miércoles, 26 de octubre de 2016

Apertura del curso 2016 en la UNED de Barbastro. Discurso del Director.

 Bienvenidos a este acto que tiene lugar regularmente en el mes de octubre de cada año y que, como todos los actos de carácter más bien protocolario, puede, ocasionalmente, parecer prescindible y no les voy a ocultar que esa sensación, la de que es prescindible, me invade casi todos los años. Pero, sin embargo yo creo que son varios los motivos que aconsejan reproducir, año tras año, en este y en todos los centros de esta Universidad, el acto de apertura de curso. En primer lugar la Universidad, donde se crea, se conserva y se difunde conocimiento, es un lugar propicio para las solemnidades y la apertura de curso es un acto tradicionalmente solemne. Por otra parte, es esta una ocasión y esto también me parece importante, para dar cuenta, aunque sea de forma somera, de la actividad desarrollada por el Centro durante el pasado curso. 

Digo somera porque además del formato que aquí utilizamos existe y está a disposición de patronos, alumnos, tutores y público en general, tal como exige la legislación vigente en materia de transparencia, una memoria escrita y la posibilidad de ampliar la información contenida en ella sin más que acudir a la Secretaría del Centro o de la Fundación.  

Por supuesto hay una actividad que se superpone a las demás y es la académica. Y en este acto se hace más visible, con la colaboración del grupo de alumnos que, en representación implícita de sus compañeros, han recogido un diploma que acredita la finalización de sus estudios en este Centro.

La lección inaugural, la parte central del acto,  es un poco como el recuerdo de lo que se está perdiendo con toda esta eclosión tecnológica que facilita el contacto con entre alumnos y profesores y el acceso a cantidades ingentes de información, más o menos contrastada, pero que parece hacer cada vez más prescindible el recurso a las bibliotecas y a la transmisión oral  que es, después de todo y al menos en buena parte, el origen del conocimiento que conforma esta sociedad que, precisamente, llamamos del conocimiento. Procuramos que la lección tenga además el carácter de magistral y para ello, este año, hemos invitado al profesor Guillermo Fatás que ha traído a colación, magistralmente, un interesante episodio de la vida del Rey Fernando II de Aragón, más conocido como Fernando el Católico, de cuya muerte se celebra este año el 500 aniversario. Este es un buen momento para agradecerle la lección cuya calidad e interés dábamos por supuesto pero que no por ello nos ha resultado menos interesante y formativa.

Inauguramos el curso este año en un entorno socioeconómico y político complicado y confuso, aunque, a lo que parece, lo único que hacía falta para salir de tanta confusión es un gobierno sancionado por el Congreso, que aún no tenemos pero que tendremos el domingo si nada se tuerce. Un gobierno que, siguiendo instrucciones superiores, tratará una vez más de acomodar nuestro modo de vida a nuestras posibilidades lo que quiere decir que los problemas financieros que tradicionalmente han afectado a nuestra universidad y al resto del sistema español de educación superior, se verán agudizados lo que tendrá, una vez más, la virtud de obligarnos a agudizar el ingenio

Pero, al margen de esos problemas, de los que ya nos preocuparemos cuando se presenten, si se presentan, el Centro de Barbastro encara el nuevo curso con cierto optimismo. Porque el Centro induce, de alguna manera, un apreciable progreso social en su entorno, al menos mientras siga contando con su principal fuente de energía, sus alumnos y también con sus profesores y su personal, sin que, por el momento se aprecien caídas en la matrícula, ni en el número de egresados que han accedido en esta Universidad a un título superior. El centro sigue desarrollando una importante actividad de extensión universitaria entre la que destaca, por su importancia en el proyecto global de formación a lo largo de toda la vida,  la que lleva a cabo la Universidad para mayores, en colaboración con la Universidad de Zaragoza en las tres sedes de Barbastro, Fraga y Sabiñánigo. 

Este moderado optimismo, no debería ser óbice para que la Universidad en su conjunto reconozca que puede estar en una fase no terminal, desde luego, pero sí muy complicada y continúe trabajando para adaptar su modelo y también su oferta educativa, que necesita una urgente puesta al día, a las demandas de la sociedad que evoluciona con mucha mayor rapidez que sus instituciones, representada a estos efectos no sólo por los alumnos matriculados en los estudios regulares de la Universidad sino también por todos aquellos que acuden a la UNED en busca de la formación, la información o los recursos que las instituciones públicas ponen a su disposición a través de sus centros. 

Quiero recordar aquí a los que nos han dejado en este último año, A María Jesús, a Ángel y a Alejandro que han fallecido y a Miguel, que se ha jubilado. Y desear a los alumnos y exalumnos el mayor de los éxitos en sus estudios y en su vida profesional.

 

martes, 4 de octubre de 2016

Despedida laboral de Miguel Arán. UNED Barbastro

 La jubilación de Miguel es la tercera de las que se producen por razones de edad y la primera de uno de los dos trabajadores que empezaron, empezamos, esta aventura en el verano de 1983. La UNED de Barbastro ha cumplido, pues 33 años y tres meses, que es también el tiempo que lleva Miguel en la institución.

Miguel ha tenido la “suerte” de formar parte de la casa en una etapa de continuo crecimiento, en una época en la que el crecimiento ha sido una especie de obligación para cualquier ente o empresa y en general para cualquier economía. Una etapa en la que crecer ha sido, además,  relativamente sencillo porque empezamos de cero y las otras alternativas, permanecer como estábamos o ir hacia abajo, sencillamente no existían y como no existían, no nos las planteamos.

Empezamos a crear, de la nada, un centro de la UNED sin saber muy bien lo que era y sin que las instrucciones que llegaban de Madrid nos sacaran de muchos apuros. También es verdad que, por entonces, el nivel de intervención de la sede central era meramente testimonial, la comunicación difícil y durante largos períodos de tiempo inexistente y la autonomía de funcionamiento casi total aunque supeditada a la mayor o menor disposición de las entidades promotoras para facilitar los recursos necesarios. Compramos una máquina de escribir capaz de guardar en memoria tiras de unas pocas decenas de caracteres, todo un adelanto para aquellos tiempos y conseguimos un computador HP, sin eñes ni acentos ni otras aplicaciones que las que nosotros mismos escribimos, con el que empezamos a trabajar y creamos la primera base de datos de que se tiene noticia en la UNED. Compramos también un montón de aparatos para el departamento de medios audiovisuales. Eran tiempos, como estos, en los que el dinero para inversión, que no comprometía aportaciones futuras, llegaba con más facilidad que el destinado a gasto corriente.

Llegó más gente, nos metimos cada vez más profundamente en el lío de la informática  con la librería, la biblioteca y un montón de pequeñas utilidades más. Y la gente que iba llegando era cada vez más joven mientras nosotros íbamos haciéndonos mayores y más o menos respetables.

Miguel ha sido, como empleado público, un hombre multitarea. Algo que, ahora mismo, ya no es muy fácil de encontrar. Fue multitarea en tiempos en los que las tareas a acometer eran muchas y el personal disponible escaso. Creo que ha llevado casi todos los negociados del centro, desde las cuentas, pasando por la librería, la gestión de las compras de los edificios en los que ahora se asientan las nuevas instalaciones de la UNED, las complicaciones administrativas de la gestión de personal… y en todos los casos ha hecho su trabajo con dedicación, con eficiencia y sin llamar la atención. Bueno, esto no significa que lo haya hecho en silencio porque Miguel es un hombre locuaz que siente la necesidad de explicarse pero eso no es necesariamente malo. Bromas aparte y por lo que a mí respecta, Miguel ha sido una persona, más que un trabajador, con el que siempre se ha podido contar sin que por eso haya dejado de plantear las cosas como creía que había que plantearlas. No sé si yo habré estado a la misma altura y más allá de las palabras si él habrá podido contar conmigo como yo he podido contar con él. Espero que sí pero estas cosas no son siempre como deberían ser.

En fin, Miguel. Por abreviar. Ahora que te vas, tengo que decirte que dejas un hueco importante. Treinta y tres años son muchos años, aunque los dos años de contrato de relevo con jornada reducida, como nos está pasando ahora con Faustino, han suavizado la salida pero al final e inevitablemente, tu relación laboral con esta casa ha terminado. En mi caso, decir que espero que sigamos siendo amigos es una obviedad, porque ya lo éramos antes de 1983 y no ha pasado nada, espero, que impida que lo sigamos siendo, al margen ya de una relación de trabajo que termina hoy. Que disfrutes de la tercera edad y si vienes por aquí, aquí estaremos. Bueno, según lo que tardes igual algunos ya no, pero la mayoría seguro que sí. Y ahora si quieres decir adiós, tienes la palabra.