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lunes, 10 de febrero de 2025

Historias de jubilados.

En junio de 2022 y para desplazarme por la ciudad, compré un triciclo eléctrico que cumplía los requisitos exigidos por el Reglamento General de Vehículos para ser considerado un vehículo para personas con movilidad reducida. De acuerdo con la documentación del vendedor (13) el vehículo, con una potencia eléctrica de 0.65Kw, equivalente a la de una batidora doméstica, es un scooter de movilidad y de acuerdo con su placa de características (2), el vehículo es equiparable a una silla de ruedas y no necesita para circular de ninguno de los requisitos exigidos por el RGV a los vehículos a motor, categoría de la que los vehículos para personas con movilidad reducida (VPMR) están expresamente excluidos (anexo II del RGV y (1)).  

Durante más de un año conduje sin problemas el vehículo por las calles, sin salir nunca a una carretera, algo para lo que su escasa potencia lo hace totalmente inadecuado, hasta que en septiembre de 2023, y mientras circulaba por una calle de la localidad, fui interceptado por una patrulla de la policía municipal que me pidió la documentación del vehículo. El agente que parecía estar al frente me informó de que, al no tratarse de un vehículo de movilidad personal (VMP) tenía que matricularlo, asegurarlo, pasar la ITV y pagar los impuestos de circulación. Les dije que el anterior jefe de la policía local ya había visto el vehículo sin plantear ningún problema para que circulara, como cualquier otra silla de ruedas o scooter de movilidad de los que pueden verse habitualmente, pero me contestó que ‘las cosas habían cambiado’ y que podían sancionarme con 5000 (cinco mil) euros por no llevar seguro.

Tras una consulta al BOE pude comprobar que, entre ‘las cosas que habían cambiado' desde el año anterior, no estaba el reglamento general de vehículos ni las características del vehículo que, por lo tanto, seguía cumpliendo los requisitos para ser considerado un Vehículo para personas con movilidad reducida (VPMR). Llamé por teléfono al jefe de la policía municipal para informarle del problema y proponerle aportar en persona los documentos y la información necesaria. Me dijo que estaba muy ocupado, organizando los actos conmemorativos de un aniversario del cuerpo, y que le enviara la documentación por correo electrónico.

Unos días después recibí, también por correo electrónico, un informe (3) emitido por el mismo agente que intervino anteriormente en la detención del vehículo y que, en resumen, decía que el vehículo no era un Vehículo de Movilidad Personal (VMP) cosa con la que, en esos momentos, todos estábamos de acuerdo. Se trata de un Vehículo para Personas con Movilidad Reducida que es otra de las categorías excluidas, en el anexo II del RGV, de la definición de vehículo a motor. Hice, sin ningún resultado, esa aclaración al jefe de la policía municipal que me sugirió que hiciera una consulta a la DGT.

En la jefatura provincial de tráfico a la que, aparentemente, ya habían llegado noticias del incidente, me informaron de que yo, no ellos, tenía que pedir un informe a Madrid para que clasificaran el vehículo. Un informe que se pedía firmando una solicitud allí mismo y que recibirían ellos. No yo. Firmé la solicitud y esperé la respuesta, que fue la que cabía esperar: el vehículo podía considerarse alternativamente como un ciclomotor de tres ruedas o como un vehículo para personas con movilidad reducida (4). Una ambigüedad sólo aparente, pero que podía resolverse teniendo en cuenta que su conductor era una persona con movilidad reducida (12), incluso sin necesidad de invocar el viejo y por lo visto olvidado principio de que en caso de duda debe resolverse a favor del ciudadano.

Pero no fue así. En el reverso del documento que me entregaron pude comprobar, no sin sorpresa, que, en un informe solicitado por mí a Madrid, porque la jefatura provincial no podía o no sabía resolver, se había añadido una línea, justo antes de la firma de la jefa provincial y con un tipo de letra distinto del del anverso, la siguiente conclusión: Con lo que será necesaria su matriculación, tarjeta de inspección técnica, seguro obligatorio (5). Conclusión que difícilmente podía seguirse del texto del informe.

Reiteré mis razones a la funcionaria que me entregó el informe que me dijo que eso era lo que había pero que podía presentar una reclamación y recurrí al subdelegado del gobierno, de quien depende la jefatura provincial de tráfico, puesto que el recurso a Madrid ya parecía estar agotado. 

El subdelegado me pidió que, antes de ir a verlo, le remitiera por correo electrónico la información que tuviera y le adelantara el problema. Supongo que siguió el protocolo y consultó con la jefa provincial de tráfico que le contestó aceptando que el vehículo era para personas con movilidad reducida, pero invocando ahora el Reglamento (UE) No 168/2013 que aparecía por primera vez en esta historia. El problema con ese reglamento es que, en su artículo 2, excluye expresamente de su ámbito de aplicación a los vehículos para personas con movilidad reducida. Así se lo hice notar al subdelegado del gobierno por correo electrónico que me dijo que la jefa de tráfico me iba a contestar. 

Y en efecto, me contestó con un informe (7), que calificó de complementario, en el que volvía a aparecer el inaplicable reglamento antes citado junto con otra novedosa conclusión: En este reglamento se excluyen los vehículos de movilidad reducida (Artículo 2), por tanto al encontrarse recogido en este reglamento, se considera un ciclomotor de tres ruedas y debe matricularse como tal.

Ante la dificultad para interpretar este último texto, dada la evidente contradicción entre las dos premisas y el previo reconocimiento de que se trataba de un VPMR, me dirigí, lo más amablemente que pude y por correo electrónico, a la jefa provincial para solicitar una aclaración o información sobre los recursos que en su caso cupieran. Me dijo (14) que los escritos remitidos hasta la fecha eran informes y no resoluciones recurribles. Que había intentado informarme pero que si no estaba conforme o no me gustaba lo que me decía podía dirigirme, a partir de entonces a su dirección general.

Escribí, siguiendo su recomendación, a la sección de quejas del ministerio del interior y entretanto intenté y conseguí contactar con el delegado del gobierno con la idea de exponerle el problema y que el caso fuera revisado por una instancia superior, en este caso la jefatura regional de tráfico, si es que tal departamento existía que no lo sé. En este caso sí que mantuve una entrevista con el delegado que mostró interés en el caso y se quedó con la documentación que aporté, asegurándome que se informaría y me contestaría. Se interesó, en efecto, pero se dirigió nuevamente a la jefatura provincial de tráfico que le remitió, y él me remitió a mí, una copia del primer informe de la dirección general, el que yo había solicitado, con el añadido y la firma de la jefa provincial en la parte posterior (4) y (5)

A esas alturas las deficiencias del procedimiento y la sorprendente circularidad del mismo ya eran evidentes. Vaya uno a donde vaya todo termina en la jefatura provincial de tráfico, sin que haya manera de conseguir una respuesta basada en argumentos solventes o, al menos, comprensibles. Pero aún quedaba una posibilidad, la queja presentada en el registro del ministerio del interior. Recibí una respuesta a los pocos días en la que se me indicaba que me contestarían en el plazo de 20 días y además me daban un número de teléfono de Madrid al que podía llamar en el caso de que no lo hicieran. No lo hicieron, ni el teléfono lo descolgó nunca nadie. Tras reclamar en un par de ocasiones ante la misma unidad de quejas me contestaron que estaban pendientes de recibir la respuesta de… la jefatura provincial de Huesca, que finalmente llegó. 

Como ya había hablado con el delegado y el subdelegado consideraban que ya tenía la respuesta y por eso no me contestaban. Pero ante mi insistencia, que a todas luces resultaba inoportuna, la jefa del área de calidad y transparencia me remitió un escrito en el que se reiteraba que el vehículo era un ciclomotor de tres ruedas, cosa confirmada, me decía, por su dirección adjunta de vehículos. Ninguna referencia ni al hecho de que fuera también un vehículo para personas con movilidad reducida, como la misma DGT había admitido en su primer y manoseado informe, ni al reglamento general de vehículos, ni, sorprendentemente, al inaplicable reglamento europeo invocado por la jefa provincial de tráfico. En el mismo escrito me agradecían que me hubiera dirigido a ellos porque así podían mejorar el servicio a los ciudadanos y me pedían disculpas por las molestias. Ah, y que si no descolgaban el teléfono que ellos mismos habían facilitado era porque no contaban con el personal necesario, pero que podía llamar al 060. 

Mientras tanto…

Como yo seguía conduciendo el vehículo, necesario para ciertos trayectos, el jefe de la policía me llamó para manifestarme su preocupación, que espero que se extienda a los patinetes tripulados por dos adolescentes que parecen circular, incluso por las aceras, sin mayores problemas. Me dijo que podían inmovilizarme el vehículo, un riesgo que yo estaba dispuesto a correr aunque, como se verá después, ellos no. A raíz de esa conversación me dirigí al alcalde, como máximo responsable de la policía local, que quedó, o eso me pareció a mí, sorprendido por toda la historia y se mostró preocupado por las posibles repercusiones mediáticas que podía tener la inmovilización en la calle de un vehículo de esas características.

Después de esa conversación, y por ir abreviando, el jefe de la policía me escribió un correo electrónico para decirme que esperaríamos la resolución de las delegaciones del gobierno y de Madrid y que, después, ya hablaríamos. Mientras tanto el agente actuante me había puesto una multa de 500€ (9), sin inmovilizar ni detener el vehículo y utilizando, de la información que yo les había remitido, los datos necesarios para elaborar la denuncia.

Las alegaciones contra la sanción fueron rechazadas (11) por la jefatura provincial de tráfico que admitió como única prueba, no solicitada, la declaración (10) del agente denunciante que volvió a recurrir, en su declaración manuscrita, al inaplicable reglamento 168/2013 que había traido a colación la jefa provincial de tráfico pero que no se había invocado en la denuncia. La sanción fue pagada en su totalidad ya que, para acogerse a la reducción del 50% que tráfico ofrece, hay que allanarse y renunciar al recurso. Interpuse a continuación el preceptivo recurso de reposición, ante la misma jefatura que no ha recibido respuesta. 

He enviado un escrito de queja al Justicia que lo ha remitido a su vez, con el ruego de que sea atendido, al defensor del pueblo, ya que la cuestión afecta a la administración del Estado. En cuanto los plazos legales para hacerlo hayan transcurrido, interpondré un recurso contencioso administrativo.

Mientras tanto...

La jefatura provincial de Huesca no ha contestado hasta la fecha, 15 de abril de 2025, al recurso de reposición presentado el 26 de diciembre de 2024. Hace casi cuatro meses. Requeridos para hacerlo o para certificar el silencio administrativo, el pasado 7 de marzo, con objeto de interponer el correspondiente recurso contencioso administrativo, contestaron el 21 del mismo mes asegurando que en el expediente de referencia figuraba resuelto el recurso de reposición con fecha 11 de febrero, pero que estaba pendiente de notificar. 

El defensor del pueblo ha contestado hoy 15 de abril. Sin entrar para nada en los argumentos que presenté y que básicamente son los contenidos en este texto, dice que, según la Jefatura Provincial de Tráfico, el vehículo es un ciclomotor y no un vehículo de movilidad personal como digo yo. El hecho de que también lo diga la Dirección General de Tráfico es, por lo visto, irrelevante. Que no ven infracción del ordenamiento jurídico sino una simple diferencia de criterio que debe solventarse por el cauce legalmente previsto. 

El recurso de reposición, resuelto el 11 de febrero, fue notificado digitalmente el 14 de marzo desestimando, podríamos decir que ignorando, la totalidad de las alegaciones presentadas y citando normas de general aplicación:  'El hecho denunciado, CIRCULAR CON UN VEHÍCULO QUE CARECE DE LA CORRESPONDIENTE AUTORIZACIÓN ADMINISTRATIVA - CICLOMOTOR SIN MATRICULAR., aparece suficientemente acreditado por las actuaciones y documentación obrantes en el expediente, y al ser los hechos descritos en el mismo constitutivos de infracción conforme a lo preceptuado en el Art 1 Apart. 1 del Reglamento General de Vehículos, se ofrece adecuado confirmar la resolución impugnada, manteniendo la sanción impuesta de 500 EUR, todo ello de conformidad, tanto con las normas de calificación de infracción contempladas en los artículos 75, 76 y 77 del texto refundido de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, aprobado por RD Legislativo 6/2015, de 30 de octubre; como aquellas otras que regulan la graduación sancionadora aplicable a tales conductas constitutivas de infracción, previstas en los artículos 80 y 81 de la LTSV; significándose que las alegaciones del interesado no desvirtúan el contenido esencial de la infracción que se declara cometida ni suponen causa de justificación o exculpación suficiente.' pero ignorando las exclusiones previstas en el RGV para vehículos para personas con movilidad reducida, así como el hecho de que el vehículo en cuestión pueda, según la misma DGT clasificarse como tal.

Queda, con esta respuesta al recurso de reposición, abierto el camino para la interposición del correspondiente recurso contencioso administrativo.

Hay quien piensa que la forma más rápida, y desde luego barata, de salir de este embrollo es matricular el scooter, por más que se trate de un vehículo a todas luces inadecuado para la circulación por vías interurbanas y totalmente asimilable a una silla de ruedas. Pero lo que yo creo es que hay que seguir adelante hasta obtener una respuesta inteligible y basada en la normativa en vigor. Y eso, claro, cueste lo que cueste porque, como escribió Martin Luther King en 1963, la injusticia en cualquier parte es una amenaza para la justicia en todas partes

Bueno, pues hasta aquí hemos llegado. Al menos de momento. La demanda ha sido interpuesta en tiempo y forma y aceptada por el juzgado de lo contencioso administrativo de Huesca. La vista de la demanda contra la sanción impuesta por la policía municipal de Barbastro y la jefatura provincial de Tráfico ha sido fijada para el 29 de octubre a las 11:40 de la mañana. 


Documentos citados:

1.      Definición de vehículo para personas con movilidad reducida y de vehículo a motor (Anexo II del Reglamento General de Vehículos)

2.      Placa de características del vehículo: L2e-P, 0.65kW, 25 km/h, max. 247 kg.

3.      Primer informe emitido por la policía local asegurando que el vehículo no es un vehículo de movilidad personal. Efectivamente no lo es.

4.      Fragmento del informe de la DGT en el que se admite que el vehículo puede considerarse un vehículo para personas con movilidad reducida.

5.      Conclusión añadida al final del informe anterior antes de la firma de la Jefa Provincial de Tráfico.

6.      Respuesta del subdelegado del gobierno en Huesca: La jefa provincial de tráfico admite que el vehículo es para personas con movilidad reducida pero invoca un reglamento europeo inaplicable para insistir en la necesidad de matricularlo.

7.      Informe complementario de la jefatura provincial de tráfico: ‘En este reglamento se excluyen los vehículos de movilidad reducida (Artículo 2), por tanto al encontrarse recogido en este reglamento se considera un ciclomotor de tres ruedas y debe matricularse como tal.’

8.      Correo del jefe de la policía municipal, previo a la imposición de la sanción.

9.      Notificaciones previa y definitiva de la sanción.

10.  Declaración del agente de policía, única prueba aceptada en el recurso presentado contra la sanción.

11.  Resolución del recurso, denegando todas las pruebas y desestimando todas las alegaciones excepto la declaración, no solicitada, del agente denunciante.

12.  Tarjeta acreditativa del grado de discapacidad

13.  Factura de compra del vehículo presentado como scooter de movilidad de tres ruedas.

14.  Correo de la jefatura provincial sugiriendo que, si no me gustan sus informes, me dirija a la dirección general.

15.  Notificación de la dirección general de tráfico tras reclamar el certificado de silencio administrativo.

16.  Resolución del recurso de reposición interpuesto el 26 de diciembre.

 




viernes, 12 de abril de 2024

Diálogos para besugos VI.


-           Buenos días.
-           Buenos días. ¿En qué podemos ayudarles?
-           Estábamos pensando invertir en un pequeño negocio
-           Estupenda idea. Les felicito. España necesita emprendedores.
-           Tenemos un pequeño problema. No tenemos dinero.
-           Es un problema, desde luego. Pero no es pequeño.
-           Nos han dicho que aquí nos lo resolverían.
-           Algún gracioso. Pero lo habrá hecho sin mala intención. No se lo tengan en cuenta.
-           En fin, que ustedes podrían anotar en nuestra cuenta, en el haber, claro, la cantidad que necesitamos.
-           Vaya, qué idea tan fantástica…  Y ¿por qué íbamos a hacer semejante cosa?
-           Bueno, eso es lo que hacen habitualmente ¿no?
-           No es tan sencillo. El negocio bancario…
-           El negocio bancario consiste, si no estamos mal informados, en crear dinero de la nada y prestarlo con un interés, que no me atrevo a calificar de abusivo. Un negocio con poco riesgo y considerables beneficios.
-           Es una aproximación un tanto superficial a lo que realmente hacemos, pero, en todo caso sería legal y no es asunto suyo. Y, vamos a ver. ¿Ustedes han venido aquí a pedir un préstamo?
-           Desde luego que no. A nosotros no va a hacernos creer que nos presta los ahorros de alguna ancianita. Sólo queremos que pulse unas pocas teclas en su terminal y abone en nuestra cuenta la cantidad que necesitamos.
-           Y, naturalmente, no piensan ustedes pagar intereses ni devolver el dinero.
-           Claro que no. No vamos a devolver dinero real a cambio de dinero inventado.
-           No sé qué quieren decir con eso de dinero inventado. Si llegáramos a hacer, bajo ciertos supuestos que no parece que se den, lo que piden, el dinero que acreditaríamos en su cuenta no saldría de la de ningún otro cliente, eso es cierto, pero desde el momento en el que ustedes podrían disponer de él para hacer pagos, o para que nosotros los hiciéramos en su nombre, sería un dinero tan real como los billetes emitidos por el Banco Central Europeo.
-           Es posible. Depende de lo que se entienda por dinero. Pero entonces resulta que están ustedes, una entidad privada, creando dinero de la nada. Si nosotros hiciéramos eso no tardaríamos en tener a la policía aporreando la puerta de casa.
-           Sí, por eso no les aconsejo que lo hagan. Pero, en fin, así son las cosas. Además, la existencia de una determinada cantidad de dinero es imprescindible para que la economía funcione y sólo una pequeña parte son billetes o monedas, creados por las autoridades monetarias. Inyectar dinero bancario en la economía es una de las tareas más importantes de los bancos comerciales. Y desde luego es legal y está muy estrictamente regulada.
-           Pero no se limitan a inventar dinero y prestarlo con un interés. También deciden, al margen del parlamento, qué proyectos se van a financiar y cuáles se van a descartar.
-           No crea todo lo que le cuentan. Pero mire, en parte tiene razón. Por ejemplo, casi hemos decidido ya que no financiaremos su proyecto.


Enviado a ECA 12/4/2024

viernes, 12 de mayo de 2023

Tiempo de espera

 


El ministerio de consumo ha decidido eliminar las esperas en los servicios de atención al usuario, en el sector privado, por el socorrido procedimiento de legislar en contra. En contra de las esperas, quiero decir. De acuerdo con la nueva norma, el tiempo de espera al teléfono en uno de estos servicios quedará reducido a tres minutos. Estupendo, aunque, si esto se podía arreglar legislando, no sé por qué han esperado tanto ni por qué aún nos pueden tener colgados tres minutos. Yo quiero que me atiendan en el acto.


Pero no es tan sencillo. Ayer tuve ocasión de conocer alguno de los efectos colaterales de la ley. Tuve que llamar a una clínica  con cuyos empleados de atención al público llevo años manteniendo una relación de amor – odio. Los he odiado cuando me hacían esperar seis, siete u ocho minutos, pero los he querido cuando, una vez que conseguía hablar con ellos, me resolvían, casi siempre con eficiencia, la cuestión o el problema que les planteaba. Normalmente, además, cuando por hartazgo colgaba antes de obtener respuesta, me devolvían la llamada. Me conocían a mí, conocían, por supuesto, su lugar de trabajo y los servicios que ofrecía y sabían cómo resolver la mayoría de los problemas. Si algo no podían resolverlo en el acto, el caso quedaba registrado y normalmente acababan resolviéndolo.


Bien, pues, a lo que iba. Ayer llamé y en menos de un minuto me cogieron el teléfono. A veces pasaba, de manera que no me pareció demasiado extraño. No, al menos, hasta que comprobé que la persona que me cogió el teléfono no me conocía, no conocía al médico y tampoco sabía, ni pareció impresionarle mucho, que las consultas posoperatorias tuvieran prioridad. Sólo sabía que no había horas libres este mes y que las del mes que viene no estaban aún disponibles. Que me tomaba el nombre y que ya me llamarían. Como no sabía con quién estaba hablando, intenté explicarle el caso, me acababan de operar y la consulta, por indicación del mismo médico, tenía que ser este mes. Que no. Que no había horas libres y que ya me llamarían. Al final le dije, suponía que era una nueva empleada en fase de aprendizaje, que si podía pasarme con Lidia (nombre ficticio). No sabía quién era Lidia, no sabía quién era yo, no sabía quién era el médico y yo no estaba hablando con la clínica sino con un centro de llamadas ubicado sólo Dios sabe dónde. Le dije que muchas gracias y colgué.


¿Qué ha pasado? Lo que tenía que pasar. La atención al cliente estaba a cargo de tres o cuatro personas ubicadas a la entrada de la clínica, que hacían lo que podían y generalmente lo hacían bien, para atender al teléfono y a los usuarios que hacían cola frente al mostrador. Había que esperar, claro, pero, además de que, como he dicho antes, devolvían, si podían, las llamadas perdidas, tenían un correo electrónico, al que siempre contestaban, con el que también se podían resolver las cuestiones que podían esperar. Todo eso ha desaparecido. La forma más sencilla, y para muchas empresas será la única, de adaptarse a la nueva legislación es externalizar la atención al cliente, contratando los servicios de un call center y eliminando también, eso no sé si era necesario, la atención por correo electrónico. ¿Hubiera pasado lo mismo más tarde o más temprano? Puede. Es la tendencia. Pero la nueva normativa ha precipitado las cosas.


Ahora te cogerán el teléfono en menos de tres minutos y te atenderá una persona, como prevé la nueva ley, pero no te resolverán nada que requiera un mínimo de conocimiento del entorno. Para los mayores, pero también para el resto, una barrera más. Si no tienes recursos adicionales, esa es una barrera, infranqueable en la práctica, que la Web, mal hecha y diseñada para mantener al usuario alejado, tampoco resuelve. Era preferible esperar. 

lunes, 23 de junio de 2008

Y llegó el verano

Pase lo que pase en el futuro, estos años serán recordados como años de abundancia y quizá también, de excesos. En Barbastro se ha inaugurado otro supermercado, y van ocho o nueve, varias bodegas, ya son veinte o más, se ha modificado el trazado de la nacional doscientos cuarenta para facilitar la conexión con la ciento veintitrés y dentro de poco, supongo, tendremos autovía Huesca Lérida y en su entorno ya se ha proyectado un centro de ocio y comercio y una nueva zona industrial. Tenemos piscinas cubiertas y acabamos de inaugurar las descubiertas, con jacuzzi, ascensor de agua y no sé cuántas cosas más. Hemos construido viviendas de sobra, aunque no todos tengan vivienda, en urbanizaciones de la periferia y en el centro histórico, que todavía sigue siendo el pariente pobre del desarrollo urbanístico local, se está construyendo un museo y remodelando el antiguo palacio del Obispo, amén de otras intervenciones que están modernizando la imagen de la ciudad y recuperando una parte de nuestro patrimonio. El Hospital está en obras desde hace algún tiempo y es de suponer que, cuando acaben, tendremos unas instalaciones de primera aunque ahora parece que el problema es la falta de médicos para atenderlas, después de haber mantenido durante muchos años un estricto numerus clausus en las facultades de medicina y en las plazas de especialización. Fuera de Barbastro, pero cerca, acaban de inaugurar la exposición internacional de Zaragoza, una sucesión ininterrumpida de saraos durante todo el verano, en la que, también, se va a hablar de agua y cómo no, de desarrollo sostenible y se nos anuncia otra inversión, más multimillonaria y no precisamente sostenible, en los Monegros. Las carreteras siguen saturadas de coches y los aeropuertos de gente moviéndose de un lado a otro, sin más objetivo que ir a matar el tiempo a un lugar lo más alejado posible de su residencia habitual, aunque ya no resulta, por lo visto, tan fácil como antes conseguir créditos para irse de vacaciones. Los únicos ferrocarriles que se construyen y se mantienen son los grandes y costosos trenes AVE y los de cercanías en los entornos de las grandes ciudades pero, gracias a esto, casi todo el mundo tendrá una estación de tren a menos de cincuenta kilómetros de su lugar de residencia y una autopista o autovía, que ya veremos por cuanto tiempo más podemos disfrutar, aún a menos distancia. Y por si fuera poco la selección española, rompiendo con una acrisolada tradición, ha superado, de momento, la barrera de los cuartos de final cosa que a mí no me importa gran cosa pero que ha subido, según la SER, varios puntos el índice de autoestima del país. A saber como se medirá eso. Todo esto ha sido posible en un entorno de crecimiento prácticamente ininterrumpido durante más de dos décadas, sostenido por una energía, procedente casi exclusivamente del petróleo, abundante y barata , por la inyección continuada de fondos europeos que se han dedicado, sobre todo, a la construcción de infraestructuras de las que este país, todo hay que decirlo, estaba más que necesitado y por una mano de obra formada por ciudadanos de otros países que han acudido a éste reclamados por una prosperidad escandalosa y tan duradera que ya casi no la reconocemos como tal, ni siquiera los que hemos vivido en otras circunstancias muy diferentes. Ahora esta fiesta, dicen que habrá otras, parece estar tocando a su fin y algunos de estos factores de progreso están en grave riesgo: el petróleo ha alcanzado, en este principio de verano, precios que han desatado la ira de camioneros y pescadores y amenazado con vaciar las estanterías de nuestros supermercados y el dinero de Europa, a punto de conseguir, aparentemente, el objetivo de acercar nuestra renta per cápita a la media comunitaria, va a dejar de fluir en unos pocos años. Los que gobiernan este país tienen ahora la obligación de intentar que la nueva realidad no nos coja completamente fuera de juego y también la de valorar, exactamente, las consecuencias a medio plazo de sus acciones y omisiones, de mirar, en definitiva, más allá de las próximas elecciones. El tiempo en el que cualquier gestión política, por desastrosa, incompetente y a veces escasamente ética que fuera quedaba justificada por el número de metros cúbicos de hormigón utilizados ha pasado ya y probablemente tardará en volver. Cuando acabe el verano y los fastos de la Expo vayan difuminándose, ya no será suficiente con etiquetar de sostenible cualquier genialidad, como, por ejemplo, la propuesta ya citada de construir cuarenta casinos, doscientos restaurantes, no sé cuantos hoteles y varios parques temáticos, para atraer a veinticinco millones de visitantes anuales, unos trescientos aviones diarios cargados hasta los topes, a nuestro patio trasero. Estamos, además, a punto de entrar en la parte más dura de una crisis financiera, más o menos grave y amenazadora según que quién se refiera a ella tenga o no responsabilidades de gobierno, que puede tener el efecto positivo de obligarnos a dejar de gastar en lo que no es necesario y a organizar la vida, en nuestro entorno, en condiciones que la sigan haciendo posible para nosotros y para los que vengan detrás. Pero, por el momento, el personal está por otras cosas: el verano, las piscinas, la playa, la expo… las fiestas. Y probablemente haga bien.

jueves, 8 de mayo de 2008

Energía y futuro

El Club Español de la Energía ha hecho público, recientemente, un estudio titulado Energía y Sociedad: Actitudes de los Españoles ante los Problemas de la Energía y del Medio Ambiente, del que se desprende que tenemos, en general, una formación deficiente en cuestiones de energía. Parece ser que sabemos poco, o nada, acerca del origen de la electricidad que consumimos y creemos, erróneamente, que la mayor parte proviene del petróleo o de los saltos de agua. No somos, se dice, partidarios de la energía de origen nuclear y creemos que la de procedencia eólica o solar es la más barata cuando, en realidad, es muy cara, en el nivel actual de desarrollo de la tecnología necesaria, dependiente, como casi todo en nuestra civilización industrial, del petróleo y está extraordinariamente subvencionada. Este déficit de formación es el que hace que depositemos esperanzas, con toda seguridad excesivas, en supuestos avances tecnológicos, relacionados, sobre todo, con el hidrógeno y los biocombustibles, de indudable valor científico pero dudosa aplicación práctica a corto plazo. Y a largo plazo, decía Keynes, todos estaremos muertos.
El hidrógeno es muy abundante en la naturaleza, pero su estructura atómica le proporciona una notable e irritante tendencia a combinarse con otros elementos y no se encuentra libre en ninguna parte de este planeta, aunque sea la fuente de energía de las estrellas. Su obtención, a partir de algunos de los compuestos de los que forma parte, como el gas natural, básicamente metano (CH4) y el agua (H2O), exige un aporte externo de energía, con un balance final que, por el momento y mientras las leyes de la termodinámica sigan en vigor, es negativo: la energía que se obtiene de su combustión es inferior a la utilizada para obtenerlo. Tiene, sin duda, una importante ventaja sobre la energía solar o eólica, o, en definitiva, sobre la electricidad, como es la posibilidad de almacenarlo y se supone, que, en el futuro, puede jugar un papel importante como sustituto de los combustibles líquidos, utilizados masivamente en el sector del transporte. Por el momento, sin embargo, el estado de la investigación sobre células de combustible, que son el principal candidato para sustituir a los motores de combustión interna, su precio, el coste de producción y las dificultades de almacenamiento y transporte del hidrógeno necesa-rio para alimentarlas, hacen económicamente inviable esa transición. Sostener lo contrario es una peligrosa fantasía.
En cuanto a los biocombustibles, como el etanol o el biodiesel, procedentes del procesamiento industrial de caña de azúcar, colza, maíz, cebada y otros productos agrícolas, además de que el balance energético final es también e inevitablemente, negativo y de que no está claro que la emisión de contaminantes al quemarse sea inferior, o menos nociva, que la de los combustibles fósiles que se pretende sustituir con ellos, es probable que, antes de proyectar una extensión masiva de su producción y consumo, debamos elegir entre comer o ir en coche. La escasez de determinados alimentos ya está siendo un problema en muchos países, antes llamados subdesarrollados y ahora, con irresponsable optimismo, en vías de desarrollo. Problema que no hará sino agravarse, si terrenos agrícolas y otros recursos escasos, se detraen de la producción de alimentos para dedicarlos a otros fines.
La investigación relacionada con la utilización de las denominadas energías re-novables y también, en el caso de la eólica y la solar, limpias, está impulsada por el incremento de precio del petróleo y también, al menos en teoría, por la constatación, por un lado, de que la combustión de hidrocarburos, o de carbón, con la consiguiente emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero, tiene un efecto negativo sobre la atmósfera, el clima y el ecosistema en general, con consecuencias sobre las que discrepan científicos, gobiernos y ecologistas, pero que se presumen devastadoras y, por otro, de que este problema puede quedar resuelto por la vía, expeditiva e involuntaria, de terminar con las reservas, inevitablemente finitas, del petróleo en todas sus fases de formación. Esta investigación debe continuar e incluso intensificarse, otra cosa sería una grave irresponsabilidad, pero hay que aceptar la posibilidad de que puede que no lleguemos a tiempo y de que el final del petróleo nos sorprenda, en un plazo muy breve, sin ninguna alternativa válida para sustituirlo.
Ser conscientes de esto puede que no ayude a conciliar el sueño pero, probablemente, suavice el inevitable, brusco y potencialmente traumático despertar del que llevamos disfrutando poco más de cien años, un pequeño paréntesis en la historia de la humanidad, y nos induzca a tomar alguna medida para intentar mitigar los aspectos más desagradables de lo que está por venir. Aún así, nada, probablemente, evitará que cosas que ahora damos por garantizadas desaparezcan, para siempre, de nuestras vidas. Quizá convenga hacerse a la idea de que lo que se nos viene encima, si el petróleo se acaba o se hace inaccesible, no es una crisis pasajera, como podría serlo la supuestamente originada por las dichosas hipotecas subprime y el final, en España, de un determinado modelo de desarrollo, sino algo definitivo, que nos obligará a reconsiderar nuestra relación con la naturaleza y a ajustar nuestro modo de vida a las posibilidades reales de nuestro entorno más inmediato.


Publicada en El Cruzado Aragonés, de Barbastro

domingo, 9 de diciembre de 2007

Puente


Este puente hemos estado en Madrid. Hacía calor por la noche y frío a mediodía, había niebla y más gente de la que espero volver a ver reunida nunca jamás, tuve un altercado con una vieja que estaba plantada con un nutrido grupo de coetáneas impidiendo el paso de la gente por una de las aceras de la Gran Vía y fuímos al teatro en un día distinto al que nos correspondía, afortunadamente un día antes y no un día después, lo que nos permitió rectificar a costa de hacer dos veces el trayecto por calles literalmente atestadas de turistas y otros delincuentes. Al menos la representación valió la pena. La cola para ver la ampliación del Museo del Prado, otro de los objetivos del viaje, iba de la Puerta de Goya al Jardín Botánico y no se movía, o al menos el movimiento no era apreciable desde fuera, así que nos fuimos al Thyssen dónde había mucha menos cola, pero al llegar a la taquilla te daban una entrada para una hora y media más tarde. Todo sea por Durero. El viernes cenamos en Lhardy, que ya no es lo que era y además estaba tan repleto de gente como cualquier chiringuito de la plaza Mayor. La cena más bien regular y a 84 euros el cubierto. En fin, que no volverán a pescarme fuera de casa en fechas tan señaladas, a no ser que pueda ir a una cabaña en las Maldivas, que he visto anunciada en un programa de viajes de televisión, de 3.500 euros la noche, viajes aparte, en adelante, si es que llego a poder permitírmelo antes de que también pueda permitírselo todo el mundo. Que al paso que voy no creo.

domingo, 12 de noviembre de 2006

Religión y poder


He visto la película española ‘los Borgia’ que, a pesar de que dura dos horas y media, se puede ver sin ningún problema. Cuenta la historia de Rodrigo Borgia, que llegó a Papa con el nombre de Alejandro VI, que hacía y deshacía a voluntad, nombró Cardenal a su primogénito, Gonfaloniero a su segundo y casó a su tercer hijo y a su hija con quien, en cada momento, le pareció más conveniente para sus manejos políticos. El papa tenía a su amante en el Vaticano y se rumoreaba que su hija mantenía relaciones incestuosas con él mismo y con su hijo mayor, que a su vez se acostaba con su cuñada y mató o hizo matar a su hermano y a su cuñado. De todo esto, y de otras cosas que no se cuentan en la película, pero que seguro que también ocurrieron, estaban al cabo de la calle los que gobernaban Roma, las ciudades italianas y los países cristianos de Europa occidental pero a nadie se le ocurría poner en cuestión al Papa por dos razones, la primera es que el Papa era uno de ellos y no se comportaba de forma diferente a como se comportaban ellos y la segunda, y más importante, que hacía ya tiempo que los gobernantes habían descubierto lo útil que era tener a dios, a cualquier dios en el que la gente pudiera creer, de su parte. Ignacio Sotelo se lamenta, en El País de hoy, de la actitud del ejecutivo socialista, que se ha plegado ante la iglesia en la cuestión de la financiación, como se plegará en las relacionadas con la enseñanza de la religión en los centros públicos y en cualquier otra que no afecte a principios fundamentales (al César lo que es del César…) Y eso no tiene nada de extraño, porque el único objetivo claro que tiene este gobierno, todos los gobiernos, es permanecer en el poder el mayor tiempo posible y están convencidos de que, en España, no hay quién mantenga el poder mucho tiempo sin una neutralidad benevolente por parte de la iglesia católica. Neutralidad que creen asegurarse a base de concesión tras concesión y que, finalmente, no puede existir porque también la iglesia tiene claros quienes son sus amigos y quienes meros aliados coyunturales.

La imagen es un detalle del Fresco de la Resurrección de Pinturicchio, pintado hacia 1492 y está en el dominio público (al menos, según Wikipedia, en los Estados Unidos).

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Noviembre

Un alumno, o ex alumno, tanto da, de un instituto le ha dado una brutal paliza a un profesor, mientras una compañera suya filmaba el acontecimiento. Después intentaron vender la grabación a los periodistas por 100 € aunque finalmente tuvieron que rebajar el precio hasta los 20. Los emigrantes llevan a sus hijos a las guarderías públicas y exigen a sus responsables que los alimenten de acuerdo con su religión. Me contaban ayer que una mujer apareció por una guardería con las deposiciones de su hija en un recipiente, para demostrar que había comido sustancias prohibidas, salchichas, concretamente, y organizar el correspondiente escándalo a las maestras que la atendían. Adolescentes descontrolados, ignorantes hasta lo increíble, patanes y violentos vendiendo a periodistas sin escrúpulos las grabaciones de sus hazañas, emigrantes imponiendo violentamente sus creencias religiosas en un país que acaba, prácticamente, de salir de once siglos de su propio fanatismo religioso. No sé que clase de mierda estamos haciendo, bueno, están porque yo cada vez tengo menos que ver con lo que está pasando, pero sí que vamos, cada vez más deprisa, hacia un desastre, una reacción violenta o las dos cosas a la vez. Y no será esa idiotez de la alianza de civilizaciones lo que lo remedie.

domingo, 1 de octubre de 2006

Hule

Desde que las falsificaciones de Armani o Louis Vuitton cada vez son mejores y más difíciles de distinguir de sus respectivos originales, desde que cualquier paleta o FP electrónica, a la mínima, se gasta un audi, un bmw o un mercedes, desde que, en definitiva, no puedes distinguir ya a simple vista a la chusma de la gente realmente importante, es necesario acudir a indicadores sociales fiables, de esos que no engañan. Les propongo uno que es, en mi opinión, infalible. El hule. En España, los ricos gastan manteles (a veces, incluso de hilo) y la chusma hule.

(Entrada completa y sin cortes publicitarios en majaderos)

martes, 5 de septiembre de 2006

Trabajo de oficina

El hombre se metió las manos en los bolsillos y continuó andando por la acera, después de lanzar una mirada de reojo al escaparate de la librería que reflejaba el movimiento del otro lado de la calle. En realidad nadie le estaba siguiendo pero, de cuando en cuando, le apetecía vagar por las calles como si fuera un personaje de novela. Un espía o algo así. Eso le ayudaba a sobrellevar su aburrida vida de empleadillo del montón en una oficina pública en la que hacía tiempo que no pintaba nada ni resolvía nada. Llevaba un tiempo algo inquieto y preocupado ante la posibilidad de que alguien se diera cuenta de lo absolutamente prescindible que era, sobre todo porque ya no se veía con capacidad para fingir, como había hecho durante tantos años, lo ocupado que no estaba. Los papeles importantes habían ido desapareciendo de su mesa, al mismo tiempo que sus funciones pasaban a ser desempeñadas por gente más joven, mujeres sobre todo, que habían entrado en los últimos años. Las historias con las que intentaba deslumbrarlas y que reflejaban el importante papel que El había desempeñado en los primeros tiempos, se escuchaban con cortesía pero también, a veces, con algún gesto de impaciencia, muy alejado del respeto y la admiración que su contribución al éxito de esta oficina requerían. Es verdad que disponía, privilegios de la antigüedad, de un puesto bien remunerado, mesa de despacho y  teléfono y que nadie, últimamente ni siquiera el jefe, le decía ya lo que tenía que hacer, pero tenía la sospecha de que esto era más porque no lo consideraban capaz de hacer nada útil, que por respeto a su superioridad intelectual, que no creía que sus compañeros hubiesen sido capaces de reconocer. A punto de cumplir los cincuenta, ni siquiera le quedaba la opción de ingresar en un partido e intentar conseguir un puesto de concejal, porque tendría los mismos problemas que en la oficina. Los jóvenes, y sobre todo las dichosas mujeres, se estaban haciendo con  los resortes del poder en todas partes. Ya veremos, pensaba, en que acaba todo esto. Al cabo de un rato de vagar sin rumbo por la calle se metió en un bar y se sentó en una mesa del fondo, justo al lado de cuatro jovencitas, muy monas, por cierto, que charlaban en voz alta y se reían, sin duda, de algún compañero de trabajo de cierta edad al que le estaban haciendo la vida imposible. Bueno, pues estas no se iban a quedar con la idea de que él era un Don Nadie. De entrada echó mano de su teléfono móvil, que habitualmente llevaba apagado porque nadie lo llamaba nunca y, sin encenderlo, fingió una llamada a su oficina. Empezó echando un áspera bronca a su imaginaria secretaria por haber tardado tanto en coger el teléfono, para que vieran las frescas de al lado con quien se jugaban los cuartos, y después le dio instrucciones precisas que dejaron meridianamente clara su importancia en la empresa en la que trabajaba. La verdad es que, con una falta de respeto acorde con su edad y sexo, ni siquiera bajaron la voz para escuchar lo que estaba diciendo y tuvo que levantar bastante la suya para hacerse oír. Aunque las chicas no parecieron impresionadas, al menos consiguió que el camarero, alarmado por el tono y el volumen de su voz, viniera a preguntarle que quería, lo que le obligó a terminar la brillante conversación que mantenía con su secretaria, no sin advertirle que esperaba que sus instrucciones se siguieran al pie de la letra. Faltaría más. Mientras se tomaba el café encendió el móvil y programó el despertador para poder fingir que recibía varias llamadas. En un momento dado y mientras tomaba notas y hablaba por teléfono a un tiempo, como había visto hacer en una película, se le cayó el aparato al suelo y fue a parar debajo de la mesa de las chicas. Le pareció que la que se lo devolvió, que había mirado la pantalla de reojo,  sonreía y cuchicheaba con las otras pero continuó su conversación como si nada. Al cabo de un rato se fueron lanzándole miradas de admiración. Al fin y al cabo no eran tan tontas como sus compañeras de trabajo. Estaba terminando tranquilamente el café, ahora que se había quedado solo y no tenía que soportar risitas, cuando le sobresaltó el sonido del teléfono. No era más que el despertador que había programado para que sonara cada cinco minutos así que, frustrado, apagó el móvil. A ver si se había creído la gente que iba a estar todo el día pendiente de que lo llamaran. Mientras se acercaba la hora de volver al trabajo, pensaba en cómo mataría la tarde. En realidad su situación no era tan mala. La cosa podría ser mucho peor si alguien se empeñara en que justificara el dinero que estaba cobrando, encomendándole cualquier tarea absurda que seguro que hacían mejor aquellas niñas que manejaban los computadores como si hubieran nacido de uno de ellos. Lo único que tenía que procurar es no llamar demasiado la atención ni indisponerse con el jefe, que era un auténtico cretino pero menos inofensivo de lo que parecía, y aguantar así los años que aún le quedaban para la jubilación y el merecido descanso. Pagó el café y no dejó propina. No le había gustado que el camarero le interrumpiera cuando hablaba con su secretaria y, además, no pensaba volver a ese bar tan ruidoso. Llegó al trabajo quince minutos tarde para demostrar que él entraba y salía cuando le daba la gana pero, como solía hacer últimamente, con el móvil, que había vuelto a encender, en la oreja. En parte para no tener que saludar al portero, que le había perdido gran parte del respeto con que lo trataba al principio y, en parte, porque tenía la impresión de que hablar por teléfono móvil daba cierto estatus y dejaba claro a todo el mundo que él  tenía otra vida fuera de allí, muy distinta de la mediocridad rutinaria de la oficina. Cuando llegó a su mesa siguió un rato hablando por el móvil mientras observaba, con algo de desazón, la soltura con que sus vecinas manejaban el computador y lo bien que aparentaban estar ocupadas. Sin dejar el móvil, ni la conversación que cada vez era más incoherente, abrió el correo electrónico. Allí estaba el montón de mensajes en inglés de todos los días. Cuando empezó a recibirlos se sintió un poco halagado, después de todo a él no le escribía nunca nadie, pero su hija le había aclarado que eran mensajes para ofrecerle aumentar el tamaño de su pene o su rendimiento en la cama y que, en realidad, no iban dirigidos a él sino que era una especie de buzoneo electrónico. ¿Cómo demonios sabría ella esas cosas? Menos mal que se enteró justo antes de presumir de su mucha correspondencia, en inglés, ante sus compañeras de oficina. Cuando se acordó de que tenía el móvil encendido en la oreja, en algún sitio había leído que eso no era bueno y por eso el solía mantener sus monólogos con el móvil apagado, cortó abruptamente la conversación, advirtiendo a su imaginario interlocutor que no podía seguir hablando porque tenía la mesa llena de papeles que requerían su inmediata atención, cosa que provocó, o eso le pareció a él, una media sonrisita en una de sus vecinas de mesa. Se volvió y le aclaró que a estos, sin especificar quienes eran estos, había que cortarles así porque si no estarían todo el día molestándole. Tras reordenar un poco los montones de papeles, en general inútiles, que tenía sobre la mesa cogió uno al azar y se fue hasta la fotocopiadora, hizo tres o cuatro fotocopias, que luego pasó por la trituradora de papel que había al lado, y estuvo un rato pegando la hebra con la chica de atención al público, que también se consideraba marginada. Y más valía que siguiera así porque en cuanto dejaran de marginarla seguro que también la ponían por encima de él. Cuando más entusiasmado estaba explicándole con pelos y señales las razones por las que esta oficina funcionaba tan mal, en general porque sus consejos, aunque se escuchaban con mucho respeto, no se seguían con la diligencia debida, apareció el jefe, que también llegaba cuando le daba la gana, y se vio obligado a cambiar de conversación y pedirle a la chica que le hiciera una fotocopia del papel que llevaba en la mano, que resultó ser el menú de la comida de navidad de hacía tres años, cuya organización, todo un éxito, por cierto, fue la última tarea importante que le encomendaron. Ignorando la sonrisita de la recepcionista volvió a su mesa, mascullando por lo bajo y dispuesto a dejar pasar sin más sobresaltos las dos horas y media que aún le quedaban. Como el correo, como de costumbre, no contenía ningún mensaje que requiriera su atención, decidió pasar el resto de la tarde navegando por Internet. Ni siquiera valía la pena tener prevista una hoja de cálculo, para hacerla aparecer en caso de emergencia, porque hacía tiempo que nadie se molestaba en averiguar lo que estaba haciendo.

domingo, 20 de agosto de 2006

Las matemáticas son para los jóvenes

Grigory Perelman, del Instituto Steklov de San Petersburgo, ha demostrado, o eso parece, la conjetura de Poincaré: cualquier variedad tridimensional, simplemente conexa y cerrada es homeomorfa a la esfera tridimensional, o, en lenguaje corriente, cualquier cosa limitada y sin agujeros es, topológicamente hablando, equivalente a una esfera. ¿Y qué? Pues que, probablemente, le van a dar por eso uno de los premios Fields, algo así como el Nobel de las matemáticas, en el Congreso Internacional de Matemáticos que se celebrará en Madrid a partir del 22 de agosto. Estos premios se otorgan, cada cuatro años, a matemáticos de menos de 40, así que, con más de 50, me he quedado sin opción... Bueno, también hay otras razones, pero seguro que esa ha tenido mucho peso.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Homilías

Otro que cree que los de ETA deberían pedir perdón por el daño que han causado a sus víctimas. Ahora es Monseñor Blázquez el que viene con esa moserga. A mí me sigue pareciendo algo totalmente innecesario. Que el gobierno negocie lo que tenga que negociar con esos tipos para quitárnoslos de en medio, pero que no nos hagan cargar con sus excusas. ¿A quién van a pedir perdón? ¿a los muertos?. Además aquí no ha pedido perdón nadie nunca, tampoco la Iglesia Católica, a la que no le faltarían razones precisamente, así que ¿por qué van a pedirlo estos?. Que se vayan al infierno.

lunes, 14 de agosto de 2006

¡que vienen los moros!

No debemos cometer, nunca, el error de creer que el peligro del terrorismo ha pasado, decía Bush en una reciente alocución radiada, a propósito del supuesto descubrimiento, por la policía británica, de un fantástico intento de derribar en vuelo una docena de aviones llenos de inocentes hombres, mujeres y niños, como también decía el Sr. Bush. Puede que haya habido una conspiración como la descrita pero, lo más probable, es que sea todo una invención tramada al alimón entre la Casa Blanca y el 10 de Downing Street para distraer a la opinión pública de, por ejemplo, la desastrosa gestión de la ocupación de Irak o de la inoperancia internacional en el conflicto líbano-israelí y, last but not least, para volver sobre el tema de la amenaza terrorista, vital para la supervivencia política de Bush, en pleno desarrollo de las elecciones primarias en los Estados Unidos. Nada de lo que nos han contado tiene mucho sentido y probablemente si las cosas llegan a ventilarse, como es legalmente preceptivo, en un tribunal aparecerá más de una inconsistencia pero, mientras tanto, habrán alterado gravemente el tráfico aéreo, que tienen la obligación de garantizar, y se habrá demostrado, una vez más, que lo verdaderamente peligroso no es el terrorismo islamista sino la incompetencia y, sobre todo, la absoluta falta de escrúpulos de los gobiernos que padecemos.  

viernes, 11 de agosto de 2006

Mr. Ansar is talking to the american Congress (or so)


Dicen que los españoles no hablamos idiomas porque tenemos un excesivo sentido del ridículo. Este no parece ser el caso (no habla inglés, pero será por otra cosa).

domingo, 2 de julio de 2006

Cosas

En estos días han eliminado a España del CMF, Zapatero ha anunciado que va a negociar con ETA, se ha iniciado la tramitación de nuevas reformas de estatutos de autonomía y ha entrado en vigor el carnet por puntos, cosa que se notaba ayer viniendo de BCN en la inusual prudencia de la mayor parte de los conductores. Nada que tenga excesivo interés. La falta de agua, el agotamiento del petróleo, el exceso de población, la llegada masiva e incontrolada de emigrantes o el insoportable incremento de la mediocridad tienen interés pero, probablemente, no tengan remedio. Me voy a dormir la siesta.

Hora de comer


... en el desierto de Almería (cerca del Cabo de Gata)

martes, 20 de junio de 2006

Alle müssen singen.

España ha ganado a Túnez. Aunque hasta ahora nos hayamos limitado a batir a rivales de menor importancia, ya hemos hecho lo suficiente para pasar a a octavos (lo que va entre los dieciseisavos, fase ya superada, y los cuartos, a donde nunca hemos llegado) y que sigan dando el cognazo.