martes, 5 de febrero de 2008

Desarrollo... sostenible

El lenguaje que utilizamos está cargado de metáforas que casi nunca son inocentes. Una de las más utilizadas por políticos, empresarios, medios de comunicación, responsables de empresas públicas y un largo etcétera es desarrollo sostenible. Desarrollo, en ese contexto, quiere decir crecimiento. No hay más que prestar un poco de atención a los lamentos que preceden y siguen a cualquier síntoma ya no de decrecimiento, sino de simple disminución en la tasa de crecimiento esperada, para comprobar hasta qué extremo la doctrina económica imperante identifica ambos términos. Pero el crecimiento, cualquier crecimiento, en un sistema cerrado y finito es insostenible y, por tanto, no hay desarrollo sostenible que valga y la cuenta atrás, es lo que pasa con las curvas exponenciales, va cada vez más deprisa. Esto es álgebra elemental y hasta los políticos más ignorantes y ágrafos pueden hacer esas cuentas. Si nos sueltan con tanta alegría el sonsonete de la sostenibilidad y nos lo tragamos con no menos alegría y complacencia no es porque seamos idiotas, aunque eso nunca se puede descartar del todo y depende del sistema de referencia, sino porque en eso es en lo que les conviene creer, o, mejor dicho, hacer ver que creen, a los políticos, cuyo horizonte rara vez supera la próxima convocatoria electoral, y porque a nosotros, a mí no, pero es por no perder generalidad, nos han convencido de que esa, la de la sostenibilidad de determinadas políticas, es una verdad incontestable. En el fondo, lo que pasa es que nosotros no estamos hablando de sostenibilidad indefinida, ni siquiera de sostenibilidad a largo plazo, sino de mantener nuestro nivel actual de consumo, de despilfarro, durante nuestra vida y, con un poco de suerte, la de nuestros hijos. Nuestros nietos ya encontrarán, como ha pasado siempre, nuevos recursos o, si la cosa se pone muy mal, la forma de evacuar el planeta y establecerse en otro lugar… O que monten una buena guerra nuclear para pelearse por lo que quede, o una epidemia de peste... algo se les ocurrirá.

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