sábado, 23 de septiembre de 2006
Ansar rides again.
El País tiene, en su primera página de hoy, un enlace a un audio con fragmentos de la última conferencia pronunciada por Aznar en Washington, naturalmente en inglés. No encuentro palabras.
viernes, 22 de septiembre de 2006
Caballos y otros animales
Hoy he visto en televisión los caballos comprados por un tal Roca, una especie de jefecillo en la sombra de la mafia que controlaba el Ayuntamiento de Marbella, que estaban literalmente(*) muriéndose de hambre y desatención en las cuadras dónde habían quedado abandonados tras la detención del mafioso. La verdad es que estos animales son los únicos inocentes perjudicados en todo ese desgraciado asunto. Ni el pueblo de Marbella, que debería ser desprovisto de su derecho al voto, por haberlo utilizado para mantener en el poder a semejante chusma durante tanto tiempo, ni la Junta de Andalucía que ha tolerado lo intolerable y, cuando le ha convenido, le ha reido las gracias a alguno de los payasos que han detentado la alcaldía de esa ciudad, pueden reclamar otro papel que el que corresponde a los tontos o incompetentes y eso para no atribuirles directamente el de cómplices. Pero tolerar, e incluso jalear, la corrupción política, como se está haciendo en España, no es gratis. La frontera del tercer mundo puede volver a los Pirineos, donde muchos europeos creen, gracias a espectáculos como el de Marbella, que aún sigue estando.
(*) Luego ha resultado que, según la Junta de Andalucía, la cosa no era para tanto ni tenía que ver con el abandono. Cualquiera sabe, pero mantengo el resto.
(*) Luego ha resultado que, según la Junta de Andalucía, la cosa no era para tanto ni tenía que ver con el abandono. Cualquiera sabe, pero mantengo el resto.
El río crecido
jueves, 21 de septiembre de 2006
martes, 19 de septiembre de 2006
sábado, 9 de septiembre de 2006
Nuevos vecinos

Tienen un aspecto extraño, son cada vez más y los necesitamos para mantener nuestro tren de vida. Vamos hacia una sociedad multirracial y eso podemos hacerlo por las malas o por las buenas. Por las malas es fácil, no tenemos más que ignorarlos, abandonar las casas y los barrios en cuanto empiecen a aparecer por allí, no darles trabajo..., en fin, lo que estamos haciendo ahora. Para hacerlo por las buenas hay que hacer todo lo contrario, es más difícil, pero nos ahorraremos muchas complicaciones.
martes, 5 de septiembre de 2006
Trabajo de oficina
El hombre se metió las manos en los bolsillos y continuó andando por la acera, después de lanzar una mirada de reojo al escaparate de la librería que reflejaba el movimiento del otro lado de la calle. En realidad nadie le estaba siguiendo pero, de cuando en cuando, le apetecía vagar por las calles como si fuera un personaje de novela. Un espía o algo así. Eso le ayudaba a sobrellevar su aburrida vida de empleadillo del montón en una oficina pública en la que hacía tiempo que no pintaba nada ni resolvía nada. Llevaba un tiempo algo inquieto y preocupado ante la posibilidad de que alguien se diera cuenta de lo absolutamente prescindible que era, sobre todo porque ya no se veía con capacidad para fingir, como había hecho durante tantos años, lo ocupado que no estaba. Los papeles importantes habían ido desapareciendo de su mesa, al mismo tiempo que sus funciones pasaban a ser desempeñadas por gente más joven, mujeres sobre todo, que habían entrado en los últimos años. Las historias con las que intentaba deslumbrarlas y que reflejaban el importante papel que él había desempeñado en los primeros tiempos, se escuchaban con cortesía pero también, a veces, con algún gesto de impaciencia, muy alejado del respeto y la admiración que su contribución al éxito de esta oficina requerían. Es verdad que disponía, privilegios de la antigüedad, de un puesto bien remunerado, mesa de despacho y teléfono y que nadie, últimamente ni siquiera el jefe, le decía ya lo que tenía que hacer, pero tenía la sospecha de que esto era más porque no lo consideraban capaz de hacer nada útil, que por respeto a su superioridad intelectual, que no creía que sus compañeros hubiesen sido capaces de reconocer. A punto de cumplir los cincuenta, ni siquiera le quedaba la opción de ingresar en un partido e intentar conseguir un puesto de concejal, porque tendría los mismos problemas que en la oficina. Los jóvenes, y sobre todo las dichosas mujeres, se estaban haciendo con los resortes del poder en todas partes. Ya veremos, pensaba, en que acaba todo esto. Al cabo de un rato de vagar sin rumbo por la calle se metió en un bar y se sentó en una mesa del fondo, justo al lado de cuatro jovencitas, muy monas, por cierto, que charlaban en voz alta y se reían, sin duda, de algún compañero de trabajo de cierta edad al que le estaban haciendo la vida imposible. Bueno, pues estas no se iban a quedar con la idea de que él era un Don Nadie. De entrada echó mano de su teléfono móvil, que habitualmente llevaba apagado porque nadie lo llamaba nunca y, sin encenderlo, fingió una llamada a su oficina. Empezó echando un áspera bronca a su imaginaria secretaria por haber tardado tanto en coger el teléfono, para que vieran las frescas de al lado con quien se jugaban los cuartos, y después le dio instrucciones precisas que dejaron meridianamente clara su importancia en la empresa en la que trabajaba. La verdad es que, con una falta de respeto acorde con su edad y sexo, ni siquiera bajaron la voz para escuchar lo que estaba diciendo y tuvo que levantar bastante la suya para hacerse oír. Aunque las chicas no parecieron impresionadas, al menos consiguió que el camarero, alarmado por el tono y el volumen de su voz, viniera a preguntarle que quería, lo que le obligó a terminar la brillante conversación que mantenía con su secretaria, no sin advertirle que esperaba que sus instrucciones se siguieran al pie de la letra. Faltaría más. Mientras se tomaba el café encendió el móvil y programó el despertador para poder fingir que recibía varias llamadas. En un momento dado y mientras tomaba notas y hablaba por teléfono a un tiempo, como había visto hacer en una película, se le cayó el aparato al suelo y fue a parar debajo de la mesa de las chicas. Le pareció que la que se lo devolvió, que había mirado la pantalla de reojo, sonreía y cuchicheaba con las otras pero continuó su conversación como si nada. Al cabo de un rato se fueron lanzándole miradas de admiración. Al fin y al cabo no eran tan tontas como sus compañeras de trabajo. Estaba terminando tranquilamente el café, ahora que se había quedado solo y no tenía que soportar risitas, cuando le sobresaltó el sonido del teléfono. No era más que el despertador que había programado para que sonara cada cinco minutos así que, frustrado, apagó el móvil. A ver si se había creído la gente que iba a estar todo el día pendiente de que lo llamaran. Mientras se acercaba la hora de volver al trabajo, pensaba en cómo mataría la tarde. En realidad su situación no era tan mala. La cosa podría ser mucho peor si alguien se empeñara en que justificara el dinero que estaba cobrando, encomendándole cualquier tarea absurda que seguro que hacían mejor aquellas niñas que manejaban los computadores como si hubieran nacido de uno de ellos. Lo único que tenía que procurar es no llamar demasiado la atención ni indisponerse con el jefe, que era un auténtico cretino pero menos inofensivo de lo que parecía, y aguantar así los años que aún le quedaban para la jubilación y el merecido descanso. Pagó el café y no dejó propina. No le había gustado que el camarero le interrumpiera cuando hablaba con su secretaria y, además, no pensaba volver a ese bar tan ruidoso. Llegó al trabajo quince minutos tarde para demostrar que él entraba y salía cuando le daba la gana pero, como solía hacer últimamente, con el móvil, que había vuelto a encender, en la oreja. En parte para no tener que saludar al portero, que le había perdido gran parte del respeto con que lo trataba al principio y, en parte, porque tenía la impresión de que hablar por teléfono móvil daba cierto estatus y dejaba claro a todo el mundo que él tenía otra vida fuera de allí, muy distinta de la mediocridad rutinaria de la oficina. Cuando llegó a su mesa siguió un rato hablando por el móvil mientras observaba, con algo de desazón, la soltura con que sus vecinas manejaban el computador y lo bien que aparentaban estar ocupadas. Sin dejar el móvil, ni la conversación que cada vez era más incoherente, abrió el correo electrónico. Allí estaba el montón de mensajes en inglés de todos los días. Cuando empezó a recibirlos se sintió un poco halagado, después de todo a él no le escribía nunca nadie, pero su hija le había aclarado que eran mensajes para ofrecerle aumentar el tamaño de su pene o su rendimiento en la cama y que, en realidad, no iban dirigidos a él sino que era una especie de buzoneo electrónico. ¿Cómo demonios sabría ella esas cosas? Menos mal que se enteró justo antes de presumir de su mucha correspondencia, en inglés, ante sus compañeras de oficina. Cuando se acordó de que tenía el móvil encendido en la oreja, en algún sitio había leído que eso no era bueno y por eso el solía mantener sus monólogos con el móvil apagado, cortó abruptamente la conversación, advirtiendo a su imaginario interlocutor que no podía seguir hablando porque tenía la mesa llena de papeles que requerían su inmediata atención, cosa que provocó, o eso le pareció a él, una media sonrisita en una de sus vecinas de mesa. Se volvió y le aclaró que a estos, sin especificar quienes eran estos, había que cortarles así porque si no estarían todo el día molestándole. Tras reordenar un poco los montones de papeles, en general inútiles, que tenía sobre la mesa cogió uno al azar y se fue hasta la fotocopiadora, hizo tres o cuatro fotocopias, que luego pasó por la trituradora de papel que había al lado, y estuvo un rato pegando la hebra con la chica de atención al público, que también se consideraba marginada. Y más valía que siguiera así porque en cuanto dejaran de marginarla seguro que también la ponían por encima de él. Cuando más entusiasmado estaba explicándole con pelos y señales las razones por las que esta oficina funcionaba tan mal, en general porque sus consejos, aunque se escuchaban con mucho respeto, no se seguían con la diligencia debida, apareció el jefe, que también llegaba cuando le daba la gana, y se vio obligado a cambiar de conversación y pedirle a la chica que le hiciera una fotocopia del papel que llevaba en la mano, que resultó ser el menú de la comida de navidad de hacía tres años, cuya organización, todo un éxito, por cierto, fue la última tarea importante que le encomendaron. Ignorando la sonrisita de la recepcionista volvió a su mesa, mascullando por lo bajo y dispuesto a dejar pasar sin más sobresaltos las dos horas y media que aún le quedaban. Como el correo, como de costumbre, no contenía ningún mensaje que requiriera su atención, decidió pasar el resto de la tarde navegando por Internet. Ni siquiera valía la pena tener prevista una hoja de cálculo, para hacerla aparecer en caso de emergencia, porque hacía tiempo que nadie se molestaba en averiguar lo que estaba haciendo.
¡Qué pais!
El sexto verano del tercer milenio está dando sus últimas boqueadas con bastante calor, ninguna lluvia y cada vez menos agua en los embalses. El ministerio de medio ambiente, lo de las minúsculas es deliberado, va a comprar, dicen, cincuenta fincas de alto valor ecológico en la costa para preservar de la urbanización salvaje una parte del litoral español. Yo de eso prefiero no entender, así mantengo alguna ilusión sobre el instinto de conservación de la especie, que es, como se sabe, opuesto al del individuo, pero me parece a mí que sería más práctico prohibir tajantemente la construcción a, pongamos por caso, menos de un kilómetro de la costa y no autorizarla bajo ningún concepto en zonas deficitarias en agua. No sé cuanto terreno podrá salvar el ministerio con estas compras pero seguro que no es mucho y que su intromisión en el mercado inmobiliario servirá, además, para aumentar los precios y la presión urbanística sobre las zonas que no compre.
La ministra de sanidad ha dicho que hay que denunciar a los bares y restaurantes que incumplan la normativa sobre tabaco. No sé muy bien que es lo que quiere conseguir con eso, porque si es simplemente para saber quien se pasa la ley por allí, le basta con consultar los apartados correspondientes de las páginas amarillas para tener una relación bastante fidedigna de los infractores. Los Estados Unidos aprobaron en los años veinte una enmienda a la Constitución que prohibía el comercio y el consumo de bebidas alcohólicas. Dos años después de su aprobación otra enmienda derogaba la anterior y volvía a restablecer el derecho de los americanos a emborracharse donde y como les viniera en gana. No se yo si esto va a acabar igual pero en realidad no es lo mismo. Lo que se prohibe no es fumar, sino hacerlo en sitios donde los residuos de la combustión del tabaco puedan meterse en los pulmones de gente quer preferiría mantenerlos limpios. Y de todas formas los americanos, mientras la ley estuvo en vigor, hicieron todo lo posible, recuerden a Elliot Ness, para que se cumpliera. Lo que es impresentable es que las leyes del estado queden al albur de los intereses electorales de las comunidades autónomas y que una ley aprobada por el parlamento se la tome todo el mundo a beneficio de inventario y aquí no pase nada. Para eso es mejor derogarla. O mejor aún no haberla aprobado.
La ministra de sanidad ha dicho que hay que denunciar a los bares y restaurantes que incumplan la normativa sobre tabaco. No sé muy bien que es lo que quiere conseguir con eso, porque si es simplemente para saber quien se pasa la ley por allí, le basta con consultar los apartados correspondientes de las páginas amarillas para tener una relación bastante fidedigna de los infractores. Los Estados Unidos aprobaron en los años veinte una enmienda a la Constitución que prohibía el comercio y el consumo de bebidas alcohólicas. Dos años después de su aprobación otra enmienda derogaba la anterior y volvía a restablecer el derecho de los americanos a emborracharse donde y como les viniera en gana. No se yo si esto va a acabar igual pero en realidad no es lo mismo. Lo que se prohibe no es fumar, sino hacerlo en sitios donde los residuos de la combustión del tabaco puedan meterse en los pulmones de gente quer preferiría mantenerlos limpios. Y de todas formas los americanos, mientras la ley estuvo en vigor, hicieron todo lo posible, recuerden a Elliot Ness, para que se cumpliera. Lo que es impresentable es que las leyes del estado queden al albur de los intereses electorales de las comunidades autónomas y que una ley aprobada por el parlamento se la tome todo el mundo a beneficio de inventario y aquí no pase nada. Para eso es mejor derogarla. O mejor aún no haberla aprobado.
lunes, 4 de septiembre de 2006
Beatus ille. Horacio (Epodos 1.2)
Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium
paterna rura bobus exercet suis,
solutus omni fenore,
neque excitatur classico meles truci
neque horret iratum mare,
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.
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miércoles, 23 de agosto de 2006
domingo, 20 de agosto de 2006
Las matemáticas son para los jóvenes
Grigory Perelman, del Instituto Steklov de San Petersburgo, ha demostrado, o eso parece, la conjetura de Poincaré: cualquier variedad tridimensional, simplemente conexa y cerrada es homeomorfa a la esfera tridimensional, o, en lenguaje corriente, cualquier cosa limitada y sin agujeros es, topológicamente hablando, equivalente a una esfera. ¿Y qué? Pues que, probablemente, le van a dar por eso uno de los premios Fields, algo así como el Nobel de las matemáticas, en el Congreso Internacional de Matemáticos que se celebrará en Madrid a partir del 22 de agosto. Estos premios se otorgan, cada cuatro años, a matemáticos de menos de 40, así que, con más de 50, me he quedado sin opción... Bueno, también hay otras razones, pero seguro que esa ha tenido mucho peso.
miércoles, 16 de agosto de 2006
Homilías
Otro que cree que los de ETA deberían pedir perdón por el daño que han causado a sus víctimas. Ahora es Monseñor Blázquez el que viene con esa moserga. A mí me sigue pareciendo algo totalmente innecesario. Que el gobierno negocie lo que tenga que negociar con esos tipos para quitárnoslos de en medio, pero que no nos hagan cargar con sus excusas. ¿A quién van a pedir perdón? ¿a los muertos?. Además aquí no ha pedido perdón nadie nunca, tampoco la Iglesia Católica, a la que no le faltarían razones precisamente, así que ¿por qué van a pedirlo estos?. Que se vayan al infierno.
lunes, 14 de agosto de 2006
¡que vienen los moros!
No debemos cometer, nunca, el error de creer que el peligro del terrorismo ha pasado, decía Bush en una reciente alocución radiada, a propósito del supuesto descubrimiento, por la policía británica, de un fantástico intento de derribar en vuelo una docena de aviones llenos de inocentes hombres, mujeres y niños, como también decía el Sr. Bush. Puede que haya habido una conspiración como la descrita pero, lo más probable, es que sea todo una invención tramada al alimón entre la Casa Blanca y el 10 de Downing Street para distraer a la opinión pública de, por ejemplo, la desastrosa gestión de la ocupación de Irak o de la inoperancia internacional en el conflicto líbano-israelí y, last but not least, para volver sobre el tema de la amenaza terrorista, vital para la supervivencia política de Bush, en pleno desarrollo de las elecciones primarias en los Estados Unidos. Nada de lo que nos han contado tiene mucho sentido y probablemente si las cosas llegan a ventilarse, como es legalmente preceptivo, en un tribunal aparecerá más de una inconsistencia pero, mientras tanto, habrán alterado gravemente el tráfico aéreo, que tienen la obligación de garantizar, y se habrá demostrado, una vez más, que lo verdaderamente peligroso no es el terrorismo islamista sino la incompetencia y, sobre todo, la absoluta falta de escrúpulos de los gobiernos que padecemos.
viernes, 11 de agosto de 2006
Mr. Ansar is talking to the american Congress (or so)
Dicen que los españoles no hablamos idiomas porque tenemos un excesivo sentido del ridículo. Este no parece ser el caso (no habla inglés, pero será por otra cosa).
lunes, 7 de agosto de 2006
martes, 1 de agosto de 2006
miércoles, 19 de julio de 2006
A la mierda

Por fin, después de un montón de tiempo esperando agua, ha llovido. Tarde y mal. Doce litros por metro cuadrado en poco más de un cuarto de hora, acompañados de un vendaval que se ha llevado por delante el cedro que se ve en la foto. Está visto que la naturaleza tampoco es de fiar.
lunes, 17 de julio de 2006
sie werden nicht durchkommen
El 17 de julio de 1936, hace tan sólo setenta años, parte del ejército de la República, estacionado en Marruecos, inició, con un golpe de estado fracasado, una cruenta guerra civil que dió lugar a cuarenta años de dictadura militar en España. Los militares que se negaron a sublevarse fueron juzgados, y en muchos casos sumariamente ejecutados por sus compañeros, bajo la sorprendente acusación de rebelión militar. Todos los intentos de los gobiernos republicanos por modernizar el país fueron cancelados por la dictadura y España quedó de nuevo, y por muchos años, a la cola de Europa. Durante la guerra ninguno de los dos bandos respetó convencionalismo alguno y ambas partes fusilaron sin proceso a sus oponentes. Finalizada la guerra y durante bastantes años más, los militares rebeldes que contaron con el apoyo de la iglesia católica, los regímenes nazi alemán y fascista italiano y el laissez faire de las llamadas democracias occidentales, continuaron la liquidación de los que habían manifestado, o se suponía que podían manifestar, alguna simpatía por la legalidad republicana o tenían o habían tenido veleidades izquierdistas. Foto Der Spiegel
domingo, 16 de julio de 2006
Viento NE

Que trae nubes de tormenta que, años atrás, dejaban, al caer la tarde, un refrescante aguacero y que este año pasan a toda velocidad sin dejar ni una gota de agua... Y cada vez más calor y más gente y más ruido en unos veranos cada vez más cortos... Y más coches por todas partes y más calles cortadas y...
lunes, 10 de julio de 2006
¿Negociemos?
Enrique Gil Calvo en ‘El País’ del lunes, 10 de julio de 2006: Pero aceptando semejante obscenidad, no se trata de comparar los 800 muertos habidos con los que negociando se podría llegar a evitar, pues el fruto esperable de la negociación no es sólo el fin de las muertes futuras, sino la dignificación de las víctimas previas. En efecto, sin negociación, los verdugos jamás reconocerán su criminal injusticia y seguirán comportándose como Txapote, agraviando la memoria de sus víctimas. Mientras que negociando se les puede exigir, como conditio sine qua non para obtener alguna gracia, el previo reconocimiento público del daño que causaron a sus víctimas. Es la única forma de que éstas recobren en nuestra memoria su dignidad perdida. Me ha parecido entender que para que las víctimas del terrorismo recobren, en nuestra memoria, la dignidad perdida se necesita que los terroristas reconozcan públicamente el daño que les causaron. Habré leido mal pero juro que lo de arriba es un corta y pega, sin añadir nada y suprimiendo la primera parte del artículo, ‘Negociemos’, que es un refrito de las tesis gubernamentales sobre el tema. En este asunto de la negociación con ETA se trata, por lo visto, de ver quien hace más méritos diciendo la tontería más gorda en beneficio de los postulados de su bando. Aunque en este caso no acabo yo de ver en que beneficia a los partidarios de la negociación semejante idiotez.
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Andrés Gómez García, Carabinero.










