domingo, 12 de noviembre de 2006

Religión y poder


He visto la película española ‘los Borgia’ que, a pesar de que dura dos horas y media, se puede ver sin ningún problema. Cuenta la historia de Rodrigo Borgia, que llegó a Papa con el nombre de Alejandro VI, que hacía y deshacía a voluntad, nombró Cardenal a su primogénito, Gonfaloniero a su segundo y casó a su tercer hijo y a su hija con quien, en cada momento, le pareció más conveniente para sus manejos políticos. El papa tenía a su amante en el Vaticano y se rumoreaba que su hija mantenía relaciones incestuosas con él mismo y con su hijo mayor, que a su vez se acostaba con su cuñada y mató o hizo matar a su hermano y a su cuñado. De todo esto, y de otras cosas que no se cuentan en la película, pero que seguro que también ocurrieron, estaban al cabo de la calle los que gobernaban Roma, las ciudades italianas y los países cristianos de Europa occidental pero a nadie se le ocurría poner en cuestión al Papa por dos razones, la primera es que el Papa era uno de ellos y no se comportaba de forma diferente a como se comportaban ellos y la segunda, y más importante, que hacía ya tiempo que los gobernantes habían descubierto lo útil que era tener a dios, a cualquier dios en el que la gente pudiera creer, de su parte. Ignacio Sotelo se lamenta, en El País de hoy, de la actitud del ejecutivo socialista, que se ha plegado ante la iglesia en la cuestión de la financiación, como se plegará en las relacionadas con la enseñanza de la religión en los centros públicos y en cualquier otra que no afecte a principios fundamentales (al César lo que es del César…) Y eso no tiene nada de extraño, porque el único objetivo claro que tiene este gobierno, todos los gobiernos, es permanecer en el poder el mayor tiempo posible y están convencidos de que, en España, no hay quién mantenga el poder mucho tiempo sin una neutralidad benevolente por parte de la iglesia católica. Neutralidad que creen asegurarse a base de concesión tras concesión y que, finalmente, no puede existir porque también la iglesia tiene claros quienes son sus amigos y quienes meros aliados coyunturales.

La imagen es un detalle del Fresco de la Resurrección de Pinturicchio, pintado hacia 1492 y está en el dominio público (al menos, según Wikipedia, en los Estados Unidos).

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