martes, 8 de diciembre de 2009

Cambio climático y Peak Oil


Un níspero en flor a primeros de diciembre, la foto es de esta tarde, no es, o no era, algo habitual porque, a estas alturas del otoño, debería estar haciendo bastante frío y lo normal es que los árboles no florezcan cuando hace frío. Esto de ahora es un síntoma, junto con la elevación del nivel del mar y otras fruslerías, de lo que llamamos cambio climático, ahora identificado como una amenaza, una más, para la complicada relación entre Gaia y sus inquilinos más sucios y ruidosos. Creo que ya queda poca gente que niegue la evidencia: el clima está cambiando y el planeta se está desertizando a buen ritmo, comprometiendo su capacidad para alimentar a seis mil quinientos millones de personas. Las discrepancias, que las hay, están en identificar el origen de esta perturbación. Hay quién cree que hay que atribuirla a la acción del hombre y quién cree que tiene que ver con el comportamiento cíclico del clima. El asunto no es baladí: sólo si admitimos que tenemos algo que ver podremos, podrán los que se han reunido en Copenhague, acordar alguna medida para limitar en lo posible las actividades que supuestamente contribuyen a acelerar el cambio. Y si no, no hay ninguna razón para modificar nuestro comportamiento o, al menos, ninguna inducida por este problema. Parece, supongo que afortunadamente, que la corriente mayoritaria se inclina por considerar que el riesgo es lo suficientemente grande como para llegar a algunos acuerdos relativos, por ejemplo, a la reducción de la emisión a la atmósfera de los denominados gases de efecto invernadero. Claro que su cumplimiento no será, probablemente, cosa sencilla. Emitir menos gases, en la industria o en el transporte, es un objetivo que puede alcanzarse por la vía de mejorar los motores de combustión interna o por la de reducir su uso. La primera medida tropezará con la paradoja de Jevons: las mejoras en la eficiencia provocan, siempre, un aumento del consumo y la segunda con una economía que no se plantea alternativas al crecimiento. Puede que el Peak Oil nos obligue, por la vía de hecho, a reducir el consumo de petróleo pero, durante algún tiempo al menos, eso supondrá un aumento del consumo de carbón, mucho más contaminante y además, el final del petróleo barato, será un acontecimiento que, desgraciadamente, no podrá considerarse una solución a ningún problema sino el inicio de uno bastante serio a cuyo lado el cambio climático, o al menos sus primeras manifestaciones,  podría parecer un juego de niños.

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