jueves, 29 de octubre de 2009

Democracia (II)

La cosa pública está dando, en España, un espectáculo que en nada desmerece a las astracanadas organizadas, tiempo atrás, en países como Argentina que acabaron como acabaron gracias a las idas y venidas de la clase política más corrupta e incompetente que se había conocido. Hasta entonces, claro. Y cuando digo la cosa pública no me refiero sólo a los políticos que, en realidad, no hacen más que dedicarse a lo único para lo que tienen una reconocida competencia, que es asegurarse una jubilación honorable a costa del contribuyente, sino también a los banqueros, que monopolizan la creación de dinero y que dicen ahora que han ganado un 2% menos que el año pasado y además pretenden que eso es una noticia preocupante; los jueces que dejan en la calle a gentes como Millet, el del Palau, con el inefable argumento de que si se quisiera escapar ya lo hubiera hecho; los responsables, es un decir, de sanidad, que han creado una alarma injustificada con la gripe A, sin más razón que distraer a la gente de lo que realmente debería preocuparle y que ahora nos harán, a mí no, claro, tragar una vacuna cuya única virtud contrastada es la de enriquecer a los fabricantes; los periodistas que destacan lo que conviene a quien les paga, jalean la especulación, sirven de altavoz para las gansadas y estupideces de políticos y financieros semianalfabetos y ocultan, puede que también por ignorancia injustificable, los gravísimos problemas monetarios, energéticos y medioambientales que están amenazando nuestra supervivencia como especie y finalmente, pero no menos importante, los votantes que sostenemos, sostienen, votando cada cuatro años y aguantando sin pestañear, esta ficción de democracia que ya solo sirve como escenario para el espectáculo. Habría que dejar de votar, dejar de comprar los periódicos y dejar de servir de soporte, aunque sea pasivo, para lo que está pasando. O salir a la calle, como han hecho algunos habitantes de Santa Coloma. De lo contrario tendremos que asumir el nada honroso papel de tontos, o cómplices.

domingo, 18 de octubre de 2009

Razones para una reforma monetaria. Un apunte histórico.

Durante la guerra civil americana, el Presidente Abraham Lincoln se vio obligado a poner en circulación una nueva moneda, los Greenbacks, sin la cual el Norte hubiera perdido la guerra. Al acabar esta con la derrota de la confederación, esclavista y separatista, Lincoln explicó al Senado de los Estados Unidos las razones que tuvo para emitir los Greenbacks, enunciando así la política monetaria que se proponía implantar en el futuro. De haber tenido tiempo para ello, fue asesinado pocas semanas después, las cosas hubieran sido muy diferentes, en los Estados Unidos y en todo el mundo civilizado, pero no lo tuvo y el verdadero poder, hoy, sigue estando en manos de los bancos.

Abe Lincoln Monetary Policy

Money is the creature of law, and the creation of the original issue of money should be maintained as the exclusive monopoly of national government. Money possesses no value to the state other than that given to it by circulation.

Capital has its proper place and is entitled to every protection. The wages of men should be recognized in the structure of and in the social order as more important than the wages of money.

No duty is more imperative for the government than the duty it owes the people to furnish them with a sound and uniform currency, and of regulating the circulation of the medium of exchange so that labour will be protected from a vicious currency, and commerce will be facilitated by cheap and safe exchanges.

The available supply of gold and silver being wholly inadequate to permit the issuance of coins of intrinsic value or paper currency convertible into coin in the volume required to serve the needs of the People, some other basis for the issue of currency must be developed, and some means other than that of convertibility into coin must be developed to prevent undue fluctuation in the value of paper currency or any other substitute for money of intrinsic value that may come into use.

The monetary needs of increasing numbers of people advancing towards higher standards of living can and should be met by the government. Such needs can be met by the issue of national currency and credit through the operation of a national banking system. The circulation of a medium of exchange issued and backed by the government can be properly regulated and redundancy of issue avoided by withdrawing from circulation such amounts as may be necessary by taxation, re-deposit and otherwise. Government has the power to regulate the currency and credit of the nation.

Government should stand behind its currency and credit and the bank deposits of the nation. No individual should suffer a loss of money through depreciation or inflated currency or Bank bankruptcy.

Government, possessing the power to create and issue currency and credit as money and enjoying the right to withdraw both currency and credit from circulation by taxation and otherwise, need not and should not borrow capital at interest as a means of financing government work and public enterprise. The government should create, issue and circulate all the currency and credit needed to satisfy the spending power of the government and the buying power of consumers. The privilege of creating and issuing money is not only the supreme prerogative of government, but it is the government's greatest creative opportunity.

By the adoption of these principles, the long-felt want for a uniform medium will be satisfied. The taxpayers will be saved immense sums of interest, discounts, and exchanges. The financing of all public enterprises, the maintenance of stable government and ordered progress, and the conduct of the Treasury will become matters of practical administration. The people can and will be furnished with a currency as safe as their own government. Money will cease to be the master and become the servant of humanity. Democracy will rise superior to the money power.

Abraham Lincoln, Senate document 23, Page 91. 1865.

viernes, 16 de octubre de 2009

La crisis energética (I)

Después de estar mucho tiempo por debajo de los 70$/b, el precio del petróleo crudo ha subido, en dos días, hasta cerca de los 78$/b. En un mercado tan volátil como este la interpretación de un incremento del 11%, en tan corto período de tiempo, es muy complicada. Podría decirse, para empezar, que el precio del petróleo en el verano del 2008, casi 140$/b, alimentó la crisis económica y que la caída posterior, hasta los 30$/b de enero de 2009, se debió, fundamentalmente, a la fuerte disminución del consumo provocado por esa misma crisis. Lo razonable sería, pues, suponer ahora que este incremento de precio se debe al aumento de la demanda, consecuencia de una, al menos incipiente, recuperación económica. Pero también puede tratarse de simple especulación, no hace mucho que subió a 75$/b para caer luego hasta los 65$, o a que se haya convertido en un valor refugio para inversores que estén previendo un próximo reventón de la burbuja bursátil. También podría ser, por qué no, que los mercados estuvieran ya anticipando la dificultad de atender futuros incrementos en la demanda debido al estado de madurez de la mayoría de los grandes yacimientos actuales y a la creciente inaccesibilidad y baja calidad de los nuevos descubrimientos. En fin, que la razón o razones del incremento actual de precio podría ser una o podrían ser muchas, pero lo que cuenten BP, Repsol o el gobierno de Arabia Saudí, entre otros posibles actores de este drama, si es que cuentan algo, será sólo lo que crean que deben contar para que los mercados y el público en general se comporten, a corto plazo, de la manera que más les convenga. De momento Repsol ya se ha descolgado, hoy por la mañana, con la historia de un nuevo y fantástico hallazgo. Esta vez se trata de un yacimiento de gas y en Venezuela. No hace mucho de petróleo y en el fondo marino próximo a las costas de Brasil, pero con una tasa de retorno próxima al 1:1 (un barril por cada barril) y del que seguramente tardaremos en volver a oír hablar. Antes, cuando, efectivamente, se descubría más petróleo y más gas del que se consumía, los hallazgos no eran noticia. Ahora sí pero, en este campo, las cosas casi nunca son lo que parecen.

jueves, 15 de octubre de 2009

Dinero

En la economía actual lo más importante es el dinero, quién lo hace, cómo circula y por supuesto, quién lo tiene. Si a usted le preguntan por el origen del dinero que cree que tiene en el banco y con el que paga puntualmente, o eso espero, sus facturas de luz y agua y sus hipotecas y trampas diversas, contestará, sin duda, que el dinero lo hacía el gobierno, por medio del Banco de España, cuando la moneda de curso legal era la peseta y que, ahora, es el Banco Central Europeo el responsable del dinero en circulación. Probablemente, estará, también, convencido de que si va a un banco a pedir un préstamo y tiene la suerte de que se lo den, es decir, si tiene usted más dinero del que va a pedir, es porque el banco tenía previamente ese dinero, ya sea procedente de depósitos de ahorradores o de sus propios fondos. En ambos casos estará usted muy equivocado. Sólo entre un 3 y un 7% del dinero en circulación tiene la forma de monedas o billetes, fabricados por las casas de la Moneda o los Bancos Centrales. El resto lo crean los bancos comerciales, en teoría ateniéndose a los límites establecidos por lo que llaman coeficiente de caja pero, en realidad, sin límite ninguno, en el momento en que le prestan a usted el dinero y con la única garantía de que lo va a devolver. Esto tiene dos consecuencias muy importantes. La primera es que el estado ha renunciado, de hecho, a su monopolio en la fabricación y puesta en circulación del dinero, en beneficio de los bancos, instituciones de carácter privado y con ánimo de lucro, con lo cual el mismo estado, cuando necesita dinero y en el colmo del despropósito, ha de pedirlo prestado y pagar por él un interés, a esos mismos bancos. La segunda y más importante, es que casi todo el dinero en circulación se ha creado como deuda, que hay que pagar, con lo cual el crecimiento se convierte en una necesidad absoluta desde el punto de vista monetario, por más que resulte insostenible desde el punto de vista de la finitud del entorno en el que nos movemos y de los recursos que contiene. No sé si me explico.

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domingo, 11 de octubre de 2009

Pesadilla

Al accionar el interruptor de la luz aquella mañana no ocurrió nada. El frío era mayor de lo acostumbrado a aquellas horas pero, tras pensar un poco, lo atribuyó a que, aunque la caldera funcionaba con gasoil y le constaba que había suficiente en el depósito, las bombas que movían el agua caliente por la casa funcionaban con electricidad y la caldera requería, para sus encendidos periódicos, la ayuda de un dispositivo eléctrico. Encontró, tanteando, la puerta del dormitorio y llegó al cuarto de baño. En un gesto automático conectó la radio pero de los altavoces del techo no salió ningún sonido, ni siquiera el ruido de la electricidad estática que anunciaba, otras mañanas, alguna avería en la emisora. La cisterna del inodoro hizo su trabajo, pero se quedó algo sorprendido al no oír el sonido habitual del agua rellenándola de nuevo. Abrió el grifo del lavabo y comprobó, con disgusto, que tampoco había agua corriente… Esta era una pesadilla que tenía de vez en cuando, así que se preguntó si no estaría soñando e hizo alguna de las comprobaciones habituales, un sonoro cachete en la cara y un pellizco en el brazo bastaron para confirmarle que estaba, aparentemente, despierto. No sería mala idea, pensó, llamar a la compañía distribuidora de agua y electricidad, para averiguar si la avería iba a durar mucho. Tras consultar la guía levantó el auricular del teléfono fijo y se encontró con que el aparato no emitía señal alguna. Con el móvil tampoco había nada que hacer porque la pantalla estaba apagada y el interruptor no respondía. Probablemente se había quedado sin batería durante la noche y sin electricidad no había forma de recargarlo. Naturalmente, sin electricidad ni teléfono tampoco había conexión a Internet así que, con una extraña sensación de aislamiento, decidió salir a la calle. No tenía ascensor, ni le hubiera servido tampoco para nada, así que bajó los tres pisos andando y a oscuras porque la escalera era interior. En la calle, habitualmete sin tráfico, todo parecía normal, o casi. Un grupo de obreros de la construcción se calentaba alrededor de un fuego y charlaba despreocupadamente, lo que no dejaba de ser algo extraño porque era la hora que habitualmente dedicaban a hacer todo el ruido posible antes de parar para almorzar. Sin embargo la cosa se explicaba porque, al no haber electricidad, las hormigoneras y las grúas no funcionaban, así que estarían esperando a que se solucionara el problema. La librería donde compraba habitualmente el periódico estaba abierta y el librero estaba asomado a la puerta con cara de preocupación. No había llegado ningún periódico aquella mañana y tampoco podía decir si llegaría o no. Decidieron ir a la sede de la compañía eléctrica para intentar averiguar de viva voz lo que no habían podido resolver por teléfono, pero solo encontraron a un par de empleados incapaces de dar respuestas válidas al grupo de consumidores, bastante numeroso, que se agolpaba en el mostrador de atención al público. Las líneas habituales de suministro se habían quedado muertas hacía unas horas y, con la caída de las líneas telefónicas, había resultado imposible averiguar qué pasaba. La comunicación por radio también resultaba imposible porque ni los aparatos a pilas recibían señal de ninguna emisora, así que algunos empleados habían salido a inspeccionar la línea pero aún no habían vuelto. Había otra cosa extraña y es que no circulaba ningún automóvil. Uno de los que estaban ante el mostrador, que vivía en el extrarradio y había intentado venir en su coche, contaba que le había resultado imposible poner el motor en marcha. El encendido había quedado completamente muerto y parece que no era el único caso que se había dado en la ciudad. En todo caso la ausencia total de coches en las calles más transitadas era algo que no tenía precedentes, al menos en la memoria de los presentes. De vuelta a casa intentó poner en marcha el motor de su coche, sin éxito, con lo que la sensación de alarma se incrementó muchísimo y volvió a salir a la calle para dirigirse a su trabajo. Se preguntó qué pasaría si esta situación se prolongaba dos o tres días, no quería ni pensar en una duración mayor, y no encontró ninguna respuesta razonable. Simplemente aquello era impensable. En la oficina la cosa se tomó, durante aquella primera mañana del apagón, con bastante buen humor. Las vacaciones estaban cerca y por una mañana de asueto tampoco pasaba nada. En realidad la mayoría de las oficinas del país podían suspender sus actividades durante bastante tiempo sin que de ello se derivara perjuicio alguno. Al cabo de un rato las oficinas, sobre todo las públicas, sin calefacción, ni luz ni agua, sin teléfono y sin Internet, decidieron cerrar la puerta y mandar a los trabajadores a sus casas. Además muchos trabajadores, todos los que vivían a cierta distancia y acudían al trabajo en algún medio de transporte, se habían quedado en su casa. A esas horas la ansiedad empezaba a manifestarse también en torno a las tiendas de comestibles y algunos ciudadanos, habitualmente inofensivos, exhibieron un comportamiento amenazador cuando las empleadas del supermercado les dijeron que no podían atenderles, porque las cajas no funcionaban y era imposible saber el precio de la mayoría de las mercancías sin la ayuda del sistema informático que, como todo lo que funcionaba con electricidad, se había venido abajo. El encargado del supermercado decidió que lo más prudente era cerrar las puertas, lo que hizo no sin dificultades y con la ayuda de la autoridad, que se había personado atraída por la aglomeración de presuntos compradores que, una vez cerrado el establecimiento, no se alejaron mucho de las puertas y formaron nerviosamente, grupos en los alrededores en una actitud cada vez más amenazadora. Que la cosa era aún más extraña y alarmante de lo que parecía quedó patente cuando, primero uno y luego todos los demás, se dieron cuenta de que ni los teléfonos móviles ni los relojes eléctricos ni los transistores a pilas daban ya ninguna señal de actividad. Esto empezó a generar algo parecido al pánico entre la multitud. Una cosa era un corte en el suministro de electricidad, cosa que no ocurría muchas veces pero no era del todo inusual y otra era que cualquier traza de energía estuviera desapareciendo. La policía, con órdenes tajantes de las autoridades locales, intentó dispersar a la multitud invitando a la gente a esperar noticias en sus casas, pero la falta de cualquier medio de comunicación no inducía a la gente a marcharse a casa sino, más bien, a mantenerse en contacto unos con otros para reducir la sensación de aislamiento y obtener del grupo algo de apoyo e información, que consistía, sobre todo, en rumores e ideas casi tan descabelladas como lo que estaba pasando. Una tienda cercana, famosa por la aplicación discrecional de precios en función del aspecto del comprador y por tanto, escasamente informatizada, permanecía extrañamente abierta y vacía y hacia allí se fueron moviendo algunos, con cierto sigilo e intentando no llamar la atención. Aunque el tendero, al verlos, intentó, precipitadamente, cerrar la puerta, no pudo evitar que algunos individuos, ya francamente alterados, entraran en la tienda y se sirvieran ellos mismos todo lo que pudieron transportar. Se quedó un poco sorprendido cuando le requirieron, sería la última vez, para que les hiciera la cuenta.

sábado, 10 de octubre de 2009

El petróleo en septiembre

Este gráfico muestra la evolución, a escala planetaria, de la producción, el consumo y el precio del petróleo crudo entre enero y septiembre de este año. Tanto la producción como el consumo parecen estancadas, desde hace tiempo, en torno a los 84 mbd y el precio no ha podido romper la barrera de los 70$/b. Estos datos no permiten sostener la idea de que la economía se está recuperando y sí la de que permanece, en el mejor de los casos, estancada. También apuntan a que se ha alcanzado ya el peak-oil (*)aunque, de momento y como consecuencia de la paralización de la producción industrial y de la consiguiente disminución del consumo de energía, no se haya producido una fuerte elevación de precios que están experimentando, sin embargo, una extraordinaria volatilidad.

Gráfico del autor con datos de la EIA (US Gov)

(*) Evolución del consumo de petróleo en la historia de la humanidad. El Peak-Oil es el punto más alto de la curva.

viernes, 9 de octubre de 2009

De la cosa pública

Tengo la persistente sensación de que la política tiene un manual de funcionamiento, en el que, en alguna parte, se dice que los administrados somos gentes sencillas y de limitada inteligencia, que debemos y sobre todo, podemos, ser tratados en consonancia y creo, además, que el objetivo final de los miembros de cualquier gobierno es vivir, lo mejor posible, a costa de los gobernados. Puede que, ocasionalmente, hagan otras cosas, como planificar carreteras y cosas similares, pero sólo para repartir, preferiblemente entre sus amigos, una parte de nuestro dinero y seguir dedicándose a lo fundamental, sin llamar demasiado la atención. Por eso procuro no sorprenderme, ni indignarme, demasiado con la actividad de la administración pública española. Porque, aunque el gobierno es innecesario, también es inevitable(*), escupir a sotavento nunca ha sido una muestra de inteligencia ni de sentido común y sustituir una banda por otra, al frente de la cosa, no cambia nada, o no por mucho tiempo. Pero ahora me está asaltando otra sensación, que me preocupa algo más y es la de que llevan tiempo sin tener la menor idea de lo que está pasando. Y no es, sólo, que no distingan una pandemia de un catarro, una crisis de una desaceleración, una fuente de energía de una portadora, el petróleo de las arenas bituminosas, los ricos de los pobres, desfavorecidos, los llaman ahora o, en general, la realidad de la fantasía, sino, también, que ni siquiera intentan, o lo intentan y no lo consiguen, que haya una mínima relación entre lo que dicen y lo que hacen o piensan hacer que, por otra parte, no va mucho más allá de dejar pasar el tiempo, a ver si escampa. Más vale que nos atemos los cinturones.



(*) Government: Unnecessary but Inevitable. Randall G. Holcombe

jueves, 8 de octubre de 2009

Gran Scala y el movimiento perpetuo


Ayer leí una noticia acerca del inminente pago, por parte de las gentes de ILD, del segundo plazo de la opción de compra sobre las tierras de Ontiñena en las que, se supone que, se asentará Gran Scala, aquel fabuloso conjunto de cuarenta casinos, treinta hoteles, veinticinco millones de visitantes al año y diecisiete mil millones de euros, más de lo que pretende recaudar ZP con su subida de impuestos, de inversión que iba a construirse nada más terminar la Expo. La verdad es que sigo sin saber dónde está el truco. Ya sé que los 200.000 euros que han pagado por la primera de las opciones de compra no son mucho y menos en un país dónde las pensiones de jubilación, de algunos, superan los 3 millones al año y los 52 a tocateja, pero, aún así no acabo de entender el juego ni de los de ILD ni, mucho menos, del gobierno de Aragón. Yo no sé si habrán pagado, o no, el segundo plazo, pero Gran Scala sigue pareciendo ahora lo que parecía hace dos años, una estupidez, de las de manual. Tanto si se llega a construir algo, cosa que dudo, como si no, la cosa no tiene ni pies ni cabeza. La presentación en la Sala de la Corona del Pignatelli fue, además de inadecuada, un prodigio de mal gusto, el esquema y los dibujos parecían, aún anda el video por Youtube, si alguien lo duda, el anuncio de un mal videojuego, las empresas con las que decían contar, Aristocrat, por ejemplo, ni siquiera sabían que estaban metidas en el ajo y los parques temáticos y las explicaciones que daban eran de risa, la ley, ad hoc, perpetrada por las Cortes Aragonesas, es un escándalo de dudoso encaje en cualquier ordenamiento civilizado, los responsables, salvo los dos que intentaron y casi consiguen, venderle el móvil perpetuo a Aliaga, van y vienen, más bien van y algunos políticos aragoneses, que hace muy poco nos vendían este engendro como lo más grande desde Fernando el Católico, callan ahora o echan balones fuera. Todo menos reconocer que ¿se han dejado engañar? por unos trileros o que han metido la pata hasta el corvejón. Tengo curiosidad por ver cómo salen de esta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Crisis (a la española)

Es evidente que estamos pasando, que no superando, una etapa difícil. Una crisis financiera tras la que se esconde una, prácticamente insoluble, crisis monetaria, complicada con un agotamiento del modelo productivo y a medio plazo con la imposibilidad misma del crecimiento, por falta de energía para impulsarlo. Pero eso es fuera de España. Aquí lo que nos preocupa son las andanzas de unos cuantos golfos en Valencia, en Madrid y en media España, que nos tienen a todos muy entretenidos. Un estúpido circo propiciado por un sistema judicial que o es ineficaz, o carece de medios o está metido en la mierda hasta el cuello y por un sistema electoral que nunca, hasta la fecha, se ha resuelto por los méritos, en general inexistentes, del ganador sino por la destrucción política, temporal, claro, del perdedor. Además, no nos engañemos, el aparente escándalo con que la clase política y la prensa han acogido las revelaciones de la trama Gürtel, o como se escriba, no es más que pura hipocresía. Los trajes, bolsos y hasta coches que se han repartido valencianos, madrileños, gallegos y lo que salga, se quedan, con toda seguridad, cortos en comparación con los ‘detalles’ que recibe, o recibía antes de esta crisis, más de un alcalde, concejal o funcionario público relacionado con el urbanismo, de las empresas constructoras de su entorno, a cara descubierta y sin que nadie se preguntara a cambio de qué. Estos imbéciles de ahora, el jefe quería que lo llamaran Don Vito, se han dejado pillar por un exceso de exhibicionismo, no hay más que recordar las fotos del bodorrio de Aznar y por largar más de la cuenta por el móvil, pero seguro que no son los únicos. Aunque, desde luego, no por eso han de salir de rositas. Que los metan en la cárcel o que los manden a las Bermudas con todo pagado, pero cuanto antes. A ver si estos que dicen que gobiernan y los que dicen que quieren gobernar pueden dedicarse a algo serio, como, por ejemplo, esa Ley para la Economía Sostenible de la que ya hablaremos, mal, otro día.

domingo, 4 de octubre de 2009

El talante ya no es suficiente

Un par de encuestas, publicadas el domingo en los diarios El País y La Vanguardia, dan cuenta de un vuelco en las preferencias de los electores que se decantan, ahora, mayoritariamente por el Partido Popular. Vuelco que no debería atribuirse a los méritos del Partido de Mariano Rajoy, un hombre no mucho más sólido que Zapatero y totalmente desbordado por los casos de corrupción que están saliendo a la luz en su partido en los últimos meses. No, la debacle del partido que sostiene al gobierno, que aún no es irreversible, hay que atribuirla exclusivamente a sus dirigentes, incapaces de cuestionar al líder que, tras ocho años de travesía del desierto, los llevó de nuevo a pastar en la tierra prometida, donde abundan los despachos ministeriales y los coches oficiales. Zapatero es un hombre cuya inconsistencia puede pasar desapercibida en tiempos de bonanza, estamos en España y es lo que hay, pero resulta bastante llamativa en situaciones de emergencia, que requieren que quien está al timón de la nave dé, al menos, una mínima impresión de saber, si no hacia dónde va, al menos hacia dónde quiere ir. Claro que las encuestas y los del gobierno, dicen que el otro tampoco lo sabe y seguramente tienen razón, pero no es esa la cuestión ni, desde luego, ayuda en nada saber que esto no tiene alternativa.

viernes, 2 de octubre de 2009

Que les aproveche (a los brasileños).

Madrid no organizará los Juegos Olímpicos de 2016. Se acabó la corazonada y con ella un buen montón de millones gastados en promociones, fastos e infraestructura. Claro que eso es, como siempre, lo de menos. Los que fueron a Copenhague, el alcalde, el rey, el presidente y toda la corte de los milagros que va siempre a estos eventos, haga o no alguna falta en el lugar de los hechos, se quedaron, supongo, cariacontecidos y frustrados. El resto de los españoles me temo que no tanto. Estamos aprendiendo, poco a poco que las cosas que interesan a esta tropa no interesan, necesariamente, a las gentes del común, que a lo más que pueden aspirar en un acontecimiento de estos, es a que les pongan una camiseta y les dejen hacer de voluntarios para guiar a los turistas, o a un trabajo mal pagado durante los meses o años que duren sus efectos. Además es más de lo mismo. Más obras, más especulación, más negocios raros, más fiestas para los que se las puedan permitir, más deuda y más fantasías planeando sobre una realidad a la que por más expos, juegos, grandes escalas y leyes de lenguas que se le echen encima sigue siendo bastante preocupante. Pero si la solución era salir corriendo hacia adelante, parece que, por esta vez, tendrán que pensar en otra cosa. Ya se les ocurrirá.