Fachada posterior del Instituto |
El profesor no había llegado, así que nos
asomamos a las ventanas para ver qué ocurría y, aunque a primera vista no
acertamos a identificar lo que estábamos viendo, pronto no quedó ninguna duda.
El grupo de chicas que estaban charlando animadamente en la puerta principal se
proponían entrar en el Instituto. Más aún, a juzgar por su aspecto y los
materiales que llevaban, lo más probable es que fueran a ir a clase.
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Séptimo curso, año 1971 |
A pesar de tantas precauciones, la vida
del instituto recuperó pronto el ritmo habitual, la ‘frontera’ se fue
permeabilizando poco a poco y al acabar, nosotros séptimo y ellas cuarto, nos
fuimos juntos de viaje a Mallorca, acompañados por dos profesores. Claro que
nosotros fuimos a una pensión, de la que salíamos y entrábamos a cualquier
hora, y ellas, me parece recordar, a una residencia o similar. La doctrina de
la iglesia lo dejaba bien claro: una cosa es la libertad y otra el libertinaje.
Durante los cinco años que yo pasé en el
Instituto, el régimen y su fundador empezaban a dar muestras de agotamiento y
en España, aunque no se reflejara en la prensa, que seguía ocupada con la
guerra en VietNam, ya pasaban cosas. Hubo cambios cosméticos en la legislación,
con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado o la Ley de Prensa, el turismo se
convirtió en uno de los motores económicos del país y la Universidad empezó a
ser un foco permanente de fronda en demanda de más libertad.
Nosotros, en el instituto, seguíamos a lo
nuestro. Sin más interrupciones que los exámenes de reválida, en quinto y
séptimo curso, que tuvieron lugar en la Universidad Laboral Femenina de
Zaragoza, un impresionante complejo con un internado de más de once pisos que ha
corrido la misma suerte que el instituto de Barbastro. Aquí hubo, durante algún
tiempo, cierta polémica acerca de la conveniencia o no de conservar el edificio,
o de integrar la escalera interior de mármol en el centro de salud que iba a
ocupar su lugar. La decisión final fue derribarlo ya que, supongo, se consideró
más conveniente mantener el centro de salud en un punto accesible del centro
que recuperar un edificio cuyas funciones ya se desarrollaban en otro lugar. Decisión
que en nada desmerece de la política seguida en Barbastro con buena parte de su
patrimonio.
El instituto, que entonces era laboral y
especializado en agricultura, ganadería e industrias cárnicas, disponía de un
campo de prácticas en lo que hoy es el instituto Martínez Vargas, al que
bajábamos andando dos días por semana. El encargado era el Sr. Tornés, que
tenía que lidiar con los animales de granja que allí había y con nosotros
cuando íbamos a hacer las prácticas. Prácticas que también hacíamos, en este
caso de carpintería y mecánica, en los talleres ubicados en el mismo instituto,
al fondo del patio de recreo. También había un laboratorio y en el laboratorio
unos microscopios que nos hubiera encantado utilizar. Pero no debían ser para
nosotros, porque solo los vimos a través del cristal del armario cerrado donde
se guardaban.
Una novedad de aquellos años fue la
coral, fundada por Julio Broto inicialmente con alumnos del instituto, y que
ensayaba en la carbonera. Cuando pidió voluntarios fui uno de los primeros que
se presentaron y también el primero, o el segundo, en abandonarla, tan pronto
como el director in pectore consiguió identificar al autor de los gallos del
fondo.
Cuando salimos de allí para ir a Zaragoza, a Barcelona, a… donde fuera, descubrimos que el mundo era mucho más complicado de lo que parecía en las tranquilas aulas del Instituto. Hoy, más de 50 años después, el Instituto ya no es laboral, ni técnico, el bachillerato que imparte dura dos años en vez de siete y en el lugar que entonces ocupaba hay ahora un ambulatorio. Los profesores y los alumnos son otros, no hay ninguna discriminación por sexo, raza, color de la piel, opiniones políticas o situación familiar. Tecnologías, entonces desconocidas y que son ahora parte del día a día de alumnos y profesores, han revolucionado y revolucionarán aún más la enseñanza y el aprendizaje. Pero el instituto ha cumplido 75 años y va camino de los 100. Enhorabuena a todos.
Enviado a ECA 27/9/2024