martes, 20 de septiembre de 2016

en el homenaje a María Jesús Buil y Ángel Ramírez (Huesca, cerca de la Carbonería, septiembre 2016)

 

Hablar aquí de María Jesús y de Ángel es fácil. Es hablar a un público convencido. Nada de lo que yo pueda decir va a modificar vuestra opinión sobre ellos, pero creo que algo hay que decir. La relación entre la UNED de Barbastro y María Jesús se ha prolongado a lo largo de treinta y tres años y lo que en la UNED se ha hecho y lo que la UNED ha significado en relación con el arte, entendido como compromiso social, como manifestación de la belleza y de la capacidad humana para expresarse mediante la belleza no hubiera sido posible sin ella y sin otra persona también tristemente desaparecida, la entonces Secretaria, Gloria Moreno. Su compromiso y su interés por acercar el arte a la gente más joven y por despertar su interés hizo que la sala de exposiciones de la UNED estuviera siempre repleta de estudiantes, Ángel era un matemático raro, valga la redundancia. De esos que se empeñan en que para resolver la ecuación de segundo grado hay que completar cuadrados y no recurrir a la clásica y por otra parte comodísima formulita. De los que creen que hay que pensar y que antes de hacer las cosas hay que saber por qué se hacen. Era un hombre preocupado por la pedagogía y por entender el mundo en el que vivía. Con los dos ha mantenido la UNED una fructífera relación a lo largo de los años. Pero María Jesús y Ángel tenían una extraordinaria capacidad, la de convertir en amigos a la gente con que trabajaban y colaboraban. Por eso, una relación cuya manifestación física terminó con el desgraciado accidente de la noche del martes, seguirá durante mucho tiempo en la memoria de los muchos amigos que dejan.

Descansen en paz.