Por otra parte, la experiencia japonesa,
que tras el accidente nuclear de Fukushima cerró de modo inmediato, aunque no
definitivo, todas sus centrales nucleares, con la consiguiente caída de la
energía disponible y un número considerable de muertos de frío en lo que
quedaba de invierno, tampoco abonaba la idea de que la medida fuera algo más que
un brindis, nunca mejor dicho, al Sol, cosa que, por otra parte, hubiera estado
dentro de lo que en política se considera normal. Bien es verdad que, en esto
de mentir al electorado, los alemanes y en general los habitantes de los países
protestantes del norte de Europa, son algo menos tolerantes que nosotros, que ya
nos tomamos, sin escandalizarnos, cualquier promesa de cualquier político a
beneficio de inventario.
Lo curioso, pues, es que a pesar de todo lo que se pueda argumentar en contra, Frau Merkel, que este año deja el poder sin haberse mudado en 16 años del apartamento que comparte con su marido, ha mantenido su palabra y de las 17 centrales nucleares ya sólo quedan 6, que el gobierno tiene previsto cerrar el año que viene con una planificación lo suficientemente avanzada como para que no queden muchas posibilidades de marcha atrás. La conclusión, una de ellas, podría ser que Alemania dispone, hoy por hoy, de políticos capaces de mantener sus compromisos en un asunto tan serio como este. Y claro, el compromiso es cerrar las centrales nucleares de fisión, supongo que siguen buscando la forma de construir centrales de fusión, manteniendo la indiscutible potencia industrial del país y reduciendo el consumo de combustibles fósiles, propósitos muy loables, amparados en una estrategia que incluye la importación de hidrógeno verde, obtenido con energías renovables en los países en desarrollo, la construcción de edificios, vehículos y procesos industriales energéticamente eficientes, etc. El punto fuerte es que se trata de una política coherente, sostenida en el tiempo y con un propósito firme de integración europea. El punto débil es que no parecen estar buscando ninguna alternativa al crecimiento de la economía. Nuestra civilización colapsará por algo tan simple como ignorar que no hay ninguna tasa de crecimiento exponencial, sostenible en entornos finitos.
Publicado en ECA el 9 de abril de 2021