viernes, 29 de enero de 2010

Jubilación y pensiones

Los intereses a corto plazo de empresas y políticos suelen prevalecer sobre los generales, y eso de forma tan habitual que ya lo consideramos completamente natural. Por eso resulta curioso que el gobierno salga, ahora, con que el sistema de pensiones, en el corazón del estado de bienestar, corre serio peligro, después de haber negado la mayor, la existencia del más mínimo problema en las cuentas de la seguridad social, durante mucho tiempo. Hace tiempo que está claro, para cualquiera con un mínimo de sentido común, que no es posible sostener, indefinidamente, ningún sistema lineal en un entorno finito y las pensiones, claro, no son ninguna excepción. Desde hace más de cien años, una vez más gracias al petróleo, nos distinguimos del resto de los animales, entre otras, pocas, cosas, por vivir mucho más allá de la edad fértil, es decir, por seguir vivos cuando ya no somos útiles, desde el punto de vista de la naturaleza, para nada. Por cuanto tiempo se podía mantener este derroche de recursos, no ha estado nunca claro, pero, parece, que algunas señales de alarma se están encendiendo en los despachos ministeriales y con la suficiente intensidad y alboroto como para que, hasta nuestro gobierno, bendito sea su optimismo, reconozca que algo puede llegar a ir mal, o no tan bien, en esta maravilla de país que nos ha tocado vivir. Agárrense, que vienen curvas.

martes, 26 de enero de 2010

Gestión de riesgos (o algo parecido)

El ejército de los Estados Unidos considera la eventualidad de un Peak Oil y en general, la cuestión energética, como una amenaza potencial para la seguridad de su país. El gobierno chino, incapaz de plantearse otra cosa que el crecimiento compulsivo, lleva tiempo desarrollando una política extraordinariamente agresiva destinada a incrementar sus reservas de petróleo crudo almacenado y a asegurarse, de momento mediante acuerdos y tratados, el suministro procedente de países como Irak y Venezuela, al mismo tiempo que invierte miles de millones en la construcción de un oleoducto, entre el extremo oriente de Rusia y el Noreste de China, capaz de transportar 15 millones de toneladas de petróleo crudo cada año. Algunas ciudades, en Estados Unidos, Inglaterra o Australia han elaborado planes de contingencia destinados a minimizar los efectos de una crisis de suministro. Por aquí, de momento, poca gente ha oído o está interesada en oír hablar de estos asuntos. Se habla, eso sí, de retomar cuanto antes la dichosa senda del crecimiento, pero la energía necesaria para ello se da por descontada sine die.

martes, 19 de enero de 2010

Gobierno: inncecesario pero inevitable.

Glosa, e interpretación libre, del texto de Randall G. Holcombe, “Government: Unnecessary but Inevitable” 


La mayor parte de la gente corriente tendría dificultades para contestar  si se le preguntara para qué sirve el gobierno. Tampoco tendríamos una respuesta inmediata si la pregunta se la hiciéramos a un ministro, consejero, conceller, diputado  o concejal de cualquier administración, pero, en este caso, no porque no tuviesen una respuesta sino por la incorrección, política, de verbalizar la evidencia. Y lo que es evidente es que el gobierno sirve, ante todo, a los intereses de los que están en el gobierno y sólo coyunturalmente y por necesidades electorales, a los intereses generales que, por otra parte, y como bien sabe el gobierno, son muy difíciles de establecer. El gobierno puede pretender y de hecho pretende, que gracias al gobierno se construyen carreteras y  hospitales y se mantiene, en condiciones favorables,  una apariencia de orden, pero ese no es, ni ha sido nunca, el objetivo ni la razón de ser del gobierno, de ningún gobierno, sino la transferencia de recursos desde los que no hacia los que sí están en el gobierno. La diferencia más importante entre un gobierno y una cuadrilla de bandidos, su precedente más notable, es que el gobierno considera que conviene a sus intereses permitir que los que no están en el gobierno guarden, para sí, una parte de lo que producen mientras que los bandidos, propiamente dichos, se quedan con todo, desincentivando así la creación de riqueza y perjudicando también y a medio plazo, sus propios intereses. Otra diferencia es que el gobierno se organiza de tal manera que los que no están en el gobierno le entregan, no voluntariamente pero, en general, sin necesidad de recurrir a la fuerza, parte de la riqueza que producen en lugares designados por el gobierno y que reciben el nombre de oficinas de recaudación o de hacienda, mientras que los bandidos se ven obligados a ir, casa por casa, a buscar esa riqueza y tienen que recurrir a la fuerza para obtenerla. Pero el gobierno es inevitable, ya que cualquier colectivo al que se encomendara el mantenimiento del orden, necesario para el desarrollo de cualquier sistema económico por elemental que sea, tendería a convertirse en gobierno para, así, maximizar su beneficio.

En los sistemas democráticos actuales, en los que se considera necesaria una especie de legitimación periódica, consistente en el apoyo, más o menos, explícito, de una mayoría de los gobernados, el gobierno es particularmente innecesario, aunque siga siendo inevitable, ya que su acción de gobierno se limita a intentar mantenerse en las encuestas por encima de sus competidores, dejando de lado cualquier iniciativa mínimamente problemática, por más beneficiosa que pudiera resultar a medio y largo plazo. El horizonte del gobierno, democrático, son las próximas elecciones, ya que en ellas existe el riesgo, controlado, de que se vea obligado a dejar de ser gobierno y ceder temporalmente el poder y con él la parte más importante de los ingresos que proporciona. No obstante y para evitar problemas, una democracia consolidada mantiene a los que han sido gobierno y pueden volver a serlo en una especie de limbo, en el que siguen percibiendo parte de las rentas de los gobernados, sin más obligación que la de hacer notar, de cuando en cuando, lo mucho mejor, para ellos, que irían las cosas si ellos estuvieran en el gobierno en lugar de los que están. Más allá de ese horizonte electoral no hay sino el vacío. Todo se supedita a ese inevitable trámite en el que, en realidad, se deciden muchas menos cosas de las que la gente cree,  pero mucho más importantes,  para el gobierno, claro.

El texto de Holcombe,  al que ya me he referido en alguna otra ocasión,  me ha venido a la cabeza mientras leía la reflexión de José Luis Trasobares  a propósito de la última y no por eso menos memorable, ocurrencia de nuestras autoridades que van a embarcarse, de nuevo, en la siempre rentable, desde el punto de vista del gobierno, aventura olímpica. A nadie, que no esté en el gobierno y tenga en buen uso la mayor parte de sus facultades mentales, se le puede ocurrir comprometer su hacienda y su buen nombre en operaciones como la Expo, la otra expo de 2014, que en ambientes populares se conoce como expo nabo,  o, ahora y por enésima vez, los juegos olímpicos de invierno de no sé qué año y eso por no hablar de los casinos a gran escala, pero para el gobierno este tipo de actividades, además de rentables por razones que tienen que ver, ¡cómo no!, con el urbanismo y la especulación, son algo fundamental. Es la versión actualizada del circo de los gobiernos romanos,  que solían acompañar de pan (pan y circo, ya saben) para evitar que se soliviantara el personal y pusiera pegas a la, normalmente discreta, actividad depredadora gubernamental.  El pan y el circo van indisolublemente unidos. La gente se sosiega bastante con el circo, pero sólo mientras el pan se dé por descontado.

jueves, 14 de enero de 2010

Reflexiones, desordenadas, sobre el ¿final? de la crisis

La crisis del 2008/2009 parece haberse difuminado en el tiempo. Los que pronosticaban el apocalipsis parecen un tanto desorientados y los que confiaban en que la crisis iba a forzar un cambio en el modelo económico y a dar lugar a una nueva sociedad, están empezando a desesperar. El apocalipsis no parece estar en el horizonte inmediato y el cambio en el modelo económico es algo completamente ajeno a los intereses y afanes de los responsables políticos actuales, pero, aunque es verdad que el consumo de petróleo está bajando en los países occidentales, es difícil aumentarlo cuando hay prácticamente un coche por habitante, ni las carreteras ni las ciudades soportan ya más tráfico rodado y el consumo industrial ha disminuido o se ha estancado como consecuencia de la crisis, también lo es que está aumentando y muy deprisa en China y la India y su potencial de crecimiento compensará, con creces, cualquier disminución, tolerable, del consumo en los países de la OCDE.

Por otra parte los brotes verdes no son tantos ni tan verdes. La venta de automóviles en los Estados Unidos y el índice de paro no son tan alentadores como se nos ha venido contando, en realidad, nada es como se nos ha venido contando y la escalada de la bolsa tiene, como de costumbre, más que ver con la especulación y con los planes de rescate de entidades financieras y empresas en crisis, miles de millones de dinero público, que con ninguna otra cosa. Planes de rescate que han dejado claro que, si las crisis fueran sólo lo que esta parecía en un principio, no habría ningún problema. El dinero ahora no cuesta ni el precio del papel donde está impreso. De hecho, ni siquiera se imprime, basta con anotar la cantidad que se quiera en la pantalla de un terminal, de algunos terminales, claro, el suyo no sirve, para tener a mano todo el dinero necesario para solucionar cualquier problema, excepto el de la deuda y de este último, que es muy grave, no hay que preocuparse: Las deudas que no se puedan pagar, no se pagarán y ya veremos con qué consecuencias. Islandia podría sentar un interesante precedente.

En cuanto a la otra crisis, la real, la que se presenta como consecuencia de la imposibilidad de sostener un crecimiento exponencial de la explotación de los recursos naturales, la cuestión está sólo en establecer la velocidad con que va a manifestarse y, como ya he dicho en otras ocasiones, en si nos va a golpear a nosotros o a nuestros descendientes y en este último caso ya se preocuparán ellos. En torno a cuestiones tan vitales como las reservas de petróleo, las tasas de retorno, el estado de la red eléctrica o el costo real de las energías renovables nos movemos en el terreno de la especulación y la fantasía, atentos sólo a los beneficios inmediatos y a mantener la ilusión de que este estado de cosas se puede mantener indefinidamente. Los mismos medios de comunicación y los mismos gobiernos que han propiciado, por segunda vez, una extravagante situación de alarma a cuenta de una supuesta mutación del virus de la gripe, ignoran deliberadamente todas las alarmas que se van encendiendo en relación con nuestra dependencia del petróleo y otras cuestiones energéticas y medioambientales. La razón es cada vez más evidente. En el primer caso, la alarma ha servido para incrementar los beneficios de las grandes empresas farmacéuticas y en el segundo, cualquier crisis de confianza podría afectar negativamente las expectativas de un crecimiento cuya continuidad es básica para sostener todo el tinglado.

Y en cuanto a la crisis y su aparente pérdida de virulencia en estos últimos meses, los indicios de que puede no ser cierto que haya pasado lo peor no son, en absoluto, despreciables y la frivolidad con la que nuestros políticos se refieren a la inminencia de la recuperación, inspira cada vez menos confianza y el hecho de que los causantes directos de la crisis financiera, la de mentira pero con consecuencias reales para un montón de gente, hayan salido de rositas tampoco ayuda a confiar en el futuro.

martes, 12 de enero de 2010

La función exponencial

La falta de comprensión del funcionamiento de la función exponencial es uno de los más graves problemas con los que se enfrenta la humanidad en esta última etapa de la era de la abundancia. Decir que una determinada magnitud está creciendo un 4 o un 5% anual es, exactamente, lo mismo que decir que esa magnitud está creciendo exponencialmente. Y el problema con un crecimiento exponencial es que cuando empieza a ser problemático es ya demasiado tarde para tomar ninguna medida correctora. He aquí un ejemplo (tomado del vídeo del profesor Albert Bartlett,  Arithmetic, population and energy)

Si una magnitud determinada crece a una tasa del x% anual, esa magnitud se duplica cada 70/x años. Imaginemos ahora, una botella en la que introducimos una bacteria o cualquier tipo de bicho que se reproduzca por algún procedimiento similar a la división celular y supongamos, en consecuencia, que el número de bacterias se duplica cada minuto y que al cabo de una hora la botella está llena. Si el proceso empieza a las 11:00 ¿En qué momento las bacterias se darán cuenta de que se les acaba el espacio?. A las 11:55 más del 96% de la botella estará vacía. A las 11:59 todavía dispondrán de la mitad de la botella, pero un minuto después, a las doce en punto,  ocuparán todo el espacio disponible. Si intentamos solucionar el problema proporcionándoles otra botella ¿cuánto tiempo tardarán en llenarla también? A las 12:01 la segunda botella estará llena y a las 12:02 habrían llenado, si las tuvieran, otras dos botellas.

Esto puede dar una idea de lo que supone, en un entorno finito, impulsar el crecimiento, en cualquier tasa y de la imposibilidad real de sostener ese crecimiento más allá de unas pocas docenas de duplicaciones. Ahora un caso real, el crecimiento de la propiedad de vehículos de motor en manos de los chinos:


¿Por cuánto tiempo podremos sostener esta tasa de crecimiento antes de que el petróleo, o los materiales necesarios para construir automóviles, o el espacio necesario para que circulen se agote? ¿Por cuánto tiempo podrá sostenerse esa tasa, o cualquier otra, de crecimiento?. El problema,  de los que planifican el crecimiento,sobre todo,  es que confunden la posibilidad, real,  de hacer crecer exponencialmente la masa monetaria, lo que no tiene ningún problema ya que el dinero nos lo inventamos, con la posibilidad, ilusoria, de hacer lo mismo con los recursos naturales.

Los datos son de la Oficina Nacional de Estadísticas de la República Popular China y el gráfico de  Stuart Staniford

domingo, 10 de enero de 2010

Más sobre la pandemia que nunca existió

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, a propuesta del Dr. Wolfang Wodarg, ha admitido a trámite una proposición para investigar y debatir el papel de la OMS y de la industria farmacéutica en el asunto de la falsa pandemia, conocida como gripe A o gripe porcina. A buenas horas. La verdad es que después de lo de la gripe aviar, sobre lo que ya escribí esto en su momento, resulta un auténtico escándalo que, apenas tres años después, hayamos vuelto a las andadas. Los gobiernos y los medios de comunicación, El País, por ejemplo, se han cubierto de gloria una vez más y aquí, como de costumbre, no pasa nada. Salvo que hemos gastado miles de millones en vacunas que no se han utilizado, en el mejor de los casos, o que se han utilizado para nada, arriesgando la salud de miles de personas.

sábado, 9 de enero de 2010

Sorry, I'm a doomer.

Peakistas, doomers, cornucopianos, indiferentes, ignorantes... de todo hay en el debate sobre el Peak Oil. Personalmente y aunque quizá fuera preferible el estatus de simple observador, no tengo ningún inconveniente en aceptar, con pocos matices, el de doomer que, según la Wikipedia (no sé que haríamos sin ella) es una persona preocupada por la eventualidad de que una escasez de petróleo pueda llevar a una recesión económica severa o a otra Gran Depresión a la que seguirá inevitablemete una Catástrofe Maltusiana, atribuible a la sobredependencia del petróleo tanto para el transporte como para la producción agrícola e industrial. La teoría del Peak Oil, enunciada por Marion K. Hubbert en los años 50, es perfectamente consistente con los hechos observados desde entonces y más concretamente con el pico de petróleo en los Estados Unidos a principios de los 70. Además, hay algunos hechos que el más conspicuo de los cornucopianos tendría problemas para rebatir: 1. El planeta es finito y cualquier recurso que contenga es, por tanto, limitado. 2. No hay, hoy por hoy, alternativas válidas al petróleo. Ninguna otra fuente de energía, si se exceptúa la nuclear, se presenta con niveles de concentración parecidos y la nuclear es utilizable, de momento y con algunas objeciones, para producir electricidad pero no combustibles líquidos. 3. El sistema monetario, basado en la deuda, no permite plantearse la posibilidad de un estado estacionario y hace imperativo el mantenimiento del crecimiento. 4. El incremento de población directamente atribuible al petróleo, que ha permitido la agricultura intensiva, con fertilizantes obtenidos del petróleo y extensiva, con la utilización masiva de maquinaria agrícola y la globalización de la producción, es de más de 4000 millones. 5. El petróleo era la principal fuente de energía en 1900 y sigue siéndolo en 2010. No ha habido ningún progreso real en ese campo. 6. El hidrógeno, en el que parecen depositadas ciertas esperanzas en el campo del transporte, no se encuentra libre en la naturaleza. Hay que producirlo ateniéndose, desde luego, a las leyes de la termodinámica y hoy por hoy, la principal fuente de energía para producirlo es, también, el petróleo. 7. El petróleo fácil ya ha sido extraído. Los nuevos yacimientos tienen una tasa de retorno, energía obtenida por energía invertida, muy baja. Yo no soy, en todo caso, un doomer nihilista. No creo que haya que hacer nada, ni que haya nada que hacer,  para sostener la globalización y el crecimiento compulsivo, pero creo que hay esperanzas de supervivencia para pequeñas comunidades que se planteen un modo de vida radicalmente distinto.

If you cannot bring good news, then don’t bring any!
The Peak Oil Crisis: 2010 An annus horribilis

El entorno de la Catedral de Barbastro, con la torre, antiguo alminar de la mezquita árabe, exenta,  los contrafuertes exteriores visibles y todo el perímetro, excepto la fachada sur que da a la parte de atrás del Coso, despejado. Las escaleras de acceso, por la entrada Oeste, quizá estarían mejor con una barandilla o algún otro elemento de protección en el lateral que ahora carece de él, pero, por lo demás, la mejora del conjunto es notable.

miércoles, 6 de enero de 2010

El ocio, de los otros, como recurso


Algunos de los que ahora gobiernan Aragón dicen creer, lo que crean realmente es otra cuestión,  que vamos hacia un modelo de sociedad, que ellos llaman del ocio, en la que lo importante será el diseño y la explotación de actividades para rellenar el mucho tiempo que ya no tendremos que dedicar al trabajo:  estaciones de esquí, parques temáticos, casinos, circuitos de competición, turismo de montaña, rural o urbano, festivales, fiestas patronales, becerradas y cosas por el estilo, además de carreteras, para ir de una juerga a otra y unas pocas industrias, de montaje de automóviles, por ejemplo, lo más aparatosas y menos necesitadas de ingenio que sea posible.  En España, además, una perspectiva de este tipo tiene todo el predicamento social que sea necesario. Aquí nada importa tanto como encontrar alguna ocupación distinta de trabajar, lo que la gente llama divertirse,  y eso, en un país de nuevos ricos, que se creen con derecho a tenerlo todo y a tenerlo ya, es, cuando menos, curioso porque  la energía, necesaria para tenerlo todo, si es que está disponible, habrá que pagarla, trabajando y si no,  tendremos que aportarla nosotros mismos y a eso, a aportar la energía necesaria para mantener  la entropía, local,  dentro de unos límites que la hagan compatible con la vida -más bien con la gran vida-, también se le llama trabajar.  Aunque puede que la idea no sea  exactamente que nosotros no hagamos nada, sino destacar el hecho de que los aragoneses tenemos un territorio especialmente bien dotado para que el resto del mundo, los 25 millones que van a acudir, cada año, a los casinos de Ontiñena, por ejemplo, venga a pasar aquí sus momentos de ocio. Como nosotros tendremos que hacer de camareros, macarras, putas, traficantes, limpiadoras, croupiers, guias de montaña, monitores de esquí y lo que salga, en realidad el ocio será para los otros, que irán cayendo más y más en el vicio y la molicie mientras nosotros, como laboriosas hormiguitas, iremos amontonando trigo en nuestro hormiguero y podremos así contribuir a la felicidad, y de paso al ocio, de tanto político y tanto listo a cuyos desvelos e ingenio tanto deberemos. Lástima que tan brillante idea no se nos haya ocurrido sólo a nosotros.

Año Nuevo ¿Vida nueva?


El precio del petróleo, en estos primeros días del año 2010, ha rebasado de nuevo los 80$/b y de nuevo es complicado decidir si eso es bueno o es malo. Hay quién lo considera un síntoma de recuperación económica o la única forma de incentivar la exploración y mejorar la explotación de los yacimientos actuales y quién lo considera un obstáculo para la, según ellos, imprescindible vuelta al crecimiento. Esta es, definitivamente, una sociedad muy compleja y por tanto sometida a múltiples tensiones y dependiente de innumerables factores pero hay uno que es incuestionable: no estamos dispuestos a renunciar, ni a considerar la posibilidad de renunciar, a nuestra forma de vida actual, a conducir por dónde y cuándo nos dé la gana, a la calefacción, a la segunda residencia, a las vacaciones en la playa, cuanto más exótica mejor y en definitiva a todo aquello gracias a lo cual hemos olvidado siglos de miseria y humillación, a pesar de que no están tan lejos ni en el tiempo ni en el espacio. Pero los años de abundancia terminaron hacia 1976, al menos para las sociedades occidentales más avanzadas, aunque aquí en España hayamos disfrutado de una prórroga, por la única razón de que para nosotros la prosperidad empezó mucho más tarde y se haya construido una industria imaginaria, la del dinero virtual, la deuda y la especulación, que permite sostener la ficción de que nada va a cambiar, durante algún tiempo. Probablemente ya no mucho más. Esta ilusión está basada en una confianza irracional en el mercado y en las posibilidades actuales y supuestas de la tecnología, y en la contumacia en ignorar las leyes de la termodinámica y la finitud del planeta y de sus recursos. Hay quién está convencido, o finge estarlo, de que basta con aplicar las leyes del mercado y subir el precio para que se produzca más petróleo y también hay algunos que creen que el hueco que deje el petróleo, cuando lo deje y si es que lo deja, será llenado con facilidad por lo que llaman energías renovables, básicamente la electricidad producida por el viento, el sol o el agua, pero nada de esto es cierto. Hasta Bush Jr. sabía que el petróleo es un recurso imprescindible y que asegurar los yacimientos, estuvieran donde estuvieran, era una cuestión vital y por eso, lo de las armas de destrucción masiva no se lo creía ni Aznar, invadió Irak, que tiene en su subsuelo las terceras reservas mundiales de petróleo y no, por ejemplo, Corea del Norte, que tenía armas y además había amenazado reiteradamente con utilizarlas, pero no tiene una gota de petróleo. Y las energías renovables, además de depender y mucho del petróleo, no producen combustibles líquidos y su densidad energética es muy inferior a la de los combustibles fósiles y por tanto inadecuada para la mayoría de las aplicaciones de éstos, aplicaciones de las que depende, totalmente, la globalización y el crecimiento. Y volviendo al principio, el petróleo puede estar a 80$ por razones que tengan que ver con el suministro, con la caída de inventarios por el invierno, con la especulación, con el eterno conflicto fronterizo entre Irán o Irak o con lo que sea. De la misma forma que los árabes, en su suelo están los mayores yacimientos conocidos, pueden estar, o no, mintiendo sobre sus reservas y sobre su capacidad de incrementar la producción, ahora dicen que no producen más porque no quieren, pero nada de eso cambia el hecho, incuestionable, de que, en algún momento, tendremos que plantearnos otra forma de vida. Y no será tan divertida como ésta.

viernes, 1 de enero de 2010

ZP presidente, de turno, de la Unión Europea.


Esta entradilla, en El País digital de hoy, ha dado lugar, como puede verse, a un número importante de comentarios de lectores que, en su mayoría, se tomaban el asunto a chacota. Da la impresión de que el Sr. Zapatero está alejando, del PSOE, el voto de las clases medias urbanas por una combinación de mala suerte e incontinencia verbal. Yo no creo que este hombre sea más incompetente que, por ejemplo,  Aznar aunque desde luego, a su gobierno  le falta la frescura y el idealismo de los de Felipe González, que tuvo a casi todo el PSOE y a una parte importante de la sociedad española detrás de él, incluso en los peores tiempos. Zapatero controla el aparato del PSOE y por tanto las listas, por el momento, y por eso detrás de él están, sobre todo,  los que tienen algo que perder que, entre gobierno central,  autonomías y gobiernos locales, son más de lo que a primera vista parece.