jueves, 19 de enero de 2006

Año nuevo, viejos problemas.

A cuatro columnas en primera página en el Diario del 19 de enero de 2006: La empresa Brilen anuncia el cierre de dos secciones. Más de 70 trabajadores, de entre 45 y 50 años se verán afectados por esta decisión. La razón aducida, probablemente real, es la crisis del textil motivada por la fuerte competencia de las fábricas ubicadas en China. Con esto la economía de esta provincia se va haciendo cada vez más dependiente de la construcción, que parece sostenerse gracias al bajo precio de las hipotecas, porque el precio que alcanzan los pisos nuevos es cada vez más absurdo, y de la sobreexplotación de los recursos naturales, que ya está empezando a tropezar con una cierta contestación popular. El problema es que el fenómeno de la construcción reúne todas las características de la burbuja clásica, aunque el hecho de que dure tanto como está durando pueda haber hecho creer a promotores y especuladores que va a durar siempre, y que el turismo masivo no es algo en lo que se pueda confiar a largo plazo, porque el territorio se degrada y zonas cada vez más extensas del país se ven obligadas a poner en el mercado sus recursos naturales o artísticos para atraer a los turistas, con lo que la competencia es cada vez mayor. Las cuestiones económicas, medioambientales y de crecimiento soportable, a pesar de toda la palabrería al uso, están planteadas en términos del interés inmediato de los actuales habitantes y usufructuarios del territorio, ‘el que venga detrás que arree’ es un dicho popular cargado de realismo, y, sobre todo, en función de las prioridades políticas de los gobiernos de turno, que se establecen con un horizonte que, unas veces por cálculo y otras por simple incompetencia, no supera la fecha de las próximas elecciones.

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