viernes, 29 de febrero de 2008

Los inmortales en el Teatro Falla (Carnaval de Cádiz)




El que sale del alma es el único fuego que no me quema,
La que sale de Cádiz es la única claridad que me resucita,
Y la del Nazareno es la única cruz que no me envenena,
Y la única plata que llevo conmigo es porque es la plata de la Tacita.
Y el fuego para los demonios, la claridad para el que mande,
Las cruces para San Antonio y la plata para quien te quiera.
Y a ti chupa la sangre.

La sangre que aquí me han dado, ha sido sangre del pueblo,
Única sangre que bebo, por eso he resucitado.
Y como inmortalizado, hago inmortal a mi pueblo.
Y mientras que las derrame, no querré más otro vino.
Y beberé del prohibido, aunque me muera de hambre,
Por eso bebo tu sangre y me emborracho contigo.

No quiero ver a mi pueblo desangrado,
Por los colmillos de los envenenados.
Porque mi pueblo no tiene sangre azul,
Que es de sangre roja de vida y juventud.
Y como no quiero verlo desangrado
Por eso tiro en el cuello los bocados.
Y lo que hagan conmigo me da igual,
Porque la sangre del pueblo es inmortal.

Resistiré las tentaciones delante de los fanfarrones,
Porque a mi no me da la gana que nos gobiernen por cañones.
Que los tirabuzones son de las gaditanas.
Resistiré constituciones que esconden crímenes de Estado,
Y amparan líderes ladrones, en los sillones del Senado.
Que es donde están sentados los nuevos fanfarrones.
Por eso puesto a resistir, resistiré que en sus palabras,
Me entren por los dos oídos y por ninguno me salgan,
Por eso puesto a recibir, resistiré que en sus palabras.
Me entren por los dos oídos y por ninguno me salgan.
Resistiré las tentaciones.

Recuerdo que no quedaba dos lunas para primavera,
Cuando la vi que bajaba con su morada bandera,
Y que se oía su padre cantando desde la torre:
“No se te olvide una calle en la que pongas tu nombre”.

Recuerdo que le decía con su morada bandera:
“Si yo tuviera una reina sería Lolita la Piconera”.
Y si Lolita no fuera, que fuera reina su hermana,
Que es la más republicana por eso le llama Pepa.
Que con Lolita y la Pepa, que con la Pepa y la Lolita,
No harían falta las puertas de tierra en la Tacita.

Para ser inmortal no hace falta ser un hombre histórico,
Que llevar una vida adelante oficio de héroe,
Más allá que siempre la ética bajo su músculo,
Me permita dormir cada noche escuchando su música.
Aun sabiendo que antes del día le espera la fábrica,
Y que nunca será bautizado como Jesucristo,
Que tendrá una única sabana y cien mil carnavales distintos,
Aún sabiendo que antes del sábado ni los periódicos,
Venderán una foto de archivo con su pie de página,
Otra vez han quemado los puentes, otra vez han quemado al obrero,
Pero no han apagado a la gente, la más valiente la de astilleros,
Mi palabra de carnavalero mi comparsa no te olvida
Y cuando llegue febrero tirará por la bahía.
Otra vez han quemado los puentes, otra vez han quemado al obrero,
Pero no han apagado a la gente, la más valiente la de astilleros,
Mi palabra de carnavalero mi comparsa no te olvida,
Aún sabiendo que antes del día le espera la fábrica.

Ya te dije que la claridad, la única que no me quema,
Es la del mar, la libertad, la gaditana.
Ni mata si es de plata la Tacita,
La que me crucifica en tu ventana,
La que por más galana, más bonita.
La del mar, la claridad, la que me grita,
La vida que resucita junto a ti cada mañana.
Te dije que la plata en tu ventana,
La del mar, la claridad de la Tacita,
Es la que resucita mi bonita gaditana.
Y si del alma tuya sale el fuego,
Recordarás que a mi el fuego,
el único que no me quema,
De tu alma que locura la candela,
Aunque me crucifique de veneno,
Como es de tu ventana por lo menos,
Y aunque al mar le falte el agua no me quema
Igual que no me envenena la cruz del Nazareno.
Igual que no me envenena la cruz de carnavales.
Desenterrando los puñales de las arenas salías
Y con su sangre escribía:
"Los inmortales, los inmortales, los inmortales"

Letra y música: Juan Carlos Aragón Becerra.
Director: Francisco Javier Bohorquez Gutierrez

viernes, 15 de febrero de 2008

Castilla

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
"Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!"
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: "¡En marcha!"
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Manuel Machado (1874-1947)

martes, 5 de febrero de 2008

Desarrollo... sostenible

El lenguaje que utilizamos está cargado de metáforas que casi nunca son inocentes. Una de las más utilizadas por políticos, empresarios, medios de comunicación, responsables de empresas públicas y un largo etcétera es desarrollo sostenible. Desarrollo, en ese contexto, quiere decir crecimiento. No hay más que prestar un poco de atención a los lamentos que preceden y siguen a cualquier síntoma ya no de decrecimiento, sino de simple disminución en la tasa de crecimiento esperada, para comprobar hasta qué extremo la doctrina económica imperante identifica ambos términos. Pero el crecimiento, cualquier crecimiento, en un sistema cerrado y finito es insostenible y, por tanto, no hay desarrollo sostenible que valga y la cuenta atrás, es lo que pasa con las curvas exponenciales, va cada vez más deprisa. Esto es álgebra elemental y hasta los políticos más ignorantes y ágrafos pueden hacer esas cuentas. Si nos sueltan con tanta alegría el sonsonete de la sostenibilidad y nos lo tragamos con no menos alegría y complacencia no es porque seamos idiotas, aunque eso nunca se puede descartar del todo y depende del sistema de referencia, sino porque en eso es en lo que les conviene creer, o, mejor dicho, hacer ver que creen, a los políticos, cuyo horizonte rara vez supera la próxima convocatoria electoral, y porque a nosotros, a mí no, pero es por no perder generalidad, nos han convencido de que esa, la de la sostenibilidad de determinadas políticas, es una verdad incontestable. En el fondo, lo que pasa es que nosotros no estamos hablando de sostenibilidad indefinida, ni siquiera de sostenibilidad a largo plazo, sino de mantener nuestro nivel actual de consumo, de despilfarro, durante nuestra vida y, con un poco de suerte, la de nuestros hijos. Nuestros nietos ya encontrarán, como ha pasado siempre, nuevos recursos o, si la cosa se pone muy mal, la forma de evacuar el planeta y establecerse en otro lugar… O que monten una buena guerra nuclear para pelearse por lo que quede, o una epidemia de peste... algo se les ocurrirá.