Mostrando entradas con la etiqueta ocurrencias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ocurrencias. Mostrar todas las entradas

lunes, 7 de julio de 2025

Doce sillas.

Doce jugadores. Doce sillas. Empieza la música y los jugadores comienzan a moverse en torno a las sillas. Cada vez más rápido. Alguien retira una silla. Son ahora doce jugadores y solo once sillas. La música sigue sonando con una cadencia cada vez más lenta. Cuando pare, los jugadores deberán localizar una silla en la que sentarse. El que no lo consiga quedará excluido del juego.

La música ha parado. Los once jugadores que se han sentado sonríen satisfechos y relajados. Pero la orquesta está tocando en la cubierta del Titanic. 

miércoles, 2 de enero de 2019

Una excursión a la montaña (I)


A las tres de la tarde del día de jueves santo de 1973, creo que era el mes de abril, el autobús nos dejó en Siresa, un pequeño pueblo del Valle de Hecho en el que había unas pocas casas de piedra y alguna, más reciente, con revestimientos de madera, ladrillo o mampostería, corrales en las afueras, el ayuntamiento, ya cerrado, un pequeño bar que también era una tienda en la que se vendía de todo y el cuartel de la Guardia Civil, todo ello en torno a una Iglesia que, por aquel entonces aún debía estar atendida por un cura nativo, formado en los seminarios de Barbastro, recientemente cerrado o de Zaragoza. Alguien sugirió que diéramos cuenta, en el cuartelillo, de nuestra intención de aventurarnos en la montaña, por si nos perdíamos o teníamos algún problema con una climatología que, a pesar de que ya habíamos dejado atrás el invierno, aún podía darnos algún susto. El guardia que nos atendió nos preguntó que a dónde íbamos, le respondimos con vaguedades porque no lo sabíamos muy bien, que si teníamos experiencia en la montaña, le dijimos que sí, que solíamos ir a los alrededores de San Juan de la Peña a hacer alguna costillada dominical, cosa que pareció hacerle gracia y que cuándo pensábamos volver, el domingo, le dijimos, porque el lunes había clase y yo, por ejemplo, tenía examen. Me miró con algo de sorna pero tomó nota de todo, examen incluido y de los nombres de los siete. A las chicas se lo hizo repetir dos veces, como si quisiera asegurarse de que se habían unido voluntariamente a aquellos tipos en una expedición a no se sabía dónde y nos dijo que fuéramos con cuidado, que no nos aventuráramos fuera de la carretera o de los caminos o pistas señalizados, que buscáramos un refugio en caso de tormenta y que permaneciéramos allí hasta que escampara y que pasáramos por el cuartelillo a la vuelta o llamáramos si volvíamos de noche o por otro camino.

No debían ser aún las 5 de la tarde cuando, con las mochilas absurdamente cargadas, entre otras cosas, con latas de conserva que traíamos desde Zaragoza, sin bastones ni piolets ni nada parecido pero, al menos, con buenas botas y algunos, no todos, con anoraks de plumas, emprendimos el camino hacia el norte siguiendo el curso del río Aragón Subordán y dejando a la derecha las primeras manchas de la Selva de Oza. Novatos como éramos y algo ofuscados como estábamos por lo que considerábamos una estupenda aventura, a nadie se le ocurrió que no eran horas para emprender una caminata y que hubiera sido mejor buscar en el pueblo algún sitio para pasar la noche. Apenas habíamos recorrido un par de kilómetros cuando empezó a ponerse de manifiesto lo desacertado de aquella decisión. En cuanto el Sol desapareció tras las estribaciones montañosas del oeste la temperatura bajó bruscamente y empezó a caer una llovizna helada, ligera y persistente que iba haciendo el camino, ascendente, cada vez más penoso. Alguno había traído gafas de Sol, inútiles ya a aquellas horas, pero nadie tenía nada  eficiente para proteger los ojos de la ventisca que, naturalmente, soplaba de frente y los que, por miopía u otro problema de visión usábamos gafas normales teníamos el problema adicional de tener que limpiarlas constantemente con un pañuelo cada vez más mojado. Al cabo de una hora u hora y media más de camino ya estaba claro que no íbamos a llegar muy lejos y nos paramos al borde de la carretera dejando las mochilas en el suelo. Un par de caminantes, algo mayores y mucho mejor equipados que nosotros, nos alcanzaron al poco y se detuvieron un momento mirándonos con un aire que tanto podía ser de incredulidad como de lástima. Nos dijeron que pensaban dormir en un refugio que había un poco más adelante, un poco, para ellos, era un par de horas de marcha y a su ‘marcha’ pero que había que darse prisa porque se llenaría pronto. Les agradecimos la información y cargamos de nuevo con las mochilas con poco entusiasmo. Al fin y al cabo, dijo alguien, para eso hemos venido aquí. Pero la columna que formábamos pronto empezó a alargarse, tanto que la cabeza y la cola perdieron el contacto visual, ya era casi noche cerrada y sólo llevábamos un par de linternas de escasa potencia así que fue preciso detenerse de nuevo.

A estas alturas ya resultaba evidente que la expedición adolecía de la más mínima organización, pero aun así nadie se decidía a decir lo que más de uno pensaba. Que lo mejor sería volver a Siresa o pasar la noche en cualquier borda de las que habíamos dejado por el camino. Las dos chicas, que se habían apuntado a la expedición por razones que entonces ya no debían tener nada claras, creyendo que se trataba de una versión algo más sofisticada de nuestras excursiones en el canfranero, ya se habían dado cuenta, como el resto de nosotros, de que allí nadie había previsto lo que íbamos a encontrarnos y de que en realidad toda nuestra experiencia en la montaña se reducía a aquellas divertidas excursiones domingueras. Además, los problemas, en un descampado tan inhóspito, eran mayores para ellas que para nosotros así que, por una vez, intentamos utilizar la cabeza para algo más que para llevar los gorros de lana que sí habíamos traído, que empezaban a empaparse y que con las barbas que entonces estaban de moda nos daban un aspecto poco tranquilizador. Seguir avanzando, con buena pendiente, para llegar a un refugio, del que sólo sabíamos que estaba a unas dos horas de camino a buen ritmo, con la llovizna que se había transformado en aguanieve y en la oscuridad no era una opción. Volver al pueblo parecía algo más razonable, era cuesta abajo, pero ya eran casi las 9 y teníamos otras dos horas de camino, también a oscuras, por delante, así que propuse y se aceptó con algo de entusiasmo, que retrocediéramos hasta una casa que había entrevisto en la penumbra poco antes de parar y que intentáramos conseguir allí algún refugio para pasar la noche.

El problema era encontrarla ya que, incluso con las linternas, apenas se veía lo suficiente para mantenernos en la carretera, agarrados cada uno a la mochila del que iba delante pero, al cabo de un buen rato, dimos con un portal de madera que daba acceso a un camino relativamente ancho, flanqueado por árboles de gran tamaño y empedrado, apto para el paso de vehículos. No se veía ninguna luz, pero el camino parecía llevar a alguna parte así que, tras una breve deliberación, nos metimos por allí conservando el orden y las precauciones de marcha. Al cabo de poco más de cinco minutos llegamos a un caserón que parecía deshabitado pero no abandonado y que resultó ser, según el cartel clavado en el dintel de la puerta, un cuartel, presumiblemente utilizado en verano, de la Guardia Civil. Ahora no sé, pero en 1973 no parecía buena idea que un grupo de estudiantes, que por el aspecto podían ser también cualquier otra cosa, merodeara en torno a un cuartel, por muy deshabitado que pareciera. Julián, que desde la visita a la Guardia Civil de Siresa no había abierto la boca y que militaba en uno de aquellos pequeños y ruidosos partidos de izquierda que proliferaban en los primeros y mediados 70 y de los que tan pocos quedaron después de  1979, dijo en tono nervioso y algo apremiante que lo mejor que podíamos hacer era volver a la carretera y buscar algo menos problemático. Los demás ya habíamos descargado las mochilas cerca de la puerta, aprovechando la protección de un pequeño tejadillo y algunos estábamos ya sentados con la espalda apoyada en la pared. Rosa, la más decidida de las dos chicas y la que había empujado a Susana a participar en aquella descabellada aventura, dijo alto y claro que ella no pensaba moverse de allí y que más nos valía hacer algo para que pudiéramos pasar la noche a cubierto o no volvería a dirigirnos la palabra en la vida. Susana no dijo nada pero se acercó a Rosa para dejar claro que pensaba exactamente lo mismo. Aquella era una de esas situaciones en las que uno está dispuesto a hacer cualquier cosa menos el ridículo y pasar por un cobarde o un inútil no entraba en los planes de ninguno de nosotros. Además, estábamos empapados y congelados así que, casi sin mediar palabra, nos pusimos a buscar por los alrededores algún hueco donde cobijarnos, una búsqueda seriamente limitada por nuestro desconocimiento del terreno, por la oscuridad absoluta y por la deficiente iluminación de nuestras dos únicas linternas, una de las cuales empezaba ya a dar señales de agotamiento. Eso tampoco lo habíamos previsto y nadie llevaba pilas nuevas.
(Continuará)

martes, 13 de septiembre de 2011

La TCP... y Gran Scala.


Hoy he comprado el Heraldo porque me han llamado la atención una foto y una noticia de portada, referidas ambas al impulso, cito textualmente, que va a dar el ejecutivo regional a un ‘lobby’ internacional a favor del proyecto de travesía central pirenaica –TCP-, una especie de Guadiana del anterior gobierno que había perdido puntos, hasta el extremo de ser prácticamente descartado en los órganos europeos competentes, en favor del eje mediterráneo. En la foto del acto, que ha tenido lugar en el mismo escenario de la presentación de Gran Scala, se ve a unas cincuenta personas, casi todas de por aquí, así que no sé a qué viene lo de internacional ni, si a eso vamos, lo de lobby, sentados en torno a una mesa y me imagino que con la misma sensación de estar protagonizando un acontecimiento histórico que tuvieron cuando asistieron, aquí van siempre los mismos a estas cosas, a la presentación, en el mismo sitio aunque con un montaje diferente, de lo más grande que había ocurrido en Aragón desde los Reyes Católicos, de la mano del anterior presidente y sobre todo de su vicepresidente y actual presidente de las Cortes. La TCP tiene pocas posibilidades en los tiempos que corren, las mismas que Gran Scala, aunque en este caso ya no depende del tiempo que haga, o sea ninguna, pero eso no tiene la menor importancia, lo importante es que, según el Periódico de Aragón, se van a organizar grandes eventos, en Madrid y en Bruselas además de este que se ha organizado en Zaragoza para abrir boca, con el objeto de recabar apoyos y que esos eventos mantendrán ocupados a políticos, periodistas y paniaguados diversos durante media legislatura. Si al final se consigue alguna declaración de algún responsable en Madrid o en Bruselas que apoye la cosa y que también se hubiera podido obtener sin tanto evento y tanta gaita, por ejemplo llamando por teléfono o escribiendo una carta, pues tanto mejor y si no, aquí no pasa nada. Nunca pasa nada. Y menos por derrochar dinero público a manos llenas en gansadas. Aún recuerdo a un alto cargo de una institución aragonesa que decía que si de todo aquello -la presentación de GS-  no salía nada, como algunos ya íbamos diciendo, ya podía dimitir todo el gobierno.  No ha salido nada y, por supuesto, no ha dimitido nadie. 

viernes, 26 de agosto de 2011

El que paga... puede seguir pidiendo.


La modificación del artículo 135 de la Constitución Española para limitar el déficit público, acordada con nocturnidad y a toda prisa por los partidos mayoritarios en este tórrido final del mes de agosto, parece más bien una pamema –acepción 3 del DRAE- destinada al consumo interno –cada medida, de las adoptadas una semana sí y otra también por el gobierno, es tanto o más inútil que la anterior pero debe, al menos, ser más espectacular- a contentar a los alemanes y también a los dichosos, evanescentes y ubicuos mercados que reclaman alguna medida que les asegure que este y sucesivos gobiernos considerarán prioritario el pago de la deuda(*). Porque y a pesar de lo que se nos está vendiendo, aquí se trata, sobre todo, de ir atendiendo los vencimientos de la deuda actual con más dinero prestado, más deuda, que sólo podrá obtenerse si el prestamista tiene razones para creer que lo recuperará, junto con el interés pactado. El déficit y la política fiscal son, en ausencia de política monetaria propia que el Euro hace ya imposible, las herramientas contracíclicas clásicas –keynesianas- pero el déficit en el que se incurre en tiempos de vacas flacas debe ser, teóricamente, al menos, enjugado cuando llegan las vacas gordas y para enjugar el déficit y pagar los correspondientes intereses es necesario que la economía crezca y para ello, naturalmente, que se disponga de la energía necesaria.
Como las cosas ya no son así y los gestores de los fondos de inversión saben mejor, por lo visto, que los gobiernos, que ya no pueden contar con el crecimiento de la economía para recuperar su dinero, fuerzan la adopción de este tipo de medidas que, al menos, servirán para justificar ante sus inversores la colocación de unos fondos que tampoco tienen otro lugar donde invertir y si el gobierno, convenientemente jaleado, al menos en esta ocasión, por la oposición se aviene a ello es, simplemente, porque no tiene la menor idea de por dónde le sopla el viento y acoge con alborozo cualquier oportunidad de hacer algo, aunque sea tan rocambolesco y aparentemente sin sentido como promover una reforma constitucional para prohibir, pero no mucho, el déficit, algo que ya prohibe, o limita, el tratado de Maastricht, a poco más de dos meses de unas elecciones generales y contra el parecer de su cabeza de lista que, haciendo de la necesidad virtud, dice ahora que, sólo así, se garantizará el estado del bienestar aunque, como se puede ver en este vídeo, con no demasiado entusiasmo.

(*) Art. 135.3
...
Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.


Las imágenes, tomadas de distintos medios de comunicación, están desactualizadas y las cifras que en ellas aparecen no corresponden a la fecha de este post.

martes, 2 de marzo de 2010

Colaborando

La percepción que la gente tiene de la situación económica depende de cómo le vaya y no al revés, es decir, que a uno no le van, objetivamente y al menos en principio, las cosas bien o mal en función de si ve el mundo que le rodea con optimismo o con pesimismo. Tampoco parece muy probable que una campaña como la puesta en marcha por unos cuantos políticos y entidades, parece ser que de variado pelaje, en la que se incita al personal a trabajar, todos juntos, por la recuperación y a compartir, a través de la Web, historias edificantes y de superación del estilo de las que podíamos leer en las Vidas de Santos de la posguerra española, vaya a tener mucho efecto en magnitudes como el valor de la deuda, el nivel de desempleo o el precio del petróleo, pero ahora parece que lo que hay que hacer es dejarse de vainas, como diría mi amigo Rubén, de Buenos Aires, encarar la vida con alegría y buscar la manera de transmitir confianza al vecindario. Bueno, pues por mí que no quede. Hoy, en lugar de escribir sobre macanas y pendejadas que es lo que, también según Rubén, hago habitualmente, voy a dejarles un fragmento de Los Miserables, que también es una historia ejemplar y con final feliz. Disfruten (podría añadir, mientras puedan, pero hoy, en beneficio del imprescindible espíritu de optimismo y concordia universales,  no voy a hacerlo).


lunes, 22 de febrero de 2010

Celtiberia Show (*)

No sé quién le escribe los discursos a este hombre,  ni cuanto cobra, pero yo lo haría mucho mejor y más barato. Cualquiera lo haría mejor. Además, ¿a qué viene pedir ayuda ahora? ¿No íbamos a salir de la crisis en seis meses y a crear empleo a final de año? Pues mejor que se quede con todo el mérito y Rajoy que se fastidie, que al año que viene hay elecciones. Pero, claro,  no es tan sencillo.  Tonterías aparte, no es el momento de pedir ayuda, sino de hacer algo, eso está claro pero ¿qué?. Como el riesgo de meter la pata, o simplemente de que la crisis siga su curso, ignorando las medidas gubernamentales, si es que finalmente se les ocurre algo, es muy alto, lo más prudente es intentar compartirlo con cuantos más mejor. Y para el PP, pillado, como de costumbre, con los pantalones abajo, intentando hacerse un hueco en  los caladeros de votos del PSOE y entretenido con la interminable secuela de sus fechorías, gurteles y demás, la salida es muy complicada. Si pactan, mal. No hay pacto que resuelva esto y además pactar ¿qué y contra quién?. Si no van al festival que les ha montado Pepiño en Fomento,  tendrán que explicarlo muy bien y aún así, cargarán con el sambenito de la insolidaridad y, lo que es peor,  se hará explícito su juego que es, no puede ser otro, que el de apostar a que las cosas vayan de mal en  peor para recuperar el poder. Y en este río revuelto, pescarán, como siempre, los nacionalistas, fieles a su propósito de aprovechar la inviabilidad de este totum revolutum en que se ha convertido España, Rosa Díez, que quizá no tenga discurso ni proyecto diferenciado en el área económica ¿quién lo tiene?, pero está llamando, con éxito, a la puerta de los muchos desencantados que hay, tanto con el PP como con el PSOE y que aún no están dispuestos a dejar de votar. Algo habrá, también, para los de Izquierda Unida, si es que aún queda alguno,  que aprovecharán la metedura de pata de las pensiones y la inevitabilidad, al menos desde el punto de vista cosmético, de una reforma laboral más o menos profunda, que romperá la deriva izquierdista del gobierno y les dejará algo de espacio para trapichear con los sindicatos cuyo papel tampoco ha sido demasiado lúcido, que digamos, aunque y a pesar de su escasa representatividad real,  aún sean imprescindibles para evitar que esto se convierta en una selva. Bueno, de momento puede que los veamos, a todos juntos, en torno a una mesa, demasiado larga para poder hablar de nada, el próximo miércoles o jueves. Podrían empezar por intentar explicar qué es lo que está pasando y cómo hemos podido llegar a esto desde la economía que más crecía al amparo del sistema financiero más saneado del mundo, pero, por favor, que no nos cuenten otra vez lo de las hipotecas subprime. Y a ver si alguien ve alguna relación entre lo que está pasando y la cuestión energética. ¿A que no?

(*) En memoria de Luis Carandell.

domingo, 14 de febrero de 2010

Revista de Prensa

Dos noticias sobre Aragón en El País de hoy: Una, el conflicto que enfrenta a los obispos de Barbastro y Lérida y de rebote a los gobiernos aragonés y catalán a propósito de 112 obras de arte de las iglesias de la franja que el obispo de Lérida tenía, supuestamente, en depósito y ahora no quiere devolver ni, y esto es literal, aunque se lo diga el Papa y dos: el ex-director de la Guardia Civil, pillado con ambas manos en la hucha cuando lo iban a nombrar ministro, que, una vez cumplida su condena, se queda con un pisito de más de 200 m en el corazón de París, una casa en las Antillas francesas y 10 millones de euros procedentes de la hucha en cuestión. Mientras tanto y por ahí fuera, el Obispo Rouco, siguiendo la senda abierta por su colega de San Sebastián que dijo que peor estábamos aquí que en Haití, por lo malos que éramos, atribuye la crisis a causas espirituales y el NYT acusa a Wall Street de conspirar con el gobierno griego para ocultar su deuda y agravar la crisis en Europa. El mismo, o parecido, interés tiene la noticia de que el Sr. Hereu, a la sazón alcalde de Barcelona, ha creado otro conflicto interautonómico, en este caso con el Sr. Belloch, alcalde de Zaragoza, a propósito de la candidatura de ambas ciudades a la organización de los juegos olímpicos de invierno de no sé qué año. Mientras tanto Vancouver, la sede actual, situada por encima del paralelo 49, está teniendo problemas por falta de nieve. Aquí, por lo visto, sobra y para aprovecharla se va a ampliar y mucho, la estación de Cerler con un proyecto faraónico que firma el mismísimo Foster. De Gran Scala se volvió a hablar no hace mucho, cuando el vicepresidente de Aragón anunció inminentes novedades como la presentación, por parte del consorcio promotor, de el proyecto definitivo del complejo para su aprobación por el gobierno regional. Ya dije en una ocasión que este tema iba a dar aún mucho que hablar. Una encuesta del CIS dice que Zapatero baja bastante en el aprecio de los electores pero que Rajoy no sube nada. En la última página de El País, Karmentxu Marin entrevista a Rosa Díez, que es la única que parece estar subiendo, sin que sus respuestas permitan averiguar cuál es la razón para esa subida. La SGAE ha sido condenada por un tribunal a devolver lo cobrado a bares y restaurantes en concepto de derechos de autor. Esto último va en serio, pero, lo siento mucho, no ha sido la SGAE de aquí sino su versión inglesa y el tribunal también era inglés. Hablando de tribunales, el Tribunal Supremo está considerando la posibilidad de empapelar al Juez Baltasar Garzón por intentar remover el asunto de la identificación de cadáveres en las fosas clandestinas de la guerra civil. Supongo que al final la cosa quedará en nada pero el espectáculo ya está dado. No hace mucho, otro tribunal ha juzgado y condenado a un ¡espía! que trabajaba ¡para Rusia!, el muy traidor. A doce años, y aún es poco. Y eso que tener algo que interese a los rusos, aunque ya no son lo que eran, lo suficiente como para espiarnos, levanta mucho la moral. A ver si nos enteramos de qué se trataba. Si no es un secreto, claro. Mientras tanto la crisis a punto de acabarse, o de acabar con el gobierno, según se mire. Y al pobre Marichalar, una vez divorciado de la infanta Elena, lo han apeado del burladero del museo de cera, a dónde lo habían enviado cuando la separación temporal, y lo han quitado, definitivamente, del medio. Y además, su ex suegro le ha quitado el ducado de Lugo mientras intenta, su suegro, no él, con poco éxito a lo que parece, sentar en al misma mesa a sindicatos, empresarios y partidos políticos para solucionar los problemas del país. Y no deberían tenerlo difícil ya que, según otra encuesta del CIS, los políticos y por extensión los sindicatos y los empresarios, son ya el tercer problema en importancia de los que tiene este país.

miércoles, 6 de enero de 2010

El ocio, de los otros, como recurso


Algunos de los que ahora gobiernan Aragón dicen creer, lo que crean realmente es otra cuestión,  que vamos hacia un modelo de sociedad, que ellos llaman del ocio, en la que lo importante será el diseño y la explotación de actividades para rellenar el mucho tiempo que ya no tendremos que dedicar al trabajo:  estaciones de esquí, parques temáticos, casinos, circuitos de competición, turismo de montaña, rural o urbano, festivales, fiestas patronales, becerradas y cosas por el estilo, además de carreteras, para ir de una juerga a otra y unas pocas industrias, de montaje de automóviles, por ejemplo, lo más aparatosas y menos necesitadas de ingenio que sea posible.  En España, además, una perspectiva de este tipo tiene todo el predicamento social que sea necesario. Aquí nada importa tanto como encontrar alguna ocupación distinta de trabajar, lo que la gente llama divertirse,  y eso, en un país de nuevos ricos, que se creen con derecho a tenerlo todo y a tenerlo ya, es, cuando menos, curioso porque  la energía, necesaria para tenerlo todo, si es que está disponible, habrá que pagarla, trabajando y si no,  tendremos que aportarla nosotros mismos y a eso, a aportar la energía necesaria para mantener la entropía local dentro de unos límites que la hagan compatible con la vida -más bien con la gran vida-, también se le llama trabajar.  Aunque puede que la idea no sea  exactamente que nosotros no hagamos nada, sino destacar el hecho de que los aragoneses tenemos un territorio especialmente bien dotado para que el resto del mundo, los 25 millones que van a acudir, cada año, a los casinos de Ontiñena, por ejemplo, venga a pasar aquí sus momentos de ocio. Como nosotros tendremos que hacer de camareros, macarras, putas, traficantes, limpiadoras, croupiers, guias de montaña, monitores de esquí y lo que salga, en realidad el ocio será para los otros, que irán cayendo más y más en el vicio y la molicie mientras nosotros, como laboriosas hormiguitas, iremos amontonando trigo en nuestro hormiguero y podremos así contribuir a la felicidad, y de paso al ocio, de tanto político y tanto listo a cuyos desvelos e ingenio tanto deberemos. Lástima que tan brillante idea no se nos haya ocurrido sólo a nosotros.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Capiat qui capere potest


Esta mañana he visto este cartel en dos tiendas, una carnicería y una librería, ubicadas bastante lejos una de la otra. Debajo el fleco habitual con el número de teléfono al que debía llamar el ansiado profesor. La verdad es que me ha hecho gracia. Que alguien necesite, en estos tiempos y además urgentemente, un profesor de Latin no deja de ser algo sorprendente, porque el latín hace ya algún tiempo que dejó de figurar en los curriculum de eso y bachillerato. Quizá hubiera sido una buena idea intentar convertirlo, otra vez, en la Lingua Franca europea, pero ahora ya es tarde porque ese papel lo ha asumido el inglés, salvo en España, claro, dónde la inmensa mayoría de la población ni lo habla, ni se espera que lo hable, pero andamos entretenidos intentando convertir en idioma propio de cada Taifa alguna fase intermedia de la evolución del Latín al Castellano o alguna jerga incomprensible, sin estructura ni vocabulario, cuyo único mérito parece ser el de que no lo hablen, ni tengan la menor intención de hablarlo, en ninguna otra parte del mundo.

jueves, 8 de octubre de 2009

Gran Scala y el movimiento perpetuo


Ayer leí una noticia acerca del inminente pago, por parte de las gentes de ILD, del segundo plazo de la opción de compra sobre las tierras de Ontiñena en las que, se supone que, se asentará Gran Scala, aquel fabuloso conjunto de cuarenta casinos, treinta hoteles, veinticinco millones de visitantes al año y diecisiete mil millones de euros, más de lo que pretende recaudar ZP con su subida de impuestos, de inversión que iba a construirse nada más terminar la Expo. La verdad es que sigo sin saber dónde está el truco. Ya sé que los 200.000 euros que han pagado por la primera de las opciones de compra no son mucho y menos en un país dónde las pensiones de jubilación, de algunos, superan los 3 millones al año y los 52 a tocateja, pero, aún así no acabo de entender el juego ni de los de ILD ni, mucho menos, del gobierno de Aragón. Yo no sé si habrán pagado, o no, el segundo plazo, pero Gran Scala sigue pareciendo ahora lo que parecía hace dos años, una estupidez, de las de manual. Tanto si se llega a construir algo, cosa que dudo, como si no, la cosa no tiene ni pies ni cabeza. La presentación en la Sala de la Corona del Pignatelli fue, además de inadecuada, un prodigio de mal gusto, el esquema y los dibujos parecían, aún anda el video por Youtube, si alguien lo duda, el anuncio de un mal videojuego, las empresas con las que decían contar, Aristocrat, por ejemplo, ni siquiera sabían que estaban metidas en el ajo y los parques temáticos y las explicaciones que daban eran de risa, la ley, ad hoc, perpetrada por las Cortes Aragonesas, es un escándalo de dudoso encaje en cualquier ordenamiento civilizado, los responsables, salvo los dos que intentaron y casi consiguen, venderle el móvil perpetuo a Aliaga, van y vienen, más bien van y algunos políticos aragoneses, que hace muy poco nos vendían este engendro como lo más grande desde Fernando el Católico, callan ahora o echan balones fuera. Todo menos reconocer que ¿se han dejado engañar? por unos trileros o que han metido la pata hasta el corvejón. Tengo curiosidad por ver cómo salen de esta.

martes, 29 de septiembre de 2009

¿Crisis? No se preocupe: construya un parque temático.


Acabo de ver por televisión que, en un ayuntamiento de Madrid, creo que Torrejón, han destinado 5 millones de Euros del plan E a construir un parque temático, o algo similar, formado por reproducciones de cartón piedra de los monumentos europeos más representativos, o que ellos consideran más representativos. Preguntado por la periodista, el concejal de obras del municipio en cuestión decía que, pensando en algo para atraer al turismo y a falta de monumentos propios, habían tenido la idea de construir el parque de marras. Esto del turismo se está sacando de quicio. Una cosa es que un determinado territorio viva, o lo pretenda, de la explotación de sus recursos naturales o artísticos y otra cosa es que se los invente. Reproducir, como parece que van a hacer allí, la Puerta de Brandenburgo o la Fontana di Trevi y pretender que la gente se desplace y pague para verlos no es, como parece, una idea completamente idiota. Habrá gente que irá a ver eso, como hay gente que va a ver el Arenysaurio (en la imagen), un bicho que recuerda a Dino, el de los Picapiedra, que se han montado en un pueblecito de por aquí cerca en el que, por lo menos, parece que encontraron restos de dinosaurio, pero en algún momento habrá que poner coto a tanto parque temático, centro de interpretación y monsergas de la misma especie. Si todos queremos vivir del turismo, nos pasará como a aquella cadena de pueblecitos de las montañas suizas que pretendían vivir, cada uno, de lavar la ropa del de al lado.

Fotografía del autor.