistas dedicado a exponer generalidades y vagas promesas que la mayoría de la gente pueda aceptar sin problemas, aunque sin demasiado entusiasmo. Hay que recordar que, de lo que se trata, no es de ganar sino de dejar que el otro pierda. Claro que, en ocasiones extraordinarias, un político puede intentar constituirse en un líder o conductor de masas a partir de un discurso revolucionario y susceptible de entusiasmar a una parte mayoritaria del público. Si lo consigue, las consecuencias pueden ser mucho más graves y difíciles de resolver que los problemas que plantean los políticos normalitos.
 
Los últimos meses han puesto de manifiesto que el poder del estado moderno, mucho más letal e incomparablemente superior al que tuvieron los monarcas absolutos como Felipe II, está cada vez más limitado por su dependencia financiera. Habiendo renunciado, de hecho y desde la entrada en el Euro, también de derecho, al antiguo privilegio de las cecas reales de fabricar moneda –que ha quedado en manos, gracias al nefasto y delictivo invento de la reserva fraccionaria, de los bancos comerciales, que crean dinero en terminales de ordenador, siempre, como deuda- se ve obligado a financiarse en un mercado libre y abocado a un crecimiento sostenido, pero insostenible, para poder hacer frente al pago de la deuda, sobre todo cuando, cómo es el caso de España y otros países no productores, tiene que pagar también la factura íntegra del petróleo que consume. Por eso cuando unos y otros aseguran que van a sacarnos de la crisis, –los del partido que gobierna están en ello y los otros empezarán al día siguiente de las elecciones- lo que deberían contarnos no es que van a ahorrar tantos miles de millones sin subir impuestos y manteniendo, al mismo tiempo, todos los servicios básicos y la mayor parte de las francachelas actuales, las pensiones y el pleno empleo, sino cómo se proponen resolver la crisis de deuda sin tratar la cuestión monetaria y sin salir del Euro y cómo van a afrontar la crisis energética subyacente y a retomar la omnipresente senda del crecimiento sin petróleo barato y con la mayor parte de Europa cuestionando la energía nuclear. Mi voto, que ya sé que no resolverá nada, se lo daría a cualquier partido que tratara en su programa estas cuestiones con alguna solvencia. O que, al menos, las mencionara aunque fuera de pasada.


Publicado en ECA 7/10/2011

jueves, 15 de septiembre de 2011

El tinglado


El IBEX35 de septiembre 2010 a septiembre 2011
Lo que más me gusta, es un decir, de todo este carajal que se está montando y que más pronto o más tarde acabará por complicarnos mucho la vida, es el espectáculo que están dando, al alimón, gobiernos, mercados y periodistas. Las gentes del común también opinan, en las barras de los bares y otros mentideros y con parecida presciencia, pero al menos de lo que dicen, decimos, no queda mucho rastro ni tiene consecuencias mientras que lo que dicen o hacen aquellos trasciende, influye en lo que ocurre y queda para la posteridad y para su desgracia en las hemerotecas. La  canciller federal alemana ha declarado que ella no es partidaria de eurobonos u otras formas de disfrazar la colocación masiva de dinero de sus contribuyentes para seguir tapando las consecuencias de la mala gestión de otros e intentar retrasar lo que cada vez parece más inevitable, supongo que porque ya se ha dado cuenta de que eso no sirve para nada y además le quita votos en Alemania, que es lo que a ella le preocupa. Dice que es más bien partidaria de una política de gestos que es, por cierto, lo que más parecen agradecer los inversores -¿quién coño son estos tipos?- que ayer metieron un poco de dinero en la bolsa y cortaron la sangría de los dos días anteriores sólo a cuenta de unas vagas e imprecisas declaraciones de Barroso a propósito de los famosos bonos. Bueno, pues el gesto que ayer improvisaron Merkel, Sarkozy y Papandreu fue uno de los más ridículos con que nos han obsequiado en los últimos tiempos y han sido bastantes. Una videoconferencia entre los tres en la que los dos primeros pusieron al griego como chupa de dómine y le conminaron a seguir aplicando recortes y este último bajó la cabeza y prometió que sería bueno. La prensa, salvo la deportiva y la dedicada al chismorreo, que es ahora mismo la más seria y creíble, ha jaleado la iniciativa con las tonterías de rigor y ya sólo queda esperar a ver como se lo toman hoy los mercados que subirán, supongo, para volver a bajar cuando les dé la gana. Pero no son sólo estos, claro. Zapatero y Rajoy modificando la constitución española, Obama, lee bien pero poco más el chico este, suplicando, literalmente, a un  Congreso republicano que le permita reproducir el New Deal de Roosevelt o Lagarde filtrando que el FMI tiene 400.000 millones preparados para un eventual rescate de España son tres ejemplos más de los muchos que estos días se están dando de cómo gobernar, a base de ir capeando el temporal con gestos vacíos, en un mundo de fantasía dónde da igual 4 que 4e11. ¿De dónde sale todo ese dinero de los rescates, bail-outs o quantitative easings? ¿de dónde saldrá, en su momento, el de los eurobonos o como quieran llamar a lo que sea que se inventen para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora? De ninguna parte. No existe. Son meros apuntes contables en un terminal de computador, dinero bancario creado con la esperanza de destruirlo cuando los rescatados paguen la deuda. O sea nunca. Si tiene algo que comprar, papel higiénico, por ejemplo, cómprelo ahora Puede que luego tenga que utilizar en el baño los billetes de banco. 




martes, 13 de septiembre de 2011

La TCP... y Gran Scala.


Hoy he comprado el Heraldo porque me han llamado la atención una foto y una noticia de portada, referidas ambas al impulso, cito textualmente, que va a dar el ejecutivo regional a un ‘lobby’ internacional a favor del proyecto de travesía central pirenaica –TCP-, una especie de Guadiana del anterior gobierno que había perdido puntos, hasta el extremo de ser prácticamente descartado en los órganos europeos competentes, en favor del eje mediterráneo. En la foto del acto, que ha tenido lugar en el mismo escenario de la presentación de Gran Scala, se ve a unas cincuenta personas, casi todas de por aquí, así que no sé a qué viene lo de internacional ni, si a eso vamos, lo de lobby, sentados en torno a una mesa y me imagino que con la misma sensación de estar protagonizando un acontecimiento histórico que tuvieron cuando asistieron, aquí van siempre los mismos a estas cosas, a la presentación, en el mismo sitio aunque con un montaje diferente, de lo más grande que había ocurrido en Aragón desde los Reyes Católicos, de la mano del anterior presidente y sobre todo de su vicepresidente y actual presidente de las Cortes. La TCP tiene pocas posibilidades en los tiempos que corren, las mismas que Gran Scala, aunque en este caso ya no depende del tiempo que haga, o sea ninguna, pero eso no tiene la menor importancia, lo importante es que, según el Periódico de Aragón, se van a organizar grandes eventos, en Madrid y en Bruselas además de este que se ha organizado en Zaragoza para abrir boca, con el objeto de recabar apoyos y que esos eventos mantendrán ocupados a políticos, periodistas y paniaguados diversos durante media legislatura. Si al final se consigue alguna declaración de algún responsable en Madrid o en Bruselas que apoye la cosa y que también se hubiera podido obtener sin tanto evento y tanta gaita, por ejemplo llamando por teléfono o escribiendo una carta, pues tanto mejor y si no, aquí no pasa nada. Nunca pasa nada. Y menos por derrochar dinero público a manos llenas en gansadas. Aún recuerdo a un alto cargo de una institución aragonesa que decía que si de todo aquello -la presentación de GS-  no salía nada, como algunos ya íbamos diciendo, ya podía dimitir todo el gobierno.  No ha salido nada y, por supuesto, no ha dimitido nadie. 

martes, 6 de septiembre de 2011

Y llegó septiembre

Cada día que pasa parece menos probable que 'vayamos a retomar la senda del crecimiento', por citar, literalmente, el mantra favorito de la ministra de Economía y Hacienda y más o menos aproximadamente, de casi todos los políticos con mando en plaza o pretensiones de este país. Tampoco parece que el PSOE vaya a ganar las próximas elecciones y menos, como parece que se han propuesto, a base de encantamientos, de viejas fórmulas de supuesta justicia redistributiva y de explotar la imagen de... Rajoy, así que ¿no sería mejor que cogieran el toro por los cuernos y se convirtieran en abanderados de una nueva forma de entender la economía y de hacer política? De una nueva visión que reconozca la existencia de una profunda y quizá irreversible crisis, sobre todo energética pero también financiera, política y social con una alta probabilidad de obligarnos a reconsiderar muchos supuestos –que las estanterías de los supermercados estarán siempre llenas, por ejemplo- y en nuestro caso, de poner punto final al modelo, construcción + turismo, en el que se ha basado nuestro particular estado del bienestar y que, equivocado o no, parece ya agotado y sin sustituto a la vista. Una crisis que será presumiblemente devastadora y tanto más cuanto más tiempo pierdan en hacer como que creen o en hacer creer a otros que se va a arreglar sin más que dejar pasar el tiempo o aplicar unas recetas que nadie se toma en serio, pero que también será el principio de algo distinto. Y explicarle a la gente que las cosas ya nunca serán como fueron antes y reconocer, de una puñetera vez, que metieron muchísimo la pata, aunque sólo porque no sabían y a duras penas saben ahora, lo que estaba pasando. E intentar diseñar y proponer políticas que permitan mantener las luces encendidas y un mínimo de orden mientras se produce el, doloroso, parto de un mundo nuevo y quizá, a muy largo plazo, mejor. En fin, algo sensato y que la gente pueda entender y tomarse en serio y no tanta monserga sobre un crecimiento imposible y un estado de bienestar insostenible que no lleva ya a ningún lado. La gente, incluso la que aún no tiene problemas, empieza a estar harta y lo más probable es que el día 20N -menos mal que no han puesto las elecciones el 18J- esté harta del todo. En fin, que yo les recomendaría que se asomaran un poco a la ventana y dejaran de preocuparse por lo que pensarán los gestores de los fondos de inversión o por si Chaves, Bono o  Guerra se presentarán, o no, a las próximas elecciones. Hay todo un mundo fuera de los despachos ministeriales y de las covachuelas de Ferraz –y de Génova- y cuanto antes lo descubran mejor para todos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Mensajes del Presidente


Con un congreso demócrata y el optimismo y la esperanza aún vivos. Es curioso lo que dice, como lo dice, y lo que aplauden. Y uno se pregunta, si los congresistas y el presidente están de acuerdo en la necesidad de un seguro médico universal, de la restricción de las actividades fraudulentas en la banca y de una profunda reforma del sistema financiero, de la producción de energía limpia, etc, ¿quién más tiene que estar de acuerdo en los Estados Unidos para que estas cosas salgan adelante? ¿la banca? ¿el ejército? ¿la comunidad hispana?.  O será que una cosa es lo que se aplaude y otra lo que se vota. Y por cierto, hay que ver lo bien que habla inglés este chico. No como otros.



Un año después, con un congreso mayoritariamente republicano y el Tea Party -la extrema derecha- como fuerza política emergente,  las cosas han cambiado bastante. La crisis no ha terminado y lo que dice ya no es exactamente lo mismo, menos aun como lo dice y los aplausos son mucho más escasos y menos generalizados. China sigue obsesionando al Presidente que mantiene, sin embargo, un inglés excelente. No como el de otros, y no me refiero, sólo, a Zapatero.

viernes, 26 de agosto de 2011

El que paga... puede seguir pidiendo.


La modificación del artículo 135 de la Constitución Española para limitar el déficit público, acordada con nocturnidad y a toda prisa por los partidos mayoritarios en este tórrido final del mes de agosto, parece más bien una pamema –acepción 3 del DRAE- destinada al consumo interno –cada medida, de las adoptadas una semana sí y otra también por el gobierno, es tanto o más inútil que la anterior pero debe, al menos, ser más espectacular- a contentar a los alemanes y también a los dichosos, evanescentes y ubicuos mercados que reclaman alguna medida que les asegure que este y sucesivos gobiernos considerarán prioritario el pago de la deuda(*). Porque y a pesar de lo que se nos está vendiendo, aquí se trata, sobre todo, de ir atendiendo los vencimientos de la deuda actual con más dinero prestado, más deuda, que sólo podrá obtenerse si el prestamista tiene razones para creer que lo recuperará, junto con el interés pactado. El déficit y la política fiscal son, en ausencia de política monetaria propia que el Euro hace ya imposible, las herramientas contracíclicas clásicas –keynesianas- pero el déficit en el que se incurre en tiempos de vacas flacas debe ser, teóricamente, al menos, enjugado cuando llegan las vacas gordas y para enjugar el déficit y pagar los correspondientes intereses es necesario que la economía crezca y para ello, naturalmente, que se disponga de la energía necesaria.
Como las cosas ya no son así y los gestores de los fondos de inversión saben mejor, por lo visto, que los gobiernos, que ya no pueden contar con el crecimiento de la economía para recuperar su dinero, fuerzan la adopción de este tipo de medidas que, al menos, servirán para justificar ante sus inversores la colocación de unos fondos que tampoco tienen otro lugar donde invertir y si el gobierno, convenientemente jaleado, al menos en esta ocasión, por la oposición se aviene a ello es, simplemente, porque no tiene la menor idea de por dónde le sopla el viento y acoge con alborozo cualquier oportunidad de hacer algo, aunque sea tan rocambolesco y aparentemente sin sentido como promover una reforma constitucional para prohibir, pero no mucho, el déficit, algo que ya prohibe, o limita, el tratado de Maastricht, a poco más de dos meses de unas elecciones generales y contra el parecer de su cabeza de lista que, haciendo de la necesidad virtud, dice ahora que, sólo así, se garantizará el estado del bienestar aunque, como se puede ver en este vídeo, con no demasiado entusiasmo.

(*) Art. 135.3
...
Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.


Las imágenes, tomadas de distintos medios de comunicación, están desactualizadas y las cifras que en ellas aparecen no corresponden a la fecha de este post.

lunes, 1 de agosto de 2011

En torno al congreso sobre el pico de petróleo.

Aún hay quien se escandaliza, o hace como que se escandaliza, porque aquí todo el mundo va a lo suyo, vacaciones incluidas, mientras en las encuestas que circulan por ahí se nos dice que a los españoles nos preocupan cada vez más el paro, el deterioro de la situación económica, la clase política y el terrorismo. Lo de la clase política me parece una de las hipocresías habituales del personal, que palmea la espalda de los políticos y luego finge creer que son gente de otro planeta.

El paro y la economía son parte del mismo problema. El profundo deterioro de la situación económica actual tiene como consecuencia el paro, de los currantes de a pie, claro, y la destrucción de la clase media, porque los beneficios de las grandes corporaciones y los sueldos de los ejecutivos, sobre todo de la banca, siguen subiendo hasta ahora como si no pasara nada que para eso, sobre todo, son los planes de estímulo, pero hay una cuestión que debería preocuparnos y sin embargo rara vez lo hace y no porque no sea una cuestión preocupante sino porque los periódicos y la clase política, he ahí un buen motivo, ahora sí, para considerarlos un problema, han decidido, por ignorancia o por interés, que eso no se toca. Me refiero, claro, a la cuestión, energética.

Esta cuestión y en particular, la posibilidad de haber alcanzado un punto máximo en la producción de petróleo, lo que se conoce como Peak Oil, fue el tema central del congreso celebrado en Barbastro en la primera semana de mayo de este año. El subtítulo del congreso era, precisamente, Peak Oil, realidad o ficción, para reflejar el hecho de que se trata de una cuestión controvertida, aunque cada vez menos, que ha sido objeto de debate desde que hace sesenta años fue planteada por primera vez por el geólogo norteamericano M. K. Hubbert que predijo, con toda exactitud, por cierto, que veinte años más tarde, en los años 70, se alcanzaría un máximo en la producción de petróleo en los Estados Unidos.

La opinión más extendida entre los congresistas, que luego se reflejó en la más importante de las conclusiones, es que el pico global de petróleo ya se ha alcanzado o está a punto de alcanzarse y que esta crisis no es solamente una crisis financiera, aunque gran parte de sus efectos más espectaculares hayan tenido que ver con los manejos y triquiñuelas de banqueros y especuladores de toda laya, sino que es, ante todo, una crisis energética originada por las dificultades para sostener un crecimiento de la economía que requiere un suministro continuo y creciente de energía.

Argumentos a favor de esta teoría hay varios. Uno de ellos es el precio del crudo en los mercados de futuros y su relación con las crisis que se han ido sucediendo desde 1973. En la actual el petróleo subió a 148 dólares el barril en 2008, produjo una importante contracción de la economía y bajó cuarenta dólares como consecuencia de la caída de la producción pero ya está, otra vez, en el entorno de los 118 $/b. Otro argumento es la demostrada incapacidad de los países productores para compensar, con su pregonada capacidad de reserva, la caída de suministro provocada por la guerra en Libia o el recurso a la reserva estratégica para compensar ese mismo déficit y, finalmente, el hecho de que desde 2005 la producción no haya superado significativamente los 88 millones de barriles diarios. Argumentos en contra también los hay. Uno de los más pintorescos es la teoría abiótica que cuestiona el origen biológico del petróleo y pretende que se genera continuamente en las entrañas de la Tierra, aunque no aclara muy bien dónde ni a qué ritmo. O que hay mucho petróleo aún por descubrir, aunque hace muchos años que el consumo supera los nuevos descubrimientos o… en fin, que yo no las comparto pero haberlas, las hay. No hay más que buscar en Google.

Los optimistas, entre los que yo hace tiempo que no me cuento, creen que es posible ir sustituyendo los combustibles fósiles y por supuesto y si hace falta también la energía nuclear, por las llamadas energías renovables, fundamentalmente el viento, el Sol y el agua y como consecuencia del pánico que está empezando a provocar la crisis del petróleo, también los biocombustibles producidos a costa de complicar aún más la crisis alimenticia que, naturalmente, también está en marcha. Pero el viento, el Sol y el agua ya eran ya fuentes de energía conocidas y ampliamente utilizadas, cuando el único combustible era la madera de los árboles y eso no impidió que se llegara a poner en riesgo la existencia misma de los bosques de Inglaterra antes de la explotación industrial del carbón. Sustituir la energía que actualmente proporciona el petróleo, sobre todo en las aplicaciones actuales de los combustibles líquidos, por fuentes intermitentes e inseguras no es más que una, otra, fantasía aunque no cabe duda de que, a pequeña escala, las energías renovables pueden contribuir a mantener las luces encendidas.

En el congreso estuvieron también representados los movimientos de ciudades en transición, iniciado y sostenido fundamentalmente en países anglosajones, en las que se han elaborado planes de contingencia para el caso de que se vean afectadas por una carestía persistente de combustibles líquidos. Este movimiento, una de cuyas principales ciudades es Totnes, en Inglaterra, pretende anticipar una sociedad post carbón, reduciendo la necesidad de viajar y la dependencia del exterior, en resumen, poniendo límites a la globalización. Barbastro, con poca huerta, pocos pastos y servicios básicos, como el hospital, en el extrarradio es una ciudad claramente dependiente tanto del petróleo y sus derivados y de la energía eléctrica, que evidentemente no producimos, como de los alimentos que llegan cada día a los supermercados. Creo, sinceramente, que elaborar un plan de contingencia y replantear el urbanismo de la ciudad para hacerla menos dependiente del exterior y menos vulnerable a lo que ha de venir, tendría que ser la principal prioridad de sus habitantes para los próximos años. Quizá tengamos la suerte de que no sea necesario o quizá sea necesario y finalmente no sirva para nada pero no deberíamos dejar de intentarlo.

Y el gobierno, que se ha decidido finalmente a tirar la toalla, tiene que seguir pagando la factura energética a un precio cada vez más alto y con un dinero prestado cada vez más caro mientras los candidatos a las próximas elecciones que esta vez tampoco van a hacer la imprescindible reforma monetaria, nos venderán en una interminable campaña electoral, una vuelta al crecimiento y a los fastos anteriores. Pero antes, en eso también parecen estar todos de acuerdo, nos las harán pasar canutas. Y lo del crecimiento y los fastos ya se verá. Depende de cómo nos portemos.

ECA. Número extraordinario de Fiestas 2011

martes, 7 de junio de 2011

Wirtschaftlichkeit, Versorgungssicherheit und Umweltverträglichkeit(*). Y una de gambas.

Alemania, la locomotora de Europa, pasa por ser un país eficiente y sus dirigentes, al menos los que surgieron tras la guerra, por pragmáticos y responsables. Sin embargo Alemania ha montado, sin fundamento aparente, aunque ya veremos en que acaba esto, un carajal del copón a cuenta de la e-coli, los pepinos y la soja y su Canciller, Frau Merkel, ha anunciado, no una moratoria nuclear, algo con lo que los políticos solían contentar, hasta ahora, al personal, sino, directamente, el cierre de todas las centrales nucleares alemanas para dentro de diez años. La energía nuclear supone, actualmente, entre el 20 y el 25% de la energía eléctrica consumida en Alemania, el resto es mayoritariamente carbón, más del 40%, con poca aportación de petróleo, gas o ciclos combinados, allí inexistentes y menos aún de energías renovables que tampoco cuentan con la elevada financiación pública que tienen en España. La cuestión de cómo –y con qué- se propone Doña Ángela cubrir ese 25% de déficit, una vez que las centrales nucleares se cierren, no es baladí y menos teniendo en cuenta que, si los fantásticos planes de despliegue del coche eléctrico se llevaran a cabo, la demanda estimada de energía eléctrica en los próximos diez años se elevaría considerablemente, pero, al menos de momento, el flamante nuevo ministro federal de Economía y Tecnología, Dr. Rösler, que hasta ahora se ocupaba de cuestiones de salud, se limita a pontificar sobre las maravillas de esta y aquella fuente de energía y las excelentes oportunidades de empleo que proporcionará, en un impreciso futuro, la energía verde y su página Web es el compendio de todos los tópicos sobre la cuestión, incluidas las habituales monsergas sobre eficiencia energética aunque, al menos, no postula al hidrógeno como la panacea definitiva. Que el ministro Sebastián y algunos de sus colegas hablen de energía, sin tener la menor idea de lo que dicen, es algo que todo el mundo tiene ya asumido. Que el ministro alemán del ramo haga lo mismo empieza a ser preocupante.


Pero es que el anuncio, obviamente, no responde a ninguna reflexión seria sobre la energía ni al propósito del gobierno alemán de apagar, si fuera necesario, el 25% de sus cachivaches eléctricos. Se trata, simplemente, de un guiño de la Sra. Merkel a una parte de su electorado, justamente alarmado por la catástrofe de Fukushima e imbuido de la fantástica teoría del desarrollo sostenible, guiño que, por otra parte, es poco más que un brindis al Sol. Ya veremos, 10 años, en la situación actual, son muchos años, si la disponibilidad de petróleo y carbón y los niveles de CO₂ en la atmósfera permiten, realmente, prescindir de la energía nuclear o si la energía eléctrica necesaria, evidentemente de origen nuclear, puede ser importada sin riesgo de los países vecinos. Si no es así y sigue sin haber alternativas serias, no se cerrarán más centrales que las obsoletas y se abrirán, si aún se dispone de la energía fósil necesaria para construirlas, las que sean necesarias.

(*) Economía, seguridad energética y sostenibilidad ambiental

domingo, 27 de marzo de 2011

Al Cine

No hace mucho, invitado por el alcalde de Barbastro, asistí a un pase privado de There Be Dragons, una película de Roland Joffé,  producida por miembros del Opus Dei a la mayor gloria de su fundador. La historia, que no estaba mal contada, no tenía, sin embargo, demasiado interés, aunque a algunos de los asistentes  pareció emocionarles mucho, tal como había anunciado el presentador, uno de los productores, que ocurriría. Según dijo, un hermano suyo consiguió evitar la ruptura inminente de su matrimonio por el procedimiento de acudir con su pareja a ver la película. Salen imágenes de Barbastro que no son de Barbastro ni, en contra de lo anunciado, lo parecen y hay bastantes minutos dedicados a la guerra civil, presentada bajo un punto de vista pretendidamente conciliador, pero que no deja muchas dudas acerca de quiénes son los buenos y quienes los malos. Los vencedores no salen mucho, salvo el coprotagonista, una especie de caricatura de malo malísimo, a pesar de ser del bando de los buenos, que le pega un tiro a una mujer que no le hizo caso y se justifica diciendo que, por fin, ha podido darle lo que ella quería.  Los republicanos cometen las tropelías de rigor, antes y durante la guerra, como asesinar sacerdotes y quemar iglesias, ante la benevolente y comprensiva mirada de San Josemaría, que tiene que contener las ansias de venganza de algunos de sus seguidores. En fin, un punto de vista, el de la parte nacional católica del bando sublevado,  tan discutible como otros, que no se había prodigado mucho en el cine desde la muerte de Franco. La idea era que los asistentes diéramos testimonio [sic] de que nos había entusiasmado la película, el peliculón según su productor y presentador del acto, y convenciéramos a otros de que debían ir a verla. A mí no me pareció que fuera para tanto y  supongo que para algunos de los asistentes, personas mayores y sentadas en la segunda mitad del cine, el hecho de que estuviera rodada en inglés y subtitulada en español, fue un inconveniente para apreciar las sutilezas de la película que, por otra parte, tampoco eran muchas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Epílogo (Эпилог)

Esta es la última entrada de este blog. La fotografía recoge el momento, hacia las 14:30 del viernes, hora local de Kiev,  en que los pasaportes de las chicas provistos de los correspondientes visados, salen por la ventanilla de la sección consular en la Embajada de España en Ucrania y a Mila y S comprobando que todo está en orden. Por la noche cenamos con Mila y Nicolai, ahora dos buenos amigos a los que difícilmente olvidaremos y el sábado, camino del aeropuerto, hicimos una parada en su casa, con Tania, para despedirnos y tomar un pedazo de tarta ucraniana cuyo nombre no recuerdo pero que era estupenda, un poco de caviar rojo y unas copas de champán, también ucraniano, para los mayores y zumo para las pequeñas. El viaje se ha desarrollado sin ninguna incidencia, bueno, casi, porque nos olvidamos en el avión uno de los dos álbumes de fotos que les dieron a las chicas en el orfanato, concretamente el de E. A las 18:38 aterrizábamos en Barcelona y a las 10 de la noche llegábamos a casa después de casi un mes y medio de idas, venidas e incertidumbres que ahora ya no parecen tan terribles y mañana, o dentro de unos pocos días, serán sólo un recuerdo difuso.

Muchas gracias a todos los que hayáis tenido la paciencia de acompañarnos siguiendo esta historia a través de Internet. Escribirla y recibir vuestros mensajes por correo o a través de los comentarios del blog ha sido, quizá, la parte más gratificante de la experiencia.



Hasta siempre.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La fiesta de despedida y la embajada (S)

Ayer jueves todo tenía que terminar: los pasaportes habían salido hacia aquí el miércoles por la tarde y teníamos hora a las nueve de la mañana en la Embajada Española para los visados. Estábamos ya pensando que el viernes sería día de asueto, el único en todo este tiempo, cuando llamó Mila para decir que los pasaportes no habían llegado y que nadie sabía dónde  estaban. Había cogido yo el teléfono y reconozco que esto ya no me lo esperaba. No sé por qué, siempre he estado pensando que iba a pasar algo, algo que finalmente  pasaba aunque se solucionaba luego, pero ahora ya, en la recta final…Pasamos la mañana esperando noticias de los pasaportes, nerviosos y con una fuerte sensación de impotencia. Al final de la mañana, después de llamar a la embajada para cancelar la cita del jueves y pedir, sin muchas esperanzas,  otra para el viernes, ha vuelto a llamar Mila:  no se sabe qué demonios ha pasado con los dichosos pasaportes, pero parece que van a hacer otros y los van a mandar  esta misma tarde para que el viernes  podamos ir a la Embajada.

Llega Tania a buscarnos con casi media hora de retraso: hay atasco. Ella dice que pequeño. Nunca había estado en tantos atascos como aquí. Casi cada día he sufrido un atasco, pero el de hoy es de órdago. Un poco antes de que llegara, cuando estábamos ya desesperados pensando que tendríamos que cambiar los billetes y que, además, no podíamos saber para cuándo, le decía yo a Carlos que habría que cambiar el título de este Blog y llamarlo “atrapados en Kiev”, pero parece tarde para cámbialo y, además, quiero espantar el mal fario. Pero volvemos a estar atrapados. En el atasco. La Directora va llamando porque nos esperan y no llegamos. Llueve con fuerza y Tania va sorteando charcos inmensos. Cuando llegamos, nos salen a recibir todos los niños que van vestidos con los trajes de la función que van a representar para despedir a las niñas. La pequeñita Alina se me agarra a las piernas, Daria vuelve a decirme hola y abiós  y todos nos rodean y empiezan a correr hacia el escenario. Han colgado globos y serpentinas y hay un Arca como decorado. Kovcheg  significa Arca, nos ha explicado la Directora: como la de Noé, allí llegan los niños, como a un refugio, y luego salen,  si tienen suerte,  con sus nuevos padres. A la pequeña le colocan un gorrito rojo y una chaquetita roja también porque ella hace de Caperucita: por eso no ha protestado y se ha puesto hoy el vestido rojo.  La mayor también: va a cantar una canción y se ha puesto vestido y una flor de adorno. Empieza la función. Yo llevo el teléfono en la mano porque esperamos noticias de Mila y estamos nerviosos. Pero los niños están graciosos aunque no entendemos gran cosa. La pequeña casi no se equivoca y la mayor canta muy bien, cogiendo el micrófono con estilo de artista. A mitad de función, Mila envía un mensaje: parece que los pasaportes están ya en camino, como ayer que también estaban, y que ya nos avisará, ella sigue allí y son ya las seis de la tarde. Los niños están cantando una especie de Himno que suena muy bien y casi se me saltan las lágrimas aunque me las trago porque la pequeña se me está mirando desde el escenario y casi me olvido de los pasaportes y, no sé por qué, recuerdo el verso aquel “ es tiempo de regresar al anciano vocabulario/ de llamar corazón al corazón” y  tengo que mirar hacia el techo para atrapar la lágrima…Ahora  van a hacer el número del Arca, esto es, que las niñas se meten dentro del barco y luego nosotros salimos hacia el escenario y ellas vienes con nosotros. Antes, unos marineros introducen en el arca, agarrando desde el interior, como si fueran náufragos, a los dos niños más pequeñitos: por un momento el rescate parece imposible porque se rompe la cuerda con la que los arrastraban desde el mar-suelo, pero, al final logran meterlos entre las risas y aplausos de los presentes.  No acabo de saber cual es nuestro papel, si el de Noé o cuál, pero da igual, la figura es lo suficientemente simbólica  y las niñas están encantadas de ser las protagonistas de la fiesta.  La función termina, pero ahora viene el tiempo de las fotos y de los lloros, la mayor está con sus amigas dale que te pego al llanto y Daria, la mejor amiga de la pequeña, que ha hecho de Cenicienta y ha llevado dos trajes: uno de fregona, escoba incluida, y otro blanco “ como princesa” según dice la pequeña, no para de hipar y agarrarla. Esto parece ya “Sonrisas y lágrimas” así que empezamos a despedirnos para que  no sean demasiadas  lágrimas. La Directora y el resto del personal nos desean suerte y sabiduría y nos dicen que rogarán a Dios por nosotros. La Directora nos abraza y nos besa y repite los besos y os abrazos otra vez. La pequeña está ya repartiendo los bombones que hemos llevado entre los niños, para pasar mejor el trago. Decimos ya adiós: Daría tiene los ojos hinchaditos, la Directora la está consolando, pero aún me contesta “abiós” con la manita una y otra vez.   

Al salir, llama Mila: ya tiene  en sus manos  los pasaportes. Aleluya. Ahora vamos hacia el atasco. El monumental atasco. Atrapados otra vez, es nuestro sino. Tanto es hoy que hemos estado más de una hora sin movernos y decidimos ir al metro cuando el marido de Tania llama por teléfono y le informa de que acaba de ver en internet que hay dieciocho grandes atascos en el centro de  Kiev.  Yo odio el metro, lo reconozco. Sola no voy nunca. Y este metro es especialmente agobiante. Bajamos  una escalera larguísima, no había visto una igual y he estado ya en muchos. Los trenes y los pasillos están atestados. Esta ciudad es una ratonera: las calles llenas de vehículos, el metro lleno de gente…La vida aquí es dura, dura. Llegamos a casa agotados, pero más animados: tenemos pasaportes y ya creemos que lo tenemos todo. El viernes, , amanece lluvioso y frío, pero vamos eufóricos a nuestra Embajada – nuestra casa, como dice Nicolai”. Cogemos el funicular, como quería la pequeña y llegamos cerca. Nos viene a esperar Nicolai todo contento porque este es el final, o así parece. Presentamos los documentos, nos atiende la misma chica a la que ya conozco y ante la que ya formulamos dos protestas al principio de nuestro viaje.  Es amable. Nos devuelve los certificados de matrimonio. Nos dice que todo está bien y que volvamos a las dos a recogerlos. Vamos con Nicolai a tomar algo a un bar cercano y , cuando terminamos, vamos al metro porque va a acompañarnos a un mercado a comprar algo de icra rojo que no os digo lo que es porque luego todos queréis. A la entrada del metro, la mayor se encarga de coger los billetes y la taquillera le da mal el cambio. La niña protesta. Nosotros le decimos que da igual, que no vamos a discutir ni perder tiempo, que es poco, pero ella insiste y Nicolai dice que es cosa de dignidad…esperamos allí porque la señora tiene que recontar todo el dinero para ver si es o no verdad lo que dice la niña, que aguanta delante de la ventanilla con decisión. Tenía razón, la taquillera se disculpa y le da bien el cambio. Vamos hacia el andén y llaman de la Embajada: tenemos que volver porque ahora nos piden uno de los certificados que acaban de devolvernos certificado de matrimonio…El colmo. Volvemos con Nicolai pensando que se trata tan sólo de entregar el documento de nuevo. Pues no.  Más complicaciones. Según los funcionarios de la embajada los ucranianos han redactado mal la sentencia de adopción y tendremos problemas en España. En todo caso se trata de una cuestión menor y sujeta a interpretación así que,  finalmente y tras discutir el tema con un ayudante del cónsul, convenimos en que, si hay problemas en España ya los solucionaremos allí. Y punto.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Atrapados en Kiev.

Esta mañana, justo después de la llamada de Mila, me decía S. que habría que cambiar el nombre del blog y llamarlo Atrapados en Kiev, en lugar de Otoño en Kiev. Cuando estábamos esperando la llamada para ir a la embajada, para lo que suponíamos que iba a ser la última gestión,  obtener el visado, nos ha dicho Mila que los pasaportes de las chicas que, supuestamente, salieron ayer de la fábrica, no habían llegado. El tiempo que llevamos con Mila nos ha enseñado a relativizar estas cosas un poco pero, la verdad es que la noticia era, objetivamente, el anuncio de una calamidad. Sin apartamento, tenemos que dejarlo a las 12 del sábado, con billetes para el mismo día y el avión del miércoles próximo ya lleno, con los niños de la asociación que hacen el viaje de navidad, la cosa no podía pintar peor. Mila, que también parecía haber perdido parte de su temple habitual, ha hecho algunas gestiones con sus contactos, que le han vuelto a asegurar que los pasaportes habían salido de fábrica y con la agencia de mensajería pero, a mediodía los pasaportes seguían sin aparecer  y a la embajada había que ir, en todo caso, antes del viernes a las 13 horas, con lo que ya podíamos irnos olvidando de volver el sábado. Si los pasaportes se habían perdido, lo que a esas alturas ya estaba claro, parecía evidente que entre denunciar la desaparición, volverlos a imprimir y toda la parafernalia que suele llevar la emisión de ese tipo de documentos, podríamos darnos con un canto en los dientes si los teníamos en una o dos semanas.  Bueno, pues no ha sido así. A las 13 horas Mila nos ha dicho que los pasaportes aparecerían y a las 7 de la tarde, justo cuando salíamos de la fiesta de despedida que les habían montado a las chicas en el orfanato y cuya descripción hará S mucho mejor que yo, nos ha llamado para decirnos que ya estaban en su poder. La verdad es que en la fiesta hemos estado más  pendientes del teléfono que de otra cosa y que a pesar de la buena voluntad de Tania, que iba traduciendo algo de lo que decían, no nos hemos enterado de gran cosa. Eso sí, hemos hecho y nos han hecho un montón de fotos,  que supongo que en algún momento le harán gracia a alguien y hemos recibido múltiples muestras de buena voluntad y promesa de oraciones por parte de las presbiterianas a cargo del orfanato. También nos hemos llevado un par de álbumes, enormes con fotos de las niñas y otros recuerdos que no sé dónde vamos a meter porque la verdad es que entre ropa de E, muñecos de N y todos los libros que les hemos ido dando estos años para que leyeran en español y que, naturalmente, vuelven sin haber sido abiertos, llevamos un equipaje demencial.

La tarde ha sido muy  lluviosa lo que ha complicado el viaje de ida al orfanato. La vuelta en coche ha sido, sencillamente,  imposible. El atasco era de tal envergadura que, después de una hora y media jugando al Veo Veo –hay que adivinar el nombre de un objeto, dentro del campo visual, sin más información que la letra inicial- sin avanzar más allá de unos treinta metros,  hemos dejado a Tania  en su Skoda y nos hemos metido en una boca de metro. Una vez dentro me he dado cuenta de que, quizá, había sobrevalorado mi reconocida capacidad para moverme por los metros de medio mundo. No había mapas por ninguna parte y las indicaciones, escasas y en caracteres cirílicos,  eran totalmente indescifrables. La organización del metro me recordaba algo a la del de Moscú, aunque este es mucho menos pretencioso: un pasillo central y dos vías a los lados que no necesariamente siguen trayectos paralelos. Desde luego no tenía nada que ver con los de Madrid, Barcelona, París o Londres.  Afortunadamente ha resultado que E ya había estado por allí alguna vez, conque preguntando un poco y con sólo un par de equivocaciones llevadas, dadas las circunstancias,  con bastante buen humor hemos aparecido finalmente en la Plaza de la Independencia.

Mañana iremos a la embajada y el sábado… quién sabe. 

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Preparando la vuelta a casa

Ayer cambiamos los billetes para volver el sábado, y lo hicimos antes incluso de que las cosas estuvieran tan claras como están hoy, con los documentos ya apostillados y los pasaportes impresos y de camino hacia Kiev desde el lugar donde los hacen que cualquiera sabe dónde está. En estos momentos casi lo único que puede salir mal es que en la embajada española nos salgan con alguna cosa rara y nos digan que no pueden o no quieren darnos los visados hasta el lunes. Es una hipótesis que Mila dice que no es totalmente descabellada, parece que hay algún precedente, pero que yo no contemplo.

Como aquí es casi imposible pasar un día sin un problema u otro, ayer nos llamó Mila, a la que habían llamado los del apartamento para decirle que teníamos que irnos el viernes a otro, de cuatro habitaciones -sic- en la quinta puñeta porque el nuestro lo tenían alquilado a otros a partir del día 10. Un par de empleados del dueño han estado, efectivamente, esta tarde en el apartamento con esa pretensión en un momento en que estábamos solos N y yo. Aunque la cosa ha empezado bastante mal y tanto ellos como yo hemos levantado algo la voz, finalmente hemos llegado a una solución de compromiso que consiste en que nos quedamos hasta el 11 a las 12. En realidad a ellos les ha parecido un compromiso pero esa era precisamente la fecha y hora en que teníamos pensado marcharnos, así que todos contentos. Parte del éxito de la negociación hay que atribuírselo a N que ha dejado en su diario esta versión del incidente:


Hoy me he levantado, me he vestido, me he puesto unos pantalones grises y un jersey gris y una camisa rosa. Mi hermana me ha hecho una coleta con cuatro gomas de colores , luego he ido a pasear, luego he ido a un restaurante, hemos comido muy bien. Estaba yo con papá y han venido un señor y una señora y han dicho que teníamos que irnos del apartamento a otro sitio y he ayudado a papá y ya nos podemos quedar y papá me ha dejado ver la tele y ahora estoy escribiendo en mi diario, pero no me ayuda mamá.