Le he pedido a ChatGpt que se haga pasar por el general Emilio Mola Vidal, director de la conspiración militar que desembocó, en julio de 1936, en un golpe de estado fallido y en una guerra civil de tres años de duración. La hipotética conversación tiene lugar en el gobierno militar de Navarra, un día cualquiera de la primavera de ese mismo año.
Diálogo (simulado) con el General Emilio Mola
Yo: He oído que no está usted muy contento con el régimen republicano en España. ¿Es eso cierto?
General Mola: Cierto. El régimen republicano ha llevado al caos y a la anarquía. La disciplina se ha perdido, y el orden debe ser restaurado.
Yo: ¿No tendrá algo que ver también el que usted se considere marginado por las autoridades republicanas?
General Mola: No se trata de cuestiones personales. Es el deber para con España lo que me mueve. La patria está por encima de cualquier agravio personal. El régimen ha fallado en proteger la nación y mantener la unidad.
Yo: No me diga. Y ¿qué debería haber hecho, que no haya hecho según usted, para proteger la nación?
General Mola: Debería haber restablecido el orden con firmeza, contener el desorden social y frenar el avance del comunismo y el separatismo. En vez de eso, se ha dejado que la anarquía se extienda, debilitando nuestras instituciones y dividiendo al pueblo.
Yo: Bueno, pues preséntese a las próximas elecciones y trate de llegar al gobierno.
General Mola: ¿Elecciones? Esta situación no se resuelve con urnas. La política ya ha demostrado su incapacidad para preservar la nación. Es momento de actuar con determinación y rescatar a España del caos.
Yo: Pero ¿es que piensa usted sublevarse?
General Mola: Si el deber lo exige, sí. La patria necesita hombres que actúen, no que esperen. La sublevación es una opción cuando no queda otro camino para salvar a España.
Yo: Supongo que no es usted el único militar descontento que está pensando en ajustar cuentas con el gobierno.
General Mola: No, no soy el único. Hay muchos oficiales que comparten mi visión y el descontento con este desgobierno. España tiene soldados leales que no permitirán que la nación se desmorone sin luchar.
Yo: La ley que anuló los arbitrarios ascensos del régimen anterior tiene mucho que ver con ese descontento, me parece a mí. Aunque no niego que algunos de ustedes estén legítimamente descontentos con algunos aspectos de la política gubernamental.
General Mola: Puede ser. Algunos pueden sentirse afectados por esa ley, es verdad. Pero la causa es mucho más profunda. No se trata de ascensos o posiciones personales; se trata de ver cómo el país se desintegra mientras quienes deberían defenderlo miran hacia otro lado. Es un asunto de deber y de supervivencia nacional, no de rangos.
Yo: Ya hubo una sublevación encabezada por el general Sanjurjo que fracasó. ¿Por qué cree que ahora va a ser diferente?
General Mola: Porque hemos aprendido de los errores. Esta vez no habrá improvisación. Estamos organizados, con más apoyos y mejor preparados. Sabemos a lo que nos enfrentamos, y la situación del país es mucho más crítica. El pueblo está cansado, los militares estamos listos, y no repetiremos las debilidades de 1932. Esta vez no fallaremos.
Yo: Me preocupa Vd. Está hablando de salvar al país con un baño de sangre.
General Mola: Sé que el camino que planteo es duro, pero la alternativa es peor: la desintegración total de la nación. No busco la violencia, pero estoy dispuesto a aceptarla si es necesario para salvar a España. A veces, para extirpar un mal, el remedio es doloroso.
Yo: Ustedes han jurado defender el régimen republicano. Sublevarse es traición.
General Mola: Lo que juré fue defender a España, y ahora mismo el régimen es quien la está traicionando. La lealtad a la patria está por encima de cualquier juramento a un gobierno incompetente. Si el régimen no cumple con su deber, la obligación de un soldado es actuar para salvar la nación, no para obedecer ciegamente.
Yo: ¿Han intentado ustedes negociar con el gobierno?
General Mola: Las negociaciones han sido intentos inútiles. El gobierno está atrapado por intereses partidistas y extremistas, sin capacidad para entender la gravedad de la situación. No hay voluntad de escuchar ni de rectificar. Las palabras ya no sirven cuando el país está al borde del abismo.
Yo: No sé si sabe que la policía les sigue la pista. Podría acabar usted en la cárcel antes de que consiga sublevar al ejército. O a una parte, porque todos no van a estar con usted y sus compañeros.
General Mola: Soy consciente del riesgo. La policía, el gobierno, todos están alerta, pero no nos detendrán. Sabemos el peligro que corremos, y lo aceptamos. La sublevación no depende de un solo hombre. Ya es un movimiento, una determinación colectiva. Si caigo yo, habrá otros para continuar. Esto va más allá de nosotros, es por España.
Yo: Bueno. Supongamos que se sublevan ustedes y supongamos también que triunfan y derriban al gobierno. ¿Qué harán después?
General Mola: Estableceremos un gobierno de unidad nacional que restaure el orden y la disciplina. Se depurará la administración de elementos revolucionarios, se garantizará la seguridad, y se eliminará la amenaza comunista y separatista. Habrá un poder fuerte y centralizado que devuelva a España la estabilidad. Se protegerá la propiedad privada, y se promoverán valores de unidad y patriotismo. Solo así podremos reconstruir la nación.
Yo: Debe saber que los partidos de izquierdas están organizados y que ese programa no les va a convencer. ¿Piensa encerrarlos a todos?
General Mola: No todos. Pero aquellos que representen una amenaza directa a la estabilidad de España, aquellos que alienten la subversión y el caos, serán neutralizados. Habrá detenciones y medidas firmes contra quienes persistan en el desorden. No se permitirá que vuelvan a arrastrar al país a la anarquía. Si no hay lealtad hacia la nación, se actuará sin vacilación.
Yo: Neutralizarlos... ¿no querrá decir matarlos?
General Mola: Preferiría evitarlo, pero en una situación de guerra civil, lamentablemente, no siempre se puede elegir. La prioridad es asegurar la victoria y la estabilidad de España. Si algunos persisten en una resistencia violenta, se les tratará como enemigos de la patria. En tiempos de guerra, el uso de la fuerza es inevitable. No es una cuestión de deseo, sino de necesidad.
Yo: Bueno. Guerra civil habrá sólo si la cosa queda en tablas. No si triunfa su golpe. No habrá necesidad de matar a nadie.
General Mola: Eso sería lo ideal, claro está. Si el golpe tiene éxito inmediato y logramos controlar la situación sin resistencia significativa, la violencia podría minimizarse. Pero debemos ser realistas: habrá quienes no acepten el cambio y se resistan. Esas fuerzas harán todo lo posible por desencadenar un conflicto. No me engaño sobre la resistencia que encontraremos; siempre preferiría evitar el derramamiento de sangre, pero estoy preparado para lo que sea necesario.
Yo: También puede ser que ustedes fracasen. ¿Creen que el gobierno será tan magnánimo como con Sanjurjo?
General Mola: Lo dudo. Esta vez, el contexto es más tenso, y el gobierno está más alerta y menos dispuesto a perdonar. Si fracasamos, sabemos que nos espera una represalia contundente. No habrá indulgencia. Sin embargo, cada hombre involucrado es consciente del riesgo que corre y está dispuesto a asumirlo. No luchamos por indulgencia, luchamos por convicción.
Yo: Bueno. Ya veo que España, una vez más, va a ser 'salvada' le guste o no.
General Mola: Así es. No se trata de si gusta o no, se trata de lo que creemos que es necesario para preservar la nación. España ha llegado a un punto crítico y no puede permitirse caer en el caos y la división. Alguien tiene que actuar, y nosotros estamos dispuestos a hacerlo, con todas las consecuencias que eso implique.
Yo: La república ha tenido cosas buenas. ¿Piensan mantener el régimen republicano después de su 'golpe'?
General Mola: No, no lo creo. La república ha demostrado ser incapaz de mantener el orden y la unidad. Ha permitido el auge del separatismo, del comunismo y del desorden social. Nuestro propósito es establecer un régimen fuerte, capaz de garantizar la estabilidad y la integridad de España. El régimen republicano ha fracasado, y debemos sustituirlo por una estructura que asegure autoridad, orden y una visión unificada del país.
Yo: Está hablando de la vuelta de la monarquía, claro...
General Mola: Podría ser una posibilidad, pero no es el objetivo inmediato. Lo que buscamos, ante todo, es restablecer el orden y la unidad nacional. Si la monarquía resulta ser la mejor opción para garantizar estos fines y lograr la estabilidad de España, entonces sí, podría considerarse. Pero lo primero es la patria y la paz, la forma de gobierno vendrá después.
Yo: ¿No pensarán establecer una dictadura militar en pleno siglo XX?
General Mola: No se trata de una dictadura militar en el sentido clásico, sino de un gobierno fuerte y centralizado, capaz de tomar decisiones rápidas y efectivas para superar la crisis actual. España necesita disciplina y estabilidad, y eso requiere un liderazgo firme. El objetivo no es perpetuar un poder militar, sino asegurar que el país se reorganice, recupere el rumbo y luego establecer una estructura que garantice el orden y el desarrollo.
Yo: En fin. Si la sublevación es inevitable, espero que sean ustedes capaces de tomar el poder de modo inmediato y con el menor derramamiento de sangre posible. De lo contrario tendremos esa guerra civil y en mi opinión cualquier cosa es preferible a la guerra. Incluso que gobiernen ustedes.
General Mola: Lo entiendo. La guerra civil es el peor escenario, y también preferiríamos evitarla a toda costa. Nuestra intención es actuar con rapidez y determinación para evitar un conflicto prolongado. Tomar el poder de inmediato y restablecer el orden con el menor costo posible es nuestra prioridad. Ojalá no tengamos que llegar a esos extremos, pero si no queda otra opción, haremos lo necesario. Espero que la nación pueda encontrar la paz, de una forma u otra.
Yo: Muy bien. Eso es todo. Le agradezco su paciencia. No puedo, no obstante, desearle suerte.
General Mola: Lo entiendo perfectamente. Cada uno tiene su visión sobre lo que es mejor para España. Le agradezco la conversación, ha sido directa y honesta, como debe ser. Hasta otra ocasión, si es que el destino lo permite.