lunes, 13 de octubre de 2025
sábado, 21 de junio de 2025
Cuando la política tenía gracia
Hace no tanto —aunque parezca que han pasado siglos— hubo un programa de televisión en el que los políticos aparecían convertidos en muñecos de guiñol. Literalmente. Marionetas de látex, con rasgos grotescos, voces impostadas y guiones afilados, que decían verdades como puños mientras uno reía sin parar. Me refiero a 'las noticias del guiñol' que emitía Canal+, en una época, finales de los 90, en que pagar por ver la tele aún parecía una excentricidad de urbanitas.
Recuerdo con cierta nostalgia aquellos programas. Por lo que decían, y por cómo lo decían.
Allí estaban Aznar, González, Anguita, Pujol, incluso Jesulín y algún
futbolista despistado, todos pasados por el tamiz de una sátira que conseguía
lo más difícil: hacernos reír con ellos y de ellos al mismo tiempo. Y nadie —o
casi nadie— se sentía insultado. La caricatura no era sinónimo de odio, sino
una forma de representación de la realidad.
Aquello se acabó. Los guiñoles desaparecieron, y con ellos se fue también una forma de ver
la política. Ya no se puede hacer humor de ese tipo. O, mejor dicho, ya no se
puede emitir. La televisión es ahora otra cosa. Canal+ dejó de existir, se
convirtió en Cuatro, y las marionetas fueron arrinconadas por realities, talent
shows y tertulias donde el guiñol es el invitado de turno.
La culpa no es solo de
la televisión. La política también ha cambiado. Se ha vuelto tan grotesca, tan
escandalosamente teatral, que resulta difícil parodiarla sin caer en lo obvio.
¿Cómo se hace una sátira de un ministro que ya habla como si estuviera en una
comedia bufa? ¿Qué se puede exagerar cuando los protagonistas hacen el ridículo
sin que nadie les obligue? La política se volvió imparodiable, y eso fue el
principio del fin del humor político.
Además ahora vivimos rodeados de prejuicios morales, de colectivos hipersensibles y de
censores a tiempo completo. Todo se analiza, todo se fiscaliza. Cualquier
chiste puede ser ofensivo y cualquier ironía tomada como una agresión.
La sátira, que consiste en provocar, en rozar el límite y en incomodar, ya no tiene
espacio. Nadie quiere ofender. Nadie quiere meterse en líos. Y así, uno a uno,
van cayendo todos los reductos donde el humor político aún resistía.
Alguien dirá que ahora está
Twitter, TikTok o los memes de WhatsApp y ahí hay sátira para rato. Y es
verdad: en Internet no parece que falte el ingenio. Pero es otra cosa. Es un humor tribal,
rápido, sin poso. Se ríe uno con los suyos, pero no se construye ninguna mirada
común. Cada bando tiene su propia risa, y ninguna sirve para comprender mejor
al otro. Es un humor de barricada, no de salón.
Quizá el problema de
fondo sea que ya no tenemos ganas de reírnos. Estamos demasiado
cansados, enfadados, y un poco resignados. Y la resignación es el estado ideal para que las cosas no cambien.
Echo de menos aquellos
guiñoles. Un poco por nostalgia, pero sobre todo por lo que representaban: una sociedad que aún
creía en la inteligencia, en la crítica y en la risa compartida. Una sociedad
que no había perdido del todo la capacidad de tomarse en serio lo importante…
sin dejar de tomarse a broma lo ridículo.
Es posible que recuperemos algún día la capacidad de reírnos sin miedo, incluso de nosotros mismos, pero, de momento, seguimos en esta tragicomedia sin
guion reconocible donde los títeres no tienen hilos. Tienen cargos que están decididos a
mantener.
viernes, 6 de junio de 2025
La Lealtad Política en España.
El caso PSOE: Un Análisis Teórico
La persistente fidelidad
electoral que ciertos sectores de la sociedad española mantienen hacia el
Partido Socialista Obrero Español constituye un fenómeno complejo que
trasciende el mero cálculo electoral. Para comprender esta lealtad
aparentemente inquebrantable, resulta necesario examinar las diferentes
perspectivas teóricas sobre la fidelidad política y su aplicación al contexto
español contemporáneo.
Desde una perspectiva
maquiavélica, la lealtad política se concibe como un contrato tácito basado en
la utilidad mutua. Nicolás Maquiavelo sostenía que esta fidelidad perdura
mientras resulte ventajosa para ambas partes. En el caso del PSOE, sectores de los
trabajadores industriales, empleados públicos y colectivos sindicales mantienen
su apoyo porque creen que el partido defiende eficazmente sus intereses
económicos y sociales.
Esta dimensión utilitaria se
complementa con la visión hobbesiana del pacto social. Thomas Hobbes entendía
la lealtad como el cumplimiento de un acuerdo mediante el cual los individuos
ceden ciertas libertades a cambio de seguridad y orden. Para muchos votantes
tradicionales del PSOE, existe la convicción profunda de que este partido
garantiza la estabilidad política y un marco socioeconómico que previene la
precariedad laboral y los retrocesos en el Estado de bienestar. La idea de que
"peor sería dejar el poder a la derecha" refuerza esta lealtad
incluso en momentos de dificultad.
Sin embargo, la fidelidad
hacia el PSOE no se explica únicamente por consideraciones pragmáticas.
Siguiendo la tradición aristotélica, existe también una dimensión identitaria y
moral en esta lealtad. Aristóteles concebía la amistad virtuosa como aquella
basada en la admiración mutua por los valores compartidos. Para muchos
electores, el vínculo con el PSOE trasciende el análisis coste-beneficio y se
fundamenta en la identificación con los valores que tradicionalmente ha
defendido el partido: la igualdad, la justicia social y la lucha contra la
exclusión. Esta afiliación se convierte en parte integral de su visión de la
sociedad.
La perspectiva de Edmund
Burke sobre la continuidad histórica aporta otra clave interpretativa
fundamental. Burke enfatizaba la importancia de la lealtad a las tradiciones
políticas construidas a lo largo del tiempo. En España, la Transición
democrática y la consolidación del sistema constitucional estuvieron, para una
parte de la población, íntimamente vinculadas al PSOE. Las primeras leyes de
modernización social, el impulso de la seguridad social y la integración
europea consolidaron una narrativa histórica de progreso asociada a este
partido. Para la generación que vivió aquellas transformaciones, votar al PSOE
representa un modo de preservar la memoria democrática y el legado de
modernización del país.
Jean-Jacques Rousseau ofrece
una tercera dimensión explicativa a través de su concepto de "voluntad
general". Según el filósofo ginebrino, la verdadera lealtad política
consiste en cumplir las leyes que los ciudadanos han decidido como voluntad
común. Cuando un grupo de electores percibe que el PSOE representa la voluntad
general de su entorno —especialmente en comunidades autónomas con fuerte
presencia socialista—, surge una fidelidad que trasciende el carisma de líderes
individuales. Este voto se interpreta como la materialización de un contrato
social comunitario que, no obstante y como se ha visto en Andalucía, no es
inamovible.
El contexto sociológico
español añade factores específicos a este fenómeno. Los vínculos históricos
entre el PSOE y sindicatos como Comisiones Obreras y UGT han consolidado en
determinados sectores la ecuación "votar PSOE equivale a defender derechos
laborales". Aunque el clientelismo tradicional ha disminuido, persisten
formas de clientelismo simbólico basadas en narrativas de defensa de la clase
trabajadora. Asimismo, la transmisión generacional de la identificación
política ha convertido el voto socialista en parte de la identidad cívica
familiar, adquiriendo rasgos tanto de amistad virtuosa aristotélica como de
costumbre en el sentido de Burke.
Para el electorado que
valora la intervención estatal en la economía y mantiene expectativas de
movilidad social, la promesa de reformas progresistas sigue siendo atractiva.
Aunque se critique la gestión concreta, muchos votantes permanecen fieles
porque creen que las alternativas conservadoras ofrecerían menos garantías para
las políticas sociales. Así, pueden ocasionalmente ignorar, o incluso valorar
positivamente, aspectos polémicos como la amnistía a los sediciosos catalanes, la creación y mantenimiento de mayorías afines en órganos como el CGPJ o el control político de instituciones como el Banco de España, Red eléctrica y otras.
No obstante, esta lealtad no
es inmutable. Las últimas elecciones autonómicas y en parte también las
generales han evidenciado que la fidelidad electoral se tambalea cuando los
votantes perciben incoherencias que lesionan la idea de proyecto común. Cuando
sectores del electorado creen que el partido ya no defiende sus intereses o que
actúa más por cálculo que por convicción, la lealtad instrumental puede
volverse efímera.
En conclusión, la
persistente fidelidad hacia el PSOE resulta de la confluencia de tres
dimensiones complementarias: el interés pragmático por las políticas sociales,
los vínculos identitarios y culturales forjados históricamente, y la percepción
de representar una voluntad general legítima. Un quiebro en estas
tres dimensiones, junto con el relevo generacional del electorado, podría
registrar un desgaste significativo de esta lealtad multifactorial, que combina
raíces tanto pragmáticas como emocionales e históricas.
La lealtad militante: estabilidad, cálculo y ruptura
La lealtad de los militantes
hacia un líder partidario constituye una dimensión específica del fenómeno más
amplio de la fidelidad política. A diferencia del voto, acto episódico,
individual y relativamente volátil, la militancia se articula en torno a estructuras
organizativas, rutinas internas y vínculos personales o simbólicos de mayor
densidad. En ese contexto, la lealtad hacia el líder no responde únicamente a
la identificación ideológica, sino que incorpora elementos de estrategia
interna, cálculo de oportunidades y adaptación al poder vigente.
La legitimidad de un líder
coyuntural dentro del partido se sostiene mientras converjan tres factores: la
percepción de que su liderazgo garantiza el acceso o mantenimiento del poder
institucional; la idea de que representa, de forma más o menos genuina, el
ideario compartido por la mayoría de la organización; y la ausencia de una
alternativa viable que pueda concentrar descontento sin generar un riesgo de
fractura interna. Mientras estas condiciones se mantengan, la militancia tiende
a cerrar filas en torno a la dirección, incluso en contextos de desgaste
externo.
Sin embargo, la lealtad
militante es condicional. Cuando se debilita alguna de estas tres
columnas —especialmente la percepción de eficacia o la coherencia con el
ideario— pueden activarse mecanismos de desafección que, aunque discretos en su
origen, se vuelven rápidamente acumulativos. El malestar comienza en sectores
periféricos, donde los costes de la disidencia son menores, pero se extiende si
el liderazgo muestra señales de desconexión con la organización o si las
decisiones tomadas se perciben como lesivas para el conjunto. A diferencia del
votante, cuya retirada es silenciosa, el militante puede canalizar su
desafección en forma de abstención orgánica, oposición interna o incluso
ruptura programática.
Este tipo de procesos suele
requerir un elemento catalizador: una figura —no necesariamente de primer
nivel— que actúe como “iniciador” y articule, con lenguaje político interno, lo
que hasta entonces eran inquietudes dispersas. Es entonces cuando se pasa del
malestar pasivo al cuestionamiento activo, y se produce una redistribución del
poder interno. En contextos de alta centralización, la reacción de la dirección
ante estos movimientos puede ser determinante: una respuesta torpe o
excesivamente autoritaria no solo no detiene la erosión, sino que puede
acelerarla y dotarla de una legitimidad reactiva.
La historia reciente del
PSOE, como la de otros partidos europeos consolidados, muestra que la
lealtad militante no es incondicional, sino adaptativa. Está mediada por la
historia orgánica de cada agrupación, por las promesas explícitas o implícitas
del liderazgo, y por el horizonte de poder que se vislumbra en cada coyuntura.
Entender esta lealtad no como una constante moral, sino como un fenómeno político
estructurado y revocable, es clave para anticipar posibles crisis de liderazgo
en partidos que, como el PSOE, mantienen una densa base organizativa, pero
enfrentan crecientes tensiones entre aparato y bases.
Dinámicas recientes del liderazgo socialista
La situación actual —tras la
intervención en agrupaciones territoriales como Aragón o Madrid, donde las
mayorías preexistentes han sido sustituidas por otras más afines a la dirección
federal— constituye un ejemplo paradigmático de liderazgo aparentemente
incontestable, pero en el que empiezan a aparecer ciertas grietas. Los casos de
corrupción que afectan a personas próximas al secretario general y una política subordinada a los intereses de minorías regionales identitarias
como Junts, ERC o Bildu, podrían poner en riesgo el futuro electoral del
partido y en consecuencia el estatus político de muchos de sus militantes y
amenazar seriamente la continuidad de la dirección actual.
De momento no hay, o no
parece haber, ninguna alternativa con posibilidades reales de hacerse con el
control del partido, pero eso es algo que se construye rápidamente si las
circunstancias son favorables. No conviene olvidar que buena parte de los apoyos del actual secretario general, incluyendo algunos ministros y altos
cargos del partido, estuvieron anteriormente alineados en su contra y solo cambiaron
de bando cuando el viento empezó a soplar a su favor. Estos fenómenos
necesitan, como ciertas reacciones químicas, un iniciador. Alguien que empiece
a pedir cuentas y a sembrar la alarma sobre las consecuencias de seguir sin
presentarlas. Eso es todo.
martes, 21 de agosto de 2012
Estos días
domingo, 17 de junio de 2012
Palabras
* Me refiero a petróleo líquido convencional. Las arenas bituminosas, los esquistos y otros intentos de sacar energía de donde no la hay no son más que una muestra de lo desesperada que es la situación.
** El final era distinto pero lo he suavizado un poco atendiendo a la sugerencia de DGM
jueves, 31 de mayo de 2012
Economía real vs. economía 'real'
lunes, 21 de mayo de 2012
Diálogos para besugos (I)
miércoles, 16 de mayo de 2012
Y sigue la fiesta
El diferencial con el bono alemán en 500 puntos básicos, el IBEX35 cayendo en picado y el ministro de economía del mismo gobierno que no iba a subir el IVA, anunciando que no habrá corralito, El precio del barril de Brent se mantiene, inexplicablemente en una recesión tan prolongada como esta, en torno a los 110$ con la moneda europea perdiendo posiciones respecto al dólar. Con esto y con casi todos los servicios públicos amenazados, algunos, como la sanidad y la educación, directamente afectados ya por los recortes y un 24% de paro resulta, cuando menos, extraordinario que no se haya desatado ya el pánico bancario o que la reacción popular en las calles se mantenga dentro de unos límites compatibles con la contestación puramente verbal y la algarada festiva. Supongo que más vale así pero ... ¿hasta cuándo?
sábado, 14 de abril de 2012
Charlando con Rubén
Llevo casi un mes sin escribir aquí y así hubiera seguido por algún tiempo, sino me hubiera llamado mi amigo Rubén con el que, por cierto, nos hemos visto las caras por primera vez gracias a Skype. Ha entrado, me ha dicho, varias veces para ver si tenía algo que decir sobre el contencioso, él ha utilizado una de esas palabras argentinas, tan descriptivas, que ahora mismo no recuerdo, a propósito del petróleo argentino que, según él, está indebidamente en manos españolas. Bueno, la verdad es que, ahora mismo, no tengo una opinión formada sobre ese asunto ni tampoco mucho que decir sobre el resto de los acontecimientos que conforman esta delirante actualidad. Acontecimientos que, en mi opinión, no hacen sino confirmar que la vuelta al statu quo ante crisis, el bau –business as usual- o a la senda del crecimiento son una utopía y el persistente e iluminado optimismo del gobierno anterior y el algo más matizado del actual sólo oculta, o lo pretende, su desconcierto, el del gobierno, ante lo que está pasando y acaso su resistencia a reconocer que no estamos ya ante una crisis, sino más bien ante un cambio de modelo. A pesar de eso hemos tenido una interesante conversación, y no sólo por los 10374 km que, más o menos, separan su casa en Buenos Aires de la mía en Barbastro y por el acento argentino de Rubén, muy distinto de los ladridos con los que, según él, hablamos los españoles. El caso es que Rubén, que tiene una pésima opinión de los peronistas y en particular de la Señora Kirchner, a pesar de que, en toda la conversación no le ha apeado el tratamiento, cree que, en esta ocasión, están haciendo exactamente lo que hay que hacer aunque está convencido de que no acabarán de hacerlo y se achantarán antes. Yo estoy de acuerdo con él -actualización del 17: Ambos estábamos equivocados. El gobierno argentino acaba de expropiar Repsol y ha ordenado la intervención inmediata- Mi opinión sobre los gobiernos argentinos, desde Perón hasta ahora mismo y estén formados por justicialistas –peronistas- radicales o militares fascistas es mucho peor que la tengo de los gobiernos españoles. Los numeritos de la Sra. Kirchner, que en las últimas horas ha fingido no tener nada que ver con las veleidades expropiatorias de su gobierno, estarán más dirigidos a la galería o a atender las demandas de amigos y correligionarios que a calmar las preocupaciones, probablemente inexistentes, de su gobierno por la cuestión energética. Pero dicho esto, no me cabe duda, y ahí hemos convenido con Rubén, de que resulta legítimo o al menos comprensible, desde un punto de vista teórico, que los argentinos intenten recuperar el control de su producción petrolífera y asegurarse, en estos tiempos de incertidumbre y ante la cada vez más evidente amenaza del Peak Oil, el suministro de combustible. En cuanto a las pomposas y belicistas declaraciones de los ministros españoles –cualquier ataque a Repsol será considerado un ataque a España-, plagiando el discurso de Kennedy durante la crisis de los misiles, parecen una oportuna cortina de humo para sacar de los titulares las noticias acerca del desastre en el que, a pesar de las medidas de Rajoy y de su acatamiento a las sugerencias de Bruselas, se está sumiendo un país que por el momento carece, y de forma ostensible, de cualquier proyecto viable de futuro que no pase por la construcción y el turismo. No estaría de más ir pensando en algo a lo que nos podamos dedicar en el futuro aunque, de momento, Aguirre y Mas ya están compitiendo por una ciudad del juego al margen de la Ley al estilo de Gran Scala.
14 de abril
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Who are these guys? |
El sábado hubo en Barbastro una reunión con el objeto, o eso se decía en la convocatoria, de constituir un círculo republicano en la ciudad. Yo no fui, no estaba en Barbastro y quizá tampoco hubiera ido, ya no tengo edad para aventuras políticas y creo que no fue mucha gente. La tercera república tendría, probablemente, el mismo problema que tuvieron las dos primeras y sobre todo la segunda. Había comunistas por todas partes, anarquistas, fascistas, socialistas, falangistas, nazis, bolcheviques y hasta monárquicos... pero no había suficientes republicanos. La segunda república cayó en España porque no hubo prácticamente nadie que la defendiera.
martes, 6 de septiembre de 2011
Y llegó septiembre
viernes, 23 de abril de 2010
De velos, deudas y otras historias.
jueves, 18 de marzo de 2010
Una de vascos
viernes, 12 de marzo de 2010
Sin luz
domingo, 7 de marzo de 2010
Si bebes, no conduzcas.
martes, 2 de marzo de 2010
Colaborando
lunes, 22 de febrero de 2010
Celtiberia Show (*)
(*) En memoria de Luis Carandell.