Celebrado en la UNED de Barbastro, los días 9 y 10 de octubre de 2014.
Esta es la breve presentación que hice para fijar la postura, objetivos y motivaciones de la organización.
Este congreso se organiza en el marco del Proyecto OLEUS, que es el acrónimo de Observatorio Local de la Energía de la UNED en el Somontano. El proyecto se inició en 2008 es un proyecto local, sin financiación exterior y cuya actividad más destacada, hasta ahora, ha sido la organización de un congreso en mayo de 2011 y de este que empieza hoy. Organización que, dicho sea de paso, ha consumido una parte importante de los recursos del proyecto.
Esta es la breve presentación que hice para fijar la postura, objetivos y motivaciones de la organización.
Este congreso se organiza en el marco del Proyecto OLEUS, que es el acrónimo de Observatorio Local de la Energía de la UNED en el Somontano. El proyecto se inició en 2008 es un proyecto local, sin financiación exterior y cuya actividad más destacada, hasta ahora, ha sido la organización de un congreso en mayo de 2011 y de este que empieza hoy. Organización que, dicho sea de paso, ha consumido una parte importante de los recursos del proyecto.
Mantenemos el objetivo inicial de constituir un fondo de información relevante
acerca de cuestiones relacionadas con la energía y de contribuir a la difusión
de esa información sobre todo en niveles escolares e incluso el de una eventual
colaboración con las autoridades locales, si optaran por ello en algún momento,
en la definición y puesta en marcha de un modelo de transición hacia una
sociedad post carbón o en la elaboración de un plan de contingencia que
cubriera una escasez persistente de combustibles líquidos, en la línea de los
que ya se han elaborado en otros países y de movimientos que ya funcionan en
este.
Lo que se va
a discutir aquí está, evidentemente, relacionado con los objetivos del proyecto
y también está entre las cuestiones más relevantes para el futuro que pueden
abordarse hoy en día, aunque el debate
no esté, aún, salvo esporádicamente y generalmente en el sentido de minimizar su
importancia, en los grandes medios de comunicación.
En todo caso estamos en un entorno universitario lo que, en principio, nos obliga a manejar datos, analizar hechos, presentar evidencias, llegar a conclusiones cuando se pueda y sobre todo a poner en cuestión y someter a cuidadoso escrutinio las afirmaciones no sostenidas por evidencias contrastables como, por ejemplo, que la crisis ha terminado y la vuelta al crecimiento es inmediata, que la globalización es la solución a todos los problemas, que el petróleo disponible es sólo una función del dinero que se esté dispuesto a invertir en su extracción o que se agotará en los próximos meses.
George Mobus,
conocido por el blog que publicaba y publica
con el sugestivo título ‘question everything’ y que, como otros antes que él, ha
renunciado, parece que definitivamente, a seguir reflexionando en voz alta y
bastante clara sobre las consecuencias de la lógica del crecimiento y de las
formas actuales de gobierno del mundo, sostiene que, aunque somos, en cierta
medida, una especie inteligente, carecemos de lo que los anglosajones llaman wisdom
y que en español podríamos traducir por sabiduría. Podemos acumular
conocimiento, a través del aprendizaje y de la experiencia, pero nos falta, o
no tenemos suficiente, lo que podríamos llamar metaconocimiento, es decir, el
conocimiento para utilizar el conocimiento.
Un ejemplo podría
ser el persistente entusiasmo que, a cuenta de la sostenibilidad, despiertan lo
que hemos venido en llamar energías renovables que tienen, como los
combustibles fósiles, que son el paradigma de la no renovabilidad, su origen en
la procedente del Sol. Pero que tengan el mismo origen no implica
necesariamente que sean equivalentes ni que puedan utilizarse las unas en lugar
de los otros. Los combustibles fósiles son, salvo nuevos e improbables avances
en las teorías abióticas, el resultado
de cientos de millones de años de transformación de residuos orgánicos,
originados por la fotosíntesis, en complejos conglomerados de cadenas de
hidrocarburos que parece que estamos agotando en un tiempo insignificante a
escala geológica y poco relevante a escala humana, un proceso de concentración
que quizá se pueda reproducir pero para el que, evidentemente, no disponemos de
tiempo y el intento, un tanto desesperado, de utilización de fases intermedias
de esta transformación, es el caso de las arenas bituminosas de Canadá o de
recurrir a sofisticados procedimientos como la fracturación hidráulica para
acceder a los últimos y más inaccesibles depósitos de petróleo o gas natural,
amén de proporcionar una rentabilidad energética decreciente y de constituir
per se una burbuja de incierto futuro, plantea también graves problemas
medioambientales.
Decía
Bartlett, un matemático norteamericano de Colorado, que uno de los mayores
hándicaps de la humanidad es su incapacidad para entender la función
exponencial.
Gracias, es
un decir, a esta incapacidad hemos construido una economía y sobre todo un
sistema monetario basados en la deuda y en el interés compuesto, que hace que
tengamos que elegir entre el crecimiento, por problemático e insostenible que
parezca, y el desastre económico. Por supuesto hemos elegido el crecimiento,
pero esta elección recuerda un poco a aquella apócrifa interpelación al primer
ministro inglés, Chamberlain, cuando volvía, muy satisfecho, de su negociación
del Pacto de Munich con Hitler: Entre la guerra y el deshonor, has escogido el
deshonor, pero también tendrás la guerra.
Pero no
hemos venido aquí a especular ni a hablar de historia. O no sólo a eso. Hemos venido sobre todo a hablar y a escuchar
y hemos venido a discutir, con la esperanza de aprender y de que algo de lo que
aquí se diga salga de estas paredes y en la medida en que aún pueda resultar
útil, contribuya a construir un futuro viable para nosotros y para nuestros
hijos.
Muchas gracias y feliz congreso.