miércoles, 18 de noviembre de 2009

Peak fish

Los somalíes, como otros pueblos de África, son gentes sin recursos o con sus recursos en otras manos, con un presente problemático y un futuro nada claro y sin gobierno, aunque esto último no es necesariamente malo. Viven cerca de lugares donde la pesca es abundante pero a ellos les da igual. No tienen barcos, ni dinero para comprarlos y aunque los tuvieran y supieran pescar, se encontrarían sin mercados y con sus caladeros ocupados por pesqueros de otras naciones, grandes y protegidos por gente armada y barcos de guerra, que vienen de países en cuyas costas también se puede pescar, pero donde hay que cumplir ciertas normas, establecidas con objeto de preservar un recurso limitado, valioso y en trance de agotamiento, que no permiten capturas por encima de ciertos límites, obligan a utilizar redes con la malla de un tamaño determinado que impida el apresamiento de peces pequeños, establecen períodos de veda para facilitar la reproducción, etc. Estas limitaciones hacen que la pesca allí no sea, ni de lejos, tan productiva y rentable como lo es en las costas de Somalia. Y, de vez en cuando y a pesar de la fuerza militar que protege los pesqueros, algún despistado, o listillo, se sale de la zona protegida para arramblar con todo lo que pueda y los somalíes, que no son completamente inofensivos y de algo tienen que vivir, aprovechan, si pueden, para cobrarle un peaje. Industria para la cual ya cuentan, claro, con contactos e intermediarios en Londres y donde haga falta. Mientras no haya muertos, gajes del oficio. Y cuando los haya también.


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