lunes, 18 de marzo de 2024

Bibliotecas

 




Más sobre la guerra de Ucrania.

 

Margarita Robles, flamante ministra de defensa del no menos flamante, y antaño impredecible, gobierno progresista de coalición de España, presidido por Pedro Sánchez, ha tendio a bien traer a colación la 'amenaza real' de una guerra con Rusia y la posibilidad que tienen los misiles balísticos rusos de alcanzar objetivos españoles. No sé si finalmente habrá guerra o no. Probablemente sí, al menos estadísticamente hablando. Europa lleva sin una buena guerra que llevarse a la boca desde 1945, si pasamos por alto la guerra fría, que finalizó a todos los efectos con la supuesta derrota y desmenbración del bloque soviético en los años 90 del pasado siglo, las guerras en los balcanes y la actual guerra entre Rusia y Ucrania. De hecho, la OTAN está apoyando con recursos, diplomacia y sanciones económicas a una de las partes, Ucrania, pero sin que ni la OTAN ni Rusia reconozcan un estado de guerra que podría complicar mucho las cosas para ambas partes y llevar a un conflicto de alcance y consecuencias imprevisibles o, mejor dicho, previsiblemente muy graves. Este statu quo no parece resultar del todo aceptable para algunos líderes europeos, como Mr. Macron, a la sazón presidente de la República Francesa, que cree que antes de permitir la derrota, en mi opinión inevitable, de Ucrania, la OTAN debería comprometerse aún más y enviar al frente tropas de combate. Esto conduciría, casi inevitablemente, a un estado de guerra real y efectiva entre Rusia y la alianza atlántica, una guerra que, dado que ambas partes mantienen un arsenal nuclear suficiente para arrasar el planeta, podría conducir al apocalipsis con el que nos amenaza, perdón, advierte, nuestra ministra de defensa. Dicen, por cierto, que en caso de guerra nuclear es preferible morir como consecuencia del impacto directo de un misil que sobrevivir en el mundo posterior al conflicto, así que, después de todo, la advertencia de la ministra de que estamos al alcance de los misiles balísticos rusos, tiene su lado bueno. Y luego me dice el médico que tengo que gestionar el stress. Así no hay manera.

lunes, 11 de marzo de 2024

Domingos cerrado.

 


Los domingos por la mañana no hay, en esta zona de Zaragoza, ningún bar abierto. Este de Los Amantes, en la esquina de la calle Princesa y el paseo de Teruel, es un bar pequeño pero muy recomendable desde todos los puntos de vista. De lunes a sábado, claro. Los domingos hay una alternativa en una especie de bar-panadería-cafetería, la Panadería Simón, unos metros más abajo, hacia la puerta del Carmen. Ayer, domingo, estaba hasta los topes, como lógica consecuencia del cierre, también por descanso dominical, del Bar de la Esquina, regentado por un hombre con aspecto oriental, probablemente chino, que parecía dispuesto a abrir todos los días de la semana a pesar de contar, ostensiblemente, con una sola empleada. Pero no. Hasta ayer llegó la cosa. Las calles sin bares abiertos, con cada vez más tiendas cerradas y algún solar vallado y persistentemente vacío, son un anticipo del apocalipsis, del que ya tuvimos una primera visión, gracias a la desgraciada gestión gubernamental de la pandemia. O, dicho con algo menos de dramatismo, anticipan un cambio de época. Pero los cambios, que no son necesariamente malos, pueden parecerse al apocalipsis, vistos por los que ya no tenemos edad para adaptarnos.

domingo, 10 de marzo de 2024

Una de restarurantes.


La Peña Miguel Cebollada ha otorgado a La Bodega de Chema de Zaragoza el premio al mejor restaurante de Aragón. Muy merecido, por cierto. Enhorabuena a Alfredo Abadía y a todo su equipo. La foto de la izquierda corresponde a una comida de amigos: 4 barbastrenses y un riojano y una burgalesa que como si lo fueran, celebrada el pasado día 9.

martes, 5 de marzo de 2024

¿Hacia la guerra?

 

La presidenta de la Comisión Europea, Señora Von der Leyen, cree que Europa debe prepararse para la guerra y según El País, a cuatro columnas en la primera edición del domingo pasado, Europa ya se está preparando para ese escenario. Como quiera que en Europa ya hay, desde hace algo más de dos años, una guerra en territorio ucraniano es de suponer que no se refieren a esa guerra, en su estado actual, sino a una extensión, una escalada en términos militares, que implique a Europa y a Estados Unidos, aunque esto último puede depender de quien gane allí las elecciones en Noviembre.

La guerra para la que debemos prepararnos es, aparentemente, una guerra contra Rusia o, para no salirnos de lo políticamente correcto, a favor de Ucrania. Y eso a pesar de los esfuerzos que los rusos están haciendo para no darse por enterados de que Europa y Estados Unidos apoyan a Ucrania y a su presidente, con armas, tecnología, logística, dinero y cualquier cosa menos, hasta ahora, tropas de combate. Como la guerra empezó con la invasión de Ucrania por Rusia, es fácil concluir que los rusos son los agresores, los malos, y los ucranianos los agredidos, los buenos, y que Ucrania representa la causa de la justicia que merece, y de hecho obtiene, el pleno apoyo de la OTAN y de todos sus miembros. Pero, como suele suceder, las cosas son siempre más complicadas de lo que parecen.

La guerra empezó en febrero de 2022, cuando quedó claro que Ucrania entraría en la OTAN, de la mano de Biden y con el apoyo de Estados Unidos y que occidente consideraba una injerencia inaceptable el veto de Rusia a esta entrada. La doctrina militar y de seguridad rusas, influenciadas por su extenso perímetro y su relativamente escasa población y por las invasiones francesa y alemana del pasado, considera vital la existencia de estados tapón entre sus fronteras y sus potenciales enemigos. En este contexto, la entrada de Ucrania en la OTAN, una alianza militar controlada por Estados Unidos y orientada desde sus orígenes a la contención de Rusia, llevaría a sus fronteras la infraestructura militar de la alianza, incluyendo sistemas avanzados de defensa y ataque.

El apoyo a Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia como consecuencia de la invasión, no han dado el resultado esperado, aunque hayan tenido graves consecuencias tanto para Rusia como para los países occidentales. La guerra amenaza con cronificarse y es razonable suponer que el desgaste esté afectando más a los ucranianos, que podrían estar experimentando dificultades para cubrir sus bajas, que a los rusos, lo que podría provocar una escalada del conflicto con la intervención de tropas de la OTAN. Una vez más hay que hacer referencia a la doctrina militar de Rusia que, en principio y ante el temor a una destrucción mutua asegurada, no contempla el uso de armas nucleares, salvo en el caso de que la integridad territorial de Rusia esté amenazada. Y Putin, que no ha conseguido su relativa ‘popularidad’ actual amenazando en vano, ha dado a entender claramente que considerará cualquier intervención militar de la OTAN como una amenaza a la seguridad de Rusia.

¿Este es el escenario para el que Europa se está preparando? ¿Una guerra nuclear para defender el derecho de Ucrania a entrar en la OTAN y el de la OTAN a expandirse hacia el este? ¿Cómo quieren que nos preparemos para eso? Parece cosa de locos. Pero aún sería posible poner fin a la guerra sin vencedores ni vencidos, mediante la retirada de Rusia de todos los territorios ocupados y el compromiso de Ucrania, garantizado por sus actuales aliados, de mantener una relación estable con Rusia, en cuestiones energéticas y alimentarias, y de no solicitar la entrada en la OTAN. Ese acuerdo exigiría concesiones importantes por ambas partes, y un entorno algo más favorable a soluciones diplomáticas negociadas que el actual. Pero nunca se sabe.

Enviado a ECA 06032024

viernes, 1 de marzo de 2024

A vueltas con el hidrógeno (natural)

 

La perforación del pozo de ‘hidrógeno natural’ cerca de Monzón empezará en 2024, es decir, este mismo año, con una inversión de 12 millones de Euros. Hidrógeno ‘natural’ que según los participantes en esta rueda de prensa, ‘siempre ha estado ahí’ y que  se obtiene directamente de un depósito subterráneo sin más que perforar en el lugar adecuado. En realidad es algo, la existencia de un depósito de hidrógeno en estado natural, que no parece demasiado probable ni hay demasiados precedentes. Viniendo de otra fuente, no habría más remedio que contemplar todo el asunto con cierta prevención y algo de escepticismo, pero nunca se sabe. También los cincuenta casinos y cuarenta millones de visitantes anuales de Gran Scala, en Ontiñena parecían un cuento y al final…