Geschichte, Wirtschaft, Politik, Wissenschaft und Energie aus einer persönlichen und undogmatischen Perspektive.
viernes, 29 de abril de 2022
Tormentas de primavera
Tenemos una guerra en suelo Europeo, una guerra todavía limitada al territorio
de Ucrania pero que puede derivar en casi cualquier otra cosa, incluyendo un
intercambio de misiles con carga nuclear entre Rusia y los Estados Unidos.
Europa tiene, también, otros problemas por si acaso lo de la guerra nuclear no
acaba de cuajar, como la debilidad de la Unión Europea, la crisis energética
cuyo final (infeliz), tantas veces aplazado, parece estar ahora más cerca que
nunca, la inflación que afecta a su moneda, una vez que las estrictas
condiciones iniciales impuestas a los países que adoptaron el euro han pasado a
mejor vida. Y eso por no mencionar la fusión de la nieve en los glaciares
alpinos de donde procede un cuarto del agua que llevan los grandes ríos
europeos, el final del permafrost siberiano y la destrucción por incendios de
enormes masas de árboles en la Taiga. Hace ya años que Europa no es el centro
del mundo, ni económica ni militarmente, pero, al menos tampoco era el campo de
batalla que fue durante 20 siglos, ni estaba ya dividida en los dos bloques que
se enfrentaron en la guerra fría (1945-1991). La invasión de Ucrania por tropas
rusas ha terminado bruscamente con ese sueño y ha obligado a la mayoría de los
países europeos a tomar partido por el país agredido y a aplicar, siguiendo la
estela norteamericana, sanciones económicas al agresor que admiten muchas
similitudes con la patada, a Rusia, en nuestro culo. Yo no sé cómo terminará
esto, pero no parece que haya una salida fácil. Hay muchos muertos, muchos
territorios en disputa y el papel de Rusia, como la gran potencia que quiere
ser, está definitivamente en entredicho. El apoyo que ahora parece tener Putin
entre sus conciudadanos no resistiría una derrota, así que tiene que seguir
vendiendo que todo va según el plan previsto y buscar una victoria, aunque sea
por la mínima. Quizá conservando Crimea y ocupando, al menos, un pequeño
corredor en el este de Ucrania. Para Zelenski tampoco hay una salida fácil. Una
victoria militar sobre Rusia parece, a pesar de la aparente incompetencia del
mando militar ruso, algo impensable con la actual relación de fuerzas, al menos
sin la intervención de tropas de la OTAN, es decir, del ejército de Estados
Unidos, pero eso llevaría, con toda seguridad, al empleo de armas nucleares y
quizá a una guerra mundial. Una derrota del ejército ucraniano también es
impensable. Biden y algunos líderes europeos han dejado claro que no contemplan
ese escenario lo que también nos lleva a una intervención militar de Estados
Unidos y la OTAN. En casa las cosas no están mucho mejor. La clase política
española ha encontrado la fórmula, para estar en misa y repicando, con una parte
del gobierno a favor de enviar armas a Ucrania y otra en contra, una parte a
favor de la OTAN, que va a reunirse en Madrid un día de estos y otra a favor de
convocar, alternativamente, una conferencia pacifista. Dicen que han conseguido
o están a punto de conseguir una bajada del precio de la electricidad por el
procedimiento de topar (sic) el precio del gas utilizado para producirla. Ya
veremos como lo gestionan y lo que dura. Pero Europa, que ha cedido en esta y
otras cuestiones, quiere, a cambio, que el gobierno resuelva el déficit de las
pensiones por el procedimiento, supongo, de reducirlas, y eso supongo que no
entrará en los planes, al menos en los explícitos, del gobierno a menos de un
año de las elecciones generales. El efecto conjunto de todo esto es, casi
inevitablemente, el colapso. Todas las sociedades y civilizaciones que nos
precedieron acabaron colapsando, desde los mayas hasta los romanos pasando por
Mesopotamia y Egipto. Una crisis energética, la pérdida de suelo fértil, la
consolidación de las fronteras y el fin de la expansión, la dificultad para
extraer más oro y finalmente y como consecuencia de todo esto, la manipulación y
pérdida de valor de la moneda acabaron, tras doce siglos de dominio del mundo
conocido, con el imperio romano de occidente. El de oriente, conocido como
imperio bizantino, que conservó y protegió su moneda, duró 1000 años más. Como
consecuencia del colapso, muchos ciudadanos romanos se vieron de la noche a la
mañana convertidos en siervos, las grandes ciudades del imperio destruidas y
abandonadas, las legiones dispersadas, el Latín recluido, poco a poco, en
iglesias y monasterios y todos los enlaces necesarios para mantener la
complejidad de la sociedad definitivamente rotos y 1000 años de oscuridad por
delante. Nada de eso ha pasado aquí todavía, pero el BCE parece incapaz de
garantizar la estabilidad de precios, que es una de las pocas cosas que tendría
que hacer, la gestión de la pandemia por la OMS, muy mejorable en mi opinión, ha
debilitado o roto muchos de los enlaces existentes, tenemos una guerra en el
patio trasero y la Unión Europea, ya gravemente tocada por el Brexit, va a tener
que enfrentarse a la eclosión de múltiples movimientos antieuropeos en varios
países. Una situación muy complicada y sin solución aparente. Incluso con otro
gobierno.
Publicado en ECA 29042022