En una
semana pueden ocurrir, como de hecho están ocurriendo en esta, muchas cosas.
Cosas que configurarán el futuro en formas que seguramente ahora no sospechamos
y cosas que son una consecuencia, que ahora parece inevitable, de acontecimientos del pasado. La
civilización, que hemos construido en poco más de un millón de años de los más
de 4000 que tiene el planeta que habitamos, ha alcanzado niveles de complejidad
tales que hacen cada vez más difícil la tarea del analista político, el experto
en casi todo o el simple enteradillo de barra de bar que, más o menos, suelen
tener el mismo éxito en sus predicciones. Pero ya casi nadie se sorprende de
nada y todo el mundo les da a los pronósticos, ya sean sobre la evolución del
clima, la economía o la política española o estadounidense, el valor que tienen,
escaso, sin exigir mayores responsabilidades a sus autores. De la misma manera
los políticos pueden sostener o pretender que sostienen, en cualquier momento,
posiciones inamovibles que serán modificadas sin que nadie aprecie en ello más
que la necesaria flexibilidad ante una situación y unos supuestos que cambian
con desconcertante celeridad. En este entorno, cualquiera, como yo que no soy
analista ni paso por experto en nada, puede permitirse especular sobre lo que
va a ocurrir en las próximas semanas o meses. Por ejemplo, si alguien, no es el
caso, me preguntara, yo diría que no habrá nuevas elecciones y que el próximo
presidente del gobierno, aunque quizá no por mucho tiempo, será Sánchez y que
lo será con el apoyo explícito de Ciudadanos y el implícito de Podemos, que no
puede arriesgarse a someter a evaluación pública la tosquedad exhibida por su
líder en la pasada sesión de investidura. Y si no es así será de cualquier otra
manera, pero creo que considerarán y si es el caso, ensayarán todas las
opciones posibles para evitar unas nuevas elecciones que, de momento y por unos
días al menos, les dejarán sin los sillones y los privilegios que apenas han
empezado a disfrutar. Por si hubiera alguna duda ya han dejado claro, unos y
otros, que están dispuestos a prescindir de sus proclamados principios, en el mejor estilo marxista, de Groucho
Marx, sin el menor escrúpulo con tal de seguir en el poder o alcanzarlo. Mientras
escribo esto me llega la noticia de que la segunda votación ha dejado las cosas
como estaban y que Podemos ha mantenido su negativa a apoyar a Sánchez tal como
estaba previsto. Bueno, no importa. Quedan dos meses antes de que se disuelva
el parlamento. Ya veremos qué pasa de aquí a entonces pero si yo fuera uno de
ellos, de los que tienen que buscar una salida a esta situación, procuraría solucionarlo
antes y evitar, en todo caso, unas nuevas elecciones. La gente está harta de
discursos vacíos, de insultos y descalificaciones de ida y vuelta y del poco
edificante espectáculo de lo que, cada vez más, se presenta como una descarnada
lucha por el poder y nada más y puede acabar abominando de esta forma de hacer política pero no para sustituirla por el modelo
de democracia ateniense, por ejemplo, en el que los gobernantes se elegían por
sorteo y que no es más irracional que el que tenemos ahora, sino por algo peor,
no sólo que el modelo ateniense sino incluso y ya es decir, que el actual. Ya
ha pasado antes.
(Enviado a ECA)
Geschichte, Wirtschaft, Politik, Wissenschaft und Energie aus einer persönlichen und undogmatischen Perspektive.
sábado, 5 de marzo de 2016
sábado, 9 de enero de 2016
Sigue el 'buen' tiempo
Parece una visión del infierno pero, de momento, no es más la imagen de una proyección del mapa terrestre en la que se han destacado las temperaturas de superficie a las 10 de la mañana. Únicamente las pequeñas manchas moradas en Siberia, Groenlandia o el norte de Canadá (que representan temperaturas por debajo de los -20ºC) nos recuerdan que aún existe, en algún lugar, algo parecido al invierno.
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