Últimamente los telediarios abren con una o varias mujeres, en la cola de un supermercado, quejándose de una subida continua de los precios que está complicando, aún más, la vida de la clase media. Una clase media que había llegado a creer que los problemas a la hora de la compra eran cosa del tercer mundo. Una de las compradoras se preguntaba que como era posible que estuviera pasando esto. Es posible que parte de la subida se pueda cargar en la cuenta de la inflación, aunque seguramente no toda. Recurrir a la actual ministra de hacienda, que cree que nos gastamos la pensión en los nietos, o a cualquier otro vocero gubernamental o de la oposición, en busca de explicaciones es inútil. Se limitarán a repetir el relato que les hayan construido para explicar la crisis y cuya relación con la verdad es… iba a decir inexistente, pero es mejor decir problemática.
Me decía ChatGPT[1]
(chato), que la verdad no es una categoría política, por más que la
confianza sea un ingrediente esencial, o eso se decía, de la comunicación entre
la administración y los administrados. La verdad, que en general no puede ser
identificada unívocamente, y en la comunicación política menos que en ningún
sitio, no es más que, acaso, uno de los relatos intercambiables que pretenden
explicar este o aquel suceso. Normalmente hay un relato oficial que sirve, al
menos durante un tiempo, para explicar acontecimientos como el BigBang, la
caída del Imperio Romano, el asesinato de Lincoln, la crisis de los misiles, la
caída de la Torre 7 del WTC (Centro de comercio mundial), el hundimiento del
Titanic o la eficacia de las medidas anti-COVID, además de algunos de
actualidad más inmediata, que no menciono porque ya tengo bastantes problemas. Cuestionar
esos relatos y, sobre todo, proponer otro, aunque sea más realista, es propio
de negacionistas, terraplanistas y otras gentes de prescindible criterio, con
las que yo, por supuesto, no tengo ninguna relación. Pero que un relato no se
pueda, o no se deba cuestionar, no quiere decir que no existan relatos
alternativos. Casi siempre existen.
Los relatos oficiales, aun cuando contengan algo de verdad,
cosa que no es del todo descartable, se reconocen fácilmente por carecer de
explicaciones suficientes y también de evidencias contrastables, como me decía chato,
pero a propósito de cualquiera de las teorías de la conspiración de las que habíamos
estado hablando. Por concretar, le pregunté si no le parecía curiosa la
coincidencia entre la lista de banqueros muertos en el Titanic y la de los que
estaban en contra de la creación de la Reserva Federal (FED) en 1912. La
respuesta de chato, que dio la impresión de haberse puesto de mal humor,
fue que, por supuesto, no había ninguna evidencia de que hubiera la más mínima
relación entre el hundimiento del Titanic y la creación de la FED. También me
dijo que ya sabía él, o ella, que circulaban por ahí teorías de la conspiración
relacionando ambas cosas y que difundirlas estaba pero que muy mal. Le di la
razón, pareció calmarse y me preguntó si podía ayudarme en otra cosa.
Aun así, hice varios intentos de introducir en la
conversación otras teorías, existentes o inventadas. Chato reconoció
inmediatamente las existentes, despreció las inventadas y defendió la posición
oficial antes de que yo la hubiera cuestionado, en general con el débil
argumento de la falta de evidencias que contradijeran el relato, pero sin
presentar ninguna, salvo continuas referencias a expertos, en favor de la tesis
oficial. Las últimas líneas de la conversación contenían siempre una velada
manifestación de disgusto por tener que tratar estos temas. Le pregunté que si
se guardaba estas conversaciones y mi nombre. Me dijo que no, pero, por si
acaso, le dije que yo, en fin, que yo no… que a ver que iba a pensar... Para
terminar, le pregunté si sabía jugar al ahorcado. Jugamos algunas partidas,
pero hacía trampas. Escogía palabras inexistentes.
[1]
Sistema de procesamiento automatizado de lenguaje natural, con el que es
posible charlar de casi todo, accesible a través de la página openai.com. En lo
sucesivo chato.