jueves, 31 de mayo de 2012

Economía real vs. economía 'real'

Me dice mi amigo Rubén que los gallegos, españoles, quiere decir, cada vez parecemos más argentinos y que si no fuera por el, según él, providencial euro y por los alemanes ya estaríamos ahogados y a las puertas de una dictadura militar como, en su momento, estuvieron ellos. Rubén cree que nunca debimos echar a Zapatero, aún reconociendo, como reconoce, que el hombre no era ninguna lumbrera, para darle el poder a un pelotudo como Rajoy y que es una vergüenza que estemos aguantando todo lo que nos está haciendo la derecha sin montar, como mínimo, una cacerolada permanente en la puerta del Sol que, añade, nos hemos dejado arrebatar por Aguirre y la Botella o en el Palacio Real que es donde él cree que vive el Rey cuando no está cazando elefantes. Ya he dicho en alguna ocasión que Rubén tiene una fuerte propensión a la simplificación y sobre todo a confundir churras con merinas y la Pampa con la Meseta pero la verdad es que lo que está pasando en España es capaz de despistar a los analistas más experimentados, como se puede comprobar sin más que seguir con un poco de atención los titulares de la prensa económica y la opinión de los llamados, sedicentes, más bien, expertos. En España hay aún, ciertamente, una economía pegada al suelo. La gente sigue comprando y vendiendo, cultivando la tierra y recogiendo las cosechas o montando y atendiendo chiringuitos en la playa. También hay sitios donde se fabrican partes de aviones y hasta barcos y se montan vehículos, ideados en Francia, USA, Italia o Alemania, pero la economía real, la que todas las mañanas aparece en las primeras páginas de los periódicos, tanto económicos como generalistas y la que, ostensiblemente, crea quebraderos de cabeza a nuestros políticos es, precisamente la que menos contacto tiene con la realidad tangible y más con fantasías generadas por computador. Sube o baja la bolsa al compás del miedo, la euforia o, más comúnmente del afán especulador de unos cuantos tenedores de capital o gestores de fondos de inversión, más o menos los mismos que abandonan la deuda pública española y compran la alemana porque piensan que con esta última, al menos, podrán recuperar su inversión, cosa que ya nadie da por descontada con la española, como antes con la griega, la portuguesa o la irlandesa. Esto hace que al estado español le cueste más caro financiar el gasto corriente, poca gente piensa ya en financiar inversión en bienes de capital y eleva el peso de la deuda y sus intereses, en la economía, hasta límites cada vez más insoportables, pero la única solución, para que el juego continúe es seguir endeudándose para lo que hace falta que alguien esté aún dispuesto a seguir prestando. Como no queda nadie, salvo quizá los bancos españoles, con motivación suficiente para ello y no están dispuestos a hacerlo arriesgando su propio dinero, el estado reclama una recapitalización, o rescate o el eufemismo que más convenga en cada momento, de esos bancos para que puedan seguir comprando esa deuda. Recapitalizar, en este contexto, quiere decir que el BCE les da dinero al 1% y ellos se lo prestan al estado al 4, el 5 o el 6%. ¿Esto tiene alguna lógica? Pues depende del punto de vista. Para los bancos, para el Sr. González, del BBVA, que ha hecho unas declaraciones diciendo que lo que sobra, en el FMI o en el BCE, es dinero y que lo que hace falta es ponerlo a trabajar, es decir, dárselo a ellos, por supuesto que tiene lógica. La lógica infernal de un negocio sin sentido, que ha consistido, hasta ahora, en poner, ellos, dinero inventado en el mercado por la vía del préstamo cuasi indiscriminado, con pocas o ninguna garantía, elevando hasta el absurdo el precio de las viviendas y haciendo creer a la gente que este, de repente, era un país rico. Cuando la realidad ha venido a desmentir esa historia, el volumen de la masa monetaria, creada, en su totalidad, como deuda, es ya imposible de controlar y mucho menos de reducir. Ya no pueden seguir con sus juegos de manos sólo con sus  propios medios y tiene que acudir al rescate, pero esta vez los que recibirán dinero, más fantasías computerizadas, claro, serán ellos, aunque, eso sí, en inmejorables condiciones y no los incautos que ya han tenido que vender el BMW y la mierda de apartamento playero, por el que pagaron una fortuna en dinero prestado que, aun así, no pueden devolver. Ellos, los banqueros, no tendrán ese problema porque ya nos han convencido a todos, o al menos al pan sin sal de Rajoy como antes convencieron al simplón de Zapatero, de que su ruina es la de todos nosotros. No me extraña que Rubén ande un poco despistado.

lunes, 21 de mayo de 2012

Diálogos para besugos (I)


- La fiscalía general del estado ha desestimado la demanda de un consejero del poder judicial contra su presidente.
- ¿Y?
- Pues que es una vergüenza.
- ¿Una vergüenza? ¿El qué?
- Los viajes de fin de semana de este hombre, con cargo al presupuesto.
- ¿Eso? ¿Y comparado con qué, es una vergüenza, si puede saberse?
- Pues con…
- ¿Con los viajecitos del Rey? ¿Con las vacaciones del Presidente del Gobierno en Doñana? ¿Con los viajes de políticos y paniaguados, incluidos los miembros del CGPJ, con sus familias a medio mundo sin ninguna razón de peso que lo justifique? ¿Con los privilegios de diputados,  senadores y parlamentarios autonómicos? ¿Con la utilización, por autoridades de toda laya, de los coches oficiales para fines particulares o de partido? ¿Con el nombramiento, como asesores de cualquier cosa, de legos en la materia o de completos imbéciles? 
- Yo me pago mis vacaciones. Comparado conmigo.
- Vaya comparación. Tú no tienes más remedio que pagártelas. Habría que ver lo que harías si pudieras endosárselas a cualquier chiringuito público. El presidente del Consejo General del Poder Judicial, la cuarta o quinta autoridad del Estado, no puede compararse con un pringado que necesita el salario de un mes para pasar dos días en un hotel de lujo de Marbella.
- Alguna vez habrá que empezar a poner orden en este país. Ese hombre ha cometido un delito…
- Sólo si lo dice el fiscal. Y después tendrían que ratificarlo sus colegas en el Tribunal Supremo. Y el fiscal no va a abrir la caja de los truenos por 8000€ en un país donde se rescata a los bancos con miles de millones de dinero público y se premia la ineptitud en la gestión con despidos de un millón o dos. Además, habría que saber que ocultas y seguramente espurias razones hay detrás de la denuncia de un consejero que ni siquiera se había tomado la molestia de informar a sus compañeros.
- Lo que ha conseguido el fiscal es que la gente se lo piense dos veces antes de denunciar estas cosas. A partir de ahora la impunidad será aún más clamorosa.
- Justamente. También de eso se trata.
- Y puede que acabemos todos convencidos de que la vía judicial no es la mejor forma de solucionar estas cosas.

viernes, 18 de mayo de 2012

Por fin, viernes


El marco narrativo de la presente crisis, o lo que sea esto, incluye, por supuesto, la evolución de unos cuantos indicadores, que, en el caso de España, por ejemplo, podrían ser, entre otros,  la prima de riesgo, el IBEX35, el PIB o el número de desempleados y en otros países otros similares. También la idea de que la situación volverá a la normalidad, entendiendo por tal una en la que el PIB sube y el desempleo baja, o a lo que se conoce en el argot de políticos y economistas como la senda del crecimiento, más tarde o más temprano. Por el momento, sin embargo, todos los indicadores muestran una preocupante y persistente tendencia a empeorar, con efectos que, ciertamente, no son iguales ni son igualmente percibidos por un desempleado de larga duración, al que se le están agotando los recursos para mantener a su familia, que por un inversor que puede ganar, o perder, en una sesión varios millones de euros. En realidad, y este es el tema de esta entrada,  se trata, no sólo de dos percepciones distintas, sino también de dos economías y de dos mundos distintos, aunque fatalmente interrelacionados. La economía productiva, en la que trabajaba el ahora desempleado, afectada por la sobreproducción, la automatización de procesos, que requieren cada vez menos mano de obra, la crisis energética que pone en peligro la globalización y el agotamiento paulatino de recursos esenciales, tiene cada vez menos que ver con la financiera, de casino,  basada en el apalancamiento, la especulación y la creación y comercialización de productos bancarios de laboratorio, ajena por completo a su antiguo papel de intermediaria entre el capital y los demás factores de producción. Mientras la primera ha alcanzado o está a punto de alcanzar, sus límites naturales, consecuencia inevitable de la finitud del planeta que habitamos y de la vigencia de las leyes de la termodinámica, la segunda está abocada, casi por definición,  a un crecimiento exponencial indefinido que no puede sostenerse porque, en última instancia, el dinero, concebido como instrumento para facilitar el trueque, incluido el dinero fantasma tecleado en un terminal de computador,  tiene que representar valores tangibles o ser capaz de transformarse en ellos y la acumulación de cantidades absurdas en unas pocas manos tiene, entre otros, el perverso efecto de que, el que aún está en manos de la gente corriente, cada vez sirve para menos.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Y sigue la fiesta


El diferencial con el bono alemán en 500 puntos básicos, el IBEX35 cayendo en picado y el ministro de economía del mismo gobierno que no iba a subir el IVA, anunciando que no habrá corralito, El precio del barril de Brent se mantiene, inexplicablemente en una recesión tan prolongada como esta, en torno a los 110$ con la moneda europea perdiendo posiciones respecto al dólar. Con esto y con casi todos los servicios públicos amenazados, algunos, como la sanidad y la educación, directamente afectados ya por los recortes y un 24% de paro resulta, cuando menos, extraordinario que no se haya desatado ya el pánico bancario o que la reacción popular en las calles se mantenga dentro de unos límites compatibles con la contestación puramente verbal y la algarada festiva. Supongo que más vale así pero ... ¿hasta cuándo?






lunes, 7 de mayo de 2012

Cuando el futuro nos alcance


Mr. Hollande ha ganado las elecciones a la presidencia de la República Francesa  o, lo que viene a ser lo mismo, Mr. Sarkozy, hasta ahora Presidente,  las ha perdido. Como Mr. Sarkozy era, ostensiblemente, aliado político de la Canciller federal alemana, Frau Merkel, en su declarado propósito de imponer medidas de austeridad,  procíclicas, cuyo efecto más inmediato parece haber sido el de agravar la crisis económica que sufre Europa y en particular algunos países del sur, como Grecia, Italia, Portugal, España y en alguna medida la propia Francia, su derrota ha sido vista por algunas personas, bastantes, como una especie de anticipo del fin de esas medidas y la promesa, formulada de manera más o menos explícita por el candidato vencedor, de sustituirlas por otras, contracíclicas, de tipo Keynesiano que nos lleven, de nuevo,  a la venturosa senda del crecimiento que nunca debimos haber abandonado, amén. Este es, en mi opinión, un punto de vista excesivamente simple y basado en la idea de que la posibilidad de recurrir al crédito, entendido aquí en el sentido de pedir prestado al futuro, no está, aún, agotada. El problema es que lo que esperamos que el futuro nos preste no es dinero, que siempre se puede imprimir o teclear en un terminal de computador, sino recursos naturales, minerales, petróleo, uranio, tierras raras, agua, terrenos agrícolas, etc… recursos que, por supuesto, no podremos devolver ni aún en el caso de que semejante cosa, la idea de devolver nada,  se nos hubiera pasado alguna vez por la cabeza.  Hay una película norteamericana de 1973, dirigida por Richard Fleischer y titulada Soylent Green cuyo título español, por una vez, es mucho mejor que el original: ‘Cuando el destino nos alcance’. El argumento presenta un tiempo en el que la humanidad ha agotado prácticamente todos los recursos, esos que aún hoy estamos dilapidando y el único alimento disponible consiste en una sustancia verde, distribuida por las autoridades y llamada Soylent Green. Al final de la película se descubre que el Soylent Green se fabrica con los cuerpos de los humanos a los que se invita a pasar, plácidamente, a una vida mejor desde una habitación en la que pueden escuchar música y ver imágenes del planeta cuando aún había agua, pastos y parajes idílicos. Mejor aún que el título citado hubiera sido ‘Cuando el futuro nos alcance’, ese futuro al que hemos estado pidiendo prestado en la confianza de que estaba lo bastante lejos como para que sus habitantes no pudieran reclamarnos nada. Un futuro que, inevitablemente, alcanzaremos y para entonces ya no habrá rescates ni medidas de estímulo que nos devuelvan a un crecimiento imposible. Todo esto, sin embargo, no debe entenderse en el sentido de que Frau Merkel o Mr. Sarkozy o los intereses que representan tengan o hayan tenido alguna preocupación real por los problemas que podamos dejar a las generaciones futuras. No. Eso es impensable en políticos cuyo horizonte está, como mucho, en las próximas elecciones y normalmente en los titulares y las cotizaciones de las próximas 24 horas. Ellos y todos los que están abogando ahora por la adopción de medidas de austeridad, sólo están preocupados, creo que ya lo he dicho, por su propia supervivencia política que creen ligada a la posibilidad de seguir atendiendo los intereses de la deuda pública, de la que depende directamente  la financiación que necesitan para mantener un estado mínimo que puedan seguir gobernando. Podrían hacer otras cosas, acabar con el privilegio de los bancos de crear dinero a partir de la nada, por ejemplo, pero eso iría directamente contra los intereses que representan o que les permiten estar donde están.