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lunes, 17 de julio de 2023

De historias, historietas y cuentos chinos

 

Ha muerto Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón y otros personajes para la Editorial Bruguera de los 60, en la que se hizo habitual de revistas como el DDT o Pulgarcito y parte inseparable de los recuerdos infantiles de mucha gente de mi edad e incluso veinte o treinta años más joven. Mortadelo y Filemón, el botones Sacarino o los vecinos del número 13 de la Rue del Percebe reflejaban, mucho mejor que la prensa seria, la sociedad de la segunda mitad del pasado siglo. Ibáñez fue, desde luego, un maestro de la historieta gráfica, cómic, se llama ahora, pero también un fino observador del tiempo que le tocó vivir, que reflejaba magistralmente en sus historias. Historias que, por otra parte, cumplían perfectamente su misión de divertir tanto a los niños como a sus padres, y que siguen haciéndolo en la actualidad, aunque seguramente algunas de ellas estarían fuera de lo que hoy se considera políticamente correcto. Descansa en paz, maestro.

Ya que hablamos de historietas, el domingo termina, provisionalmente, el sainete este de las elecciones, después de una campaña interminable, jalonada con elecciones intermedias que, por lo visto, no resolvieron gran cosa. Las opciones, en estas, se limitan, en la práctica, a dos candidatos que tampoco parece que vayan a arreglar mucho. Los dos partidos mayoritarios, perfectamente intercambiables entre sí, pueden verse obligados a recurrir, como en la legislatura pasada, a grupos más radicales y con menos que perder y a implementar políticas algo más arriesgadas como repartir miles de euros entre los nuevos votantes, reducir el horario laboral, derogar algunas leyes o restringir la emigración o… cualquiera sabe.  

Por lo demás, la campaña no ha tenido demasiado interés. Supongo que se podrían haber discutido, pero no me suena que se tocaran, asuntos como las consecuencias de la digitalización, la irrupción de la inteligencia artificial o el previsible final del dinero en efectivo, el incierto futuro del sistema de pensiones, la desertización de zonas cada vez más extensas del territorio, el incremento desbocado de los precios o, aquí en Aragón, la sorprendente aparición de un depósito con miles, o millones, de toneladas de hidrógeno natural, algo que, hasta no hace mucho, se consideraba prácticamente inexistente en la Tierra, que, procedente, dicen, de las profundidades del Pirineo, ha venido a recalar entre Monzón y Barbastro.

Este último tema, por cierto, me parece merecedor de algo más de atención que una presentación, casi clandestina y algo confusa, el pasado mes de junio, a cargo del consejero de industria del gobierno de Aragón y de uno de los dos socios de la empresa que se propone explotar el yacimiento. Se trata de obtener hidrógeno natural, sin necesidad de recurrir a los costosos procedimientos actuales y, por tanto, de disponer de una fuente de energía primaria, alternativa al petróleo y a la puerta de casa. La empresa, según parece, ya cuenta con una concesión del gobierno, aunque está pendiente de una modificación legislativa y de encontrar los cientos de millones que va a costar la cosa de aquí al 2028. Que tampoco veo yo para qué tantos millones y tantos años de trabajos previos si el hidrógeno, dicen, está ahí y no se necesita más que un pozo, o los que sean, para extraerlo. Alguien, hay gente para todo, podría pensar que hay algún parecido con otra presentación que se hizo, con mucho más ruido, en la sala de la Corona, en el Pignatelli, en diciembre de 2007. Pero seguro que no hay ninguna relación entre ambos hitos históricos (sic) y que los informáticos que prepararon la presentación entonces son distintos de los de ahora. A pesar de las apariencias.

En fin, que todo sigue más o menos igual. Empeorando, sí, pero despacio. 

sábado, 5 de marzo de 2016

Así lo veo yo (con perdón)

En una semana pueden ocurrir, como de hecho están ocurriendo en esta, muchas cosas. Cosas que configurarán el futuro en formas que seguramente ahora no sospechamos y cosas que son una consecuencia, que ahora parece  inevitable, de acontecimientos del pasado. La civilización, que hemos construido en poco más de un millón de años de los más de 4000 que tiene el planeta que habitamos, ha alcanzado niveles de complejidad tales que hacen cada vez más difícil la tarea del analista político, el experto en casi todo o el simple enteradillo de barra de bar que, más o menos, suelen tener el mismo éxito en sus predicciones. Pero ya casi nadie se sorprende de nada y todo el mundo les da a los pronósticos, ya sean sobre la evolución del clima, la economía o la política española o estadounidense, el valor que tienen, escaso, sin exigir mayores responsabilidades a sus autores. De la misma manera los políticos pueden sostener o pretender que sostienen, en cualquier momento, posiciones inamovibles que serán modificadas sin que nadie aprecie en ello más que la necesaria flexibilidad ante una situación y unos supuestos que cambian con desconcertante celeridad. En este entorno, cualquiera, como yo que no soy analista ni paso por experto en nada, puede permitirse especular sobre lo que va a ocurrir en las próximas semanas o meses. Por ejemplo, si alguien, no es el caso, me preguntara, yo diría que no habrá nuevas elecciones y que el próximo presidente del gobierno, aunque quizá no por mucho tiempo, será Sánchez y que lo será con el apoyo explícito de Ciudadanos y el implícito de Podemos, que no puede arriesgarse a someter a evaluación pública la tosquedad exhibida por su líder en la pasada sesión de investidura. Y si no es así será de cualquier otra manera, pero creo que considerarán y si es el caso, ensayarán todas las opciones posibles para evitar unas nuevas elecciones que, de momento y por unos días al menos, les dejarán sin los sillones y los privilegios que apenas han empezado a disfrutar. Por si hubiera alguna duda ya han dejado claro, unos y otros, que están dispuestos a prescindir de sus proclamados principios, en el mejor estilo marxista, de Groucho Marx, sin el menor escrúpulo con tal de seguir en el poder o alcanzarlo. Mientras escribo esto me llega la noticia de que la segunda votación ha dejado las cosas como estaban y que Podemos ha mantenido su negativa a apoyar a Sánchez tal como estaba previsto. Bueno, no importa. Quedan dos meses antes de que se disuelva el parlamento. Ya veremos qué pasa de aquí a entonces pero si yo fuera uno de ellos, de los que tienen que buscar una salida a esta situación, procuraría solucionarlo antes y evitar, en todo caso, unas nuevas elecciones. La gente está harta de discursos vacíos, de insultos y descalificaciones de ida y vuelta y del poco edificante espectáculo de lo que, cada vez más, se presenta como una descarnada lucha por el poder y nada más y puede acabar abominando de esta forma de hacer política pero no para sustituirla por el modelo de democracia ateniense, por ejemplo, en el que los gobernantes se elegían por sorteo y que no es más irracional que el que tenemos ahora, sino por algo peor, no sólo que el modelo ateniense sino incluso y ya es decir, que el actual. Ya ha pasado antes. 

(Enviado a ECA)

domingo, 8 de junio de 2014

Diálogos para besugos II


- Buenos días. ¿Es aquí donde se vota al PP?
- No, señor.
- ¿Y al PSOE?
- ¿Va a votar al PSOE?
- Desde luego que no. ¿Por quién me ha tomado?
- Pues para votar al PP tiene que ir a aquella mesa de allí.
- ¿Al PP? Ni loco.
- Pero ¿No ha preguntado si aquí se votaba al PP o al PSOE?
- Si. Quería comprobar si aún había alguien que les votaba.
- Eso a usted no le importa. Si no va a votar, aquí no se le ha perdido nada. Váyase.
- No tengo que decirle a usted si voy a votar o no. Quizá vote. ¿A quién se puede votar en esta mesa?
- A nadie. En esta mesa no se vota.
- Pues  yo quiero votar. Quizá vote a nadie.
- Pues eso ya está hecho. Puede irse.
- ¿Eso es todo? ¿No tengo que poner mi voto en la urna?
- ¿Para qué?
- ¿Cómo que para qué? Tengo derecho a votar a nadie si quiero. Y quiero que se cuente mi voto cuando se abra la urna.
- Si es por eso no se preocupe. No vamos a abrir esta urna.
- ¿No? ¿Y por qué la han puesto ahí?
- Bueno, la urna está puesta, pero ya ve que no tiene ranura para introducir las papeletas. Además tampoco hay papeletas.
- Yo traigo mi papeleta de casa. Y quiero echarla en la urna. Haga el favor de abrirla.
- ¿Abrir la urna antes de que finalice la votación? ¿Está usted loco? Eso es imposible. Es un delito.
- Bueno, pues esperaré a que finalice la votación y entonces le daré mi voto.
- De ninguna manera. Una vez finalizada la votación, nadie puede votar.
- Entonces todo está en orden. Yo soy nadie.
- ¿Nadie? ¿Y va a votarse a usted mismo? ¿No le da vergüenza?
- Quizá me vote. Y puede que no. No tengo por qué darle explicaciones a usted. Ni a nadie.


sábado, 24 de mayo de 2014

Fútbol y elecciones.

El partido de fútbol de esta noche en Lisboa, está, con seguridad, muy por encima de las elecciones de mañana en las prioridades de la gente. Ochenta mil personas han viajado hasta el lugar del encuentro, sin entradas para el campo de fútbol, sólo para estar con su tribu, desafiar a gritos a sus oponentes y beber y entonar juntos sus cantos de victoria o lamerse las heridas cuando la batalla finalice. Otros muchos se reunirán con el mismo objeto en una u otra plaza de la principal avenida de Madrid y de otras ciudades. Los que compiten por un puesto en el parlamento europeo y los líderes cuya supervivencia depende del éxito o el fracaso de sus correligionarios estarán, esta vez, casi solos, sobre todo los que no encuentren a tiempo excusas para justificar su derrota. Y  el lunes, o el martes, todo habrá terminado y todo volverá a empezar de nuevo.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Que más da....


He aquí el último post, traducido del original inglés, de George Mobus sobre las elecciones norteamericanas. 

¿¿¿Quién ganará???

Les puedo decir ya quién ha perdido. Los ciudadanos de los EE.UU. (y del mundo). El ecosistema global. Las generaciones futuras. Innumerables especies.

¿No sería agradable hacer un experimento científico real?. Necesitamos tres planetas Tierra, todos empezando  en el estado actual. En una Tierra elegiríamos a Romney, en otra a Obama y en la tercera a una persona al azar. Ahora observamos la evolución de los planetas durante los próximos cuatro años. ¿Cuáles serían los hipotéticos resultados?

Muchas personas votan por Obama como el candidato menos malo – el que hace menos daño -. Otros muchos votan a favor de Romney como el menos propenso al socialismo, el que va a devolver a América sus excepcionales raíces. Todos los votantes tienen visiones muy diferentes acerca de cómo irán las cosas en los dos primeros escenarios (nadie piensa en el tercero). Pero todas esas hipótesis se basan en suposiciones totalmente incorrectas sobre el estado del mundo y sobre lo que es posible en el futuro.

La realidad es que las fuerzas en juego. las que darán forma a nuestro mundo en los próximos años, son ya demasiado poderosas y han avanzado demasiado para que cualquiera de los dos candidatos reales e incluso el candidato aleatorio, tengan un impacto significativo sobre lo que está pasando.  Nos estamos quedando, irremediablemente, sin la energía neta necesaria para hacer trabajo útil. El clima está ya más allá del punto de no retorno hacia un cambio devastador. Ya no será posible apreciar la diferencia entre lo que el presidente Obama o el presidente Romney hacen, para bien o para mal. Ninguno de ellos tiene siquiera una pista acerca de lo que está llevando al colapso la economía mundial,  por lo que tampoco tienen ni idea de lo que hay que hacer para disminuir el daño y mucho menos para cambiar el curso de los acontecimientos.  Podríamos haber elegido a cualquier persona al azar para hacer el mismo trabajo.

Por supuesto, a causa de su ceguera, cada uno de ellos causará problemas al tratar de arreglar las cosas de acuerdo con sus ideologías y creencias acerca de cómo funciona el mundo. Obama ya ha hecho un daño irreparable a la economía real al permitir que el mundo financiero siguiera robándonos y eso no va a hacer más que empeorar. Y su creencia de que de alguna manera, la inversión en energías alternativas podría mejorar las cosas, si no darles la vuelta (empleos verdes y todo eso), no casa con la realidad científica, ¡a pesar de que su Secretario de Energía es un premio Nobel de Física! Este daño es insidioso ya que, superficialmente, puede parecer un intento de preservar la normalidad. Incluso puede parecerles, a los ingenuos, que las políticas de Obama están funcionando. La situación del empleo parece un poco mejor (pero hay que mirar más profundamente, por ejemplo a los salarios reales perciben los nuevos empleados). Sospecho que la actual y aparente mejora de las cifras económicas se evaporará rápidamente tras las elecciones. Si Obama gana, de hecho, podríamos ver una caída muy rápida en una seria recesión / depresión cuando los republicanos, en una política de tierra quemada, nos empujen hacia el llamado abismo fiscal.

Por su parte, Romney hará daño precisamente por no tener ninguna pista sobre lo que habría que hacer. Está impulsado por una ideología (por ejemplo, de los hermanos Koch) que es el mismo conjunto de creencias que nos ha llevado hasta donde estamos ahora. Y si gana, apuesto a que habrá una significativa resistencia demócrata en el Senado, similar a la que los republicanos han hecho en la Cámara de Representantes durante el mandato de Obama imposibilitando de facto cualquier avance en cualquier sentido -stalemate-.

Y si usted está preocupado por el efecto en la Corte Suprema de la presidencia de Romney, no lo haga. En primer lugar no hay realmente ninguna razón para creer que Obama vaya a nominara a alguien que no pertenezca a la corporatocracia o a  Wall Street. Quizá podría, pero su falta de cualquier acción significativa contra Citizens United sugiere que él también es propiedad de los negocios. Cree que el capitalismo es, después de todo, la respuesta a los problemas. En segundo lugar, la escala de tiempo en el que en el que el nombramiento de un juez puede tener algún efecto es demasiado largo en relación con el tiempo que falta para que las ruedas se salgan de la vía.  Si hoy la gente está preocupada por lo que el tribunal pueda resolver en cuestiones como el derecho al aborto o el matrimonio homosexual, pronto se olvidarán de eso cuando los problemas de conseguir alimentación adecuada y otros recursos empiecen a dominar la escena. La Corte Suprema se volverá tan irrelevante como lo es ahora el Congreso o la Presidencia.

Mi hipótesis es que, desde una cierta distancia, nadie será capaz de apreciar alguna diferencia entre los tres planetas.  Simplemente, no hay nada que un ser humano puede hacer para revertir o siquiera ralentizar significativamente la contracción inevitable de la economía mundial y los impactos de los graves acontecimientos climáticos que sobrevendrán. Y eso, más que cualquier otra cosa, es lo que va a cambiar nuestras vidas.

Feliz votación.

domingo, 5 de febrero de 2012

Rubalcaba


es ahora el nuevo Secretario General del PSOE por sólo 22 votos de diferencia, en un congreso con cerca de mil delegados con derecho a voto. La única alternativa era Carmen Chacón, representante de la franquicia semiindependiente del partido en Cataluña, una mujer cuyo discurso, no excesivamente sólido, se vio fuertemente perjudicado por los gritos y los gallos de su intervención final. Rubalcaba, por su parte, dijo lo que tenía que decir, teniendo en cuenta a quién se lo tenía que decir, gesticulando menos que de costumbre y aún así bastante, pero huyendo, en lo posible, del desacompasado tono mitinero de su rival, más adecuado, acaso, para un acto de campaña. Es muy probable que algún delegado, sorprendido por las formas de Chacón, decidiera cambiar su voto en el último momento dando así la victoria, por estrecho margen, a Rubalcaba. En todo caso y en mi opinión, ha triunfado la opción más razonable para los intereses del partido. Dejar ahora el PSOE en manos de lo que parece una segunda y nada mejorada, por cierto, edición del zapaterismo, era una opción excesivamente arriesgada para un partido que tiene que afrontar, en un plazo muy breve, dos elecciones regionales, una de las cuales, la de Andalucía, puede representar la diferencia entre el desastre total y una suave travesía del desierto. Lo más negativo que se puede decir de Rubalcaba, aparte de que es hombre, viejo, pequeño, calvo y feo es que ha perdido estrepitosamente las últimas elecciones generales pero, en su favor, hay que decir que aceptó la candidatura en unas condiciones desesperadas y que dió la cara, para que se la rompieran, por otro que, como el capitán del Concordia, abandonó, cuando se estaba hundiendo, el barco que había hecho naufragar. Por cierto que Rubalcaba, en su discurso de aceptación del cargo, dijo que buscar la sostenibilidad energética era de izquierdas y no dijo nada de volver a retomar, en cuatro días, la dichosa senda del crecimiento. Algo es algo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La reforma monetaria según Rubalcaba

El Sr. Rubalcaba, a la sazón candidato del Partido Socialista a presidir el próximo gobierno de España, se dedica, como el resto de los candidatos,  a pontificar aquí y allá sobre lo que creen él o sus asesores que convendría hacer o dejar de hacer para sacar al país de la crisis. Lo último y lo más notable que ha dicho hasta ahora es que ‘no hay forma de salir del agujero sin cambios en la política monetaria’ lo que no deja de ser bastante cierto. Lo malo es que los cambios que preconiza no cambian nada. Proponer a estas alturas una ampliación de la base monetaria, que supongo que significa poner más dinero ¿prestado? en circulación y una reducción de los tipos de interés para incrementar la inversión y sostener artificialmente el crecimiento parece más una huida hacia adelante que otra cosa. El crecimiento es un problema porque el sistema monetario actual, basado en la deuda, lo hace inevitable para mantener el tinglado. La solución no es crecer a cualquier precio porque, como un hombre con formación científica, como él, debería saber, no es posible sostener indefinidamente un sistema lineal en un entorno finito, sino combatir las causas que hacen del crecimiento una obligación ineludible y entre ellas está, efectivamente, un sistema monetario basado en la deuda y por tanto en el incremento exponencial de la masa monetaria existente, que no necesariamente circulante, que deja en manos de los bancos comerciales la creación del dinero a partir de la nada. La reforma monetaria que se necesita es aquella que impida a los bancos prestar –crear- un dinero que no tienen, imponiendo una reserva fraccionaria del 100% y devolviendo al estado el monopolio de la creación y puesta en circulación del dinero. Y los bancos a lo suyo, a guardarnos el dinero por si nos lo roban en casa y a prestar ‘sólo’ lo que previamente hayan acordado con los depositantes, es decir, con nosotros, que se puede prestar. Ni un euro, o lo que sea, más.