jueves, 29 de octubre de 2009

Democracia (II)

La cosa pública está dando, en España, un espectáculo que en nada desmerece a las astracanadas organizadas, tiempo atrás, en países como Argentina que acabaron como acabaron gracias a las idas y venidas de la clase política más corrupta e incompetente que se había conocido. Hasta entonces, claro. Y cuando digo la cosa pública no me refiero sólo a los políticos que, en realidad, no hacen más que dedicarse a lo único para lo que tienen una reconocida competencia, que es asegurarse una jubilación honorable a costa del contribuyente, sino también a los banqueros, que monopolizan la creación de dinero y que dicen ahora que han ganado un 2% menos que el año pasado y además pretenden que eso es una noticia preocupante; los jueces que dejan en la calle a gentes como Millet, el del Palau, con el inefable argumento de que si se quisiera escapar ya lo hubiera hecho; los responsables, es un decir, de sanidad, que han creado una alarma injustificada con la gripe A, sin más razón que distraer a la gente de lo que realmente debería preocuparle y que ahora nos harán, a mí no, claro, tragar una vacuna cuya única virtud contrastada es la de enriquecer a los fabricantes; los periodistas que destacan lo que conviene a quien les paga, jalean la especulación, sirven de altavoz para las gansadas y estupideces de políticos y financieros semianalfabetos y ocultan, puede que también por ignorancia injustificable, los gravísimos problemas monetarios, energéticos y medioambientales que están amenazando nuestra supervivencia como especie y finalmente, pero no menos importante, los votantes que sostenemos, sostienen, votando cada cuatro años y aguantando sin pestañear, esta ficción de democracia que ya solo sirve como escenario para el espectáculo. Habría que dejar de votar, dejar de comprar los periódicos y dejar de servir de soporte, aunque sea pasivo, para lo que está pasando. O salir a la calle, como han hecho algunos habitantes de Santa Coloma. De lo contrario tendremos que asumir el nada honroso papel de tontos, o cómplices.

domingo, 18 de octubre de 2009

Razones para una reforma monetaria. Un apunte histórico.

Durante la guerra civil americana, el Presidente Abraham Lincoln se vio obligado a poner en circulación una nueva moneda, los Greenbacks, sin la cual el Norte hubiera perdido la guerra. Al acabar esta con la derrota de la confederación, esclavista y separatista, Lincoln explicó al Senado de los Estados Unidos las razones que tuvo para emitir los Greenbacks, enunciando así la política monetaria que se proponía implantar en el futuro. De haber tenido tiempo para ello, fue asesinado pocas semanas después, las cosas hubieran sido muy diferentes, en los Estados Unidos y en todo el mundo civilizado, pero no lo tuvo y el verdadero poder, hoy, sigue estando en manos de los bancos.

Abe Lincoln Monetary Policy

Money is the creature of law, and the creation of the original issue of money should be maintained as the exclusive monopoly of national government. Money possesses no value to the state other than that given to it by circulation.

Capital has its proper place and is entitled to every protection. The wages of men should be recognized in the structure of and in the social order as more important than the wages of money.

No duty is more imperative for the government than the duty it owes the people to furnish them with a sound and uniform currency, and of regulating the circulation of the medium of exchange so that labour will be protected from a vicious currency, and commerce will be facilitated by cheap and safe exchanges.

The available supply of gold and silver being wholly inadequate to permit the issuance of coins of intrinsic value or paper currency convertible into coin in the volume required to serve the needs of the People, some other basis for the issue of currency must be developed, and some means other than that of convertibility into coin must be developed to prevent undue fluctuation in the value of paper currency or any other substitute for money of intrinsic value that may come into use.

The monetary needs of increasing numbers of people advancing towards higher standards of living can and should be met by the government. Such needs can be met by the issue of national currency and credit through the operation of a national banking system. The circulation of a medium of exchange issued and backed by the government can be properly regulated and redundancy of issue avoided by withdrawing from circulation such amounts as may be necessary by taxation, re-deposit and otherwise. Government has the power to regulate the currency and credit of the nation.

Government should stand behind its currency and credit and the bank deposits of the nation. No individual should suffer a loss of money through depreciation or inflated currency or Bank bankruptcy.

Government, possessing the power to create and issue currency and credit as money and enjoying the right to withdraw both currency and credit from circulation by taxation and otherwise, need not and should not borrow capital at interest as a means of financing government work and public enterprise. The government should create, issue and circulate all the currency and credit needed to satisfy the spending power of the government and the buying power of consumers. The privilege of creating and issuing money is not only the supreme prerogative of government, but it is the government's greatest creative opportunity.

By the adoption of these principles, the long-felt want for a uniform medium will be satisfied. The taxpayers will be saved immense sums of interest, discounts, and exchanges. The financing of all public enterprises, the maintenance of stable government and ordered progress, and the conduct of the Treasury will become matters of practical administration. The people can and will be furnished with a currency as safe as their own government. Money will cease to be the master and become the servant of humanity. Democracy will rise superior to the money power.

Abraham Lincoln, Senate document 23, Page 91. 1865.

Actualización diciembre de 2024
Algunos años después de transcribir el texto atribuido a Lincoln he intentado verificar su autoría pero no ha habido manera de hacerlo. Hoy mi opinión es que es extremadamente improbable que fuera escrito o sugerido por él. Más bien parece una declaración contemporánea, o post Keynesiana, para amparar, bajo la capa del prestigio de Lincoln, una determinada política monetaria. 

viernes, 16 de octubre de 2009

La crisis energética (I)

Después de estar mucho tiempo por debajo de los 70$/b, el precio del petróleo crudo ha subido, en dos días, hasta cerca de los 78$/b. En un mercado tan volátil como este la interpretación de un incremento del 11%, en tan corto período de tiempo, es muy complicada. Podría decirse, para empezar, que el precio del petróleo en el verano del 2008, casi 140$/b, alimentó la crisis económica y que la caída posterior, hasta los 30$/b de enero de 2009, se debió, fundamentalmente, a la fuerte disminución del consumo provocado por esa misma crisis. Lo razonable sería, pues, suponer ahora que este incremento de precio se debe al aumento de la demanda, consecuencia de una, al menos incipiente, recuperación económica. Pero también puede tratarse de simple especulación, no hace mucho que subió a 75$/b para caer luego hasta los 65$, o a que se haya convertido en un valor refugio para inversores que estén previendo un próximo reventón de la burbuja bursátil. También podría ser, por qué no, que los mercados estuvieran ya anticipando la dificultad de atender futuros incrementos en la demanda debido al estado de madurez de la mayoría de los grandes yacimientos actuales y a la creciente inaccesibilidad y baja calidad de los nuevos descubrimientos. En fin, que la razón o razones del incremento actual de precio podría ser una o podrían ser muchas, pero lo que cuenten BP, Repsol o el gobierno de Arabia Saudí, entre otros posibles actores de este drama, si es que cuentan algo, será sólo lo que crean que deben contar para que los mercados y el público en general se comporten, a corto plazo, de la manera que más les convenga. De momento Repsol ya se ha descolgado, hoy por la mañana, con la historia de un nuevo y fantástico hallazgo. Esta vez se trata de un yacimiento de gas y en Venezuela. No hace mucho de petróleo y en el fondo marino próximo a las costas de Brasil, pero con una tasa de retorno próxima al 1:1 (un barril por cada barril) y del que seguramente tardaremos en volver a oír hablar. Antes, cuando, efectivamente, se descubría más petróleo y más gas del que se consumía, los hallazgos no eran noticia. Ahora sí pero, en este campo, las cosas casi nunca son lo que parecen.

jueves, 15 de octubre de 2009

Dinero

En la economía actual lo más importante es el dinero, quién lo hace, cómo circula y por supuesto, quién lo tiene. Si a usted le preguntan por el origen del dinero que cree que tiene en el banco y con el que paga puntualmente, o eso espero, sus facturas de luz y agua y sus hipotecas y trampas diversas, contestará, sin duda, que el dinero lo hacía el gobierno, por medio del Banco de España, cuando la moneda de curso legal era la peseta y que, ahora, es el Banco Central Europeo el responsable del dinero en circulación. Probablemente estará también convencido de que si va a un banco a pedir un préstamo y tiene la suerte de que se lo den, es decir, si tiene usted más dinero del que va a pedir, es porque el banco tenía previamente ese dinero, ya sea procedente de depósitos de ahorradores o de sus propios fondos. En ambos casos estará usted muy equivocado. Sólo entre un 3 y un 7% del dinero en circulación tiene la forma de monedas o billetes, fabricados por las casas de la Moneda o los Bancos Centrales. El resto lo crean los bancos comerciales, en teoría ateniéndose a los límites establecidos por lo que llaman coeficiente de caja y otras normas regulatorias pero, en realidad, sin límite ninguno, en el momento en que le prestan a usted el dinero y con la única garantía de que lo va a devolver. Esto tiene dos consecuencias muy importantes. La primera es que el estado ha renunciado, de hecho, a su monopolio en la fabricación y puesta en circulación del dinero, en beneficio de los bancos, instituciones de carácter privado y con ánimo de lucro, con lo cual el mismo estado, cuando necesita dinero y en el colmo del despropósito, ha de pedirlo prestado y pagar por él un interés, a esos mismos bancos. La segunda y más importante, es que casi todo el dinero en circulación se ha creado como deuda que hay que pagar, con lo cual el crecimiento se convierte en una necesidad absoluta desde el punto de vista monetario, por más que resulte insostenible desde el punto de vista de la finitud del entorno en el que nos movemos y de los recursos que contiene. No sé si me explico.

Más...

domingo, 11 de octubre de 2009

Pesadilla

Al accionar el interruptor de la luz aquella mañana no ocurrió nada. El frío era mayor de lo acostumbrado a esas horas, pero, tras pensar un poco, lo atribuyó a que, aunque la caldera funcionaba con gasoil y le constaba que había suficiente en el depósito, las bombas que movían el agua caliente por la casa funcionaban con electricidad, y la caldera requería, para sus encendidos periódicos, la ayuda de un dispositivo eléctrico.

Encontró, tanteando, la puerta del dormitorio y llegó al cuarto de baño. En un gesto automático conectó la radio, pero de los altavoces del techo no salió ningún sonido, ni siquiera el ruido de la electricidad estática que otras mañanas anunciaba alguna avería en la emisora. La cisterna del inodoro hizo su trabajo, pero se quedó algo sorprendido al no oír el sonido habitual del agua rellenándola de nuevo. Abrió el grifo del lavabo y comprobó, con disgusto, que tampoco había agua corriente.

Esta era una pesadilla que tenía de vez en cuando, así que se preguntó si no estaría soñando. Hizo alguna de las comprobaciones habituales: un sonoro cachete en la cara y un pellizco en el brazo bastaron para confirmarle que estaba, aparentemente, despierto.

No sería mala idea, pensó, llamar a la compañía distribuidora de agua y electricidad para averiguar si la avería iba a durar mucho. Tras consultar la guía, levantó el auricular del teléfono fijo y se encontró con que el aparato no emitía señal alguna. Con el móvil tampoco había nada que hacer porque, aunque la pantalla aún estaba encendida, las barras que indicaban la cobertura habían desaparecido. Probablemente, la avería o lo que fuera aquello había afectado o dejado sin energía a los repetidores. Naturalmente, tampoco había conexión a Internet, así que, con una extraña sensación de aislamiento, decidió salir a la calle.

No tenía ascensor, ni le hubiera servido de nada, así que bajó los tres pisos andando y a oscuras, porque la escalera era interior. En la calle, habitualmente sin tráfico, todo parecía normal, o casi. Un grupo de obreros de la construcción se calentaba alrededor de un fuego y charlaba despreocupadamente, lo que no dejaba de ser algo extraño, porque era la hora que habitualmente dedicaban a hacer todo el ruido posible antes de parar para almorzar. La cosa se explicaba porque, al no haber electricidad, las hormigoneras y las grúas no funcionaban, así que estarían esperando a que se solucionara el problema.

La librería donde compraba habitualmente el periódico estaba abierta, y el librero estaba asomado a la puerta con cara de preocupación. No había llegado ningún periódico aquella mañana y tampoco podía decir si llegaría o no. Decidieron ir a la sede de la compañía eléctrica para intentar averiguar de viva voz lo que no habían podido resolver por teléfono, pero solo encontraron a un par de empleados incapaces de dar respuestas válidas al grupo de consumidores, bastante numeroso, que se agolpaba en el mostrador de atención al público.

Las líneas habituales de suministro se habían quedado muertas hacía unas horas y, con la caída de las líneas telefónicas, había resultado imposible averiguar qué pasaba. La comunicación por radio también resultaba imposible, porque ni siquiera los aparatos a pilas recibían señal de ninguna emisora. Algunos empleados habían salido a inspeccionar la línea, pero aún no habían vuelto.

Había otra cosa extraña: no circulaba ningún automóvil. Uno de los que estaban ante el mostrador, que vivía en el extrarradio y había intentado venir en su coche, contaba que le había resultado imposible poner el motor en marcha. El encendido había quedado completamente muerto, y parece que no era el único caso que se había dado en la ciudad. En todo caso, la ausencia total de coches en las calles más transitadas era algo que no tenía precedentes, al menos en la memoria de los presentes.

De vuelta a casa, intentó poner en marcha el motor de su coche, sin éxito, con lo que la sensación de alarma se incrementó muchísimo. Volvió a salir a la calle para dirigirse a su trabajo. Se preguntó qué pasaría si esta situación se prolongaba dos o tres días —no quería ni pensar en una duración mayor—, y no encontró ninguna respuesta razonable. Simplemente, aquello era impensable.

En la oficina, la cosa se tomó, durante aquella primera mañana del apagón, con bastante buen humor. Las vacaciones estaban cerca, y por una mañana de asueto tampoco pasaba nada. En realidad, la mayoría de las oficinas del país podían suspender sus actividades durante bastante tiempo sin que de ello se derivara perjuicio alguno.

Al cabo de un rato, las oficinas, sobre todo las públicas, sin calefacción, ni luz, ni agua, sin teléfono y sin Internet, decidieron cerrar la puerta y mandar a los trabajadores a sus casas. Además, muchos trabajadores —todos los que vivían a cierta distancia y acudían al trabajo en algún medio de transporte— se habían quedado ya en casa.

A esas horas, la ansiedad empezaba a manifestarse también en torno a las tiendas de comestibles, y algunos ciudadanos, habitualmente inofensivos, exhibieron un comportamiento amenazador cuando las empleadas del supermercado les dijeron que no podían atenderles, porque las cajas no funcionaban y era imposible saber el precio de la mayoría de las mercancías sin la ayuda del sistema informático que, como todo lo que funcionaba con electricidad, se había venido abajo.

El encargado del supermercado decidió que lo más prudente era cerrar las puertas, lo que hizo no sin dificultades y con la ayuda de la autoridad, que se había personado atraída por la aglomeración de presuntos compradores. Una vez cerrado el establecimiento, muchos no se alejaron de las puertas y formaron, nerviosamente, grupos en los alrededores, en una actitud cada vez más amenazadora.

Que la cosa era aún más extraña y alarmante de lo que parecía quedó patente cuando, primero uno y luego todos los demás, se dieron cuenta de que ni los teléfonos móviles, ni los relojes eléctricos, ni los transistores a pilas daban ya ninguna señal de actividad. Esto empezó a generar algo parecido al pánico entre la multitud. Una cosa era un corte en el suministro de electricidad —cosa que no ocurría muchas veces, pero no era del todo inusual— y otra era que cualquier traza de energía estuviera desapareciendo.

La policía, con órdenes tajantes de las autoridades locales, intentó dispersar a la multitud, invitando a la gente a esperar noticias en sus casas. Pero la falta de cualquier medio de comunicación no inducía a la gente a marcharse, sino, más bien, a mantenerse en contacto unos con otros, para reducir la sensación de aislamiento y obtener del grupo algo de apoyo e información. Información que consistía, sobre todo, en rumores e ideas tan descabelladas como lo que estaba pasando.

Una tienda cercana, famosa por la aplicación discrecional de precios en función del aspecto del comprador y, por tanto, escasamente informatizada, permanecía extrañamente abierta y vacía. Hacia allí se fueron moviendo algunos, con cierto sigilo e intentando no llamar la atención. Aunque el tendero, al verlos, intentó precipitadamente cerrar la puerta, no pudo evitar que algunos individuos, ya francamente alterados, entraran en la tienda y se sirvieran ellos mismos todo lo que pudieron transportar. Se quedó un poco sorprendido cuando le requirieron, sería la última vez, para que les hiciera la cuenta.

sábado, 10 de octubre de 2009

El petróleo en septiembre

Este gráfico muestra la evolución, a escala planetaria, de la producción, el consumo y el precio del petróleo crudo entre enero y septiembre de este año. Tanto la producción como el consumo parecen estancadas, desde hace tiempo, en torno a los 84 mbd y el precio no ha podido romper la barrera de los 70$/b. Estos datos no permiten sostener la idea de que la economía se está recuperando y sí la de que permanece, en el mejor de los casos, estancada. También apuntan a que se ha alcanzado ya el peak-oil (*)aunque, de momento y como consecuencia de la paralización de la producción industrial y de la consiguiente disminución del consumo de energía, no se haya producido una fuerte elevación de precios que están experimentando, sin embargo, una extraordinaria volatilidad.

Gráfico del autor con datos de la EIA (US Gov)

(*) Evolución del consumo de petróleo en la historia de la humanidad. El Peak-Oil es el punto más alto de la curva.

viernes, 9 de octubre de 2009

De la cosa pública

Tengo la persistente sensación de que la política tiene un manual de funcionamiento, en el que, en alguna parte, se dice que los administrados somos gentes sencillas y de limitada inteligencia, que debemos y sobre todo, podemos, ser tratados en consonancia y creo, además, que el objetivo final de los miembros de cualquier gobierno es vivir, lo mejor posible, a costa de los gobernados. Puede que, ocasionalmente, hagan otras cosas, como planificar carreteras y cosas similares, pero sólo para repartir, preferiblemente entre sus amigos, una parte de nuestro dinero y seguir dedicándose a lo fundamental, sin llamar demasiado la atención. Por eso procuro no sorprenderme, ni indignarme, demasiado con la actividad de la administración pública española. Porque, aunque el gobierno es innecesario, también es inevitable(*), escupir a sotavento nunca ha sido una muestra de inteligencia ni de sentido común y sustituir una banda por otra, al frente de la cosa, no cambia nada, o no por mucho tiempo. Pero ahora me está asaltando otra sensación, que me preocupa algo más y es la de que llevan tiempo sin tener la menor idea de lo que está pasando. Y no es, sólo, que no distingan una pandemia de un catarro, una crisis de una desaceleración, una fuente de energía de una portadora, el petróleo de las arenas bituminosas, los ricos de los pobres, desfavorecidos, los llaman ahora o, en general, la realidad de la fantasía, sino, también, que ni siquiera intentan, o lo intentan y no lo consiguen, que haya una mínima relación entre lo que dicen y lo que hacen o piensan hacer que, por otra parte, no va mucho más allá de dejar pasar el tiempo, a ver si escampa. Más vale que nos atemos los cinturones.



(*) Government: Unnecessary but Inevitable. Randall G. Holcombe

jueves, 8 de octubre de 2009

Gran Scala y el movimiento perpetuo


Ayer leí una noticia acerca del inminente pago, por parte de las gentes de ILD, del segundo plazo de la opción de compra sobre las tierras de Ontiñena en las que, se supone que, se asentará Gran Scala, aquel fabuloso conjunto de cuarenta casinos, treinta hoteles, veinticinco millones de visitantes al año y diecisiete mil millones de euros, más de lo que pretende recaudar ZP con su subida de impuestos, de inversión que iba a construirse nada más terminar la Expo. La verdad es que sigo sin saber dónde está el truco. Ya sé que los 200.000 euros que han pagado por la primera de las opciones de compra no son mucho y menos en un país dónde las pensiones de jubilación, de algunos, superan los 3 millones al año y los 52 a tocateja, pero, aún así no acabo de entender el juego ni de los de ILD ni, mucho menos, del gobierno de Aragón. Yo no sé si habrán pagado, o no, el segundo plazo, pero Gran Scala sigue pareciendo ahora lo que parecía hace dos años, una estupidez, de las de manual. Tanto si se llega a construir algo, cosa que dudo, como si no, la cosa no tiene ni pies ni cabeza. La presentación en la Sala de la Corona del Pignatelli fue, además de inadecuada, un prodigio de mal gusto, el esquema y los dibujos parecían, aún anda el video por Youtube, si alguien lo duda, el anuncio de un mal videojuego, las empresas con las que decían contar, Aristocrat, por ejemplo, ni siquiera sabían que estaban metidas en el ajo y los parques temáticos y las explicaciones que daban eran de risa, la ley, ad hoc, perpetrada por las Cortes Aragonesas, es un escándalo de dudoso encaje en cualquier ordenamiento civilizado, los responsables, salvo los dos que intentaron y casi consiguen, venderle el móvil perpetuo a Aliaga, van y vienen, más bien van y algunos políticos aragoneses, que hace muy poco nos vendían este engendro como lo más grande desde Fernando el Católico, callan ahora o echan balones fuera. Todo menos reconocer que ¿se han dejado engañar? por unos trileros o que han metido la pata hasta el corvejón. Tengo curiosidad por ver cómo salen de esta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Crisis (a la española)

Es evidente que estamos pasando, que no superando, una etapa difícil. Una crisis financiera tras la que se esconde una, prácticamente insoluble, crisis monetaria, complicada con un agotamiento del modelo productivo y a medio plazo con la imposibilidad misma del crecimiento, por falta de energía para impulsarlo. Pero eso es fuera de España. Aquí lo que nos preocupa son las andanzas de unos cuantos golfos en Valencia, en Madrid y en media España, que nos tienen a todos muy entretenidos. Un estúpido circo propiciado por un sistema judicial que o es ineficaz, o carece de medios o está metido en la mierda hasta el cuello y por un sistema electoral que nunca, hasta la fecha, se ha resuelto por los méritos, en general inexistentes, del ganador sino por la destrucción política, temporal, claro, del perdedor. Además, no nos engañemos, el aparente escándalo con que la clase política y la prensa han acogido las revelaciones de la trama Gürtel, o como se escriba, no es más que pura hipocresía. Los trajes, bolsos y hasta coches que se han repartido valencianos, madrileños, gallegos y lo que salga, se quedan, con toda seguridad, cortos en comparación con los ‘detalles’ que recibe, o recibía antes de esta crisis, más de un alcalde, concejal o funcionario público relacionado con el urbanismo, de las empresas constructoras de su entorno, a cara descubierta y sin que nadie se preguntara a cambio de qué. Estos imbéciles de ahora, el jefe quería que lo llamaran Don Vito, se han dejado pillar por un exceso de exhibicionismo, no hay más que recordar las fotos del bodorrio de Aznar y por largar más de la cuenta por el móvil, pero seguro que no son los únicos. Aunque, desde luego, no por eso han de salir de rositas. Que los metan en la cárcel o que los manden a las Bermudas con todo pagado, pero cuanto antes. A ver si estos que dicen que gobiernan y los que dicen que quieren gobernar pueden dedicarse a algo serio, como, por ejemplo, esa Ley para la Economía Sostenible de la que ya hablaremos, mal, otro día.

domingo, 4 de octubre de 2009

El talante ya no es suficiente

Un par de encuestas, publicadas el domingo en los diarios El País y La Vanguardia, dan cuenta de un vuelco en las preferencias de los electores que se decantan, ahora, mayoritariamente por el Partido Popular. Vuelco que no debería atribuirse a los méritos del Partido de Mariano Rajoy, un hombre no mucho más sólido que Zapatero y totalmente desbordado por los casos de corrupción que están saliendo a la luz en su partido en los últimos meses. No, la debacle del partido que sostiene al gobierno, que aún no es irreversible, hay que atribuirla exclusivamente a sus dirigentes, incapaces de cuestionar al líder que, tras ocho años de travesía del desierto, los llevó de nuevo a pastar en la tierra prometida, donde abundan los despachos ministeriales y los coches oficiales. Zapatero es un hombre cuya inconsistencia puede pasar desapercibida en tiempos de bonanza, estamos en España y es lo que hay, pero resulta bastante llamativa en situaciones de emergencia, que requieren que quien está al timón de la nave dé, al menos, una mínima impresión de saber, si no hacia dónde va, al menos hacia dónde quiere ir. Claro que las encuestas y los del gobierno, dicen que el otro tampoco lo sabe y seguramente tienen razón, pero no es esa la cuestión ni, desde luego, ayuda en nada saber que esto no tiene alternativa.

viernes, 2 de octubre de 2009

Que les aproveche (a los brasileños).

Madrid no organizará los Juegos Olímpicos de 2016. Se acabó la corazonada y con ella un buen montón de millones gastados en promociones, fastos e infraestructura. Claro que eso es, como siempre, lo de menos. Los que fueron a Copenhague, el alcalde, el rey, el presidente y toda la corte de los milagros que va siempre a estos eventos, haga o no alguna falta en el lugar de los hechos, se quedaron, supongo, cariacontecidos y frustrados. El resto de los españoles me temo que no tanto. Estamos aprendiendo, poco a poco que las cosas que interesan a esta tropa no interesan, necesariamente, a las gentes del común, que a lo más que pueden aspirar en un acontecimiento de estos, es a que les pongan una camiseta y les dejen hacer de voluntarios para guiar a los turistas, o a un trabajo mal pagado durante los meses o años que duren sus efectos. Además es más de lo mismo. Más obras, más especulación, más negocios raros, más fiestas para los que se las puedan permitir, más deuda y más fantasías planeando sobre una realidad a la que por más expos, juegos, grandes escalas y leyes de lenguas que se le echen encima sigue siendo bastante preocupante. Pero si la solución era salir corriendo hacia adelante, parece que, por esta vez, tendrán que pensar en otra cosa. Ya se les ocurrirá.

martes, 29 de septiembre de 2009

¿Crisis? No se preocupe: construya un parque temático.


Acabo de ver por televisión que, en un ayuntamiento de Madrid, creo que Torrejón, han destinado 5 millones de Euros del plan E a construir un parque temático, o algo similar, formado por reproducciones de cartón piedra de los monumentos europeos más representativos, o que ellos consideran más representativos. Preguntado por la periodista, el concejal de obras del municipio en cuestión decía que, pensando en algo para atraer al turismo y a falta de monumentos propios, habían tenido la idea de construir el parque de marras. Esto del turismo se está sacando de quicio. Una cosa es que un determinado territorio viva, o lo pretenda, de la explotación de sus recursos naturales o artísticos y otra cosa es que se los invente. Reproducir, como parece que van a hacer allí, la Puerta de Brandenburgo o la Fontana di Trevi y pretender que la gente se desplace y pague para verlos no es, como parece, una idea completamente idiota. Habrá gente que irá a ver eso, como hay gente que va a ver el Arenysaurio (en la imagen), un bicho que recuerda a Dino, el de los Picapiedra, que se han montado en un pueblecito de por aquí cerca en el que, por lo menos, parece que encontraron restos de dinosaurio, pero en algún momento habrá que poner coto a tanto parque temático, centro de interpretación y monsergas de la misma especie. Si todos queremos vivir del turismo, nos pasará como a aquella cadena de pueblecitos de las montañas suizas que pretendían vivir, cada uno, de lavar la ropa del de al lado.

Fotografía del autor.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Democracia (I)


A democracy, Mr. Cromwell, was a Greek drollery based on the foolish notion that there are extraordinary possibilities in very ordinary people. (La democracia, Sr. Cromwell, es una bufonada griega, basada en la absurda idea de que existen posibilidades extraordinarias en las gentes más ordinarias)

Carlos Estuardo (Alec Guinness) a Oliver Cromwell (Richard Harris), en una escena de la película Cromwell de Ken Hughes.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Crecimiento sostenible

Hay determinados ambientes en los que queda bien sostener que el crecimiento es algo esencialmente perverso y la causa de todos los problemas que arrastra nuestra maltrecha economía. Eso, como tantas otras cosas que también se dicen, es susceptible de matizaciones y precisiones. Gracias al crecimiento y sólo al crecimiento, la inmensa mayoría de la gente ha salido y no hace mucho, de siglos de miseria y ha podido disfrutar de calor, alimentación suficiente y vivienda digna, amén de un montón de cachivaches, más o menos prescindibles. Claro que esto sólo en una parte del mundo y probablemente, a costa de la otra, pero es que, hasta bien entrado el siglo XIX, sólo unos pocos eran los protagonistas de la historia. El resto se limitaba a malvivir en sus márgenes y ni siquiera podía consolarse, como ahora, con las revistas del corazón. Precisamente en esa casi indestructible relación entre crecimiento y bienestar está el auténtico drama. No podemos dejar de crecer, ni se puede, eso es álgebra elemental, mantener ninguna tasa de crecimiento más allá de unas pocas decenas de años. Crecimiento sostenible es, sólo, un oxímoron.

viernes, 1 de mayo de 2009

A vueltas con lo de siempre

Gran Scala, vaya nombrecito, por cierto, ha tenido siempre una ventaja, desde mi punto de vista. Que parecía una estupidez, y de las de libro, cuando lo presentaron en la sede del Gobierno de Aragón, lo parece meses después y lo seguirá pareciendo en el supuesto, afortunadamente cada vez más improbable, de que finalmente se materialice en algo concreto.

Y eso sin necesidad de añadidos tan pintorescos como el motor, eficientísimo, que los mismos promotores también querían, según el Periódico, vendernos. En realidad lo del motor me parece un colofón perfectamente lógico: la filosofía imperante en el mundo de los pícaros, y estos lo son y de mucha categoría, exige que una vez que se encuentra un filón se explote hasta el final, y eso es lo que están haciendo estos pícaros tan simpáticos, y por lo que he leído, generosos, de ILS, o como se llamen.

Pero esto de Gran Scala es sólo un síntoma. Vivimos en un mundo de metáforas, medias verdades, fantasías y encantamientos que flota, cada vez con más dificultades, sobre la contumaz realidad. No hay desarrollo sostenible que valga en un entorno finito, pero seguimos dale que te pego con objetivos del 2 y el 3% anual. No hay alternativas al petróleo, ni ahora ni en un futuro previsible, que sean capaces, entre otras muchas cosas para las que también es imprescindible, de mover una flota de 850 millones de vehículos, pero seguimos apostando por una economía globalizada basada en la movilidad y el crecimiento, a pesar de que el petróleo barato y a corto plazo también el caro, se está acabando.

La gracieta de beberse el agua resultante de la oxidación del hidrógeno en una célula de combustible no sirve para explicar de dónde ha salido el hidrógeno utilizado y envía un mensaje, falso, a la sociedad. Tan falso como cuando se presentan, a bombo y platillo, plantas de producción de biocombustibles mientras los terrenos y el agua, necesarios para la producción de alimentos para personas y animales, son cada vez más escasos. Y hablando de agua, tenemos un problema muy serio en España, no solamente en Aragón o en Cataluña, y en lugar de resolverlo o callarse, los que cobran, bastante, para arreglar estas cosas, pierden su tiempo y el nuestro, haciendo declaraciones idiotas para hacerse perdonar otras, aún más idiotas, prodigadas a lo largo de los últimos años. Estamos en medio de una crisis financiera que todo el mundo, menos los políticos, veía venir y los mismos que la han consentido, por no decir que la han provocado, se dedican ahora a minimizarla, a acotar su duración después de haber sido incapaces de preverla y, sin tener ni idea de lo que están diciendo, a prometer una recuperación de la tasa de crecimiento, a niveles aún más insostenibles, en uno o dos años. O a anunciar medidas económicas para que, los que han estado especulando con el ladrillo, no dejen de ganar dinero, a nuestra costa, por más tiempo del imprescindible.

Esto es lo malo. Lo peor es que no hay alternativa o la que hay es como para salir corriendo. No hay más que ver la reacción inicial a Gran Scala de todos los políticos aragoneses, cuando conocieron el engendro y la desfachatez con que están pidiendo explicaciones cuando les parece que el asunto se viene abajo. Quizá con la excepción de Izquierda Unida, pero esos ya hace tiempo que no son alternativa. O el comportamiento de los del PP dándose de dentelladas para recoger lo que quede del partido después de lo que consideran una inexplicable e inmerecida derrota. El problema es estructural, no coyuntural. Hemos tomado, hace tiempo, la decisión de vivir al día y acabar con todo y en eso estamos. A ver cuanto tardamos.

viernes, 17 de octubre de 2008

Entrevista en El Cruzado con motivo del 25 aniversario de la UNED de Barbastro

 

Carlos Gómez

Director del Centro Asociado de la UNED.

“La presencia en Barbastro y el Somontano supone una oportunidad de acceso a estudios universitarios”

Carlos Gómez lleva veinticinco años en el Centro de la UNED con responsabilidades de secretario y Director desde 1987. Ha sido uno de los mejores testigos de la trayectoria ascendente y artífice, en buena medida, del desarrollo. En la entrevista concedida a El Cruzado Aragonés repasa los aspectos más significativos y los momentos más decisivos, incluidas las críticas, durante este cuarto de siglo. En especial, la trascendencia que ha tenido la implantación en Barbastro y su zona de influencia.

Ángel Huguet

¿Asimple vista, qué le dicen, 25 Años de UNED Barbastro?

- Lo que tiene interés, en realidad, es lo que le dice a la gente. Yo creo que la opinión, no sé si general pero al menos sí la más extendida, es que la UNED forma parte del paisaje urbano de Barbastro, es una institución útil que, incluso, le da cierto empaque a la ciudad. Hay también otras opiniones, como la de una señora que decía en el último número de El Cruzado que la UNED era una ‘pérdida’, pero yo espero que sean minoritarias. En todo caso el Ayuntamiento, al que le corresponde establecer las prioridades en la utilización del dinero público, y cuyo Alcalde preside la Fundación de la que el Centro depende, parece considerar, por el momento, que el gasto que ocasiona su mantenimiento queda compensado por el servicio que presta. Que es, por otra parte, lo que yo también pienso.

¿Cuáles han sido las claves esenciales de la trayectoria ascendente?

- Esta institución, como cualquier otra cuya labor sea sometida anualmente a escrutinio, no puede seguir otra trayectoria que la ascendente. Las otras dos posibles, de hecho solo hay una trayectoria alternativa, conducen directamente hacia el suelo y el suelo está a poca distancia y se alcanza en poco tiempo. Las claves son el apoyo de las instituciones, la confianza de los alumnos, la implicación del personal y de los profesores, intentar atender las demandas de la sociedad y prestar un servicio de calidad que no se pueda obtener por menos dinero.

De 676 alumnos en el primer curso a una matrícula consolidada de 1.300 alumnos y 28 titulaciones, ¿cómo se ha conseguido?

- Bueno, que la matrícula de 1300 alumnos esté consolidada quizá sea mucho decir. De hecho yo creo que a medio plazo la tendencia va a ser a disminuir, pero también es verdad que hace ocho años que creo eso y, por el momento, la matrícula se mantiene. En cuanto a las titulaciones la política que ha seguido el Centro es atender, en la medida de lo posible, la demanda existente en todas las que ha venido implantando la UNED.

En el espacio de un cuarto de siglo, ¿Cuántos alumnos han pasado por la UNED de Barbastro y cuál es el porcentaje de los que terminan?

- En torno a los nueve mil. De los que se habrán titulado, probablemente, unos mil doscientos.

¿La UNED facilita posibilidades de acceso al empleo para alumnos mediante conciertos y convenios con empresas?

- Desde el Centro y a través del COIE se ofrece, a los alumnos que están finalizando su carrera en nuestra universidad, la posibilidad de acercarse al mundo laboral mediante la realización de prácticas en empresas o instituciones con las que tengamos firmado un convenio de colaboración educativa. En cuanto a búsqueda de empleo, en la página web del centro existe un enlace del COIE en el que se muestran las ofertas de trabajo (cuando las hay) que nos llegan relacionadas con las distintas carreras que en este centro se imparten. Ofrece orientación laboral a los alumnos que acaban sus estudios en nuestro Centro y organiza los prácticum que son ya parte obligatoria de muchas titulaciones.

¿Hasta que punto ha sido esencial el apoyo de las instituciones que han apoyado (y confiado) siempre en el Centro?

- Este Centro funciona con aportaciones de las entidades fundadoras y está gestionado por una Fundación de cuyo Patronato forman parte el Ayuntamiento, la Diputación de Huesca, el Gobierno de Aragón, Ibercaja y la Universidad. Su apoyo y su impulso son absolutamente imprescindibles.

Ha habido momentos puntuales importantes y habrá pasado por menos buenos en la trayectoria de 25 Años…

- La creación de la Fundación en 1987 supuso un paso muy importante al dotar de personalidad jurídica al entonces denominado Patronato del Centro de la UNED. Cada una de las ampliaciones ha supuesto una oportunidad de mejorar los servicios que se prestan a la sociedad y a los alumnos. El inicio de colaboración con la Universidad en la informatización y automatización de distintos procesos administrativos y docentes supuso una oportunidad de ampliar esos servicios. El comienzo de una importante colaboración con el Gobierno de Aragón y la firma de varios convenios con la Consejería correspondiente supusieron el reconocimiento del hecho evidente de que nuestros estudiantes forman parte del sistema universitario aragonés. La organización de las Jornadas de Informática y los Cursos de Verano han supuesto también hitos muy importantes en la actividad académica del Centro. Los pleitos y conflictos en los que se vio envuelta la Fundación a propósito de la inscripción en un determinado registro y a causa de una excesiva politización de la gestión, tuvieron también su interés desde un punto de vista sociológico aunque fueron algo molestos desde casi todos los demás. La recogida anual de diplomas por parte de los titulados es, por supuesto, una ocasión muy importante por lo que supone de constatación del cumplimiento de la misión más importante del Centro.

¿Qué significa la presencia de UNED en Barbastro y el Somontano?

- Es, ante todo, un Centro Universitario y por tanto su presencia en Barbastro y el Somontano suponen una oportunidad para que sus habitantes puedan acceder a estudios universitarios sin necesidad de desplazarse y/o acceder a determinadas actividades que normalmente solo se generan en un entorno universitario. Por otra parte es un centro de recursos que pueden ser, y que, de hecho son, utilizados por las más variadas instituciones que reutilizan así los recursos que la sociedad y esas mismas instituciones ponen a disposición de la UNED a través de la Fundación que la sostiene. El Centro es también un catalizador de sinergias, que posibilita la actuación conjunta de las instituciones representadas en el Patronato de la Fundación y de otras relacionadas con o dependientes de ellas.

Además, contribuyen en grado alto a las actividades culturales de la ciudad…

- La Fundación tiene, entre sus fines fundacionales, esta contribución. Organizar actividades que tengan que ver con la difusión de la ciencia, con la cultura, con las más diversas manifestaciones artísticas y colaborar con las demás instituciones locales en esa dirección son algunas de sus funciones más importantes. La Fundación y la UNED han hecho un esfuerzo extraordinario, a modo de ejemplo, con la instalación de un planetario y un observatorio que pueden contribuir también a despertar algunas de esas vocaciones científicas que el país tanto necesita.

¿La valija virtual, proyecto innovador y pionero, es fiel reflejo de la actividad importante cobrada por las nuevas tecnologías en el Centro?

- La Valija Virtual es, hoy por hoy, el producto estrella de los desarrollados al amparo de colaboración suscrito en su día con la Universidad y ha supuesto una revolución total, al sustituir el antiguo y muy engorroso sistema de gestión de exámenes por uno totalmente automatizado, mucho más seguro y eficiente. De todos modos estamos en otros proyectos muy interesantes que tienen que ver con la utilización masiva, pero racional, de la informática y las telecomunicaciones en la impartición de docencia y, por supuesto, seguimos desarrollando programas de gestión para todos los Centros de la Universidad.

¿Qué supone y como se afronta en Barbastro el reto inmediato del Espacio Europeo?

- Afrontar la integración en el Espacio Europeo de Enseñanza Superior es una tarea de toda la Universidad en la que los Centros desempeñarán un papel importante pero necesariamente subordinado. Esta incorporación, que incluye un cambio radical en la forma en que los alumnos acceden al conocimiento, al darles una papel central en su propia formación, supondrá, sin duda, la revitalización de uno de los servicios más destacados que presta el Centro, la atención tutorial, cuya evidente importancia en los años ochenta y noventa estaba decayendo en los últimos años por una serie de factores relacionados con el agotamiento del modelo, la aparición de Internet, el cambio de hábitos de los alumnos, etc.

¿Cuáles son los proyectos más inmediatos a partir de este curso?

- Ser una referencia importante dentro de la UNED en la aplicación de la tecnología a la enseñanza, prestar un servicio de calidad contrastada a los alumnos que acudan al centro y que la sociedad a la que sirve considere que merece la pena que la UNED siga estando en Barbastro.

lunes, 23 de junio de 2008

Y llegó el verano

Pase lo que pase en el futuro, estos años serán recordados como años de abundancia y quizá también, de excesos. En Barbastro se ha inaugurado otro supermercado, y van ocho o nueve, varias bodegas, ya son veinte o más, se ha modificado el trazado de la nacional doscientos cuarenta para facilitar la conexión con la ciento veintitrés y dentro de poco, supongo, tendremos autovía Huesca Lérida y en su entorno ya se ha proyectado un centro de ocio y comercio y una nueva zona industrial. Tenemos piscinas cubiertas y acabamos de inaugurar las descubiertas, con jacuzzi, ascensor de agua y no sé cuántas cosas más. Hemos construido viviendas de sobra, aunque no todos tengan vivienda, en urbanizaciones de la periferia y en el centro histórico, que todavía sigue siendo el pariente pobre del desarrollo urbanístico local, se está construyendo un museo y remodelando el antiguo palacio del Obispo, amén de otras intervenciones que están modernizando la imagen de la ciudad y recuperando una parte de nuestro patrimonio. El Hospital está en obras desde hace algún tiempo y es de suponer que, cuando acaben, tendremos unas instalaciones de primera aunque ahora parece que el problema es la falta de médicos para atenderlas, después de haber mantenido durante muchos años un estricto numerus clausus en las facultades de medicina y en las plazas de especialización. Fuera de Barbastro, pero cerca, acaban de inaugurar la exposición internacional de Zaragoza, una sucesión ininterrumpida de saraos durante todo el verano en la que, también, se va a hablar de agua y cómo no, de desarrollo sostenible y se nos anuncia otra inversión, más multimillonaria y no precisamente sostenible, en los Monegros. Las carreteras siguen saturadas de coches y los aeropuertos de gente moviéndose de un lado a otro, sin más objetivo que ir a matar el tiempo a un lugar lo más alejado posible de su residencia habitual, aunque ya no resulta, por lo visto, tan fácil como antes conseguir créditos para irse de vacaciones. Los únicos ferrocarriles que se construyen y se mantienen son los grandes y costosos trenes AVE y los de cercanías en los entornos de las grandes ciudades pero, gracias a esto, casi todo el mundo tendrá una estación de tren a menos de cincuenta kilómetros de su lugar de residencia y una autopista o autovía, que ya veremos por cuanto tiempo más podemos disfrutar, aún a menos distancia. Y por si fuera poco la selección española, rompiendo con una acrisolada tradición, ha superado, de momento, la barrera de los cuartos de final cosa que a mí no me importa gran cosa pero que ha subido, según la SER, varios puntos el índice de autoestima del país. A saber como se medirá eso. Todo esto ha sido posible en un entorno de crecimiento prácticamente ininterrumpido durante más de dos décadas, sostenido por una energía, procedente casi exclusivamente del petróleo, abundante y barata , por la inyección continuada de fondos europeos que se han dedicado, sobre todo, a la construcción de infraestructuras de las que este país, todo hay que decirlo, estaba más que necesitado y por una mano de obra formada por ciudadanos de otros países que han acudido a éste reclamados por una prosperidad escandalosa y tan duradera que ya casi no la reconocemos como tal, ni siquiera los que hemos vivido en otras circunstancias muy diferentes. Ahora esta fiesta, dicen que habrá otras, parece estar tocando a su fin y algunos de estos factores de progreso están en grave riesgo: el petróleo ha alcanzado, en este principio de verano, precios que han desatado la ira de camioneros y pescadores y amenazado con vaciar las estanterías de nuestros supermercados y el dinero de Europa, a punto de conseguir, aparentemente, el objetivo de acercar nuestra renta per cápita a la media comunitaria, va a dejar de fluir en unos pocos años. Los que gobiernan este país tienen ahora la obligación de intentar que la nueva realidad no nos coja completamente fuera de juego y también la de valorar, exactamente, las consecuencias a medio plazo de sus acciones y omisiones, de mirar, en definitiva, más allá de las próximas elecciones. El tiempo en el que cualquier gestión política, por desastrosa, incompetente y a veces escasamente ética que fuera quedaba justificada por el número de metros cúbicos de hormigón utilizados ha pasado ya y probablemente tardará en volver. Cuando acabe el verano y los fastos de la Expo vayan difuminándose, ya no será suficiente con etiquetar de sostenible cualquier genialidad, como, por ejemplo, la propuesta ya citada de construir cuarenta casinos, doscientos restaurantes, no sé cuantos hoteles y varios parques temáticos, para atraer a veinticinco millones de visitantes anuales, unos trescientos aviones diarios cargados hasta los topes, a nuestro patio trasero. Estamos, además, a punto de entrar en la parte más dura de una crisis financiera, más o menos grave y amenazadora según que quién se refiera a ella tenga o no responsabilidades de gobierno, que puede tener el efecto positivo de obligarnos a dejar de gastar en lo que no es necesario y a organizar la vida, en nuestro entorno, en condiciones que la sigan haciendo posible para nosotros y para los que vengan detrás. Pero, por el momento, el personal está por otras cosas: el verano, las piscinas, la playa, la expo… las fiestas. Y probablemente haga bien.

domingo, 8 de junio de 2008

Ensayo general

Una huelga de transportistas es algo muy serio. Nuestra globalizada sociedad exige, ante todo, movilidad, movilidad de personas, sí, pero, sobre todo, movilidad de mercancías. Hemos cubierto de hormigón una gran parte de los terrenos aptos para la agricultura que rodeaban nuestras ciudades, sustituyendo las huertas por grandes superficies en las que, hasta ahora, hemos podido encotrar prácticamente de todo y, en particular, la comida que hace tiempo que dejó de producirse en nuestro entorno más inmediato. Hemos fiado nuestra alimentación a una nueva forma de cultivar la tierra que consiste en la explotación intensiva de grandes superficies, con la ayuda de ingentes cantidades de fertilizantes procedentes del petróleo. El mismo petróleo del que se extraen los combustibles que utilizan los camiones que transportan hasta nuestros supermercados los alimentos que antes, hace no mucho más de cuarenta años, se cultivaban en el huerto de al lado. El mismo petróleo que ha aumentado de precio, por razones que nadie parece en condiciones de explicar, lo suficiente como para llevar a la huelga, dicen que a la ruina, a los transportistas. Una huelga que va a vaciar, a poco que se prolongue el tira y afloja de los huelguistas con el gobierno, que maldito lo que pinta en todo esto, las estanterías que hasta hace muy poco encontrábamos repletas de mercancías. Una huelga que podría no ser más que el ensayo general de lo que puede estar a punto de convertirse en una condición permanente, si las razones del incremento del precio del petróleo tienen que ver más con la escasez que con la especulación.

jueves, 8 de mayo de 2008

Energía y futuro

El Club Español de la Energía ha hecho público, recientemente, un estudio titulado Energía y Sociedad: Actitudes de los Españoles ante los Problemas de la Energía y del Medio Ambiente, del que se desprende que tenemos, en general, una formación deficiente en cuestiones de energía. Parece ser que sabemos poco, o nada, acerca del origen de la electricidad que consumimos y creemos, erróneamente, que la mayor parte proviene del petróleo o de los saltos de agua. No somos, se dice, partidarios de la energía de origen nuclear y creemos que la de procedencia eólica o solar es la más barata cuando, en realidad, es muy cara, en el nivel actual de desarrollo de la tecnología necesaria, dependiente, como casi todo en nuestra civilización industrial, del petróleo y está extraordinariamente subvencionada. Este déficit de formación es el que hace que depositemos esperanzas, con toda seguridad excesivas, en supuestos avances tecnológicos, relacionados, sobre todo, con el hidrógeno y los biocombustibles, de indudable valor científico pero dudosa aplicación práctica a corto plazo. Y a largo plazo, decía Keynes, todos estaremos muertos.
El hidrógeno es muy abundante en la naturaleza, pero su estructura atómica le proporciona una notable e irritante tendencia a combinarse con otros elementos y no se encuentra libre en ninguna parte de este planeta, aunque sea la fuente de energía de las estrellas. Su obtención, a partir de algunos de los compuestos de los que forma parte, como el gas natural, básicamente metano (CH4) y el agua (H2O), exige un aporte externo de energía, con un balance final que, por el momento y mientras las leyes de la termodinámica sigan en vigor, es negativo: la energía que se obtiene de su combustión es inferior a la utilizada para obtenerlo. Tiene, sin duda, una importante ventaja sobre la energía solar o eólica, o, en definitiva, sobre la electricidad, como es la posibilidad de almacenarlo y se supone, que, en el futuro, puede jugar un papel importante como sustituto de los combustibles líquidos, utilizados masivamente en el sector del transporte. Por el momento, sin embargo, el estado de la investigación sobre células de combustible, que son el principal candidato para sustituir a los motores de combustión interna, su precio, el coste de producción y las dificultades de almacenamiento y transporte del hidrógeno necesa-rio para alimentarlas, hacen económicamente inviable esa transición. Sostener lo contrario es una peligrosa fantasía.
En cuanto a los biocombustibles, como el etanol o el biodiesel, procedentes del procesamiento industrial de caña de azúcar, colza, maíz, cebada y otros productos agrícolas, además de que el balance energético final es también e inevitablemente, negativo y de que no está claro que la emisión de contaminantes al quemarse sea inferior, o menos nociva, que la de los combustibles fósiles que se pretende sustituir con ellos, es probable que, antes de proyectar una extensión masiva de su producción y consumo, debamos elegir entre comer o ir en coche. La escasez de determinados alimentos ya está siendo un problema en muchos países, antes llamados subdesarrollados y ahora, con irresponsable optimismo, en vías de desarrollo. Problema que no hará sino agravarse, si terrenos agrícolas y otros recursos escasos, se detraen de la producción de alimentos para dedicarlos a otros fines.
La investigación relacionada con la utilización de las denominadas energías re-novables y también, en el caso de la eólica y la solar, limpias, está impulsada por el incremento de precio del petróleo y también, al menos en teoría, por la constatación, por un lado, de que la combustión de hidrocarburos, o de carbón, con la consiguiente emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero, tiene un efecto negativo sobre la atmósfera, el clima y el ecosistema en general, con consecuencias sobre las que discrepan científicos, gobiernos y ecologistas, pero que se presumen devastadoras y, por otro, de que este problema puede quedar resuelto por la vía, expeditiva e involuntaria, de terminar con las reservas, inevitablemente finitas, del petróleo en todas sus fases de formación. Esta investigación debe continuar e incluso intensificarse, otra cosa sería una grave irresponsabilidad, pero hay que aceptar la posibilidad de que puede que no lleguemos a tiempo y de que el final del petróleo nos sorprenda, en un plazo muy breve, sin ninguna alternativa válida para sustituirlo.
Ser conscientes de esto puede que no ayude a conciliar el sueño pero, probablemente, suavice el inevitable, brusco y potencialmente traumático despertar del que llevamos disfrutando poco más de cien años, un pequeño paréntesis en la historia de la humanidad, y nos induzca a tomar alguna medida para intentar mitigar los aspectos más desagradables de lo que está por venir. Aún así, nada, probablemente, evitará que cosas que ahora damos por garantizadas desaparezcan, para siempre, de nuestras vidas. Quizá convenga hacerse a la idea de que lo que se nos viene encima, si el petróleo se acaba o se hace inaccesible, no es una crisis pasajera, como podría serlo la supuestamente originada por las dichosas hipotecas subprime y el final, en España, de un determinado modelo de desarrollo, sino algo definitivo, que nos obligará a reconsiderar nuestra relación con la naturaleza y a ajustar nuestro modo de vida a las posibilidades reales de nuestro entorno más inmediato.


Publicada en El Cruzado Aragonés, de Barbastro

viernes, 18 de abril de 2008

Reflexiones en torno al Peak Oil

El origen último de la prosperidad y el bienestar que actualmente disfruta una parte minoritaria de la población mundial hay que buscarlo en el petróleo, o mejor dicho, en la relativa abundancia de petróleo barato que venimos disfrutando desde el último tercio del siglo 19. El petróleo es una fuente de energía primaria, creada en el interior de la Tierra mediante la compresión, a altas temperaturas y durante millones de años de biomasa enterrada como consecuencia de violentos fenómenos geológicos, tiene una forma líquida muy conveniente para facilitar su almacenamiento y su transporte,  es estable a temperatura ambiente y muy eficiente desde el punto de vista del retorno energético. El proceso de formación no se ha detenido pero, considerando que ha costado 500 millones de años de historia geológica, acumular el petróleo actualmente existente, podemos considerar totalmente despreciable la cantidad que puede llegar a formarse en doscientos o incluso mil años, es decir que tenemos que asumir que la explotación industrial del petróleo sólo puede consistir en el  agotamiento de una cantidad predeterminada, que no se verá incrementada de manera significativa en todo el período de extracción[3].
Como se habla, y mucho, de energías alternativas y de energía nuclear y también de electricidad o hidrógeno[4], podemos llegar a suponer que el petróleo no es sino una posibilidad más y que, cuando se acabe, solo  tendremos que recurrir a las otras fuentes de energía o a algún mágico elixir guardado en un cajón para cuando haga falta. No hay ninguna evidencia, sin embargo, que permita sostener una hipótesis tan optimista. A lo que nos enfrentaremos, si el suministro de petróleo se reduce, no es a una crisis de energía en sentido clásico, sino a un déficit de combustibles líquidos, utilizados masivamente por los motores de combustión interna. La energía solar, la eólica y sobre todo la nuclear producen electricidad pero no petróleo ni ninguno de sus derivados. Además y por el momento la cantidad de energía que puede obtenerse de esas fuentes es relativamente pequeña, comparada con la  que ha venido proporcionando el abundante y barato petróleo que hemos disfrutado hasta ahora y que, por el momento, seguimos disfrutando.  Dejando de lado la imposibilidad material de sustituir, a corto y medio plazo, el inmenso parque de vehículos[5] que actualmente se mueven con combustibles derivados del petróleo, lo cierto es que esa sustitución no se está abordando y por el momento seguimos fabricando, comprando y vendiendo automóviles, camiones y autobuses con motores de combustión interna. La adopción de medidas proactivas puede tropezar con tantos problemas políticos y económicos, a corto plazo, que es muy posible que no se haga nada serio hasta que sea demasiado tarde.
El petróleo es, pues, un recurso finito que se acabará en algún momento. Cuándo ocurrirá eso o cuánto más va a ser posible extraer en condiciones económica y energéticamente rentables,[6] son cuestiones cuya respuesta no es en modo alguno evidente y tampoco hay datos fiables que permitan estimar el volumen de petróleo que aún permanece en el interior de la Tierra[7]. A las teorías que aseguran que el pico del petróleo[8] se ha producido ya o está a punto de producirse, se oponen otras que sostienen que tal cosa, si es que va a ocurrir alguna vez, está muy alejada en el tiempo. Estas discrepancias pueden atribuirse, desde luego, a la aplicación de distintas metodologías de evaluación o  a intereses contrapuestos por parte de los evaluadores pero, también, a la dificultad de dar crédito a los volúmenes de reservas publicados por los países de la OPEC[9], que tienen limitado el volumen de petróleo crudo que pueden vender en función de las reservas que declaren. Por esa u otras razones, de carácter técnico, político o estratégico, países como Kuwait siguen anunciando desde hace diez años un volumen de reservas en el que no se aprecia disminución alguna, a pesar de que en este tiempo han producido y puesto en el mercado millones de barriles.  De manera que tanto podemos estar hablando de reservas subestimadas como, y esto parece desgraciadamente lo más probable[10], sobreestimadas.
La transición de la madera al carbón y de este al petróleo se realizó de forma relativamente suave, en una sociedad en la que la dependencia de energía era sensiblemente inferior a la actual. Estos precedentes y una fe ciega en la capacidad de innovación de la mente humana, que tendemos a suponer ilimitada, pueden llevarnos a creer que la transición del petróleo, una vez admitido el carácter finito de este recurso,  a… ¿qué?, será también suave y escalonada. Sin embargo la situación actual es muy distinta a la de los siglos 18 y 19. Hoy tenemos un planeta mucho más poblado, 6.500 millones de personas en lugar de los 1.000 millones de entonces, una dependencia prácticamente absoluta del petróleo para cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la sanidad, el transporte o la calefacción y con un nivel de autosuficiencia muy inferior al del hombre de la sociedad preindustrial. Las energías alternativas que actualmente están sobre la mesa no son, a medio plazo, capaces de sustituir al petróleo y la  posibilidad de que, en el último momento, aparezca algo que cubra nuestras necesidades, en las condiciones en las que actualmente lo hace el petróleo, es sólo eso, una posibilidad. No se puede confundir el evidente progreso tecnológico, que, en muy buena medida, ha sido posible gracias a la disponibilidad de petróleo abundante y barato, con el progreso energético que, prácticamente, no ha existido: el petróleo era la fuente principal de energía hace cien años y sigue siéndolo ahora, así que es posible que la transición a… lo que sea, no sea suave y escalonada sino abrupta y revolucionaria.
La civilización industrial[11] está, en definitiva, amenazada por la coexistencia de dos construcciones intelectuales universales, sobre impuestas y antagónicas: la cultura monetaria, de origen prehistórico, basada en el interés compuesto y en la idea de que lo que hoy vale dos mañana valdrá cuatro y así sucesivamente, y el conocimiento que tenemos desde hace aproximadamente cuatro siglos de las propiedades e interrelaciones de la materia y la energía, conocimiento al que hay que atribuir los espectaculares logros alcanzados por la civilización industrial en los dos últimos siglos  y que es esencial para su continuidad. Estas dos construcciones han convivido durante algún tiempo, a pesar de su incompatibilidad, debido a una característica fundamental que han compartido: el crecimiento exponencial, pero, por las razones que ya se han expuesto, es imposible que el sistema materia energía sostenga un crecimiento que vaya más allá de doblarse unas pocas decenas de veces[12].
La producción mundial de petróleo está actualmente en torno a los 85-86 millones de barriles diarios y se ha mantenido ligeramente por debajo de la demanda[13] hasta el mes de marzo de este mismo año en que la relación se ha invertido debido a una reducción, de más de un millón de barriles diarios, del consumo. Esta disminución puede deberse al alto precio alcanzado por el crudo en origen o a  razones coyunturales o permanentes que afecten al mercado. La cuestión está en establecer si el estancamiento de la producción es atribuible a esa caída de la demanda, aunque es más bien dudosa una realimentación tan rápida y eficaz, a la falta de inversión para superar dificultades de acceso al petróleo restante, a cuestiones políticas y estratégicas o, simplemente, a que no es posible producir más.  En este último caso habríamos alcanzado ya el pico en la producción de petróleo y no cabría  esperar sino una lenta, en el mejor de los casos, e imparable disminución. Esta circunstancia que provocaría, inevitablemente, un aumento de los precios y dejaría el petróleo en manos de los que pudieran pagarlo, llevaría,  con una alta probabilidad, a conflictos bélicos, del estilo de la guerra de Irak, que no es sino la primera de las Guerras del Petróleo del S XXI. Una extensión, en modo alguno descartable, de esos conflictos agravaría sensiblemente el problema y podría precipitar el final de la era del petróleo barato.
El petróleo no puede ser, ya lo hemos dicho, considerado como una fuente más de energía, sino como algo que, hoy por hoy, no tiene alternativa viable y cuyo consumo, y por tanto producción, no puede estancarse sin poner en riesgo una economía que, como consecuencia de su absoluta incardinación en la cultura monetaria del interés compuesto, no se ha planteado ni puede plantearse otra cosa que el crecimiento que, a su vez, implica un incremento del consumo de energía y, en particular, de petróleo. Una disminución de la tasa de crecimiento, tanto más si esta tasa pasa a tener valores negativos, es lo que se conoce como crisis o recesión y entre sus consecuencias está, siempre, la destrucción de empleo y el incremento generalizado de las dificultades económicas para una parte importante de la población.
Pero una crisis económica debida a una escasez persistente de combustibles líquidos tendría características muy distintas y más graves, que las crisis financieras clásicas[14],  atribuibles a la incompetencia de las autoridades monetarias[15], la euforia financiera, la especulación, el apalancamiento o la caída de confianza de los consumidores, ahorradores o inversores, crisis que se han venido reproduciendo periódicamente y que tienden a resolverse por sí solas, o tras la aplicación de alguna de las medidas correctoras prescritas por la sabiduría convencional, después de períodos de  ajuste más o menos duro. Tampoco sería, con toda probabilidad, comparable en sus efectos a la crisis de los años 70, debida a una falta temporal de petróleo[16], pero que se saldó con un abaratamiento y un incremento posterior de la producción a causa de los nuevos descubrimientos en las exploraciones masivas que forzó el pánico energético provocado por el embargo y, sobre todo, el descubrimiento de crudo en el Mar del Norte[17]. La falta de suministro de petróleo, mantenida en el tiempo y producida antes de que se hubieran tomado las medidas preventivas necesarias, produciría una crisis mucho más extensa y persistente que las anteriores y tendría como consecuencia, desde luego, el cierre de fábricas y la subsiguiente pérdida de empleos pero también el desabastecimiento, provocado por problemas en el transporte y por la escasez de fertilizantes y combustible para maquinaria agrícola. Un escenario en el que la capacidad de los estados para mantener el control de la situación se vería seriamente limitada y en el que cada comunidad podría verse obligada a buscar sus propios medios de supervivencia, cosa tanto más difícil cuanto más imprevista sea la crisis. Buscarse la vida, literalmente, sería probablemente más sencillo en comunidades rurales de tamaño pequeño o medio que en grandes aglomeraciones, en las que sería mucho más complicado buscar una alternativa a las estanterías, vacías, en tiendas y supermercados o al transporte en automóvil.
En estas condiciones, la predicción del pico de petróleo se convierte en una cuestión de la mayor importancia. Se reproducen aquí algunas de las estimaciones realizadas por expertos, agencias gubernamentales, productores y otras organizaciones. En el documento que se cita como referencia[18] aparecen los datos de las personas y entidades a las que se atribuyen estas predicciones y alguna información complementaria acerca de la metodología utilizada
Predicciones del pico de petróleo para los próximos cinco años
Pickens, T Boone  (Investigador en Gas y Petróleo)
 2005
Deffeyes, K  (Profesor retirado de Princeton  & geólogo retirado de Shell)
 Diciembre 2005
Westervelt, ET et al  (Del cuerpo de ingenieros de Estados Unidos)
 Muy pronto
Bakhtiari, S  (Planificador de la Compañía Nacional Iraní de Petróleo)
Ahora
Herrera, R  (Geólogo Retirado de British Petroleum)
Muy pronto o ya ha pasado
Groppe, H (Experto en Gas y Petróleo y hombre de negocios)
Muy pronto
Wrobel, S  (Gestor de Fondos de Inversión)
En 2010
Bentley, R (Analista universitario de energía)
En torno a 2010
Campbell, C  (Geólogo retirado de las compañías petrolíferas Texaco & Amoco)
2010
Skrebowski, C  (Editor de Petroleum Review)
2010 +/un año
Meling, LM (Geólogo de la compañía Statoil)
En torno a  2011

Predicciones del pico de petróleo entre el 2012 y el 2020
Pang, X, et al (China University of Petroleum)
En torno a 2012
Koppelaar, RHEM (Analista holandés)
En torno a 2012
Volvo Trucks
En una década
de Margerie, C  (Ejecutivo de compañía petrolífera)
En una década
al Husseini, S  (Ejecutivo retirado VP de Saudi Aramco)
2015
Merrill Lynch  (Broker financiero)
En torno a 2015
West, JR, PFC Energy  (Consultores)
2015/2020
Maxwell, CT, Weeden & Co  (Broker financiero)
En torno a 2020 o antes
Wood Mackenzie  (Consultor energético)
En torno a 2020
Total  (Compañía petrolífera francesa)
En torno a 2020

Hay también otras estimaciones[19] que niegan el pico de petróleo como posibilidad o lo sitúan mucho más lejos en el tiempo, pero el Wall Street Journal, diario económico de referencia del neoconservadurismo norteamericano que, hasta no hace mucho, sólo se había referido a esta cuestión para menospreciarla, ha modificado recientemente sus puntos de vista en esta materia y ya reconoce abiertamente que el inminente pico del petróleo, aun atribuyéndolo a causas distintas de las esgrimidas por sus tradicionales defensores, supondrá el final del petróleo barato[20] y muy probablemente, el principio de una crisis mundial sin precedentes.
Robert Hirsch,[21]  plantea tres escenarios distintos  en función de que las medidas mitigadoras que él mismo propone se tomen con mucho tiempo, justo a tiempo o demasiado tarde. Considera necesario un período de diez a veinte años antes del pico para que esas medidas puedan implantarse con alguna garantía de éxito, por lo que, en el caso de que el pico hubiera ocurrido ya  o fuera a ocurrir en los próximos cinco años no estaríamos ya, según este autor, en condiciones de afrontar una transición escalonada y deberíamos enfrentarnos al peor escenario y asumir, sin alternativas válidas, un grave déficit de combustibles líquidos durante un tiempo indeterminado pero previsiblemente largo.  Por el contrario, si las medidas mitigadoras, fundamentalmente disminución del consumo, licuefacción del carbón, recuperación del petróleo contenido en arenas bituminosas y otras similares, se toman con tiempo suficiente, el autor describe, prácticamente, un escenario bussiness as usual durante todo el período de transición y es de suponer que también después.
Gracias a la, aparentemente inagotable, energía disponible hemos abandonado el corazón de las ciudades y destruido directamente o dejado arruinar cantidades ingentes de patrimonio inmobiliario para construir urbanizaciones, en los terrenos agrícolas de la periferia, cuya supervivencia depende directamente de que podamos seguir disfrutando del mismo superávit energético. En ausencia de petróleo abundante y barato o de una hipotética, y por el momento inexistente, alternativa, esas urbanizaciones, que dependen directamente del automóvil y del suministro exterior de alimentos y agua resultarán insostenibles y deberán ser abandonadas. El hábitat ideal, en una sociedad post petróleo y en la fase de transición[22] hacia otras formas de energía alternativas, en el supuesto, hay que insistir en ello, de que tales formas existan y sean viables, sería una pequeña comunidad habitando un conjunto compacto de casas, rodeadas de una zona agrícola y forestal que la hiciera autosuficiente. Quizá fuera posible, pero de eso habría que ocuparse con la debida antelación, seguir contando con energía eléctrica, obtenida de fuentes renovables, en la medida en que la infraestructura necesaria fuera independiente del petróleo, para cubrir algunas necesidades como iluminación, calefacción, conservación y preparación de alimentos para su consumo entre otras. De hecho, mantener las luces encendidas debería ser un objetivo primordial de cualquier administración, muy por encima de otros objetivos, probablemente ilusorios, como mantener o incrementar un crecimiento que muy probablemente será insostenible en cualquier tasa distinta de cero.
En una sociedad pos industrial, o al menos en la fase de transición, el hombre deberá recuperar algunas de las habilidades perdidas que garantizaron su supervivencia en el pasado, el cultivo de la tierra es una de ellas, pero no la única y prescindir, definitivamente, de muchas de las cosas que hoy se dan por supuestas como el automóvil, el suministro continuado, barato y abundante de bienes producidos en lugares exóticos, el agua caliente central, el teléfono móvil, el computador conectado a Internet y la información sobre lo que ocurre a más de diez kilómetros de su residencia. Esto no es necesariamente malo ni la sociedad por venir tiene por qué ser peor que la actual, que presenta también aspectos notablemente desagradables, insolidarios y sobre todo, insostenibles, pero sin duda será una sociedad diferente y requerirá un largo y posiblemente incómodo período de adaptación. Es probable, además, que un mundo sin petróleo sea incapaz de sostener una población del tamaño actual y haya que afrontar, a corto plazo, una brusca reducción hasta niveles preindustriales y también que la desaparición del transporte termine bruscamente con la globalización, al imposibilitar el movimiento a grandes y medianas distancias de personas y mercancías y traslade los problemas de supervivencia a niveles estrictamente locales, en donde se plantearán y resolverán, o no, todas las cuestiones que hasta ahora se han planteado y a veces resuelto a escala nacional, continental o mundial.







[3] Nuclear Energy and the Fossil Fuels, Publication nº 95, Shell Development Company, M. King Hubbert
[4] Ni la electricidad ni el hidrógeno son fuentes, sino portadores, de energía y en ambos casos se  necesita un aporte externo  para su fabricación. En consecuencia y de acuerdo con la termodinámica, su tasa de retorno, el cociente entre la energía que proporcionan y la que se necesita para su fabricación, es siempre menor que uno. El hidrógeno, por ejemplo, no se encuentra libre en la naturaleza y para su fabricación es preciso separarlo del carbono en el gas natural (metano) y otros hidrocarburos o descomponer el agua, por electrolisis, en hidrógeno y oxígeno, en ambos casos con un aporte energético superior al que desprenderá la combinación de estos últimos elementos para formar agua. Existen otros procedimientos pero son igualmente ineficientes y antieconómicos. Para los que tienen la esperanza de que esa tasa de retorno se modifique favorablemente en el futuro, hay que decir que las leyes de la termodinámica son, hasta donde sabemos y en este planeta, inviolables e inmutables. Eso, naturalmente, no excluye la obtención hidrógeno utilizando, por ejemplo, electricidad obtenida a partir de reacciones nucleares de fisión pero, suponiendo que el hidrógeno así obtenido, pudiera ser utilizado con resultados razonables como, por ejemplo, combustible para automóviles, estaríamos hablando de energía nuclear y de economía nuclear, no de economía del hidrógeno, que sería solamente un paso intermedio conveniente para almacenar y utilizar posteriormente, energía de origen nuclear.
[5] Ochocientos millones, aproximadamente, en 2005
[6] La tasa de retorno en el último tercio del Siglo 19 estaba en cuarenta, o, lo que es lo mismo, cuarenta barriles de petróleo extraídos requerían la energía equivalente a la proporcionada por un barril, y actualmente esa tasa está en cinco y bajando, debido a las mayores dificultades para acceder al crudo almacenado en campos de los que ya se han extraído cantidades muy importantes y a que el petróleo que queda es de poca calidad o se ha localizado en zonas, en el fondo del mar, por ejemplo, de muy difícil acceso
[7] Las cifras varían entre 1 y 4 billones de barriles (1 billón es aquí un millón de millones. En textos anglosajones mil millones)
[8] Peak Oil. Se ha traducido en algunos artículos como cénit del petróleo: el momento a partir del cual la producción global de petróleo alcanza su máximo absoluto y empieza a descender. Se supone que eso ocurrirá en el momento en que se haya extraído la mitad de todo el petróleo existente, pero hay que tener en cuenta el consumo, mucho mayor, y que la mitad extraída es la parte fácil, cerca de la superficie, en depósitos accesibles y presurizados, con menor viscosidad y de mucha mayor calidad.
[9] Organization of Petroleum Exporting Countries
[10] Crude Oil. The Supply Outlook. Dr. Werner Zittel and Jörg Schindler, Ludwig-Bölkow-Systemtechnik GmbH
[11] M. King Hubbert. 1903-1989. http://www.hubbertpeak.com/hubbert/
[12] Una magnitud que crezca a un ritmo del x%  anual se dobla, aproximadamente, cada 70/x años.
[13] Energy Information Administration. Estadísticas oficiales de energía del Gobierno de Estados Unidos. http://www.eia.doe.gov/oiaf/forecasting.html
[14] Véase, por ejemplo, The Great Crash: 1929, John K. Galbraith, Mariner Books, The World in Depression, Charles P. Kindleberger, Penguin Books y La crisis económica de los 80,  Pedro Valdés, Desajustes y Tendencias de la Economía Actual. Madrid.
[15] Galbraith, por ejemplo, habla (en la obra citada en la nota anterior) de la sobrecogedora incompetencia del Consejo de la Reserva Federal durante la crisis de 1929 y Greenspan, el anterior presidente de la Fed, escribe en el FT para negar su responsabilidad en la actual crisis financiera, provocada por las hipotecas denominadas subprime, crisis que ha podido verse agudizada, en opinión de algunos autores que el mismo Greenspan cita en su respuesta, por el mantenimiento, durante demasiado tiempo, de bajas y muy bajas tasas de interés. http://www.ft.com/cms/s/0/182ac7a4-03fb-11dd-b28b-000077b07658.html
[16] Provocada por el embargo decretado por los países árabes tras la guerra del Yom Kippur http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/History/73_War.html
[17] La mayor parte de aquellos descubrimientos han alcanzado ya su pico y están, significativamente los del Mar del Norte, en franca y rápida decadencia.
[18] Peaking of World Oil production: Recent Forecasts DOE/NETL 2007/1263.  
[19] The New Pessimism about Petroleum Resources: Debunking the Hubbert Model (and Hubbert Modelers). Michael C. Lynch y también EXXON MOBIL y OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo) citados en el documento a que se hace referencia en la nota anterior.
[20] The emergence of a production ceiling would mark a monumental shift in the energy world. Oil production has averaged a 2.3% annual growth rate since 1965, according to statistics compiled by British oil giant BP PLC. This expanding pool of oil, most of it priced cheaply by today’s standards, fueled the post-World War II global economic expansion...    http://royaldutchshellplc.com/2007/11/19/the-wall-street-journal-oil-officials-see-limit-looming-on-production/
[21] Robert L. Hirsch en Peaking of World Oil Production: Impacts, mitigation and risk management
[22] http://transitionculture.org/. Rob Hopkins. From oil dependence to local resilience.