jueves, 10 de diciembre de 2009

Pico de Petróleo (II)

En Inglaterra, a finales del siglo XIX, se produjo una combinación de factores —entonces visibles a escala local— similar a la que hoy amenaza con complicarnos la vida. El uso masivo de carbón en la industria, la calefacción y el transporte ferroviario había vuelto irrespirables las ciudades industriales. Incluso Londres vivía bajo un smog que se confundía con su niebla tradicional. Al mismo tiempo, la mayoría de los grandes yacimientos había superado su pico de producción y entraba en una decadencia irreversible.

Hoy, a escala global, afrontamos la amenaza del cambio climático, supuestamente provocado o acelerado por las emisiones de dióxido de carbono derivadas, en gran parte, de la combustión de productos petrolíferos. Y simultáneamente encaramos la madurez e incluso el agotamiento de los principales yacimientos de petróleo, un recurso no renovable del que depende cerca del 90% de la producción energética actual.

Las coincidencias son claras, pero también lo son algunas diferencias. La más obvia es que la caída de producción en las minas inglesas y escocesas podía compensarse fácilmente con carbón procedente de las colonias o comprado en regiones donde aún era abundante. Nada equivalente existe para afrontar una escasez global. Otra diferencia es que, a finales del siglo XIX, ya despuntaba un sustituto del carbón: el petróleo, más eficiente, más limpio y con mayor densidad energética. Hoy no disponemos de una alternativa viable a corto o medio plazo para la mayoría de los usos de sus derivados.

La transición del carbón al petróleo nunca fue completa. El carbón sigue siendo, junto con el gas natural, una fuente esencial para la generación eléctrica en centrales térmicas. Pero el petróleo —y en especial la gasolina— encontró de inmediato su lugar en los motores de combustión interna, campo en el que el carbón era inútil. Además, en el siglo XIX la dependencia del carbón, aunque elevada, no era absoluta. Hoy, en cambio, la del petróleo sí lo es en la práctica, debido a una globalización que exige transporte barato, al enorme aumento demográfico impulsado por la energía accesible que el petróleo ha proporcionado —población que deberá seguir alimentándose incluso cuando escasee— y a la presión monetaria por sostener un crecimiento económico continuo.


continuará...