miércoles, 17 de mayo de 2006

yo sé, yo sé, yo sé la manera ....

En la calle suenan las bocinas de unos cuantos coches. Como son las once y media de la noche y había oído que jugaba el Barcelona y estas algaradas ya me empiezan a resultar familiares, entro en Internet y descubro que la noticia de cabecera de El Pais, el Mundo, el ABC y la mayor parte de los periódicos de Europa y América es, precisamente, que el Barcelona ha ganado la Copa de Europa y que ha metido dos goles, mientras que su rival, el Arsenal inglés, ha metido uno. Por la tarde en la radio he oído que Rajoy y Zapatero habían coincidido en pronosticar un tres a uno a favor del Barcelona. ¿No es maravilloso? A mí no me importa lo más mínimo que el Barcelona, o cualquier otro equipo de fútbol español o extranjero, gane o pierda pero, puestos a preferir, hubiera preferido que perdiera para evitarme los bocinazos y los berridos de los imbéciles que salen a la calle, dicen que a celebrar la victoria de su equipo, destrozando todo lo que se les pone por delante empezando por mis tímpanos. ¡Serán cretinos! Cada vez estoy más convencido de que una de las principales ocupaciones del resto del mundo es fastidiarme a mí. Como el subnormal ese que aparca su furgoneta delante de mi garaje y luego, cuando llega tan pancho despues de hacerme esperar diez o quince minutos en la puerta, ni siquiera me mira. O el repartidor, que descarga su mercancía dejando su camión en medio de la calle de dirección única por la que necesariamente tengo que pasar cuando salgo de casa. Es un moro al que solo le falta una espingarda para parecer un auténtico cabileño de Abd El Krim y el otro día le dije que si no quitaba su trasto del medio llamaría a la policía. Llama, llama, me dijo el muy cafre, y siguió como si tal cosa. Por supuesto no llamé. El moro solo me hace esperar media hora y la policía tarda en aparecer, como mínimo, hora y media. Eso si aparece.