miércoles, 8 de diciembre de 2010

Preparando la vuelta a casa

Ayer cambiamos los billetes para volver el sábado, y lo hicimos antes incluso de que las cosas estuvieran tan claras como están hoy, con los documentos ya apostillados y los pasaportes impresos y de camino hacia Kiev desde el lugar donde los hacen que cualquiera sabe dónde está. En estos momentos casi lo único que puede salir mal es que en la embajada española nos salgan con alguna cosa rara y nos digan que no pueden o no quieren darnos los visados hasta el lunes. Es una hipótesis que Mila dice que no es totalmente descabellada, parece que hay algún precedente, pero que yo no contemplo.

Como aquí es casi imposible pasar un día sin un problema u otro, ayer nos llamó Mila, a la que habían llamado los del apartamento para decirle que teníamos que irnos el viernes a otro, de cuatro habitaciones -sic- en la quinta puñeta porque el nuestro lo tenían alquilado a otros a partir del día 10. Un par de empleados del dueño han estado, efectivamente, esta tarde en el apartamento con esa pretensión en un momento en que estábamos solos N y yo. Aunque la cosa ha empezado bastante mal y tanto ellos como yo hemos levantado algo la voz, finalmente hemos llegado a una solución de compromiso que consiste en que nos quedamos hasta el 11 a las 12. En realidad a ellos les ha parecido un compromiso pero esa era precisamente la fecha y hora en que teníamos pensado marcharnos, así que todos contentos. Parte del éxito de la negociación hay que atribuírselo a N que ha dejado en su diario esta versión del incidente:


Hoy me he levantado, me he vestido, me he puesto unos pantalones grises y un jersey gris y una camisa rosa. Mi hermana me ha hecho una coleta con cuatro gomas de colores , luego he ido a pasear, luego he ido a un restaurante, hemos comido muy bien. Estaba yo con papá y han venido un señor y una señora y han dicho que teníamos que irnos del apartamento a otro sitio y he ayudado a papá y ya nos podemos quedar y papá me ha dejado ver la tele y ahora estoy escribiendo en mi diario, pero no me ayuda mamá.