jueves, 25 de mayo de 2023

1953

El tiempo pasa más deprisa a los 70 años que a los 20 por la sencilla razón de que, inconscientemente, comparamos cada intervalo de tiempo con el tiempo vivido o del que tenemos memoria. También porque a los 20 no solemos albergar muchas dudas acerca de que después del año en curso vendrá otro, y otro después y eso hace que veamos con cierta indiferencia el paso del tiempo. Indiferencia que va desapareciendo y que, en torno a los 70 años, se transforma en algo ligeramente parecido a la angustia. A los 70 uno está, le guste o no, en la recta final de la vida, y es mejor hacerse a la idea y llevarlo con paciencia y resignación. O con orgullo y satisfacción, como diría aquél


El caso es que a esta edad ya no es posible ignorar que tenemos un tiempo limitado y que hemos agotado la mayor parte. La cuestión, una vez liberados de obligaciones laborales, es cómo pasar ese tiempo que queda de la mejor manera posible. A la larga, da igual los planes que uno haga, porque la vida y la muerte tienen su propia agenda, pero es posible elaborar proyectos, a corto o medio plazo, de cuyo cumplimiento, como si de un programa electoral se tratara, nadie va a pedirnos cuenta. Por ejemplo, intentar entender la ecuación fundamental de la relatividad general; apuntarse a alguna teoría de la conspiración; releer a Verne, a Nietzsche, a Crompton, a Lope de Vega…; viajar, mientras sea posible; ver viejas películas y cantar, o tararear viejas canciones con viejos o nuevos amigos; recopilar boutades y publicarlas en un blog; charlar al lado del fuego, en un café o debajo de un árbol... o poner una huerta… o cualquier otra cosa. Llevo 905 días ininterrumpidos, hasta ahora, aprendiendo alemán. Empecé para comunicarme con una clínica de Frankfurt en la que, finalmente, prefirieron ignorar mi esfuerzo y hablar en español. Ahora que mi nivel es ya bastante razonable, no me planteo dejarlo, pero tampoco llegar mucho más lejos. ¿Para qué?


Pues para ir pasando el tiempo. Sin agobios. Sin prisa. Tampoco el tiempo tiene prisa y a los 70 aún podemos permitirnos ir despacio. Pero eso no quiere decir que el tiempo nos olvide y de vez en cuando un tumor aquí o allá, el retorno de alguna afección infantil casi olvidada, una gripe mal llevada o una caída de la bicicleta o por una escalera, nos hace avanzar un poco más deprisa y nos recuerda que, en realidad y comparado con cómo acabaremos estando, antes estábamos perfectamente. Esa es la idea. Estábamos ayer, con una alta probabilidad, mejor que hoy y mejor de lo que estaremos en cualquier tiempo por venir.


A los 70 años el entorno más familiar, aquel en el que uno se ha movido con cierta comodidad, empieza a desdibujarse. La muerte de los padres, generalmente traumática, suele poner de manifiesto dos cosas: que morir no es fácil, ni para el que se muere ni para los que, provisionalmente, se quedan, y que entre la muerte y uno mismo ya no queda nadie. Los amigos van desapareciendo, despacio al principio y más deprisa después, muchos de los teléfonos que te han facilitado la vida ya no están operativos o no los cogen cuando llamas y tú mismo te vas volviendo transparente… No es una sensación desagradable, pero sí un poco extraña al principio. Empieza uno a ver la vida, y la vida a verle a uno, con una cierta distancia. Eres parte del pasado y también de un presente que puede alargarse. Pero no del futuro.


Ser consciente de esto no es un obstáculo para sobrevivir. Todo lo contrario. Sobrevivir y vivir con relativa intensidad el presente, es, a partir de los setenta, cuestión de salud, de compañía y de suerte. Pero también de voluntad y de capacidad de adaptación. Y de paciencia. Supongo.


Enviado a ECA 26/5/2023

domingo, 21 de mayo de 2023

¡Qué viene la Inteligencia Artificial!

La inteligencia artificial les parece ahora a algunos, Musk, Harare, Wozniak y alguno de sus impulsores, entre otros, un peligro. Esta mañana he leído en un periódico digital que ‘Cientos de expertos piden parar la “peligrosa carrera” de la inteligencia artificial hasta alcanzar un pacto global’. No sé muy bien que es lo que les preocupa, si lo de artificial o lo de inteligencia. En todo caso y como con tantas otras cosas, alguna citaré más abajo, me parece una idiotez. De momento la inteligencia artificial es una creación humana, de la inteligencia humana, que, como otras innovaciones aportadas por la tecnología, como el ferrocarril, el teléfono o la computación, se nos puede ir de las manos, desde luego, pero difícilmente puede ser detenida ni dejada de lado en esta fase de su desarrollo. Por otra parte, el hecho de que algunas aplicaciones como los Chats, sorprendentes, pero seguramente menores, se hayan abierto al público en general, aunque sea con el propósito de hacer negocio y de que contribuyamos a entrenar los sistemas en que se basan, me parece una loable iniciativa y también una forma de diluir el peligro que esta tecnología pueda suponer si queda oculta y en unas pocas manos. Es verdad que puede tener, y por tanto tendrá, efectos colaterales que presumimos negativos sobre el empleo, los métodos de evaluación del aprendizaje, la capacidad de razonamiento de las nuevas generaciones, etc., pero todo esto ya estaba amenazado por la tecnología preexistente y por motores de búsqueda como Google y otros más especializados. Que algunas personas, con mucho que decir en tecnología, se dejen llevar ahora por el pánico, un pánico más aparente que real, me parece a mí, y pidan ‘parar’ la inteligencia artificial, lo que en términos reales sólo quiere decir restringir su acceso al público en general, me parece, esto sí, un peligroso despropósito.

domingo, 14 de mayo de 2023

Y llegó el hidrógeno...


Átomo de oxígeno huyendo de uno de hidrógeno

Bueno, en realidad lleva mucho tiempo rondando por aquí y poco más se puede decir sobre esta pretendida fuente de energía que, en realidad, no es tal sino sólo una portadora con bastantes problemas. Los procesadores de lenguaje natural capaces de generar respuestas, más o menos ajustadas, a muchas cuestiones, son una fuente de información, quizá más precisa, y desde luego mucho más rápida, que buscadores como Google. ChatGpt y Bing son dos ejemplos de estos procesadores que ya llevan algún tiempo compitiendo y Google Bard la última incorporación, inaccesible desde Europa, a no ser que, VPN mediante, finja uno encontrarse en alguno de los países donde se ha producido el lanzamiento. Estados Unidos, por ejemplo. A propósito del hidrógeno libre y sobre la noticia, reiteradamente aparecida en algún medio de comunicación pero, por el momento, ignorada por las autoridades, cada vez menos propensas a hacer el ridículo, sobre el supuesto hallazgo de una importante bolsa en algún lugar entre Barbastro y Monzón, mantuve un corto diálogo con Bard, cuyas dos últimas preguntas y respuestas son las siguientes:

-         
Can we say, then, that free hydrogen can not be found anywhere on Earth because of high reactivity?


Hydrogen is a highly reactive element, and it will quickly react with other elements to form  compounds. Therefore, it is not possible to find hydrogen free in any place on Earth. 
However, hydrogen can be found in compounds, such as water, methane, and ammonia. These compounds can be found in the atmosphere, in the oceans, and in the Earth's crust. Hydrogen can also be produced artificially by splitting water molecules. This process requires a lot of energy, but it is a clean and renewable way to produce hydrogen. Hydrogen is a promising fuel for the future. It is a clean, renewable, and abundant resource. However, there are still challenges to overcome before hydrogen can be widely used as a fuel. These challenges include the high cost of production and the need to develop safe and efficient ways to store and transport hydrogen.

-          Do you know that a company in Spain pretends to have found a massive deposit of free hydrogen between the cities of Barbastro and Monzon in the northeast of the country?


Yes, I am aware of that. The company is called Helios Aragón, and they are a joint venture between the Spanish oil company BP and the Spanish energy company Axion. Helios Aragón claims to have found a massive deposit of hydrogen and helium in the Pyrenees Mountains, near the cities of Barbastro and Monzón. The company estimates that the deposit contains around 500 billion cubic feet of hydrogen and helium. If Helios Aragón's claims are true, this would be a major breakthrough for the hydrogen industry. Hydrogen is a promising clean energy source, but it is currently very expensive to produce. If Helios Aragón is able to extract hydrogen from this deposit at a competitive price, it could help to make hydrogen more affordable and accessible. However, it is important to note that Helios Aragón's claims have not yet been independently verified. The company has not yet released any detailed information about the deposit, and it is not clear how they plan to extract the hydrogen. It is also possible that the deposit is not as large or as pure as Helios Aragón claims. Only time will tell if Helios Aragón's claims are true. However, if they are, this could be a major step forward for the hydrogen industry. 

Esto no significa nada, en realidad. Afirmaciones tajantes de estos procesadores, sobre todo en cuestiones opinables, puede convertirse en suposiciones o afirmaciones en sentido contrario a poco que se les presione, pero sus respuestas pueden ser una buena base para iniciar una investigación más profunda sobre cualquier tema. Incluso con su colaboración.


viernes, 12 de mayo de 2023

Tiempo de espera

 


El ministerio de consumo ha decidido eliminar las esperas en los servicios de atención al usuario, en el sector privado, por el socorrido procedimiento de legislar en contra. En contra de las esperas, quiero decir. De acuerdo con la nueva norma, el tiempo de espera al teléfono en uno de estos servicios quedará reducido a tres minutos. Estupendo, aunque, si esto se podía arreglar legislando, no sé por qué han esperado tanto ni por qué aún nos pueden tener colgados tres minutos. Yo quiero que me atiendan en el acto.


Pero no es tan sencillo. Ayer tuve ocasión de conocer alguno de los efectos colaterales de la ley. Tuve que llamar a una clínica  con cuyos empleados de atención al público llevo años manteniendo una relación de amor – odio. Los he odiado cuando me hacían esperar seis, siete u ocho minutos, pero los he querido cuando, una vez que conseguía hablar con ellos, me resolvían, casi siempre con eficiencia, la cuestión o el problema que les planteaba. Normalmente, además, cuando por hartazgo colgaba antes de obtener respuesta, me devolvían la llamada. Me conocían a mí, conocían, por supuesto, su lugar de trabajo y los servicios que ofrecía y sabían cómo resolver la mayoría de los problemas. Si algo no podían resolverlo en el acto, el caso quedaba registrado y normalmente acababan resolviéndolo.


Bien, pues, a lo que iba. Ayer llamé y en menos de un minuto me cogieron el teléfono. A veces pasaba, de manera que no me pareció demasiado extraño. No, al menos, hasta que comprobé que la persona que me cogió el teléfono no me conocía, no conocía al médico y tampoco sabía, ni pareció impresionarle mucho, que las consultas posoperatorias tuvieran prioridad. Sólo sabía que no había horas libres este mes y que las del mes que viene no estaban aún disponibles. Que me tomaba el nombre y que ya me llamarían. Como no sabía con quién estaba hablando, intenté explicarle el caso, me acababan de operar y la consulta, por indicación del mismo médico, tenía que ser este mes. Que no. Que no había horas libres y que ya me llamarían. Al final le dije, suponía que era una nueva empleada en fase de aprendizaje, que si podía pasarme con Lidia (nombre ficticio). No sabía quién era Lidia, no sabía quién era yo, no sabía quién era el médico y yo no estaba hablando con la clínica sino con un centro de llamadas ubicado sólo Dios sabe dónde. Le dije que muchas gracias y colgué.


¿Qué ha pasado? Lo que tenía que pasar. La atención al cliente estaba a cargo de tres o cuatro personas ubicadas a la entrada de la clínica, que hacían lo que podían y generalmente lo hacían bien, para atender al teléfono y a los usuarios que hacían cola frente al mostrador. Había que esperar, claro, pero, además de que, como he dicho antes, devolvían, si podían, las llamadas perdidas, tenían un correo electrónico, al que siempre contestaban, con el que también se podían resolver las cuestiones que podían esperar. Todo eso ha desaparecido. La forma más sencilla, y para muchas empresas será la única, de adaptarse a la nueva legislación es externalizar la atención al cliente, contratando los servicios de un call center y eliminando también, eso no sé si era necesario, la atención por correo electrónico. ¿Hubiera pasado lo mismo más tarde o más temprano? Puede. Es la tendencia. Pero la nueva normativa ha precipitado las cosas.


Ahora te cogerán el teléfono en menos de tres minutos y te atenderá una persona, como prevé la nueva ley, pero no te resolverán nada que requiera un mínimo de conocimiento del entorno. Para los mayores, pero también para el resto, una barrera más. Si no tienes recursos adicionales, esa es una barrera, infranqueable en la práctica, que la Web, mal hecha y diseñada para mantener al usuario alejado, tampoco resuelve. Era preferible esperar.