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lunes, 26 de mayo de 2025

Experimento o imprudencia

Según un artículo de The Telegraph del 23 de mayo de 2025, el apagón del 28 de abril en España, calificado como "incidente" por la REE, podría haber sido causado por un experimento del gobierno para evaluar la capacidad del sistema eléctrico de integrar energías renovables. Este supuesto experimento estaría relacionado con la preparación para el cierre progresivo de centrales nucleares a partir de 2027. Sin embargo, el gobierno español ha negado rotundamente estas afirmaciones, calificándolas de "bulo" y asegurando que las causas del apagón aún están bajo investigación y se esclarecerán en los próximos meses.

A pesar de la falta de confirmación oficial, hay indicios que sugieren que, en el momento del apagón, la red eléctrica pudo llevar un exceso de energía procedente de fuentes renovables, que no aportan de forma directa la frecuencia ni la inercia necesarias para estabilizar el sistema frente a desviaciones. La presencia de la ministra de Transición Ecológica en la sede de Red Eléctrica de España (REE) media hora antes del incidente podría respaldar la hipótesis de un experimento controlado, aunque también podría tratarse de una coincidencia o de una gestión imprudente por parte del operador.

Un "experimento" implicaría una acción deliberada, lo cual sería grave si se descontroló y causó el apagón, pero podría considerarse un paso necesario para garantizar la estabilidad de la red ante la creciente integración de renovables. La alternativa, introducir renovables sin pruebas previas y esperar que "no pase nada", es aún más grave. Sea como fuere, la falta de transparencia sobre las causas reales del apagón alimenta la especulación y subraya la importancia de esclarecer si fue un experimento fallido o una imprudencia operativa.

viernes, 16 de mayo de 2025

Ideología y energía

 La política energética española lleva años atrapada entre eslóganes ideológicos y decisiones incompletas. Hoy, que da la impresión de que el mundo se reorganiza para garantizar una transición lo más segura posible, seguimos paralizados por el coste político de las decisiones. Ni el Sol es suficiente, ni la energía nuclear sobra. La madurez política podría empezar por asumir eso.

El apagón del 28 de abril, que dejó a oscuras a toda España, fue más que un fallo técnico: fue una señal de alarma. Un síntoma de que la seguridad y coherencia de nuestro sistema eléctrico no puede sostenerse indefinidamente sobre promesas genéricas. Mientras muchos países combinan pragmatismo tecnológico con visión estratégica, aquí seguimos encerrados en un falso dilema: ¿renovables o nuclear?

La apuesta del gobierno por las renovables es acertada, pero insuficiente. El sol y el viento son abundantes en España, pero no constantes ni gestionables. La intermitencia, la falta de respaldo firme y la vulnerabilidad de la red no se solucionan con entusiasmo y fe tecnológica. Insistir en un modelo 100% renovable sin rediseñar el sistema de base es una temeridad.

La energía nuclear tiene riesgos, residuos y altos costes iniciales. Pero también es estable, proporciona inercia mecánica a la red, no emite CO₂ en operación, y puede ayudar a reducir nuestra dependencia energética. Francia, Finlandia o Corea del Sur la han reactivado o no la han abandonado y no por nostalgia. Lo hacen porque la descarbonización, inevitable a medio plazo, necesita redundancia, estabilidad y firmeza.

Pero mientras tanto, se cierran centrales que funcionan, se prohíbe la explotación de uranio sin debate, y fingimos creer que todo se solucionará con fotovoltaica y retórica. Esa estrategia, por llamarla de alguna manera, ya está mostrando sus límites: precios elevados, importaciones crecientes y una red vulnerable a cualquier incidente.

Es cierto que no se puede prever todo. Pero eso no puede servir de excusa para no prever nada. No tomar decisiones es también una forma de decidir: perpetuar el desorden, externalizar el coste y aplazar el problema. Necesitamos una política energética seria, que combine la visión a largo plazo con medidas inmediatas.

Algunas son obvias: revisar la ley que impide explotar uranio en suelo español, con criterios técnicos y ambientales; aprobar una moratoria nuclear revisable, vinculada a objetivos de estabilidad y descarbonización y definir un mix realista que incluya renovables, hidráulica, almacenamiento y energía nuclear. Y, sobre todo, impulsar un pacto de Estado que proteja la transición energética de las sacudidas parlamentarias de cada legislatura. Desgraciadamente el nivel de consenso político necesario, en un contexto de fragmentación parlamentaria y polarización extrema, no parece fácil de alcanzar.

Esa transición tiene que ser eficaz, socialmente justa, y gestionada con responsabilidad. No hay solución limpia sin decisiones difíciles. Y no hay progreso sin asumir que, en energía como en democracia, el idealismo sin pragmatismo está condenado al fracaso

Enviado a ECA 16/5/2025

lunes, 5 de mayo de 2025

Algo de luz sobre el apagón del 28 de abril.

 El apagón ocurrido el pasado lunes, atribuido por Red Eléctrica Española a la desconexión repentina de dos plantas fotovoltaicas en Extremadura y la subsiguiente pérdida de 15 GW de potencia, ha vuelto a poner de manifiesto las dificultades de gestión que, casi inevitablemente, acompañan a las situaciones críticas. Aunque el origen técnico del incidente parece relativamente fácil de explicar, su trasfondo tiene que ver con la complejidad del sistema eléctrico y las implicaciones, también políticas, de la transición energética.

La energía eléctrica que llega a nuestras casas procede de diversas fuentes: centrales nucleares, térmicas de carbón o gas (ciclo combinado), hidroeléctricas, así como instalaciones eólicas y fotovoltaicas. En cada momento, el operador del sistema, Red Eléctrica Española (REE), decide cuál es la contribución de cada fuente al sistema, teniendo en cuenta su disponibilidad, el coste de generación y otros factores estratégicos o técnicos.

La política energética del gobierno español está orientada a reducir la dependencia de fuentes fósiles y nucleares, favoreciendo el desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica, la solar y la hidroeléctrica. Se trata de una estrategia razonable desde el punto de vista ambiental y económico, pero siempre que se tengan en cuenta las limitaciones técnicas inherentes a estas formas de generación.

La electricidad generada por estas fuentes circula en forma de corriente alterna a través de la red de transporte de alta tensión, gestionada por REE. Esta red opera normalmente a tensiones de hasta 400 kV y con una frecuencia estándar de 50 Hz, que debe mantenerse de forma extremadamente precisa. Las centrales convencionales (nucleares, térmicas, hidroeléctricas) utilizan grandes generadores rotatorios sincronizados con la red, que giran típicamente a unas 3.000 revoluciones por minuto, produciendo de forma natural corriente alterna con la frecuencia requerida. Estos generadores también aportan inercia mecánica al sistema, lo que permite amortiguar de manera automática pequeñas variaciones de demanda o generación.

En cambio, la energía fotovoltaica produce corriente continua, que debe transformarse en corriente alterna con la frecuencia, fase y forma de onda adecuadas. Por su parte, los aerogeneradores modernos producen corriente alterna, pero a una frecuencia variable, determinada por la velocidad del viento. Ambos sistemas necesitan inversores electrónicos que adapten la energía a las condiciones de la red. Este proceso, aunque tecnológicamente resuelto, introduce costes adicionales y no proporciona inercia natural, lo que reduce la capacidad del sistema para reaccionar de forma inmediata ante desequilibrios.

Por este motivo, la estabilidad del sistema requiere mecanismos adicionales, como almacenamiento, control de frecuencia avanzado o inercia sintética. Si el sistema cuenta con una proporción muy alta de energía renovable y carece de suficiente respaldo convencional o mecanismos de compensación, puede volverse más vulnerable a perturbaciones. Esta vulnerabilidad está, casi con toda seguridad, entre las principales sino la principal, causas del apagón.

Dicho esto, y considerando el compromiso del gobierno y de REE con el despliegue de energías renovables y el progresivo cierre de las centrales nucleares, es lógico preguntarse si el mix eléctrico actual garantiza siempre la robustez necesaria para evitar caídas de frecuencia o apagones ante imprevistos. La transición energética es inevitable y deseable, pero exige una gestión técnica rigurosa y realista de sus desafíos.

viernes, 28 de septiembre de 2018

¿Tiene calor? Queme un bosque.

Torres de refrigeración de la Drax Power Station
El clima está cambiando. Ya ni el primo de Rajoy lo discute. Tampoco se discute, o no mucho, que este cambio es atribuible, en muy buena medida, a la actividad humana y en particular a la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO₂). Los cambios no tendrían necesariamente que ser negativos, pero no cabe duda de que el nuevo entorno climático está causando y va a causar muchos más inconvenientes que ventajas, aunque alguna parece encontrar la industria turística de sol y playa, que ve como sus temporadas se prolongan casi indefinidamente. Es poco probable, sin embargo, que las recientes inundaciones de la costa este de Estados Unidos, el progresivo y más que alarmante deshielo de los casquetes polares o la pérdida del permafrost siberiano, por citar solo alguno de los efectos más llamativos, puedan ser contemplados desde alguna perspectiva favorable.

En principio, sin embargo, no habría por qué preocuparse. La directiva 2009/28/CE del Parlamento europeo y del Consejo de 23 de abril de 2009, ya estableció una serie de medidas y un complicado sistema de cálculo de emisiones para alcanzar el objetivo de limitarlas primero y reducirlas significativamente después, de tal manera que al menos un 20% de la energía consumida en el año 2020 debería proceder de fuentes renovables, un objetivo que ha sido revisado al alza en enero de este mismo año por los negociadores comunitarios, sin modificar sustancialmente el texto legal.

En el corazón de Inglaterra, cerca de Leeds, hay una planta de producción de electricidad, la Drax Power Station, que genera unos 23 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, según una prudente estimación de la Yale School of Forestry and Environmental Studies. A pesar de eso y de lo escandaloso de sus enormes torres de refrigeración (ver imagen) emitiendo gases a la atmósfera, la empresa pretende que su huella de carbono es prácticamente cero gracias, por una parte, a que ha sustituido el carbón por pellets de madera importados del sur de Estados Unidos y por otra a que un agujero en la legislación europea citada más arriba  permite, con el beneplácito del actual gobierno británico y supongo que, llegado el caso, de los demás gobiernos comunitarios, considerar neutral, es decir, sin huella apreciable de carbono, la quema de la madera procedente de la tala de árboles.

Pero, como sucede cada vez con más frecuencia, las cosas no son exactamente como nos las cuentan. De lo que realmente se trata es de encontrar alguna forma creativa de elaborar la contabilidad para justificar la quema de los bosques y alcanzar, nominalmente, un objetivo para el que otras fuentes, estas sí renovables como el viento y el Sol, resultarían claramente insuficientes. Y si de paso y por casualidad, se favorecen los intereses a corto plazo de las industrias madereras norteamericanas, las europeas están aún afilando las motosierras, tanto mejor. Los ecologistas y no sólo ellos sino también un número importante y creciente de científicos se han dirigido al Parlamento Europeo para intentar poner fin a una fantasía que va a poner en riesgo los bosques de medio mundo primero y de Europa después. He aquí, en cursiva, algunos fragmentos de la carta (el original en inglés puede encontrarse aquí).

‘A los miembros del Parlamento Europeo,
Aprovechando que el Parlamento Europeo avanza, encomiablemente, para ampliar la directiva sobre energías renovables, instamos encarecidamente a sus miembros a enmendar la actual Directiva para evitar un daño creciente a los bosques del mundo y la aceleración del cambio climático. El fallo en la directiva radica en las disposiciones que permitirían a los países, plantas de energía y fábricas reclamar créditos de cumplimiento de los objetivos de energía renovable, talando árboles deliberadamente para quemarlos y obtener energía. La solución pasaría por restringir la biomasa forestal elegible para combustión exclusivamente a residuos y desechos.
…..
Incluso si se permite que los bosques vuelvan a crecer, el uso de madera recolectada deliberadamente para quemar aumentará el carbono en la atmósfera y el calentamiento durante décadas y siglos, como muchos estudios han demostrado, incluso cuando la madera reemplaza el carbón, el petróleo o el gas natural. Las razones son evidentes, independientemente de si el manejo forestal es o no "sostenible". La quema de madera es ineficiente y, por lo tanto, emite mucho más carbono que la quema de combustibles fósiles por cada kilovatio hora de electricidad producida. La recolección de madera también deja algo de biomasa para proteger los suelos, como las raíces y las ramas pequeñas, que se descomponen y emiten carbono. El resultado es una gran "deuda de carbono". Que vuelvan a crecer los árboles y prescindir de los combustibles fósiles puede finalmente cancelar esta "deuda de carbono", pero solo después de mucho tiempo. En general, permitir la cosecha y la quema de madera con arreglo a la directiva transformará las grandes reducciones, que de otro modo quizá se lograrían a través de la energía solar y eólica, en grandes incrementos del carbono atmosférico para 2050.
….
Las implicaciones adversas no solo para el carbono sino también para los bosques y la biodiversidad mundiales también son grandes. Se necesitaría más del 100% de la cosecha anual de madera de Europa para suministrar solo un tercio de la energía renovable prevista en la directiva. Debido a que la demanda de madera y papel se mantendrá, el resultado será una mayor degradación de los bosques en todo el mundo. El ejemplo que Europa daría a otros países sería aún más peligroso. Europa ha alentado adecuadamente a países como Indonesia y Brasil a proteger sus bosques, pero el mensaje de esta directiva es "corten sus bosques siempre que sea para producir energía". Si se anima a los países a invertir en semejante despropósito, después puede ser imposible corregir el error.’

No es la primera vez que los bosques europeos se encuentran en peligro. La construcción de los barcos ingleses que aseguraron el Rule Britain sobre los mares y también la de los barcos de la flota española enviada por Felipe II para acabar con la reina Isabel -que acabaron bajo las aguas del canal de la Mancha-, se hicieron a costa de los bosques de entonces. Los bosques ingleses se recuperaron con la llegada de los buques de hierro y la utilización del carbón y después el petróleo como fuentes de energía, pero, a título de ejemplo, los Monegros (montes negros, por su población de sabinas y pinos negros) quedaron desiertos para siempre y parte de su capa de tierra vegetal, arrastrada por las lluvias y los ríos, es hoy territorio catalán en el Delta del Ebro. Quizá deberíamos reivindicarlo. Ahora volveremos a quemar árboles, no creo que la carta sirva para nada, y seguiremos aumentando la deuda, que ya es impagable, contraída con un futuro que no es el nuestro pero que está cada vez más cerca.

En fin, que más que homo sapiens, como nos autodenominamos, somos como mucho, algo espabilados y bastante pícaros, pero incapaces de aprender de nuestros propios errores y pendientes sólo de nuestros intereses particulares, no los de la especie, a muy corto plazo.

No hay día que no me pregunte qué hubiera sido de nosotros y de este planeta si fuéramos tan listos (sabios, en realidad) como creemos o como parece desprenderse de algunos curriculums. O sólo la mitad.

Publicado en ECA el 28 de septiembre de 2018


viernes, 16 de enero de 2015

El futuro es nuestro


Ayer comí con un amigo en Villa Virginia, cerca de Pirenarium, el frustrado intento de crear un polo de atracción turística a base de maquetas a las puertas del Pirineo central y hablamos, también, de energía. Mi amigo, que es un hombre con formación y desempeña un puesto de cierta responsabilidad, cree que el problema energético no es más que algo artificial creado por las compañías petrolíferas que ocultan, deliberadamente, otras alternativas ya existentes para salvaguardar su inversión y que es posible obtener tanta energía como haga falta a partir, por ejemplo, de las pisadas de la gente en un aeropuerto, sobre un suelo especialmente construido para transformar la energía mecánica en electricidad. Por supuesto, también de las fuentes habituales, pretendidamente renovables, como la radiación solar, el viento o las mareas, que proporcionarán la energía necesaria para mover los nuevos coches eléctricos que, también según él, se construirán, se están construyendo ya, cuando hagan falta. No mencionó la energía geotérmica ni la de origen nuclear que, en tan optimista escenario, no parecían necesarias pero, si dejamos de lado lo del aeropuerto que no había oído nunca, el resto es parte de lo que podríamos llamar sabiduría convencional. Mientras tanto el senado de los Estados Unidos cree necesario o útil, someter a votación la existencia del cambio climático. Yo no creo que haya ninguna posibilidad de invertir el proceso catabólico en marcha, cuyo inevitable final es la simplificación, probablemente brusca, del complejo sistema que llamamos civilización, pero no me importaría que las fuerzas interesadas en mantener el statu quo, que no son pocas ni despreciables, exhibieran algo más de sentido ¿común? y tuvieran éxito durante diez o quince años. O más.

viernes, 10 de octubre de 2014

Introducción al Congreso 'Más allá del pico de petróleo. El futuro de la energía'.

Celebrado en la UNED de Barbastro, los días 9 y 10 de octubre de 2014.
Esta es la breve presentación que hice para fijar la postura, objetivos y motivaciones de la organización.


Este congreso se organiza en el marco del Proyecto OLEUS, que es el acrónimo de Observatorio Local de la Energía de la UNED en el Somontano. El proyecto se inició en 2008 es un proyecto local, sin financiación exterior y cuya actividad más destacada, hasta ahora, ha sido la organización de un congreso en mayo de 2011 y de este que empieza hoy. Organización que, dicho sea de paso, ha consumido una parte importante de los recursos del proyecto.

Mantenemos el objetivo inicial de constituir un fondo de información relevante acerca de cuestiones relacionadas con la energía y de contribuir a la difusión de esa información sobre todo en niveles escolares e incluso el de una eventual colaboración con las autoridades locales, si optaran por ello en algún momento, en la definición y puesta en marcha de un modelo de transición hacia una sociedad post carbón o en la elaboración de un plan de contingencia que cubriera una escasez persistente de combustibles líquidos, en la línea de los que ya se han elaborado en otros países y de movimientos que ya funcionan en este.

Lo que se va a discutir aquí está, evidentemente, relacionado con los objetivos del proyecto y también está entre las cuestiones más relevantes para el futuro que pueden abordarse hoy en día,  aunque el debate no esté, aún, salvo esporádicamente y generalmente en el sentido de minimizar su importancia, en los grandes medios de comunicación.

En todo caso estamos en un entorno universitario lo que, en principio, nos obliga a manejar datos, analizar hechos, presentar evidencias, llegar a conclusiones cuando se pueda y sobre todo a poner en cuestión y someter a cuidadoso escrutinio las afirmaciones no sostenidas por evidencias contrastables como, por ejemplo, que la crisis ha terminado y la vuelta al crecimiento es inmediata,  que la globalización es la solución a todos los problemas, que el petróleo disponible es sólo una función del dinero que se esté dispuesto a invertir en su extracción o que se agotará en los próximos meses.

George Mobus, conocido por el blog que publicaba y publica con el sugestivo título ‘question everything’ y que, como otros antes que él, ha renunciado, parece que definitivamente, a seguir reflexionando en voz alta y bastante clara sobre las consecuencias de la lógica del crecimiento y de las formas actuales de gobierno del mundo, sostiene que, aunque somos, en cierta medida, una especie inteligente, carecemos de lo que los anglosajones llaman wisdom y que en español podríamos traducir por sabiduría. Podemos acumular conocimiento, a través del aprendizaje y de la experiencia, pero nos falta, o no tenemos suficiente, lo que podríamos llamar metaconocimiento, es decir, el conocimiento para utilizar el conocimiento.

Un ejemplo podría ser el persistente entusiasmo que, a cuenta de la sostenibilidad, despiertan lo que hemos venido en llamar energías renovables que tienen, como los combustibles fósiles, que son el paradigma de la no renovabilidad, su origen en la procedente del Sol. Pero que tengan el mismo origen no implica necesariamente que sean equivalentes ni que puedan utilizarse las unas en lugar de los otros. Los combustibles fósiles son, salvo nuevos e improbables avances en las teorías abióticas,  el resultado de cientos de millones de años de transformación de residuos orgánicos, originados por la fotosíntesis, en complejos conglomerados de cadenas de hidrocarburos que parece que estamos agotando en un tiempo insignificante a escala geológica y poco relevante a escala humana, un proceso de concentración que quizá se pueda reproducir pero para el que, evidentemente, no disponemos de tiempo y el intento, un tanto desesperado, de utilización de fases intermedias de esta transformación, es el caso de las arenas bituminosas de Canadá o de recurrir a sofisticados procedimientos como la fracturación hidráulica para acceder a los últimos y más inaccesibles depósitos de petróleo o gas natural, amén de proporcionar una rentabilidad energética decreciente y de constituir per se una burbuja de incierto futuro, plantea también graves problemas medioambientales.

Decía Bartlett, un matemático norteamericano de Colorado, que uno de los mayores hándicaps de la humanidad es su incapacidad para entender la función exponencial.

Gracias, es un decir, a esta incapacidad hemos construido una economía y sobre todo un sistema monetario basados en la deuda y en el interés compuesto, que hace que tengamos que elegir entre el crecimiento, por problemático e insostenible que parezca, y el desastre económico. Por supuesto hemos elegido el crecimiento, pero esta elección recuerda un poco a aquella apócrifa interpelación al primer ministro inglés, Chamberlain, cuando volvía, muy satisfecho, de su negociación del Pacto de Munich con Hitler: Entre la guerra y el deshonor, has escogido el deshonor, pero también tendrás la guerra.

Pero no hemos venido aquí a especular ni a hablar de historia. O no sólo a eso.  Hemos venido sobre todo a hablar y a escuchar y hemos venido a discutir, con la esperanza de aprender y de que algo de lo que aquí se diga salga de estas paredes y en la medida en que aún pueda resultar útil, contribuya a construir un futuro viable para nosotros y para nuestros hijos. 

Muchas gracias y feliz congreso.

lunes, 19 de marzo de 2012

Pico de Petróleo VI


Los stocks de crudo y sus derivados en Europa, prácticamente en caída libre, mientras los precios del barril de Brent continúan oscilando, y no mucho, en torno a los 125$. La situación es potencialmente alarmante aunque aquellos cuya alarma explícita podría desatar la alarma general, hacen, por el momento, como que no se alarman mientras esperan... ¿qué? ¿el final de la crisis? ¿nuevos descubrimientos en el Mar del Norte? ¿un milagro?. No, claro. Lo que los políticos esperan es que la situación no se deteriore tanto como para hacerles perder las próximas elecciones, como le pasó a Zapatero o a Berlusconi y está a punto de pasarle a Sarkozy que tampoco parece andar muy sobrado de sentido común. Eso es lo único que les interesa, así que seguirán anunciando,  una y otra vez, la vuelta al crecimiento para el próximo semestre y así un semestre tras otro y como la gente se entera poco, aunque más de lo que parece, de lo que realmente está pasando y además está deseando creer que todo esto es un mal sueño, seguirá esperando, contra toda esperanza, que los pronósticos más optimistas se cumplan algún día. Y mientras tanto, las cosas se van deteriorando cada vez más a la espera, y esta parece más fundada, del detonante que acabe de una vez por todas con las especulaciones y las dudas sobre el Peak Oil, el papel de  las renovables y otros tópicos al uso. Naturalmente entonces será tarde para hacer nada, pero eso no es un problema. Ya es tarde.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Mensajes del Presidente


Con un congreso demócrata y el optimismo y la esperanza aún vivos. Es curioso lo que dice, como lo dice, y lo que aplauden. Y uno se pregunta, si los congresistas y el presidente están de acuerdo en la necesidad de un seguro médico universal, de la restricción de las actividades fraudulentas en la banca y de una profunda reforma del sistema financiero, de la producción de energía limpia, etc, ¿quién más tiene que estar de acuerdo en los Estados Unidos para que estas cosas salgan adelante? ¿la banca? ¿el ejército? ¿la comunidad hispana?.  O será que una cosa es lo que se aplaude y otra lo que se vota. Y por cierto, hay que ver lo bien que habla inglés este chico. No como otros.



Un año después, con un congreso mayoritariamente republicano y el Tea Party -la extrema derecha- como fuerza política emergente,  las cosas han cambiado bastante. La crisis no ha terminado y lo que dice ya no es exactamente lo mismo, menos aun como lo dice y los aplausos son mucho más escasos y menos generalizados. China sigue obsesionando al Presidente que mantiene, sin embargo, un inglés excelente. No como el de otros, y no me refiero, sólo, a Zapatero.

sábado, 1 de mayo de 2010

Pico de Petróleo V


Y mientras aquí y fuera de aquí, cada uno va a lo suyo, la crisis energética sigue su curso. Por el momento la información -el gráfico es de elaboración propia con datos de la EIA-  que proporciona el Departamento de Energía de los Estados Unidos no ha experimentado grandes cambios con respecto a los últimos diez meses. La producción y el consumo parecen estancados en torno a los 85 millones de barriles diarios y el precio, que sigue una trayectoria inequívocamente ascendente, parece haber encontrado su suelo en los 80 $/b -hoy ha superado los 86 $/b-, pero las grandes cuestiones siguen abiertas y las respuestas, cuando las hay,  son cada vez más inquietantes. El incremento del consumo interno en los países productores,  el agotamiento de los grandes yacimientos en Oriente Medio y otras señales potencialmente alarmantes –Arabia Saudí está construyendo una Central Nuclear para garantizarse el suministro de energía eléctrica- ponen seriamente en duda la capacidad de recuperación de la producción cuando la crisis actual termine. Por otra parte el incremento del consumo de China y los movimientos de su gobierno para asegurarse el suministro suponen un riesgo cierto de guerra por el petróleo en cuanto la demanda supere, de forma irreversible, la producción.

Porque lo que está cada vez más claro es que ni las fuentes no convencionales de petróleo ni las energías renovables van a cubrir la brecha entre la demanda y la producción en los próximos años, -sigue siendo un problema de concentración y no de cantidad de energía- brecha que, como puede verse en el gráfico, de la EIA, es más que alarmante. El desastre de las costas de Louisiana frenará, inevitablemente, la exploración del fondo marino en busca de nuevos yacimientos de crudo, autorizada, ordenada, en realidad,  por Obama como último recurso para evitar la crisis de suministro y las subvenciones públicas,  que han mantenido viva en contra de la realidad económica y energética, la fantasía de las renovables, están resultando demasiado onerosas en medio de la crisis y sus resultados están muy lejos de ser los esperados, por ya se están dando los primeros pasos para terminar con ellas, incluso con efecto retroactivo..