Mostrando entradas con la etiqueta psoe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta psoe. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Celtiberia Show

He visto un fragmento de la entrevista concedida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a una televisión catalana. En ella reconocía, con aire visiblemente compungido, haber incumplido parte de los acuerdos alcanzados con Junts para asegurar su investidura. Prometía enmendarse y cumplirlos todos a partir de ahora.

¿Era necesaria la humillación pública del presidente del gobierno para mantener los votos de Puigdemont? ¿No hubiera bastado con una llamada o con enviar un mensajero que transmitiera en privado el arrepentimiento y el propósito de enmienda? Por lo visto, sí y no. Sí, la confesión pública, la penitencia, era necesaria. Por lo tanto no, no bastaba con una comunicación discreta.

Porque aquí no se trata solo del señor Sánchez. Es el Gobierno de España el que reconoce ante las cámaras y ante todo el país haber faltado a sus compromisos —algunos de dudoso encaje en las leyes españolas— con un fugado de la justicia, prometiendo no volver a hacerlo. No es simplemente un político haciendo el ridículo, cosa que a estas alturas tendría escasa o ninguna importancia. Es el Estado español arrodillándose a cambio de unos votos que permitan al gobierno actual llegar al final de la legislatura.

Pero Puigdemont y los siete votos de Junts que controla no son todo lo que necesita el gobierno para mantenerse en el poder. Se necesitan también los votos de ERC, Sumar, PNV y Podemos, cuyos intereses políticos están, en principio, bastante alejados de los de Junts, aunque coinciden todos en algo esencial: un gobierno débil y plenamente consciente de que perderá cualquier elección que convoque es un regalo caído del cielo. Algo de lo que no se puede prescindir, al menos no antes de haberle extraído todo el jugo posible. Y en eso están.

Lo que estamos viendo no es una negociación compleja entre formaciones diversas ni el ejercicio normal del parlamentarismo de coalición. Es una forma de gobernabilidad sostenida sobre el chantaje explícito, la cesión sin límite y una dependencia absoluta de actores que no comparten visión alguna del Estado salvo la de su utilidad como fuente de recursos y palanca de poder. La humillación pública del presidente no es un detalle anecdótico: es el protocolo que exige el sistema. La subordinación debe ser visible porque el espectáculo forma parte del precio.

Esto plantea interrogantes que van mucho más allá de la estabilidad de un gobierno concreto. Cuando la política se convierte en la gestión diaria de extorsiones múltiples, cuando quien gobierna no es quien gana elecciones sino quien mejor negocia su propia humillación, cuando el Estado se ve obligado a negociar con quienes lo desafían desde una posición de fuerza sin legitimidad, algo se ha roto en la arquitectura institucional.

No sabemos cuánto tiempo puede sostenerse esta ficción ni qué quedará cuando colapse. Pero lo que sí sabemos es que cada concesión arrancada mediante chantaje, cada humillación pública normalizada, cada límite legal difuminado en nombre de la "estabilidad", degrada un poco más la confianza en las instituciones y ensancha el espacio para soluciones que, llegado el momento, no tendrán nada que ver con la madurez democrática.

domingo, 30 de noviembre de 2025

La política como representación

He recibido una foto en la que aparecen el ministro de la Presidencia, Sr. Bolaños, y el líder de la oposición, Sr. Feijóo, en agradable y distendida conversación. Aparentemente la foto ha causado el escándalo de algunas buenas gentes que creen ver en ella la imagen de una connivencia intolerable o de un compadreo falaz. Algo que desmiente el pretendido rigor y la aparente hostilidad de sus enfrentamientos públicos.

Pero es que los políticos no se enfrentan entre ellos porque se odien realmente —aunque es probable que, en muchos casos, no se soporten, especialmente dentro del mismo partido—, sino porque interpretan el espectáculo que la ciudadanía espera ver. En el fondo, actúan como si ese enfrentamiento formara parte de sus obligaciones: una coreografía de la confrontación que da sentido a su rol público.

A pesar de las acusaciones cruzadas —en las que se imputan mutuamente ineptitud, malas intenciones e incluso delitos que llevarían a cualquier ciudadano común a prisión durante años—, todos ellos son plenamente conscientes de que se necesitan los unos a los otros. Saben que forman parte de la misma troupe, y que la representación solo resulta creíble si participan todos los actores, y se cubren todos los papeles previstos en el guion.

Por eso, cuando organizan comisiones de investigación o formulan denuncias desde la tribuna parlamentaria o los medios de comunicación —normalmente escritas por otros y como parte del mismo guion—, no lo hacen tanto en busca de la verdad como para ofrecer a sus respectivos públicos la dosis de enfrentamiento que necesitan. Una audiencia que finge escandalizarse cuando el denostado es del bando contrario, pero que guarda silencio —o lo justifica todo— cuando el señalado pertenece a los suyos. Porque todos, en definitiva, participan en un juego cuyas reglas fingen ignorar.

El problema, con esta escenografía, es que finalmente terminen todos, actores y público, por creerse los papeles que les han tocado en suerte, tomen la parte por el todo y confundan el escenario con el mundo real. Que el fin último de la política, que es, o debería ser, la organización justa y eficaz de la vida en común, se transmute en un interminable conflicto para conseguir y mantener el poder. Un conflicto que tiene el potencial necesario para acabar mal, muy mal o, no sería la primera vez, a bofetadas. O a tiros.

viernes, 6 de junio de 2025

La Lealtad Política en España.

El caso PSOE: Un Análisis Teórico

La persistente fidelidad electoral que ciertos sectores de la sociedad española mantienen hacia el Partido Socialista Obrero Español constituye un fenómeno complejo que trasciende el mero cálculo electoral. Para comprender esta lealtad aparentemente inquebrantable, resulta necesario examinar las diferentes perspectivas teóricas sobre la fidelidad política y su aplicación al contexto español contemporáneo.

Desde una perspectiva maquiavélica, la lealtad política se concibe como un contrato tácito basado en la utilidad mutua. Nicolás Maquiavelo sostenía que esta fidelidad perdura mientras resulte ventajosa para ambas partes. En el caso del PSOE, sectores de los trabajadores industriales, empleados públicos y colectivos sindicales mantienen su apoyo porque creen que el partido defiende eficazmente sus intereses económicos y sociales.

Esta dimensión utilitaria se complementa con la visión hobbesiana del pacto social. Thomas Hobbes entendía la lealtad como el cumplimiento de un acuerdo mediante el cual los individuos ceden ciertas libertades a cambio de seguridad y orden. Para muchos votantes tradicionales del PSOE, existe la convicción profunda de que este partido garantiza la estabilidad política y un marco socioeconómico que previene la precariedad laboral y los retrocesos en el Estado de bienestar. La idea de que "peor sería dejar el poder a la derecha" refuerza esta lealtad incluso en momentos de dificultad.

Sin embargo, la fidelidad hacia el PSOE no se explica únicamente por consideraciones pragmáticas. Siguiendo la tradición aristotélica, existe también una dimensión identitaria y moral en esta lealtad. Aristóteles concebía la amistad virtuosa como aquella basada en la admiración mutua por los valores compartidos. Para muchos electores, el vínculo con el PSOE trasciende el análisis coste-beneficio y se fundamenta en la identificación con los valores que tradicionalmente ha defendido el partido: la igualdad, la justicia social y la lucha contra la exclusión. Esta afiliación se convierte en parte integral de su visión de la sociedad.

La perspectiva de Edmund Burke sobre la continuidad histórica aporta otra clave interpretativa fundamental. Burke enfatizaba la importancia de la lealtad a las tradiciones políticas construidas a lo largo del tiempo. En España, la Transición democrática y la consolidación del sistema constitucional estuvieron, para una parte de la población, íntimamente vinculadas al PSOE. Las primeras leyes de modernización social, el impulso de la seguridad social y la integración europea consolidaron una narrativa histórica de progreso asociada a este partido. Para la generación que vivió aquellas transformaciones, votar al PSOE representa un modo de preservar la memoria democrática y el legado de modernización del país.

Jean-Jacques Rousseau ofrece una tercera dimensión explicativa a través de su concepto de "voluntad general". Según el filósofo ginebrino, la verdadera lealtad política consiste en cumplir las leyes que los ciudadanos han decidido como voluntad común. Cuando un grupo de electores percibe que el PSOE representa la voluntad general de su entorno —especialmente en comunidades autónomas con fuerte presencia socialista—, surge una fidelidad que trasciende el carisma de líderes individuales. Este voto se interpreta como la materialización de un contrato social comunitario que, no obstante y como se ha visto en Andalucía, no es inamovible.

El contexto sociológico español añade factores específicos a este fenómeno. Los vínculos históricos entre el PSOE y sindicatos como Comisiones Obreras y UGT han consolidado en determinados sectores la ecuación "votar PSOE equivale a defender derechos laborales". Aunque el clientelismo tradicional ha disminuido, persisten formas de clientelismo simbólico basadas en narrativas de defensa de la clase trabajadora. Asimismo, la transmisión generacional de la identificación política ha convertido el voto socialista en parte de la identidad cívica familiar, adquiriendo rasgos tanto de amistad virtuosa aristotélica como de costumbre en el sentido de Burke.

Para el electorado que valora la intervención estatal en la economía y mantiene expectativas de movilidad social, la promesa de reformas progresistas sigue siendo atractiva. Aunque se critique la gestión concreta, muchos votantes permanecen fieles porque creen que las alternativas conservadoras ofrecerían menos garantías para las políticas sociales. Así, pueden ocasionalmente ignorar, o incluso valorar positivamente, aspectos polémicos como la amnistía a los sediciosos catalanes, la creación y mantenimiento de mayorías afines en órganos como el CGPJ o el control político de instituciones como el Banco de España, Red eléctrica y otras.

No obstante, esta lealtad no es inmutable. Las últimas elecciones autonómicas y en parte también las generales han evidenciado que la fidelidad electoral se tambalea cuando los votantes perciben incoherencias que lesionan la idea de proyecto común. Cuando sectores del electorado creen que el partido ya no defiende sus intereses o que actúa más por cálculo que por convicción, la lealtad instrumental puede volverse efímera.

En conclusión, la persistente fidelidad hacia el PSOE resulta de la confluencia de tres dimensiones complementarias: el interés pragmático por las políticas sociales, los vínculos identitarios y culturales forjados históricamente, y la percepción de representar una voluntad general legítima. Un quiebro en estas tres dimensiones, junto con el relevo generacional del electorado, podría registrar un desgaste significativo de esta lealtad multifactorial, que combina raíces tanto pragmáticas como emocionales e históricas.

La lealtad militante: estabilidad, cálculo y ruptura

La lealtad de los militantes hacia un líder partidario constituye una dimensión específica del fenómeno más amplio de la fidelidad política. A diferencia del voto, acto episódico, individual y relativamente volátil, la militancia se articula en torno a estructuras organizativas, rutinas internas y vínculos personales o simbólicos de mayor densidad. En ese contexto, la lealtad hacia el líder no responde únicamente a la identificación ideológica, sino que incorpora elementos de estrategia interna, cálculo de oportunidades y adaptación al poder vigente.

La legitimidad de un líder coyuntural dentro del partido se sostiene mientras converjan tres factores: la percepción de que su liderazgo garantiza el acceso o mantenimiento del poder institucional; la idea de que representa, de forma más o menos genuina, el ideario compartido por la mayoría de la organización; y la ausencia de una alternativa viable que pueda concentrar descontento sin generar un riesgo de fractura interna. Mientras estas condiciones se mantengan, la militancia tiende a cerrar filas en torno a la dirección, incluso en contextos de desgaste externo.

Sin embargo, la lealtad militante es condicional. Cuando se debilita alguna de estas tres columnas —especialmente la percepción de eficacia o la coherencia con el ideario— pueden activarse mecanismos de desafección que, aunque discretos en su origen, se vuelven rápidamente acumulativos. El malestar comienza en sectores periféricos, donde los costes de la disidencia son menores, pero se extiende si el liderazgo muestra señales de desconexión con la organización o si las decisiones tomadas se perciben como lesivas para el conjunto. A diferencia del votante, cuya retirada es silenciosa, el militante puede canalizar su desafección en forma de abstención orgánica, oposición interna o incluso ruptura programática.

Este tipo de procesos suele requerir un elemento catalizador: una figura —no necesariamente de primer nivel— que actúe como “iniciador” y articule, con lenguaje político interno, lo que hasta entonces eran inquietudes dispersas. Es entonces cuando se pasa del malestar pasivo al cuestionamiento activo, y se produce una redistribución del poder interno. En contextos de alta centralización, la reacción de la dirección ante estos movimientos puede ser determinante: una respuesta torpe o excesivamente autoritaria no solo no detiene la erosión, sino que puede acelerarla y dotarla de una legitimidad reactiva.

La historia reciente del PSOE, como la de otros partidos europeos consolidados, muestra que la lealtad militante no es incondicional, sino adaptativa. Está mediada por la historia orgánica de cada agrupación, por las promesas explícitas o implícitas del liderazgo, y por el horizonte de poder que se vislumbra en cada coyuntura. Entender esta lealtad no como una constante moral, sino como un fenómeno político estructurado y revocable, es clave para anticipar posibles crisis de liderazgo en partidos que, como el PSOE, mantienen una densa base organizativa, pero enfrentan crecientes tensiones entre aparato y bases.

Dinámicas recientes del liderazgo socialista

La situación actual —tras la intervención en agrupaciones territoriales como Aragón o Madrid, donde las mayorías preexistentes han sido sustituidas por otras más afines a la dirección federal— constituye un ejemplo paradigmático de liderazgo aparentemente incontestable, pero en el que empiezan a aparecer ciertas grietas. Los casos de corrupción que afectan a personas próximas al secretario general y una política subordinada a los intereses de minorías regionales identitarias como Junts, ERC o Bildu, podrían poner en riesgo el futuro electoral del partido y en consecuencia el estatus político de muchos de sus militantes y amenazar seriamente la continuidad de la dirección actual.

De momento no hay, o no parece haber, ninguna alternativa con posibilidades reales de hacerse con el control del partido, pero eso es algo que se construye rápidamente si las circunstancias son favorables. No conviene olvidar que buena parte de los apoyos del actual secretario general, incluyendo algunos  ministros y altos cargos del partido, estuvieron anteriormente alineados en su contra y solo cambiaron de bando cuando el viento empezó a soplar a su favor. Estos fenómenos necesitan, como ciertas reacciones químicas, un iniciador. Alguien que empiece a pedir cuentas y a sembrar la alarma sobre las consecuencias de seguir sin presentarlas. Eso es todo.

jueves, 23 de enero de 2025

Primarias en el PSOE aragonés.

 Darío Villagrasa es una joven promesa del socialismo aragonés que opta, optaba esta mañana al menos, a la Secretaría General del PSOE en Aragón. Los apoyos con que contaba y que, según sus propias palabras, le animaron a presentarse, parecen estar perdiendo peso y volumen, en un proceso que cuenta con notables antecedentes en Castilla León y Andalucía.

Hay, claro, otro candidato. Candidata, en este caso, que cuenta con el apoyo de la dirección federal del partido y que, además, es ministra de educación y portavoz del gobierno socialista. Una candidata difícil de batir para un candidato local, aún en el supuesto de que las preceptivas, si hay más de un candidato, elecciones primarias se llevaran a cabo con total neutralidad por parte de los órganos del partido y del gobierno.

Pero esa neutralidad en las actuales circunstancias es improbable. El gobierno y la dirección federal del partido, que en la práctica son la misma cosa, están sometidos a una fuerte presión por vía judicial y sufriendo una estresante debilidad parlamentaria, que no admite grietas en la unidad interna. Se podría, quizá, haber dejado vía libre al candidato local pero, una vez que se ha optado por la confrontación con la estructura saliente, que por otra parte ya viene de lejos, no se presenta a una candidata, tan significada como Pilar Alegría, para que pierda. Ni para que corra el riesgo de perder.

Es verdad que en Extremadura la candidata supuestamente apoyada por el gobierno perdió las primarias. Pero era una mujer prácticamente desconocida fuera de Extremadura y su oponente era entonces secretario general del partido en la región. Un hombre, además, que había dado la cara en uno de los conflictos judiciales que afectan al presidente. Nada que ver con la situación en Aragón.

Y ¿qué es lo que está pasando ahora? Pues que los apoyos con los que Darío contaba están pasándose a Pilar. Para gente que aspira a tener algo parecido a una carrera política en el PSOE enfrentarse al presidente y secretario federal del partido es algo muy arriesgado. Y para que valga la pena correr el riesgo, no basta con tener un buen candidato. Parece que Darío lo es. O lo era. Ha de ser un candidato con posibilidades reales. Pero basta con que algún apoyo o agrupación considerados firmes se descuelgue, para que empiece la desbandada y todos, o la mayoría, se esfuercen en no llegar los últimos a rendir pleitesía a la ganadora. Y ya se han descolgado varios.

Lo más probable, pues, es que Darío se haga a un lado como consecuencia, desde luego, de una reflexión personal y negociando alguna cuota de poder con Pilar Alegría. Y que Pilar pase a ser la única candidata y, por tanto, la próxima Secretaria General del PSOE en Aragón. Sin el engorro de unas primarias que, como es sabido, las carga el diablo.

Es posible que este proceso, tal como se ha descrito, no contribuya a consolidar la democracia interna dentro del PSOE, pero, a estas alturas, eso no le va a quitar el sueño a nadie. Así son las cosas. O así parecen.


sábado, 18 de mayo de 2024

Lambán y la coherencia


A mí la ley de amnistía, impulsada por el actual gobierno y sus apoyos parlamentarios, no me quita el sueño. Para eso ya tengo la próstata. Me parece que no es más que una parte del circo político que, como todos los circos, está en busca del ‘más difícil todavía’, ensayando números cada vez más arriesgados hasta que alguno de los acróbatas se rompa la crisma. El mayor peligro, de este circo en particular, está en que los numeritos no se realizan en el escenario ni sobre una red, sino justo encima de nuestras cabezas, con lo que resulta algo difícil desentenderse del todo. 

 En fin, metáforas aparte, si he tocado el tema de la amnistía no es porque me importe demasiado que los políticos se amnistíen entre ellos o que trafiquen, en busca de su propio beneficio, con los votos que, ingenuamente, les ha dado el personal. Eso está dentro del orden natural de las cosas y, desde luego, de lo que cabe esperar. No. Es porque me ha llamado la atención la actitud de Javier Lambán, senador y ex presidente de Aragón, negándose a participar en la última, o penúltima, parte del más arriesgado, hasta ahora, de los saltos mortales de nuestro inefable presidente del gobierno. Yo ya sé lo que opina, o lo que opinaba, el Sr. Lambán del Sr. Sánchez, pero también sé, y de primera mano, que no era nada distinto, puede que algo más matizado, de lo que opinaban de él, antes de que llegara al poder, destacados políticos en activo convertidos después, milagrosamente, en fervorosos seguidores de su política. 

 Por eso me parece que tiene cierto mérito mantener el tipo, en un tiempo en el que la dignidad ya no parece un valor en alza. Es verdad que Lambán no se juega mucho en este envite. Una vez laminados sus candidatos a las cortes generales y al parlamento europeo y pendiente, sólo, del paso del tiempo para dejar la secretaría general y supongo que también la política activa, puede permitirse, por 600€ de multa, el lujo de decir y hacer lo que, en conciencia, cree que debe hacer o decir. Su partido ya ha dicho, y seguro que saben lo que dicen, que es una cuestión puramente individual y que el riesgo de contagio es nulo. Cosa que también está dentro de lo que cabía esperar.

viernes, 9 de junio de 2023


 Tarde de lluvia en el Somontano. Llevamos así una semana y parece que la inestabildad durará aún algunos días más. Después vendrá el verano y dicen que hará calor. O, mejor dicho, que hará más calor que en ocasiones anteriores, aunque el año pasado ya se batieron marcas.

Antes de eso, o en medio, llegarán las elecciones generales, concebidas por unos como presunta rectificación del resultado de las municipales y autonómicas, francamente desfavorable para el actual gobierno. Para otros, sin embargo, estas elecciones no serán sino la confirmación de que el viento de popa que parecía impulsar al barco de la izquierda, se ha transformado en viento de costado que el 23 de julio terminará por enviar al fondo del mar a todos esos advenedizos. Ya veremos en que queda todo esto.

miércoles, 4 de febrero de 2015

PSOE o no PSOE. Esta no es la cuestión, pero podría serlo.

El secretario general del PSOE dice, desmintiendo a uno de los suyos, que está deseando firmar más pactos con el PP y la prensa adicta (al PP, claro) lo saluda como al hombre de estado que actúa por encima de los intereses de su partido. A ver si le votan, o piden el voto para él, pero no creo. Este hombre y siento decirlo, no está a la altura de lo que la situación actual exige al responsable político del partido que, hasta ahora, ha sido hegemónico en la izquierda. El PSOE, que sobrevivió a Zapatero, puede llegar, con este irrelevante y seguramente bienintencionado personaje, al fin de su larga y no siempre gloriosa trayectoria. Es una pena.

domingo, 20 de julio de 2014

Hace calor, pero no mucho y mientras tanto...

   el PSOE ha elegido como secretario general a un diputado del congreso, prácticamente desconocido hasta hace unos meses, joven, de buena presencia y capaz de tomar medidas de impacto nada más empezar. ¿Zapatero?. No, Sánchez. Pablo Iglesias sigue en la cresta de la ola gracias, en parte, a la atención que le prestan los voceros del PSOE y sobre todo, los del PP que reparten sus intervenciones entre las invectivas a Podemos y la descripción entusiasta de las mar...avillas de la economía española, cantadas, según Montoro, por todo el asombrado mundo que nos contempla. En fin, las tonterías de siempre. La realidad va por su lado y la política española y parte de la europea, por el suyo. Cuando converjan, si es que lo hacen, será, por supuesto, por el lado de la realidad y ya veremos entonces lo que queda de tanta insensatez y las consecuencias de estar gobernados por incompetentes o majaderos que defienden, únicamente, sus propios intereses. Democráticamente elegidos, eso sí.

domingo, 8 de junio de 2014

Diálogos para besugos II


- Buenos días. ¿Es aquí donde se vota al PP?
- No, señor.
- ¿Y al PSOE?
- ¿Va a votar al PSOE?
- Desde luego que no. ¿Por quién me ha tomado?
- Pues para votar al PP tiene que ir a aquella mesa de allí.
- ¿Al PP? Ni loco.
- Pero ¿No ha preguntado si aquí se votaba al PP o al PSOE?
- Si. Quería comprobar si aún había alguien que les votaba.
- Eso a usted no le importa. Si no va a votar, aquí no se le ha perdido nada. Váyase.
- No tengo que decirle a usted si voy a votar o no. Quizá vote. ¿A quién se puede votar en esta mesa?
- A nadie. En esta mesa no se vota.
- Pues  yo quiero votar. Quizá vote a nadie.
- Pues eso ya está hecho. Puede irse.
- ¿Eso es todo? ¿No tengo que poner mi voto en la urna?
- ¿Para qué?
- ¿Cómo que para qué? Tengo derecho a votar a nadie si quiero. Y quiero que se cuente mi voto cuando se abra la urna.
- Si es por eso no se preocupe. No vamos a abrir esta urna.
- ¿No? ¿Y por qué la han puesto ahí?
- Bueno, la urna está puesta, pero ya ve que no tiene ranura para introducir las papeletas. Además tampoco hay papeletas.
- Yo traigo mi papeleta de casa. Y quiero echarla en la urna. Haga el favor de abrirla.
- ¿Abrir la urna antes de que finalice la votación? ¿Está usted loco? Eso es imposible. Es un delito.
- Bueno, pues esperaré a que finalice la votación y entonces le daré mi voto.
- De ninguna manera. Una vez finalizada la votación, nadie puede votar.
- Entonces todo está en orden. Yo soy nadie.
- ¿Nadie? ¿Y va a votarse a usted mismo? ¿No le da vergüenza?
- Quizá me vote. Y puede que no. No tengo por qué darle explicaciones a usted. Ni a nadie.


martes, 27 de mayo de 2014

El PSOE se renueva... otra vez.

El PSOE amaga con un nuevo proceso de renovación que, necesariamente, se saldará en falso porque en realidad y como de costumbre no se renovará... más que lo cosméticamente imprescindible. Y no se renovará nada más, porque no es tan sencillo como parece. Renovar, en este contexto, significa sustituir viejas caras por caras nuevas, es decir, poner en la calle a los que están y llevar al poder a una nueva generación de políticos no necesariamente más jóvenes pero sí más capaces y más en contacto con la realidad. Pero, claro, está el problema de qué hacer con los sustituidos, que es tan grave, si no más, que el de dónde sacar a los sustitutos, nada sencillo, tampoco, en un sistema, evidentemente no me refiero sólo al PSOE, donde los dirigentes tienden a rodearse de majaderos y tiralevitas que, además, no les hagan sombra. De esta forma, casi puede garantizarse que el sustituto de un presunto tonto será un imbécil aunque, eso sí, con la habilidad necesaria para trepar en la organización. Con la política pasa algo parecido a lo que ocurre en la economía. En un entorno de crecimiento pueden asumirse las deudas que hagan falta en la confianza de que podrán pagarse en el futuro. Si los vientos políticos son favorables siempre habrá un lugar, un consejo de administración, un puesto en el senado o una canonjía más o menos significativa pero bien pagada,  para los políticos amortizados o retirados del primer plano. Pero si el entorno económico es contractivo o el panorama político sombrío, las deudas asumidas no podrán pagarse y no habrá suficientes puestos nuevos para políticos viejos, de manera que los que están en el poder se aferrarán con fuerza a sus puestos actuales y la renovación será pura filfa, igual que en otras ocasiones. Y, de cualquier modo, no hay que fiar demasiado a una cara nueva, véase el caso de Zapatero, a no ser que esté totalmente desconectado del aparato actual y tenga la formación y experiencia suficientes para comprender el mundo en el que vive y saber que hay una vida real, más allá de las intrigas y trapisondas de partido. Aunque, a estas alturas, puede que ya no importe mucho a quién pongan.

sábado, 18 de febrero de 2012

Ponencias económicas comparadas

PP

PSOE


He aquí los textos de las ponencias de economía aprobadas en los congresos del PP y el PSOE procesados con el programa, gratuito, wordle. El tamaño de cada palabra es proporcional al número de veces que aparece en el texto. Puede verse que ambos partidos hablan de crecimiento, pero los del PP más, que los dos hablan mucho de innovación y nuevas tecnologías y menos, mucho menos, de energía. Las palabras reforma monetaria no aparecen juntas, por supuesto, en ninguno de los dos textos y en el texto del PP sale mucho la expresión Partido Popular mientras que en el del PSOE no sale nunca Partido Socialista. Puede que no sea demasiado científico ni riguroso,  pero es curioso.