lunes, 13 de agosto de 2012

Agosto

Han terminado los Juegos Olímpicos de Londres sin que se haya materializado, tampoco aquí, el desastre que algunos vaticinaron tras la derrota de la selección española de fútbol y donde, finalmente, los españoles han conseguido 17 medallas de diversos metales. Mientras tanto este mes de agosto, plácido e insustancial a pesar de la crisis y de los incendios, se desliza lentamente hacia un otoño cargado de malos augurios en el que se supone que acontecerán todo tipo de catástrofes y desatinos. Es posible que así sea y es posible que no, porque en realidad nadie está interesado en un final apocalíptico del statu quo y las fuerzas que sostienen el sistema son, por el momento y al menos en apariencia, tan poderosas como las que las que están tratando de descomponerlo. A la luz de lo que ha venido ocurriendo desde que empezó todo esto, allá por el año 2007, el proceso, probablemente irreversible, será lento y con altibajos que no cambiarán significativamente la tendencia actual ni detendrán el desmantelamiento sistemático del estado del bienestar, pero que servirán, durante algún tiempo -quizá, incluso, el necesario para que olvidemos que las cosas fueron, una vez, de otra manera- para mantener una difusa esperanza en que todo mejore y vuelvan los tiempos de abundancia en los que el mundo entero parecía estar al alcance de todos los españoles, como en el NODO.