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jueves, 19 de diciembre de 2024

El dedo en el ojo

 

Apenas dos meses después del último ‘momento histórico’, vivido gracias al anuncio de la ubicación de un centro de datos en Calatorao, asistimos a otro a cuenta de la decisión de la empresa china CATL de instalar una gigafactoría en Figueruelas. Un diario de circulación nacional saludaba el acontecimiento con un editorial titulado ‘El milagro económico aragonés’ en el que, entre otras cosas, todas estupendas, se decía que Aragón es ‘una de las pocas regiones de España que están entrando en el futuro de manera clara y firme, convirtiendo en fortalezas lo que hasta ayer eran debilidades’

No creo que sea para tanto, ojalá lo fuera, pero, en todo caso, no estaría de más tratar de mantener los pies en el suelo, sobre todo al hablar de inversiones multimillonarias como las que, por lo visto, está previsto que se materialicen a lo largo del año que viene. Unos cuarenta mil millones, según la entusiasta editorialista.

Conviene aclarar, yo también estaba algo despistado, que el término giga en la palabra gigafactoría, no se refiere, o no sólo, al tamaño de la fábrica en cuestión, sino al orden de magnitud (Gwh) de la capacidad de almacenamiento del millón de baterías para automóviles eléctricos que va a producir al año. Que es una cantidad ciertamente respetable y que debería suponer, de materializarse, que el tránsito a la movilidad eléctrica ha dejado, o habrá dejado para entonces, atrás las dudas sobre su viabilidad. 

Una vez más las fortalezas de Aragón, exhibidas a la hora de acoger este tipo de fábricas, son el suelo disponible, el agua del Ebro y el sol y el viento que pueden, con los artilugios adecuados, transformarse en energía eléctrica que, gracias a su origen, habrá devenido renovable. El suelo ya parece estar comprometido en las proximidades de la actual factoría de Figueruelas, agua, al menos este año, parece haber de sobra y energía… ya veremos. No sé si es a estas fortalezas a las que se refería la editorialista, ni por qué, de ser así, eran antes debilidades. A no ser, claro, que se considere una fortaleza sobrevenida la progresiva despoblación del territorio, Zaragoza excluida, y la consiguiente disponibilidad para otros usos de la energía, el agua y el suelo que nosotros no utilizamos por falta de gente, de dinero o de ideas.

El regulador eléctrico español ha aplicado varias veces en los últimos años, y por última vez el pasado jueves, el protocolo de desconexión de grandes industrias. La razón es un déficit ocasional en la generación procedente de fuentes renovables. Esto es algo que no tiene por qué condicionar nada, pero pone de manifiesto que las redes de transmisión, diseñadas para un suministro centralizado y homogéneo y los sistemas de almacenamiento necesitan adaptarse cuanto antes. Pero ayer, viniendo de Zaragoza, mientras atravesaba las nuevas trincheras de Estrecho Quinto, y a la vista de lo que ha pasado y está pasando en Valencia, me preguntaba si hay aquí alguien planificando algo. 

Enviado a ECA 20 de diciembre de 2024


sábado, 19 de octubre de 2024

Momentos históricos

 

Hace 16 años, en la sala de la Corona de la sede del gobierno de Aragón, presentaron lo que iba a ser ‘el proyecto más grande en Aragón desde los Reyes Católicos’. Sus impulsores, se dijo, ‘habían sabido reconocer la idoneidad del territorio Aragonés’ para desarrollar un proyecto que iba a atraer 40 millones de visitantes cada año, y que consistía en ubicar un enorme conglomerado de hoteles y casinos en el desierto de los Monegros. La proclamada idoneidad de Aragón se debía a la ‘disponibilidad de agua, energía y suelo abundantes’, además de ‘estabilidad política’. El proyecto no salió adelante, pero se había declarado de interés público o se había modificado la legislación para facilitar su puesta en marcha. Nadie, por supuesto, asumió, tras el fracaso, responsabilidad alguna ni dio la menor explicación.
El Heraldo de Aragón del pasado día 15 daba la noticia de la presentación, en el mismo lugar, del proyecto de creación, por un fondo de inversión norteamericano, de un nuevo centro de datos en Calatorao. En principio nada especialmente llamativo; entre Huesca y Zaragoza ya hay tres centros de ese tipo en explotación y, contando este y según el mismo artículo, otros 16 en proyecto, impulsados por Microsoft y otras empresas relacionadas con el sector informático o los fondos de inversión. La presentación tuvo, sin embargo, algunos momentos de 'déjà vu' como, por ejemplo, cuando el presidente dijo que el promotor había ‘sabido reconocer el inmenso potencial que tiene Aragón’, constatando, añadió, que en ‘Aragón contábamos con talento, energías renovables, agua suelo y paz social’. Llevado por el entusiasmo, aunque en esta ocasión sin involucrar a los Reyes Católicos, dijo también que Aragón estaba viviendo un ‘momento histórico’ y anunció la declaración de interés autonómico del proyecto. Las similitudes, por el momento, terminan aquí. Espero.
El presidente aseguró que Aragón iba a superar a Virginia, en Estados Unidos, como sede de estos centros, cosa que, a decir verdad, no parece muy difícil. Virginia no dispone de demasiado suelo libre, algunos enclaves históricos de la Guerra Civil americana han tenido que ser utilizados para instalar los últimos centros, y en algunos sectores del estado empieza a preocupar el agua y la energía comprometidos en esas instalaciones. Ese, el de preocuparnos por el futuro, es un problema que aquí no tenemos.  Aun así, no acabo de compartir el entusiasmo por estas granjas de máquinas, ordenadores, routers, etc., que serán chatarra en pocos años y que, mientras tanto, consumirán recursos, ya veremos si por encima de nuestras posibilidades. Sería mejor intentar, como proponía mi buen amigo Ildefonso García Serena la semana pasada, impulsar la fabricación de chips. O retener y atraer talento para desarrollar los algoritmos que gestionarán los datos base de la IA, ya que tanto, y sin duda tan justificado, interés tenemos ahora por esta tecnología. 
Porque la presencia de los centros de datos en territorio aragonés aporta más bien poco a la digitalización de la comunidad. Los doscientos empleos que se anuncian para después de la terminación de las obras, si finalmente se llevan a cabo, serán empleos de mantenimiento. Electricistas cualificados, probablemente con titulación superior, pero nada más. Los puestos de trabajo relevantes en esta industria seguirán estando en California y otros lugares de Estados Unidos o en Alemania, Reino Unido o Dinamarca. Aquí podemos seguir viéndolas venir, pero hay otras posibilidades. De todo lo que alardeamos, agua, energía…, el talento es lo más seguro. No conviene desaprovecharlo.


Enviado a ECA 25 de Octubre de 2024


sábado, 18 de mayo de 2024

Lambán y la coherencia


A mí la ley de amnistía, impulsada por el actual gobierno y sus apoyos parlamentarios, no me quita el sueño. Para eso ya tengo la próstata. Me parece que no es más que una parte del circo político que, como todos los circos, está en busca del ‘más difícil todavía’, ensayando números cada vez más arriesgados hasta que alguno de los acróbatas se rompa la crisma. El mayor peligro, de este circo en particular, está en que los numeritos no se realizan en el escenario ni sobre una red, sino justo encima de nuestras cabezas, con lo que resulta algo difícil desentenderse del todo. 

 En fin, metáforas aparte, si he tocado el tema de la amnistía no es porque me importe demasiado que los políticos se amnistíen entre ellos o que trafiquen, en busca de su propio beneficio, con los votos que, ingenuamente, les ha dado el personal. Eso está dentro del orden natural de las cosas y, desde luego, de lo que cabe esperar. No. Es porque me ha llamado la atención la actitud de Javier Lambán, senador y ex presidente de Aragón, negándose a participar en la última, o penúltima, parte del más arriesgado, hasta ahora, de los saltos mortales de nuestro inefable presidente del gobierno. Yo ya sé lo que opina, o lo que opinaba, el Sr. Lambán del Sr. Sánchez, pero también sé, y de primera mano, que no era nada distinto, puede que algo más matizado, de lo que opinaban de él, antes de que llegara al poder, destacados políticos en activo convertidos después, milagrosamente, en fervorosos seguidores de su política. 

 Por eso me parece que tiene cierto mérito mantener el tipo, en un tiempo en el que la dignidad ya no parece un valor en alza. Es verdad que Lambán no se juega mucho en este envite. Una vez laminados sus candidatos a las cortes generales y al parlamento europeo y pendiente, sólo, del paso del tiempo para dejar la secretaría general y supongo que también la política activa, puede permitirse, por 600€ de multa, el lujo de decir y hacer lo que, en conciencia, cree que debe hacer o decir. Su partido ya ha dicho, y seguro que saben lo que dicen, que es una cuestión puramente individual y que el riesgo de contagio es nulo. Cosa que también está dentro de lo que cabía esperar.