viernes, 5 de febrero de 2010

Dos imágenes...

Las dos actuales, una tienda de alimentación en una céntrica calle de Madrid, ayer mismo, y una gasolinera abandonada, la foto es de hace unos meses, ahora está mucho peor, a pocos kilómetros de Huesca en dirección Este. La primera es una metáfora de esta época de abundancia que, aún, estamos disfrutando y la otra de lo que podría llegar a ocurrir (o de lo que ocurrirá inevitablemente, según cada vez más gente). Probablemente la gasolinera fue construida sin tener en cuenta, por ejemplo, que había una muy cerca, poco más de cinco kilómetros y con mejores accesos y sus propietarios tuvieron que cerrarla, pero la imagen es escalofriante y recuerda, sin muchos problemas, alguna de las más famosas películas apocalípticas de ciencia ficción. La primera imagen puede dar la impresión de seguridad y solidez pero es, en cambio, la imagen de algo muy frágil. Ese escaparate se llena casi cada día, porque los productos que allí se exhiben son casi todos perecederos, gracias a que la inmensa mayoría de las gasolineras de este país tienen un aspecto mejor y más animado que el de la foto. La cuestión está en que es muy poco probable que las gasolineras, si empiezan a cerrar, lo hagan poco a poco o de una en una. Si un día llegamos a una y nos dicen que no tienen gasolina puede que se trate de un problema temporal de suministro, de una huelga o de cualquier otro incidente ocasional. Si llegamos a la segunda y ya la encontramos cerrada y sin nadie para dar explicaciones, será mejor que demos la vuelta y vayamos al sitio más seguro que podamos alcanzar con la gasolina que nos quede. De momento no nos preocuparemos demasiado. Hay precedentes, incluso en los Estados Unidos, y las gasolineras han vuelto a abrir. Pero... ¿y si no abren?. La imagen de la tienda parece indicar que tenemos margen. Vivimos tan rematadamente bien y tenemos tanto de todo que, quizá, no será mucho problema vivir un poquito peor prescindiendo, al menos temporalmente, de los embutidos ibéricos, los quesos suizos de importación, el caviar ruso y otras fruslerías. Pero con las gasolineras cerradas no sólo faltará el Jabugo, también la mortadela con aceitunas y hasta el pan negro.

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