miércoles, 17 de noviembre de 2010

Decimotercer día

Ayer volví a ver en TVE algún fragmento de ‘La pequeña Lola’, una película de Bertrand Tavernier rodada en 2004, que cuenta la odisea de una pareja de franceses que quieren adoptar un niño y lo buscan desesperadamente por los orfanatos de Camboya. El tedioso e interminable proceso que allí se describe podría, desde luego, tener alguna similitud con lo que estamos pasando, pero hay importantes matices. Ucrania no es Camboya, las diferencias culturales y políticas con España no son tan grandes y además nosotros no hemos ido allí en busca de un niño cualquiera. Nosotros estamos dispuestos a adoptar, mejor dicho, queremos adoptar a n, que ha pasado ya cinco veranos con nosotros y a su hermana E, que viene a casa desde hace un año. Cuando n vino por primera vez, en el verano de 2006, la adopción no entraba en nuestros planes ni remotos ni inmediatos. Venía con un programa de acogida por vacaciones -organizado por una asociación privada aragonesa y destinado a alejar por algún tiempo a los niños de la zona, al norte de Kiev, afectada por la radiación provocada por el incendio del  reactor nuclear de Chernobil, hace ahora 24 años- pero, aunque ya estaba en un orfanato, tenía familia. Las condiciones que han hecho posible, inevitable, el intento de adopción han sobrevenido en los dos últimos años. En cuanto al procedimiento, el ucraniano es, desde luego, farragoso, tanto o más que el que se describe en la película, aunque se pueda intentar justificar con  la necesidad, evidente, de verificar la idoneidad de los adoptantes y de limitar el riesgo de que los menores sufran posteriormente cualquier tipo de maltrato o sean sometidos a alguna forma de explotación.

En cuanto a lo que ha pasado hoy en el juzgado,  pues ha sido una especie de ni para tí ni para mí. El juicio de adopción tendrá lugar el lunes, día 22, a las 10 de la mañana, un día antes de lo señalado el jueves y  seis días después de lo que nosotros habíamos previsto. Por supuesto, la convocatoria a las partes implicadas la tendrán que entregar N, S y Mila en mano, después de pasar media mañana haciendo juegos de fotocopias. Nos hubiera venido mucho mejor que fuera antes pero la postura de la jueza hay que entenderla en el contexto de una cuestión tan delicada como es la de la adopción internacional. Para ella el plazo que nos ha dado es razonable y cualquier intento de presión para acelerar el proceso, además de inútil o contraproducente,  puede ser mal entendido, por ella o, si ella cediera,  por las muchas personas que en este país, a veces en defensa, más o menos sincera, del  interés de los menores pero también por razones de orgullo nacional, están en contra de la adopción por ciudadanos extranjeros.

Por otra parte, la moratoria no será debatida en segunda lectura -no sabemos si tiene que haber, o no, segunda lectura- en la sesión de hoy ni en la de mañana. Veremos lo que pasa el jueves y el viernes. La verdad es que empezamos a estar cansados.