miércoles, 7 de noviembre de 2012

Que más da....


He aquí el último post, traducido del original inglés, de George Mobus sobre las elecciones norteamericanas. 

¿¿¿Quién ganará???

Les puedo decir ya quién ha perdido. Los ciudadanos de los EE.UU. (y del mundo). El ecosistema global. Las generaciones futuras. Innumerables especies.

¿No sería agradable hacer un experimento científico real?. Necesitamos tres planetas Tierra, todos empezando  en el estado actual. En una Tierra elegiríamos a Romney, en otra a Obama y en la tercera a una persona al azar. Ahora observamos la evolución de los planetas durante los próximos cuatro años. ¿Cuáles serían los hipotéticos resultados?

Muchas personas votan por Obama como el candidato menos malo – el que hace menos daño -. Otros muchos votan a favor de Romney como el menos propenso al socialismo, el que va a devolver a América sus excepcionales raíces. Todos los votantes tienen visiones muy diferentes acerca de cómo irán las cosas en los dos primeros escenarios (nadie piensa en el tercero). Pero todas esas hipótesis se basan en suposiciones totalmente incorrectas sobre el estado del mundo y sobre lo que es posible en el futuro.

La realidad es que las fuerzas en juego. las que darán forma a nuestro mundo en los próximos años, son ya demasiado poderosas y han avanzado demasiado para que cualquiera de los dos candidatos reales e incluso el candidato aleatorio, tengan un impacto significativo sobre lo que está pasando.  Nos estamos quedando, irremediablemente, sin la energía neta necesaria para hacer trabajo útil. El clima está ya más allá del punto de no retorno hacia un cambio devastador. Ya no será posible apreciar la diferencia entre lo que el presidente Obama o el presidente Romney hacen, para bien o para mal. Ninguno de ellos tiene siquiera una pista acerca de lo que está llevando al colapso la economía mundial,  por lo que tampoco tienen ni idea de lo que hay que hacer para disminuir el daño y mucho menos para cambiar el curso de los acontecimientos.  Podríamos haber elegido a cualquier persona al azar para hacer el mismo trabajo.

Por supuesto, a causa de su ceguera, cada uno de ellos causará problemas al tratar de arreglar las cosas de acuerdo con sus ideologías y creencias acerca de cómo funciona el mundo. Obama ya ha hecho un daño irreparable a la economía real al permitir que el mundo financiero siguiera robándonos y eso no va a hacer más que empeorar. Y su creencia de que de alguna manera, la inversión en energías alternativas podría mejorar las cosas, si no darles la vuelta (empleos verdes y todo eso), no casa con la realidad científica, ¡a pesar de que su Secretario de Energía es un premio Nobel de Física! Este daño es insidioso ya que, superficialmente, puede parecer un intento de preservar la normalidad. Incluso puede parecerles, a los ingenuos, que las políticas de Obama están funcionando. La situación del empleo parece un poco mejor (pero hay que mirar más profundamente, por ejemplo a los salarios reales perciben los nuevos empleados). Sospecho que la actual y aparente mejora de las cifras económicas se evaporará rápidamente tras las elecciones. Si Obama gana, de hecho, podríamos ver una caída muy rápida en una seria recesión / depresión cuando los republicanos, en una política de tierra quemada, nos empujen hacia el llamado abismo fiscal.

Por su parte, Romney hará daño precisamente por no tener ninguna pista sobre lo que habría que hacer. Está impulsado por una ideología (por ejemplo, de los hermanos Koch) que es el mismo conjunto de creencias que nos ha llevado hasta donde estamos ahora. Y si gana, apuesto a que habrá una significativa resistencia demócrata en el Senado, similar a la que los republicanos han hecho en la Cámara de Representantes durante el mandato de Obama imposibilitando de facto cualquier avance en cualquier sentido -stalemate-.

Y si usted está preocupado por el efecto en la Corte Suprema de la presidencia de Romney, no lo haga. En primer lugar no hay realmente ninguna razón para creer que Obama vaya a nominara a alguien que no pertenezca a la corporatocracia o a  Wall Street. Quizá podría, pero su falta de cualquier acción significativa contra Citizens United sugiere que él también es propiedad de los negocios. Cree que el capitalismo es, después de todo, la respuesta a los problemas. En segundo lugar, la escala de tiempo en el que en el que el nombramiento de un juez puede tener algún efecto es demasiado largo en relación con el tiempo que falta para que las ruedas se salgan de la vía.  Si hoy la gente está preocupada por lo que el tribunal pueda resolver en cuestiones como el derecho al aborto o el matrimonio homosexual, pronto se olvidarán de eso cuando los problemas de conseguir alimentación adecuada y otros recursos empiecen a dominar la escena. La Corte Suprema se volverá tan irrelevante como lo es ahora el Congreso o la Presidencia.

Mi hipótesis es que, desde una cierta distancia, nadie será capaz de apreciar alguna diferencia entre los tres planetas.  Simplemente, no hay nada que un ser humano puede hacer para revertir o siquiera ralentizar significativamente la contracción inevitable de la economía mundial y los impactos de los graves acontecimientos climáticos que sobrevendrán. Y eso, más que cualquier otra cosa, es lo que va a cambiar nuestras vidas.

Feliz votación.

sábado, 27 de octubre de 2012

Bancos


Tengo que confesar que no soporto a los bancos. Creo que es un negocio, el de la intermediación financiera, que puede tener su razón de ser cuando se gestiona de una manera honorable, abierta y en beneficio de la sociedad. Lo que tenemos, en cambio, es una casta privilegiada que detenta, en contra de toda lógica y de todo sentido,  el poder de crear dinero de la nada y obtener beneficios prestando ese dinero irreal que, sin embargo, genera una deuda y unos intereses muy reales aunque tanto unos como la otra y el mismo dinero creado no sean más que apuntes contables en un terminal de computador.

Una deuda y unos intereses a los que, obviamente, sólo se puede hacer frente en un entorno de crecimiento económico exponencial, evidentemente insostenible a medio plazo, pero del que ahora depende no sólo el pago de la deuda, una cuestión aparentemente menor,  pero que tiene efectos desastrosos sobre las personas y las naciones, sino el funcionamiento de todo un sistema económico cuyo combustible, tan real como petróleo u otros almacenes de energía fósil, es ese dinero creado como deuda y que el mundo se debe a sí mismo, forzando un consumo irracional de productos, incluidos los alimentos,  creados con un aporte energético en declive y unos materiales cada vez más escasos.

La solución es muy complicada. Los que controlan el sistema financiero controlan también el poder ejecutivo, el judicial y tienen las armas, pero impedir que los bancos presten un dinero que no tienen -elevar a 100 la reserva fraccionaria- y detener la especulación financiera, desatada ya ante el simple anuncio de los millones que se supone que lloverán sobre los bancos con el dichoso rescate, son medidas que podrían reducir nuestra dependencia del crecimiento sostenido, que es físicamente imposible y llevarnos suavemente hacia una sociedad en la que vivir con menos, con mucho menos,  no significara, necesariamente, colapso, hambre y guerra.

jueves, 11 de octubre de 2012

Politica de circo o el circo de la política.

La diferencia entre una genuina representación teatral y el circo, este, es que aquí el escenario ocupa todo el patio de butacas y uno acaba participando en la representación, normalmente como apaleado figurante y después de haber pagado la entrada, le guste o no. Como en todos los circos, al menos los de antes, aquí también cuentan, una y otra vez, los mismos chistes con más o menos gracia. Wert, por ejemplo, no tiene gracia a pesar de su aspecto de comediante. Rubalcaba tampoco,  Rajoy, Guindos y Montoro no son nada del otro mundo como payasos, pero el chiste de la senda del crecimiento, que según ellos retomaremos al año que viene, es bastante bueno aunque no sea original. Zapatero y Salgado ya lo contaron en 2008, 2009, 2010 y 2011.

Publicado en Facebook

martes, 21 de agosto de 2012

Estos días


‘En cuanto pasen estos días…’, me decía ayer un esforzado profesional al que conseguí localizar en su teléfono móvil, ‘resolveremos ese asunto’. ‘Estos días’ es un intervalo de tiempo que, en España, puede incluir prácticamente todo el mes de diciembre y casi la mitad de enero, la semana anterior a la llamada Semana Santa, esta misma y parte de la siguiente, las fiestas del pueblo, las pre fiestas y la resaca, las de todos y cada uno de los barrios, los puentes y acueductos de variado pelaje como el del Pilar o el uno de mayo, festejos populares, festivales y zafarranchos de toda índole y por supuesto todo o casi todo el período estival, desde finales de mayo a mitad de septiembre. Durante estos días la vida del país se paraliza, con la notable excepción, claro está, de la hostelería y la restauración y la denominada ‘industria del ocio’. Para todo lo demás hay que armarse de paciencia y sobre todo, de suerte para conseguir que la persona o personas que puedas necesitar para algo urgente o para completar cualquier expediente, no hayan decidido tomarse unos días de asueto precisamente en ‘esos días’. Que, aun así, este país siguiera funcionando, a la española, pero funcionando, era, hasta no hace mucho, un portento que uno no sabía muy bien a qué especie de divino patronazgo atribuir  pero que, tal como están las cosas, sigan en plena vigencia estas costumbres, me parece una muestra indudable de la confianza que seguimos teniendo en la providencia. Y de la escasa capacidad de raciocinio del pueblo llano y de los sucesivos gobiernos. Y no lo digo porque crea que estas cosas, o la corrupción, por ejemplo, estén en el origen de esta o cualquier otra crisis, cosa que, evidentemente, hay que buscar en causas estructurales más profundas, sino porque estoy harto de tanta juerga, tanta tontería, tanto ruido, tanta gente por todas partes y tanta porquería por las calles, cosas, todas ellas, que creía, erróneamente, que la situación económica contribuiría a aminorar. Dicen, en mi familia, que eso es porque me estoy haciendo viejo. Y me temo que tienen toda la razón.

lunes, 13 de agosto de 2012

Agosto

Han terminado los Juegos Olímpicos de Londres sin que se haya materializado, tampoco aquí, el desastre que algunos vaticinaron tras la derrota de la selección española de fútbol y donde, finalmente, los españoles han conseguido 17 medallas de diversos metales. Mientras tanto este mes de agosto, plácido e insustancial a pesar de la crisis y de los incendios, se desliza lentamente hacia un otoño cargado de malos augurios en el que se supone que acontecerán todo tipo de catástrofes y desatinos. Es posible que así sea y es posible que no, porque en realidad nadie está interesado en un final apocalíptico del statu quo y las fuerzas que sostienen el sistema son, por el momento y al menos en apariencia, tan poderosas como las que las que están tratando de descomponerlo. A la luz de lo que ha venido ocurriendo desde que empezó todo esto, allá por el año 2007, el proceso, probablemente irreversible, será lento y con altibajos que no cambiarán significativamente la tendencia actual ni detendrán el desmantelamiento sistemático del estado del bienestar, pero que servirán, durante algún tiempo -quizá, incluso, el necesario para que olvidemos que las cosas fueron, una vez, de otra manera- para mantener una difusa esperanza en que todo mejore y vuelvan los tiempos de abundancia en los que el mundo entero parecía estar al alcance de todos los españoles, como en el NODO.

domingo, 17 de junio de 2012

Palabras


Hubo un tiempo, en este país, de datación imprecisa y duración breve, en el que las palabras tuvieron algún valor o al menos, en el que la ruptura de compromisos y el faltar a la verdad tenían alguna consecuencia política, penal o de otro tipo. Esos tiempos ya pasaron y como inevitable corolario, hoy nada, o casi nada, de lo que se dice en los foros públicos tiene contacto alguno, no ya con la realidad, que cambia tan rápido que eso podría hasta tener alguna justificación, sino con lo que realmente piensa, cuando piensa, el político, banquero, asesor, experto o comunicador por cualquier título que las pronuncia. Las palabras ya no valen el papel en el que están escritas, las declaraciones políticas se hacen con la mente puesta en lo que conviene al que las pronuncia o al que le paga, las previsiones económicas se hacen porque los que detentan el capital responden  a impulsos verbales en la confianza de que otros lo harán también y en general, la mayoría de los discursos públicos están construidos a partir de la hipótesis de que los que van a oírlos son idiotas. Y la verdad es que, a la vista de lo que estamos aguantando, cabe preguntarse si es que, efectivamente, somos idiotas, nos va la marcha o, como me pasa a mí, nos hemos dejado ganar por el fatalismo. Las payasadas de Dívar, las salidas de tono del Rey, las monsergas de Rajoy y su corte de papanatas y la inanidad de la oposición, la desesperación de los griegos, las idas y venidas de Merkel, Obama u Hollande, pendientes, tan solo de no hacer nada que perjudique sus opciones electorales, no son más que un circo que mantiene a la gente alejada de los verdaderos problemas: no hay energía para sostener más crecimiento(*) y el sistema autosostenido que conocemos como civilización industrial solo funciona en crecimiento exponencial. Hay quién cree que aún se podría hacer algo y propuestas, más o menos ingeniosas, para detener el crecimiento o hacerlo sostenible, valga el oximorón, pero yo creo y otros saben, que el colapso es ya inevitable, aunque puede que unos pocos consigan adaptarse y que aún estemos a tiempo de preparar un futuro de baja entropía para los que sobrevivan (**)

* Me refiero a petróleo líquido convencional. Las arenas bituminosas, los esquistos y otros intentos de sacar energía de donde no la hay no son más que una muestra de lo desesperada que es la situación. 
** El final era distinto pero lo he suavizado un poco atendiendo a la sugerencia de DGM

jueves, 31 de mayo de 2012

Economía real vs. economía 'real'

Me dice mi amigo Rubén que los gallegos, españoles, quiere decir, cada vez parecemos más argentinos y que si no fuera por el, según él, providencial euro y por los alemanes ya estaríamos ahogados y a las puertas de una dictadura militar como, en su momento, estuvieron ellos. Rubén cree que nunca debimos echar a Zapatero, aún reconociendo, como reconoce, que el hombre no era ninguna lumbrera, para darle el poder a un pelotudo como Rajoy y que es una vergüenza que estemos aguantando todo lo que nos está haciendo la derecha sin montar, como mínimo, una cacerolada permanente en la puerta del Sol que, añade, nos hemos dejado arrebatar por Aguirre y la Botella o en el Palacio Real que es donde él cree que vive el Rey cuando no está cazando elefantes. Ya he dicho en alguna ocasión que Rubén tiene una fuerte propensión a la simplificación y sobre todo a confundir churras con merinas y la Pampa con la Meseta pero la verdad es que lo que está pasando en España es capaz de despistar a los analistas más experimentados, como se puede comprobar sin más que seguir con un poco de atención los titulares de la prensa económica y la opinión de los llamados, sedicentes, más bien, expertos. En España hay aún, ciertamente, una economía pegada al suelo. La gente sigue comprando y vendiendo, cultivando la tierra y recogiendo las cosechas o montando y atendiendo chiringuitos en la playa. También hay sitios donde se fabrican partes de aviones y hasta barcos y se montan vehículos, ideados en Francia, USA, Italia o Alemania, pero la economía real, la que todas las mañanas aparece en las primeras páginas de los periódicos, tanto económicos como generalistas y la que, ostensiblemente, crea quebraderos de cabeza a nuestros políticos es, precisamente la que menos contacto tiene con la realidad tangible y más con fantasías generadas por computador. Sube o baja la bolsa al compás del miedo, la euforia o, más comúnmente del afán especulador de unos cuantos tenedores de capital o gestores de fondos de inversión, más o menos los mismos que abandonan la deuda pública española y compran la alemana porque piensan que con esta última, al menos, podrán recuperar su inversión, cosa que ya nadie da por descontada con la española, como antes con la griega, la portuguesa o la irlandesa. Esto hace que al estado español le cueste más caro financiar el gasto corriente, poca gente piensa ya en financiar inversión en bienes de capital y eleva el peso de la deuda y sus intereses, en la economía, hasta límites cada vez más insoportables, pero la única solución, para que el juego continúe es seguir endeudándose para lo que hace falta que alguien esté aún dispuesto a seguir prestando. Como no queda nadie, salvo quizá los bancos españoles, con motivación suficiente para ello y no están dispuestos a hacerlo arriesgando su propio dinero, el estado reclama una recapitalización, o rescate o el eufemismo que más convenga en cada momento, de esos bancos para que puedan seguir comprando esa deuda. Recapitalizar, en este contexto, quiere decir que el BCE les da dinero al 1% y ellos se lo prestan al estado al 4, el 5 o el 6%. ¿Esto tiene alguna lógica? Pues depende del punto de vista. Para los bancos, para el Sr. González, del BBVA, que ha hecho unas declaraciones diciendo que lo que sobra, en el FMI o en el BCE, es dinero y que lo que hace falta es ponerlo a trabajar, es decir, dárselo a ellos, por supuesto que tiene lógica. La lógica infernal de un negocio sin sentido, que ha consistido, hasta ahora, en poner, ellos, dinero inventado en el mercado por la vía del préstamo cuasi indiscriminado, con pocas o ninguna garantía, elevando hasta el absurdo el precio de las viviendas y haciendo creer a la gente que este, de repente, era un país rico. Cuando la realidad ha venido a desmentir esa historia, el volumen de la masa monetaria, creada, en su totalidad, como deuda, es ya imposible de controlar y mucho menos de reducir. Ya no pueden seguir con sus juegos de manos sólo con sus  propios medios y tiene que acudir al rescate, pero esta vez los que recibirán dinero, más fantasías computerizadas, claro, serán ellos, aunque, eso sí, en inmejorables condiciones y no los incautos que ya han tenido que vender el BMW y la mierda de apartamento playero, por el que pagaron una fortuna en dinero prestado que, aun así, no pueden devolver. Ellos, los banqueros, no tendrán ese problema porque ya nos han convencido a todos, o al menos al pan sin sal de Rajoy como antes convencieron al simplón de Zapatero, de que su ruina es la de todos nosotros. No me extraña que Rubén ande un poco despistado.

lunes, 21 de mayo de 2012

Diálogos para besugos (I)


- La fiscalía general del estado ha desestimado la demanda de un consejero del poder judicial contra su presidente.
- ¿Y?
- Pues que es una vergüenza.
- ¿Una vergüenza? ¿El qué?
- Los viajes de fin de semana de este hombre, con cargo al presupuesto.
- ¿Eso? ¿Y comparado con qué, es una vergüenza, si puede saberse?
- Pues con…
- ¿Con los viajecitos del Rey? ¿Con las vacaciones del Presidente del Gobierno en Doñana? ¿Con los viajes de políticos y paniaguados, incluidos los miembros del CGPJ, con sus familias a medio mundo sin ninguna razón de peso que lo justifique? ¿Con los privilegios de diputados,  senadores y parlamentarios autonómicos? ¿Con la utilización, por autoridades de toda laya, de los coches oficiales para fines particulares o de partido? ¿Con el nombramiento, como asesores de cualquier cosa, de legos en la materia o de completos imbéciles? 
- Yo me pago mis vacaciones. Comparado conmigo.
- Vaya comparación. Tú no tienes más remedio que pagártelas. Habría que ver lo que harías si pudieras endosárselas a cualquier chiringuito público. El presidente del Consejo General del Poder Judicial, la cuarta o quinta autoridad del Estado, no puede compararse con un pringado que necesita el salario de un mes para pasar dos días en un hotel de lujo de Marbella.
- Alguna vez habrá que empezar a poner orden en este país. Ese hombre ha cometido un delito…
- Sólo si lo dice el fiscal. Y después tendrían que ratificarlo sus colegas en el Tribunal Supremo. Y el fiscal no va a abrir la caja de los truenos por 8000€ en un país donde se rescata a los bancos con miles de millones de dinero público y se premia la ineptitud en la gestión con despidos de un millón o dos. Además, habría que saber que ocultas y seguramente espurias razones hay detrás de la denuncia de un consejero que ni siquiera se había tomado la molestia de informar a sus compañeros.
- Lo que ha conseguido el fiscal es que la gente se lo piense dos veces antes de denunciar estas cosas. A partir de ahora la impunidad será aún más clamorosa.
- Justamente. También de eso se trata.
- Y puede que acabemos todos convencidos de que la vía judicial no es la mejor forma de solucionar estas cosas.

viernes, 18 de mayo de 2012

Por fin, viernes


El marco narrativo de la presente crisis, o lo que sea esto, incluye, por supuesto, la evolución de unos cuantos indicadores, que, en el caso de España, por ejemplo, podrían ser, entre otros,  la prima de riesgo, el IBEX35, el PIB o el número de desempleados y en otros países otros similares. También la idea de que la situación volverá a la normalidad, entendiendo por tal una en la que el PIB sube y el desempleo baja, o a lo que se conoce en el argot de políticos y economistas como la senda del crecimiento, más tarde o más temprano. Por el momento, sin embargo, todos los indicadores muestran una preocupante y persistente tendencia a empeorar, con efectos que, ciertamente, no son iguales ni son igualmente percibidos por un desempleado de larga duración, al que se le están agotando los recursos para mantener a su familia, que por un inversor que puede ganar, o perder, en una sesión varios millones de euros. En realidad, y este es el tema de esta entrada,  se trata, no sólo de dos percepciones distintas, sino también de dos economías y de dos mundos distintos, aunque fatalmente interrelacionados. La economía productiva, en la que trabajaba el ahora desempleado, afectada por la sobreproducción, la automatización de procesos, que requieren cada vez menos mano de obra, la crisis energética que pone en peligro la globalización y el agotamiento paulatino de recursos esenciales, tiene cada vez menos que ver con la financiera, de casino,  basada en el apalancamiento, la especulación y la creación y comercialización de productos bancarios de laboratorio, ajena por completo a su antiguo papel de intermediaria entre el capital y los demás factores de producción. Mientras la primera ha alcanzado o está a punto de alcanzar, sus límites naturales, consecuencia inevitable de la finitud del planeta que habitamos y de la vigencia de las leyes de la termodinámica, la segunda está abocada, casi por definición,  a un crecimiento exponencial indefinido que no puede sostenerse porque, en última instancia, el dinero, concebido como instrumento para facilitar el trueque, incluido el dinero fantasma tecleado en un terminal de computador,  tiene que representar valores tangibles o ser capaz de transformarse en ellos y la acumulación de cantidades absurdas en unas pocas manos tiene, entre otros, el perverso efecto de que, el que aún está en manos de la gente corriente, cada vez sirve para menos.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Y sigue la fiesta


El diferencial con el bono alemán en 500 puntos básicos, el IBEX35 cayendo en picado y el ministro de economía del mismo gobierno que no iba a subir el IVA, anunciando que no habrá corralito, El precio del barril de Brent se mantiene, inexplicablemente en una recesión tan prolongada como esta, en torno a los 110$ con la moneda europea perdiendo posiciones respecto al dólar. Con esto y con casi todos los servicios públicos amenazados, algunos, como la sanidad y la educación, directamente afectados ya por los recortes y un 24% de paro resulta, cuando menos, extraordinario que no se haya desatado ya el pánico bancario o que la reacción popular en las calles se mantenga dentro de unos límites compatibles con la contestación puramente verbal y la algarada festiva. Supongo que más vale así pero ... ¿hasta cuándo?






lunes, 7 de mayo de 2012

Cuando el futuro nos alcance


Mr. Hollande ha ganado las elecciones a la presidencia de la República Francesa  o, lo que viene a ser lo mismo, Mr. Sarkozy, hasta ahora Presidente,  las ha perdido. Como Mr. Sarkozy era, ostensiblemente, aliado político de la Canciller federal alemana, Frau Merkel, en su declarado propósito de imponer medidas de austeridad,  procíclicas, cuyo efecto más inmediato parece haber sido el de agravar la crisis económica que sufre Europa y en particular algunos países del sur, como Grecia, Italia, Portugal, España y en alguna medida la propia Francia, su derrota ha sido vista por algunas personas, bastantes, como una especie de anticipo del fin de esas medidas y la promesa, formulada de manera más o menos explícita por el candidato vencedor, de sustituirlas por otras, contracíclicas, de tipo Keynesiano que nos lleven, de nuevo,  a la venturosa senda del crecimiento que nunca debimos haber abandonado, amén. Este es, en mi opinión, un punto de vista excesivamente simple y basado en la idea de que la posibilidad de recurrir al crédito, entendido aquí en el sentido de pedir prestado al futuro, no está, aún, agotada. El problema es que lo que esperamos que el futuro nos preste no es dinero, que siempre se puede imprimir o teclear en un terminal de computador, sino recursos naturales, minerales, petróleo, uranio, tierras raras, agua, terrenos agrícolas, etc… recursos que, por supuesto, no podremos devolver ni aún en el caso de que semejante cosa, la idea de devolver nada,  se nos hubiera pasado alguna vez por la cabeza.  Hay una película norteamericana de 1973, dirigida por Richard Fleischer y titulada Soylent Green cuyo título español, por una vez, es mucho mejor que el original: ‘Cuando el destino nos alcance’. El argumento presenta un tiempo en el que la humanidad ha agotado prácticamente todos los recursos, esos que aún hoy estamos dilapidando y el único alimento disponible consiste en una sustancia verde, distribuida por las autoridades y llamada Soylent Green. Al final de la película se descubre que el Soylent Green se fabrica con los cuerpos de los humanos a los que se invita a pasar, plácidamente, a una vida mejor desde una habitación en la que pueden escuchar música y ver imágenes del planeta cuando aún había agua, pastos y parajes idílicos. Mejor aún que el título citado hubiera sido ‘Cuando el futuro nos alcance’, ese futuro al que hemos estado pidiendo prestado en la confianza de que estaba lo bastante lejos como para que sus habitantes no pudieran reclamarnos nada. Un futuro que, inevitablemente, alcanzaremos y para entonces ya no habrá rescates ni medidas de estímulo que nos devuelvan a un crecimiento imposible. Todo esto, sin embargo, no debe entenderse en el sentido de que Frau Merkel o Mr. Sarkozy o los intereses que representan tengan o hayan tenido alguna preocupación real por los problemas que podamos dejar a las generaciones futuras. No. Eso es impensable en políticos cuyo horizonte está, como mucho, en las próximas elecciones y normalmente en los titulares y las cotizaciones de las próximas 24 horas. Ellos y todos los que están abogando ahora por la adopción de medidas de austeridad, sólo están preocupados, creo que ya lo he dicho, por su propia supervivencia política que creen ligada a la posibilidad de seguir atendiendo los intereses de la deuda pública, de la que depende directamente  la financiación que necesitan para mantener un estado mínimo que puedan seguir gobernando. Podrían hacer otras cosas, acabar con el privilegio de los bancos de crear dinero a partir de la nada, por ejemplo, pero eso iría directamente contra los intereses que representan o que les permiten estar donde están.

domingo, 29 de abril de 2012

¿Plan M?

Europa. Vista posterior
Europa, es decir, Frau Merkel, ha cedido, según el País, a las presiones que exigían medidas clásicas, keynesianas, de apoyo al crecimiento y apoya, o parece que va a apoyar, el diseño de un gran plan de inversión para salir de la crisis, es decir, para volver al crecimiento, plan que, según parece, va a consistir en inyectar 200.000 millones de euros en infraestructura, energía y tecnología. Que los recortes, al menos en España, no servían para mucho, acaso para complicar las cosas, estaba empezando a convertirse en una evidencia para casi todo el mundo, es decir, para todo el mundo menos para el gobierno de España, pero que se pueda volver al crecimiento a base de inyectar más dinero en el sistema también parecía una tesis abandonada. De hecho, una de las cosas que se le reprocharon a Zapatero, parecía entonces que con razón, fue su famoso plan E, consistente en invertir 5.000 millones en infraestructura, energía y tecnología, es decir, lo mismo que ahora parece que quiere hacer Merkel a escala europea. Se dijo entonces, yo mismo lo dije, que aquello no era más que una huida hacia adelante y que los problemas volverían, agravados, en cuanto se pasara el efecto, necesariamente limitado, de la iniciativa. Y efectivamente, si bien algunas empresas de construcción, seleccionadas por los ayuntamientos en base a criterios localistas y clientelares, pudieron capear el temporal y aguantar un poco más, la mayoría de ellas quebró o entró en dificultades inmediatamente después y los trabajadores contratados para aquellas obras fueron a la calle en cuanto terminaron, con el agravante, o hace unos días parecía un agravante, de que la deuda se incrementó un poco más y las dificultades financieras del estado español continuaron su escalada como si nada hubiera pasado. Puede que Merkel crea firmemente en virtudes calvinistas como el trabajo duro, el ahorro y la austeridad o que su ostensible compromiso con el sistema financiero le obligara a garantizar, ante todo, su viabilidad, imponiendo medidas cuya única virtualidad parecía ser la de asegurar a los tenedores de deuda pública la recuperación de su dinero o, al menos, la percepción de los intereses generados por la misma y el consiguiente mantenimiento del tinglado y puede que, ante la imposibilidad de exportar las primeras a países de tradición católica, más hechos al escaqueo y el despilfarro, haya optado por intentar hacer honor al segundo mediante la inyección de nuevos capitales en apoyo de lo único que puede reducir la presión sobre la deuda, es decir, de una nueva etapa, por corta que sea, de crecimiento. La cuestión energética, en segundo plano durante toda esta crisis, puede volver y de manera brusca, al primero en la medida en que esta recuperación, si es que se produce, afecte a los precios del petróleo y sus derivados, que, por cierto y en contra de los postulados de la sabiduría convencional –Krugman y otros-,  no han hecho sino subir durante todo el desarrollo de la crisis.


sábado, 28 de abril de 2012

Nublado, con riesgo de tormentas...

La prima de riesgo –el diferencial con el bono alemán- pone en aprietos al gobierno que cada vez tiene más dificultades para colocar sus bonos –deuda pública- y pagar sus muchos gastos. Para hacer frente a los vencimientos de la deuda, requisito imprescindible para seguir endeudándose más y más, el gobierno reduce el gasto social y aumenta los impuestos, en abierta contradicción con sus promesas electorales. Así, un gobierno  elegido para salvaguardar conquistas sociales y privilegios que se consideraban imprescriptibles y que se suponían amenazados por la incapacidad del gobierno anterior, se ampara ahora en voluntades ajenas y en la herencia recibida para cercenar cada vez más esos derechos con el inefable argumento de que es la única forma de garantizarlos en el futuro. Mientras tanto el número de parados en España ha roto, una tras otra, todas las barreras sicológicas. Hemos pasado de los cuatro millones, cifra que parecía anunciar el apocalipsis, a los cinco millones y probablemente no tardaremos en llegar a los seis pero, eso sí, el gobierno, el ministro Guindos, al menos, cree que no llegaremos al 25% que, por cierto, es el nivel máximo que alcanzó en Estados Unidos durante la Gran Depresión,  aunque estemos ya en el 24 y pico y Rajoy acabe de admitir, cualquiera sabe con que base, que esta legislatura generará medio millón de nuevos desempleados. Ni la coherencia entre los discursos ni, por supuesto, la verdad –la única que podrían decir, si tuvieran algún interés, es que no tienen la menor idea de por donde les llega el aire ahora ni, mucho menos, por donde les va a soplar en los próximos meses- juegan ningún papel en la política actual. Lo único que les interesaba, a los del PP, como, en su momento, a los del PSOE, era llegar, como fuera, al poder aprovechando la mala, malísima, coyuntura económica y las sonadas meteduras de pata del gobierno anterior. Todas sus promesas electorales, incluso las compatibles con su ideología como la de no subir impuestos se han quedado en nada, como era de esperar, pero el poder que buscaban ya lo tienen, salvo imprevistos, por un largo período de tiempo. Un poder que utilizarán, en primer lugar, en su propio beneficio –la raison d'être de cualquier gobierno es, en primerísimo lugar, la transferencia de recursos de los gobernados hacia los gobernantes-, en segundo lugar en beneficio de los intereses que representan que son los de los bancos y el gran capital financiero internacional, la iglesia católica, cuando les conviene y determinadas oligarquías de la derecha tradicional y finalmente y alterando el orden de sus propias prioridades, para intentar que las cosas no le vayan, a la gente, tan mal como para poner en peligro su permanencia en el poder.

sábado, 14 de abril de 2012

Charlando con Rubén


Llevo casi un mes sin escribir aquí y así hubiera seguido por algún tiempo, sino me hubiera llamado mi amigo Rubén con el que, por cierto, nos hemos visto las caras por primera vez gracias a Skype. Ha entrado, me ha dicho, varias veces para ver si tenía algo que decir sobre el contencioso, él ha utilizado una de esas palabras argentinas, tan descriptivas, que ahora mismo no recuerdo, a propósito del petróleo argentino que, según él, está indebidamente en manos españolas. Bueno, la verdad es que, ahora mismo, no tengo una opinión formada sobre ese asunto ni tampoco mucho que decir sobre el resto de los acontecimientos que conforman esta delirante actualidad. Acontecimientos que, en mi opinión, no hacen sino confirmar que la vuelta al statu quo ante crisis, el bau –business as usual- o a la senda del crecimiento son una utopía y el persistente e iluminado optimismo del gobierno anterior y el algo más matizado del actual sólo oculta, o lo pretende, su desconcierto, el del gobierno, ante lo que está pasando y acaso su resistencia a reconocer que no estamos ya ante una crisis, sino más bien ante un cambio de modelo. A pesar de eso hemos tenido una interesante conversación, y no sólo por los 10374 km que, más o menos, separan su casa en Buenos Aires de la mía en Barbastro y por el acento argentino de Rubén, muy distinto de los ladridos con los que, según él, hablamos los españoles. El caso es que Rubén, que tiene una pésima opinión de los peronistas y en particular de la Señora Kirchner, a pesar de que, en toda la conversación no le ha apeado el tratamiento, cree que, en esta ocasión, están haciendo exactamente lo que hay que hacer aunque está convencido de que no acabarán de hacerlo y se achantarán antes. Yo estoy de acuerdo con él -actualización del 17: Ambos estábamos equivocados. El gobierno argentino acaba de expropiar Repsol y ha ordenado la intervención inmediata- Mi opinión sobre los gobiernos argentinos, desde Perón hasta ahora mismo y estén formados por justicialistas –peronistas- radicales o militares fascistas es mucho peor que la tengo de los gobiernos españoles. Los numeritos de la Sra. Kirchner, que en las últimas horas ha fingido no tener nada que ver con las veleidades expropiatorias de su gobierno, estarán más dirigidos a la galería o a atender las demandas de amigos y correligionarios que a calmar las preocupaciones, probablemente inexistentes, de su gobierno por la cuestión energética. Pero dicho esto, no me cabe duda, y ahí hemos convenido con Rubén, de que resulta legítimo o al menos comprensible, desde un punto de vista teórico, que los argentinos intenten recuperar el control de su producción petrolífera y asegurarse, en estos tiempos de incertidumbre y ante la cada vez más evidente amenaza del Peak Oil, el suministro de combustible. En cuanto a las pomposas y belicistas declaraciones de los ministros españoles –cualquier ataque a Repsol será considerado un ataque a España-, plagiando el discurso de Kennedy durante la crisis de los misiles, parecen una oportuna cortina de humo para sacar de los titulares las noticias acerca del desastre en el que, a pesar de las medidas de Rajoy y de su acatamiento a las sugerencias de Bruselas, se está sumiendo un país que por el momento carece, y de forma ostensible, de cualquier proyecto viable de futuro que no pase por la construcción y el turismo. No estaría de más ir pensando en algo a lo que nos podamos dedicar en el futuro aunque, de momento, Aguirre y Mas ya están compitiendo por una ciudad del juego al margen de la Ley al estilo de Gran Scala.

14 de abril

Who are these guys?
Parece que el Rey y su familia están poniendo a prueba la resistencia de la monarquía a base de comprometer su popularidad con una boutade tras otra, añorando, quizá, los tiempos en los que los reyes estaban donde estaban por voluntad divina, con independencia de lo que la gente pudiera opinar de ellos o de la institución. Eso hasta que, en algún momento, y en otros países, claro, la gente se pasaba por montera la voluntad de dios y hacía rodar por el suelo las coronas con cabeza y todo. Aquí nos ha faltado, también, ese detalle para terminar con nuestra lamentable historia de sumisión y hemos aguantado reyes y reyezuelos, a Franco y a sus herederos durante demasiado tiempo, tanto como para que estén convencidos de que pueden hacer o dejar de hacer lo que les venga en gana sin ninguna consecuencia. Y probablemente tengan razón.

El sábado hubo en Barbastro una reunión con el objeto, o eso se decía en la convocatoria, de constituir un círculo republicano en la ciudad. Yo no fui, no estaba en Barbastro y quizá tampoco hubiera ido, ya no tengo edad para aventuras políticas y creo que no fue mucha gente. La tercera república tendría, probablemente, el mismo problema que tuvieron las dos primeras y sobre todo la segunda. Había comunistas por todas partes, anarquistas, fascistas, socialistas, falangistas, nazis, bolcheviques y hasta monárquicos... pero no había suficientes republicanos. La segunda república cayó en España porque no hubo prácticamente nadie que la defendiera.

lunes, 19 de marzo de 2012

Pico de Petróleo VI


Los stocks de crudo y sus derivados en Europa, prácticamente en caída libre, mientras los precios del barril de Brent continúan oscilando, y no mucho, en torno a los 125$. La situación es potencialmente alarmante aunque aquellos cuya alarma explícita podría desatar la alarma general, hacen, por el momento, como que no se alarman mientras esperan... ¿qué? ¿el final de la crisis? ¿nuevos descubrimientos en el Mar del Norte? ¿un milagro?. No, claro. Lo que los políticos esperan es que la situación no se deteriore tanto como para hacerles perder las próximas elecciones, como le pasó a Zapatero o a Berlusconi y está a punto de pasarle a Sarkozy que tampoco parece andar muy sobrado de sentido común. Eso es lo único que les interesa, así que seguirán anunciando,  una y otra vez, la vuelta al crecimiento para el próximo semestre y así un semestre tras otro y como la gente se entera poco, aunque más de lo que parece, de lo que realmente está pasando y además está deseando creer que todo esto es un mal sueño, seguirá esperando, contra toda esperanza, que los pronósticos más optimistas se cumplan algún día. Y mientras tanto, las cosas se van deteriorando cada vez más a la espera, y esta parece más fundada, del detonante que acabe de una vez por todas con las especulaciones y las dudas sobre el Peak Oil, el papel de  las renovables y otros tópicos al uso. Naturalmente entonces será tarde para hacer nada, pero eso no es un problema. Ya es tarde.

sábado, 18 de febrero de 2012

Ponencias económicas comparadas

PP

PSOE


He aquí los textos de las ponencias de economía aprobadas en los congresos del PP y el PSOE procesados con el programa, gratuito, wordle. El tamaño de cada palabra es proporcional al número de veces que aparece en el texto. Puede verse que ambos partidos hablan de crecimiento, pero los del PP más, que los dos hablan mucho de innovación y nuevas tecnologías y menos, mucho menos, de energía. Las palabras reforma monetaria no aparecen juntas, por supuesto, en ninguno de los dos textos y en el texto del PP sale mucho la expresión Partido Popular mientras que en el del PSOE no sale nunca Partido Socialista. Puede que no sea demasiado científico ni riguroso,  pero es curioso.


martes, 14 de febrero de 2012

Un futuro muy imperfecto


El futuro, que no se presenta nada halagüeño a nivel global, es aún más alarmante si nos limitamos a España, un país sin petróleo ni gas natural, con poco carbón y de difícil acceso, con un modelo económico basado en la construcción y el turismo que, sobre todo por lo que respecta a la construcción, se ha venido abajo en los últimos años, con la consecuencia de un aumento espectacular del paro y con una deuda pública y privada a la que sólo se podría hacer frente con tasas de crecimiento  utópicas e inalcanzables. Un país, además, donde todo el discurso oficial, tanto del gobierno como de la oposición, se basa en una hipotética y altamente improbable vuelta al crecimiento que se anuncia, con la esperanza de acertar alguna vez, un día sí y otro también, sin considerar ninguna otra posibilidad, ni dar la más mínima credibilidad a teorías, como la del Peak Oil, que apuntan claramente a la imposibilidad de que ese crecimiento, más allá del sostenido artificialmente con trucos financieros, llegue a materializarse nunca.

Pero fuera de España, las cosas no están mucho mejor. Al interminable vodevil griego hay que añadir la posibilidad, bastante elevada, de que lo que allí está pasando sea un anticipo de lo que puede ocurrir en España, Portugal, Italia, etc. en un plazo más o menos breve. Lo que tienen en común la mayor parte de los problemas que afectan hoy a la civilización industrial, es que su tendencia, la de todos ellos, es a agravarse. La deuda es impagable pero sigue aumentando día a día, hemos alcanzado el pico de petróleo pero seguimos consumiendo energía como si los pozos de Pennsylvania siguieran a pleno rendimiento, mientras el estado del bienestar, construido para favorecer el consumo desbocado, necesario para dar salida a la inagotable producción propiciada por la disponibilidad de energía abundante y barata que, durante casi cien años, ha proporcionado el petróleo, se va diluyendo poco a poco.
La ingeniería financiera, los derivados y toda la estúpida parafernalia construida por los economistas de Harvard, en su beneficio y en el de los tenedores de capital, también llamados inversores, permite que mantengamos la ilusión de que todavía existe una actividad económica propiamente dicha, aunque un elevado porcentaje de la misma, en los países occidentales, consista simplemente en mover dinero de un lado a otro y permite, también, contabilizar como energía disponible la obtenida con tasas de retorno que, en un mundo real en el que el dinero representara algo tangible, serían inasumibles. Todo ello, evidentemente, al precio de agravar más y más la crisis y de hacer imposible una salida no traumática a la misma. Llegará un momento, inevitablemente, en el que todo este castillo de naipes se desmoronará de golpe y para entonces el tamaño del problema hará inviable cualquier intento de solución.

Antes de eso, todavía hay quien cree posible, e incluso necesario, pensar en una salida ordenada a la crisis actual, aceptando, desde luego,  que nuestro modo de vida actual, el American Way of Life, iniciado en  la posguerra mundial y que ya estaba agotado en los años 70, es cosa del pasado. Una salida que, al menos en teoría, debería pasar por aceptar una muy importante disminución de la energía disponible y en consecuencia, de nuestros niveles de consumo. El problema es que la civilización industrial es un sistema extraordinariamente complejo, autosostenido, de comportamiento  impredecible e incontrolable incluso con la ayuda de los más sofisticados computadores, de tal manera que una actuación mal medida en cualquiera de sus puntos puede producir efectos indeseables e incluso catastróficos en otros. Una reducción drástica del consumo, por ejemplo, se sustanciará, casi inevitablemente, con  un cierre masivo de fábricas y un incremento del paro. Por otra parte, esta economía globalizada funciona razonablemente bien en crecimiento pero, ni un sistema monetario basado en la deuda, ni una población cuyo tamaño se ha doblado en los últimos 50 años permiten aventurar otra salida que  colapso para el caso de que el crecimiento se detenga o se haga negativo. Es posible, claro, que ese colapso no sea el fin del mundo e incluso, como sostienen los optimistas moderados,  que sea el principio de un nuevo modelo, más sencillo y menos competitivo donde, los que queden, sean más felices.  Lo que ya no parece muy probable es que ese nuevo modelo permita sostener a una población de 7000 millones en las condiciones actuales, ni que la reducción de complejidad a la que estamos abocados, se lleve a cabo sin un proceso de adaptación violento y revolucionario.

Dicho esto, cabe preguntarse y desde luego, hay gente que se lo pregunta, por la utilidad que tiene hablar, o escribir, sobre estas cosas, si es que realmente todo va a ir tan mal. De hecho, la mayor parte de la gente no aprecia en absoluto este tipo de disquisiciones y prefiere creer en que el ingenio humano, que según el sentir popular ya nos ha sacado, en otras ocasiones, de problemas parecidos, vendrá también en esta ocasión en nuestra ayuda y nos proporcionada nuevas y fantásticas fuentes de energía, depósitos de materiales, una atmósfera limpia, terreno agrícola y todo el sentido común necesario para gestionar tanta maravilla. Incluso en medio de una crisis como ésta, con cientos de miles de puestos de trabajo destruidos y asistiendo la sistemática demolición del estado del bienestar, la gente prefiere, preferimos, seguir aferrados a la idea de que todo esto es meramente coyuntural y debido a los turbios e incompetentes manejos de unos cuantos y de que, en consecuencia, se solucionará en algún momento y las cosas volverán a donde estaban. Incluso los que, como yo, creen saber que  las consecuencias de vivir en un entorno finito y la inexorabilidad de las leyes de la termodinámica acaban siempre por imponerse al optimismo más recalcitrante, tienen, tenemos, la esperanza de que las cosas empezarán  a ir definitivamente mal justo después de que eso ya no tenga ninguna importancia para nosotros, aunque esa esperanza se va diluyendo a medida que los acontecimientos van confirmando las hipótesis más... realistas.

Y, ¿Cuáles son esas hipótesis? La primera es que la era del petróleo barato y abundante, principal fundamento energético de la revolución industrial que nos ha llevado hasta aquí, ha terminado, aunque ese final esté todavía enmascarado con distintos subterfugios  y la segunda que no hay, a la vista, alternativas capaces de sustituirlo. Como esta economía depende absolutamente del petróleo para su funcionamiento, cabe esperar que, si se produce una disminución real del suministro, los países que dispongan de la fuerza militar necesaria para ello intentarán hacerse con el control de los pozos y los oleoductos lo que, inevitablemente, conducirá a una guerra que, si no se ventila con armas nucleares suficientes para solucionar definitivamente y para siempre, todos los problemas, dejará el suministro de petróleo en unas pocas manos. Cabe esperar que eso sea, también, el final de una economía globalizada en la que resultaba indiferente el lugar donde se produjeran los bienes de consumo y también los alimentos y el  comienzo de una etapa de transición en la que la resiliencia local tenga una importancia decisiva. Quizá durante algún tiempo sea posible sobrevivir en pequeñas comunidades que dispongan de agua y terrenos agrícolas fértiles pero, con el inconveniente de que eso tampoco será tan abundante como para que no haya que luchar por ello. Y  por ahora, nada más que desear que los muchos que aún creen que todo esto son tonterías, tengan toda la razón. Amén.

sábado, 11 de febrero de 2012

Invierno



Invierno en el Somontano de Barbastro. Frío y seco. Puede que se pierdan las cosechas y que los pantanos estén vacíos cuando empiece el verano, pero mientras haya combustible para las calefacciones y los camiones de suministro sigan rellenando las estanterías de los supermercados con todo lo necesario para los que puedan pagarlo, ningún problema. Una de las ventajas de la globalización es que permite abstraer los problemas locales. Pero eso también es un inconveniente. Nuestra relación con el medio que, en un tiempo pasado, nos sostuvo,  es ahora tan endeble que, si tuviéramos que volver a él, no sabríamos cómo comportarnos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Cosas que pasan


Menuda sorpresa. Gran Scala era un timo. Bueno, sorpresa para quien quiera sorprenderse porque yo ya lo dije aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y en algún artículo de prensa que no conservo. Como el asunto siempre ha tenido el mismo aspecto, un engañabobos, lo extraordinario hubiera sido que, finalmente, hubiera devenido algo serio, si es que puede haber algo de seriedad en proyectar un engendro como el que presentaron, muy mal, por cierto, tres o cuatro tipos con aspecto de trileros, a costa del gobierno de Aragón y en su sede hace ya casi cinco años. Inexplicablemente, o quizá no tanto, los engañados han sido políticos de casi todo el espectro político aragonés. Se opusieron IU y los de la Chunta, pero habría que ver lo que hubieran hecho en caso de tener alguna responsabilidad de gobierno en el momento en que se planteó el asunto. Claro que esta no es la única historia surrealista que llega a su fin, aparente, en estos días. El procesamiento de Baltasar Garzón por supuesta vulneración del derecho de defensa en el caso de las escuchas de la trama Gurtel, ha acabado en una condena a 11 años de inhabilitación para el desempeño de la función jurisdiccional. Condena que, no por esperada, ha traumatizado menos a todo un colectivo de almas bien pensantes para las que Garzón es ahora un modelo de equidad y buen juicio. Claro que este Garzón, el Garzón que tanto le complicó la vida a Pinochet, es también el que reabrió el sumario de los Gal, nada más abandonar con manifiesta frustración el gobierno de Felipe González, sumario en el que es público y notorio que utilizó procedimientos extraordinarios, jaleados entonces por los mismos que ahora celebran su inhabilitación y con el propósito de encarcelar a algunos de los que ahora se manifiestan a su favor con el argumento, no excesivamente elaborado, de que casos similares han sido resueltos sin afectar a la carrera del juez implicado. No lo sé y la verdad es que tampoco me importa mucho. Lo siento por él, es decir, siento que lo empapelen precisamente por cuestiones relacionadas con la trama Gurtel y la represión franquista, pero este país tiene ahora otros problemas más importantes que el futuro de D. Baltasar, como, por ejemplo, la crisis que, ajena al advenimiento de un gobierno que iba a arreglarlo todo, sigue a lo suyo, destrozando empleo, cerrando empresas y justificando una vuelta de tuerca tras otra al estrangulamiento del estado del bienestar. Y mientras tanto el precio del petróleo crudo, que hace ya tiempo que no baja de los 100$/b, anda ya por los 118 por razones que puede que sean coyunturales, como quieren hacernos creer los que anuncian un día sí y otro también, desde hace cinco años, el inminente retorno al crecimiento, pero lo más probable es que algo tenga que ver el hecho de que la producción está estancada al menos desde el año 2005 y que la mayor parte del consumo sea estructural, es decir, indispensable para el mantenimiento de la estructura básica del sistema e  independiente de una hipotética recesión y no disminuya, o disminuya de manera inapreciable, por muchas industrias que se destruyan, al menos, claro, mientras haya que mantener una economía globalizada que permita alimentar a 7000M de personas y garantizar lo que aún consideramos un razonable nivel de vida para los felices habitantes del primer mundo. 

domingo, 5 de febrero de 2012

Rubalcaba


es ahora el nuevo Secretario General del PSOE por sólo 22 votos de diferencia, en un congreso con cerca de mil delegados con derecho a voto. La única alternativa era Carmen Chacón, representante de la franquicia semiindependiente del partido en Cataluña, una mujer cuyo discurso, no excesivamente sólido, se vio fuertemente perjudicado por los gritos y los gallos de su intervención final. Rubalcaba, por su parte, dijo lo que tenía que decir, teniendo en cuenta a quién se lo tenía que decir, gesticulando menos que de costumbre y aún así bastante, pero huyendo, en lo posible, del desacompasado tono mitinero de su rival, más adecuado, acaso, para un acto de campaña. Es muy probable que algún delegado, sorprendido por las formas de Chacón, decidiera cambiar su voto en el último momento dando así la victoria, por estrecho margen, a Rubalcaba. En todo caso y en mi opinión, ha triunfado la opción más razonable para los intereses del partido. Dejar ahora el PSOE en manos de lo que parece una segunda y nada mejorada, por cierto, edición del zapaterismo, era una opción excesivamente arriesgada para un partido que tiene que afrontar, en un plazo muy breve, dos elecciones regionales, una de las cuales, la de Andalucía, puede representar la diferencia entre el desastre total y una suave travesía del desierto. Lo más negativo que se puede decir de Rubalcaba, aparte de que es hombre, viejo, pequeño, calvo y feo es que ha perdido estrepitosamente las últimas elecciones generales pero, en su favor, hay que decir que aceptó la candidatura en unas condiciones desesperadas y que dió la cara, para que se la rompieran, por otro que, como el capitán del Concordia, abandonó, cuando se estaba hundiendo, el barco que había hecho naufragar. Por cierto que Rubalcaba, en su discurso de aceptación del cargo, dijo que buscar la sostenibilidad energética era de izquierdas y no dijo nada de volver a retomar, en cuatro días, la dichosa senda del crecimiento. Algo es algo.

lunes, 23 de enero de 2012

Decíamos ayer... (abril 2008)


y lo repetimos hoy.

El origen último de la prosperidad y el bienestar que actualmente disfruta una parte minoritaria de la población mundial hay que buscarlo en el petróleo, o mejor dicho, en la relativa abundancia de petróleo barato que venimos disfrutando desde el último tercio del siglo 19. El petróleo es una fuente de energía primaria, creada en el interior de la Tierra mediante la compresión, a altas temperaturas y durante millones de años de biomasa enterrada como consecuencia de violentos fenómenos geológicos, tiene una forma líquida muy conveniente para facilitar su almacenamiento y su transporte,  es estable a temperatura ambiente y muy eficiente desde el punto de vista del retorno energético. El proceso de formación no se ha detenido pero, considerando que ha costado 500 millones de años de historia geológica, acumular el petróleo actualmente existente, podemos considerar totalmente despreciable la cantidad que puede llegar a formarse en doscientos o incluso mil años, es decir que tenemos que asumir que la explotación industrial del petróleo sólo puede consistir en el  agotamiento de una cantidad predeterminada, que no se verá incrementada de manera significativa en todo el período de extracción[3].
Como se habla, y mucho, de energías alternativas y de energía nuclear y también de electricidad o hidrógeno[4], podemos llegar a suponer que el petróleo no es sino una posibilidad más y que, cuando se acabe, solo  tendremos que recurrir a las otras fuentes de energía o a algún mágico elixir guardado en un cajón para cuando haga falta. No hay ninguna evidencia, sin embargo, que permita sostener una hipótesis tan optimista. A lo que nos enfrentaremos, si el suministro de petróleo se reduce, no es a una crisis de energía en sentido clásico, sino a un déficit de combustibles líquidos, utilizados masivamente por los motores de combustión interna. La energía solar, la eólica y sobre todo la nuclear producen electricidad pero no petróleo ni ninguno de sus derivados. Además y por el momento la cantidad de energía que puede obtenerse de esas fuentes es relativamente pequeña, comparada con la  que ha venido proporcionando el abundante y barato petróleo que hemos disfrutado hasta ahora y que, por el momento, seguimos disfrutando.  Dejando de lado la imposibilidad material de sustituir, a corto y medio plazo, el inmenso parque de vehículos[5] que actualmente se mueven con combustibles derivados del petróleo, lo cierto es que esa sustitución no se está abordando y por el momento seguimos fabricando, comprando y vendiendo automóviles, camiones y autobuses con motores de combustión interna. La adopción de medidas proactivas puede tropezar con tantos problemas políticos y económicos, a corto plazo, que es muy posible que no se haga nada serio hasta que sea demasiado tarde.
El petróleo es, pues, un recurso finito que se acabará en algún momento. Cuándo ocurrirá eso o cuánto más va a ser posible extraer en condiciones económica y energéticamente rentables,[6] son cuestiones cuya respuesta no es en modo alguno evidente y tampoco hay datos fiables que permitan estimar el volumen de petróleo que aún permanece en el interior de la Tierra[7]. A las teorías que aseguran que el pico del petróleo[8] se ha producido ya o está a punto de producirse, se oponen otras que sostienen que tal cosa, si es que va a ocurrir alguna vez, está muy alejada en el tiempo. Estas discrepancias pueden atribuirse, desde luego, a la aplicación de distintas metodologías de evaluación o  a intereses contrapuestos por parte de los evaluadores pero, también, a la dificultad de dar crédito a los volúmenes de reservas publicados por los países de la OPEC[9], que tienen limitado el volumen de petróleo crudo que pueden vender en función de las reservas que declaren. Por esa u otras razones, de carácter técnico, político o estratégico, países como Kuwait siguen anunciando desde hace diez años un volumen de reservas en el que no se aprecia disminución alguna, a pesar de que en este tiempo han producido y puesto en el mercado millones de barriles.  De manera que tanto podemos estar hablando de reservas subestimadas como, y esto parece desgraciadamente lo más probable[10], sobreestimadas.
La transición de la madera al carbón y de este al petróleo se realizó de forma relativamente suave, en una sociedad en la que la dependencia de energía era sensiblemente inferior a la actual. Estos precedentes y una fe ciega en la capacidad de innovación de la mente humana, que tendemos a suponer ilimitada, pueden llevarnos a creer que la transición del petróleo, una vez admitido el carácter finito de este recurso,  a… ¿qué?, será también suave y escalonada. Sin embargo la situación actual es muy distinta a la de los siglos 18 y 19. Hoy tenemos un planeta mucho más poblado, 6.500 millones de personas en lugar de los 1.000 millones de entonces, una dependencia prácticamente absoluta del petróleo para cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la sanidad, el transporte o la calefacción y con un nivel de autosuficiencia muy inferior al del hombre de la sociedad preindustrial. Las energías alternativas que actualmente están sobre la mesa no son, a medio plazo, capaces de sustituir al petróleo y la  posibilidad de que, en el último momento, aparezca algo que cubra nuestras necesidades, en las condiciones en las que actualmente lo hace el petróleo, es sólo eso, una posibilidad. No se puede confundir el evidente progreso tecnológico, que, en muy buena medida, ha sido posible gracias a la disponibilidad de petróleo abundante y barato, con el progreso energético que, prácticamente, no ha existido: el petróleo era la fuente principal de energía hace cien años y sigue siéndolo ahora, así que es posible que la transición a… lo que sea, no sea suave y escalonada sino abrupta y revolucionaria.
La civilización industrial[11] está, en definitiva, amenazada por la coexistencia de dos construcciones intelectuales universales, sobre impuestas y antagónicas: la cultura monetaria, de origen prehistórico, basada en el interés compuesto y en la idea de que lo que hoy vale dos mañana valdrá cuatro y así sucesivamente, y el conocimiento que tenemos desde hace aproximadamente cuatro siglos de las propiedades e interrelaciones de la materia y la energía, conocimiento al que hay que atribuir los espectaculares logros alcanzados por la civilización industrial en los dos últimos siglos  y que es esencial para su continuidad. Estas dos construcciones han convivido durante algún tiempo, a pesar de su incompatibilidad, debido a una característica fundamental que han compartido: el crecimiento exponencial, pero, por las razones que ya se han expuesto, es imposible que el sistema materia energía sostenga un crecimiento que vaya más allá de doblarse unas pocas decenas de veces[12].
La producción mundial de petróleo está actualmente en torno a los 85-86 millones de barriles diarios y se ha mantenido ligeramente por debajo de la demanda[13] hasta el mes de marzo de este mismo año en que la relación se ha invertido debido a una reducción, de más de un millón de barriles diarios, del consumo. Esta disminución puede deberse al alto precio alcanzado por el crudo en origen o a  razones coyunturales o permanentes que afecten al mercado. La cuestión está en establecer si el estancamiento de la producción es atribuible a esa caída de la demanda, aunque es más bien dudosa una realimentación tan rápida y eficaz, a la falta de inversión para superar dificultades de acceso al petróleo restante, a cuestiones políticas y estratégicas o, simplemente, a que no es posible producir más.  En este último caso habríamos alcanzado ya el pico en la producción de petróleo y no cabría  esperar sino una lenta, en el mejor de los casos, e imparable disminución. Esta circunstancia que provocaría, inevitablemente, un aumento de los precios y dejaría el petróleo en manos de los que pudieran pagarlo, llevaría,  con una alta probabilidad, a conflictos bélicos, del estilo de la guerra de Irak, que no es sino la primera de las Guerras del Petróleo del S XXI. Una extensión, en modo alguno descartable, de esos conflictos agravaría sensiblemente el problema y podría precipitar el final de la era del petróleo barato.
El petróleo no puede ser, ya lo hemos dicho, considerado como una fuente más de energía, sino como algo que, hoy por hoy, no tiene alternativa viable y cuyo consumo, y por tanto producción, no puede estancarse sin poner en riesgo una economía que, como consecuencia de su absoluta incardinación en la cultura monetaria del interés compuesto, no se ha planteado ni puede plantearse otra cosa que el crecimiento que, a su vez, implica un incremento del consumo de energía y, en particular, de petróleo. Una disminución de la tasa de crecimiento, tanto más si esta tasa pasa a tener valores negativos, es lo que se conoce como crisis o recesión y entre sus consecuencias está, siempre, la destrucción de empleo y el incremento generalizado de las dificultades económicas para una parte importante de la población.
Pero una crisis económica debida a una escasez persistente de combustibles líquidos tendría características muy distintas y más graves, que las crisis financieras clásicas[14],  atribuibles a la incompetencia de las autoridades monetarias[15], la euforia financiera, la especulación, el apalancamiento o la caída de confianza de los consumidores, ahorradores o inversores, crisis que se han venido reproduciendo periódicamente y que tienden a resolverse por sí solas, o tras la aplicación de alguna de las medidas correctoras prescritas por la sabiduría convencional, después de períodos de  ajuste más o menos duro. Tampoco sería, con toda probabilidad, comparable en sus efectos a la crisis de los años 70, debida a una falta temporal de petróleo[16], pero que se saldó con un abaratamiento y un incremento posterior de la producción a causa de los nuevos descubrimientos en las exploraciones masivas que forzó el pánico energético provocado por el embargo y, sobre todo, el descubrimiento de crudo en el Mar del Norte[17]. La falta de suministro de petróleo, mantenida en el tiempo y producida antes de que se hubieran tomado las medidas preventivas necesarias, produciría una crisis mucho más extensa y persistente que las anteriores y tendría como consecuencia, desde luego, el cierre de fábricas y la subsiguiente pérdida de empleos pero también el desabastecimiento, provocado por problemas en el transporte y por la escasez de fertilizantes y combustible para maquinaria agrícola. Un escenario en el que la capacidad de los estados para mantener el control de la situación se vería seriamente limitada y en el que cada comunidad podría verse obligada a buscar sus propios medios de supervivencia, cosa tanto más difícil cuanto más imprevista sea la crisis. Buscarse la vida, literalmente, sería probablemente más sencillo en comunidades rurales de tamaño pequeño o medio que en grandes aglomeraciones, en las que sería mucho más complicado buscar una alternativa a las estanterías, vacías, en tiendas y supermercados o al transporte en automóvil.
En estas condiciones, la predicción del pico de petróleo se convierte en una cuestión de la mayor importancia. Se reproducen aquí algunas de las estimaciones realizadas por expertos, agencias gubernamentales, productores y otras organizaciones. En el documento que se cita como referencia[18] aparecen los datos de las personas y entidades a las que se atribuyen estas predicciones y alguna información complementaria acerca de la metodología utilizada
Predicciones del pico de petróleo para los próximos cinco años
Pickens, T Boone  (Investigador en Gas y Petróleo)
 2005
Deffeyes, K  (Profesor retirado de Princeton  & geólogo retirado de Shell)
 Diciembre 2005
Westervelt, ET et al  (Del cuerpo de ingenieros de Estados Unidos)
 Muy pronto
Bakhtiari, S  (Planificador de la Compañía Nacional Iraní de Petróleo)
Ahora
Herrera, R  (Geólogo Retirado de British Petroleum)
Muy pronto o ya ha pasado
Groppe, H (Experto en Gas y Petróleo y hombre de negocios)
Muy pronto
Wrobel, S  (Gestor de Fondos de Inversión)
En 2010
Bentley, R (Analista universitario de energía)
En torno a 2010
Campbell, C  (Geólogo retirado de las compañías petrolíferas Texaco & Amoco)
2010
Skrebowski, C  (Editor de Petroleum Review)
2010 +/un año
Meling, LM (Geólogo de la compañía Statoil)
En torno a  2011

Predicciones del pico de petróleo entre el 2012 y el 2020
Pang, X, et al (China University of Petroleum)
En torno a 2012
Koppelaar, RHEM (Analista holandés)
En torno a 2012
Volvo Trucks
En una década
de Margerie, C  (Ejecutivo de compañía petrolífera)
En una década
al Husseini, S  (Ejecutivo retirado VP de Saudi Aramco)
2015
Merrill Lynch  (Broker financiero)
En torno a 2015
West, JR, PFC Energy  (Consultores)
2015/2020
Maxwell, CT, Weeden & Co  (Broker financiero)
En torno a 2020 o antes
Wood Mackenzie  (Consultor energético)
En torno a 2020
Total  (Compañía petrolífera francesa)
En torno a 2020

Hay también otras estimaciones[19] que niegan el pico de petróleo como posibilidad o lo sitúan mucho más lejos en el tiempo, pero el Wall Street Journal, diario económico de referencia del neoconservadurismo norteamericano que, hasta no hace mucho, sólo se había referido a esta cuestión para menospreciarla, ha modificado recientemente sus puntos de vista en esta materia y ya reconoce abiertamente que el inminente pico del petróleo, aun atribuyéndolo a causas distintas de las esgrimidas por sus tradicionales defensores, supondrá el final del petróleo barato[20] y muy probablemente, el principio de una crisis mundial sin precedentes.
Robert Hirsch,[21]  plantea tres escenarios distintos  en función de que las medidas mitigadoras que él mismo propone se tomen con mucho tiempo, justo a tiempo o demasiado tarde. Considera necesario un período de diez a veinte años antes del pico para que esas medidas puedan implantarse con alguna garantía de éxito, por lo que, en el caso de que el pico hubiera ocurrido ya  o fuera a ocurrir en los próximos cinco años no estaríamos ya, según este autor, en condiciones de afrontar una transición escalonada y deberíamos enfrentarnos al peor escenario y asumir, sin alternativas válidas, un grave déficit de combustibles líquidos durante un tiempo indeterminado pero previsiblemente largo.  Por el contrario, si las medidas mitigadoras, fundamentalmente disminución del consumo, licuefacción del carbón, recuperación del petróleo contenido en arenas bituminosas y otras similares, se toman con tiempo suficiente, el autor describe, prácticamente, un escenario bussiness as usual durante todo el período de transición y es de suponer que también después.
Gracias a la, aparentemente inagotable, energía disponible hemos abandonado el corazón de las ciudades y destruido directamente o dejado arruinar cantidades ingentes de patrimonio inmobiliario para construir urbanizaciones, en los terrenos agrícolas de la periferia, cuya supervivencia depende directamente de que podamos seguir disfrutando del mismo superávit energético. En ausencia de petróleo abundante y barato o de una hipotética, y por el momento inexistente, alternativa, esas urbanizaciones, que dependen directamente del automóvil y del suministro exterior de alimentos y agua resultarán insostenibles y deberán ser abandonadas. El hábitat ideal, en una sociedad post petróleo y en la fase de transición[22] hacia otras formas de energía alternativas, en el supuesto, hay que insistir en ello, de que tales formas existan y sean viables, sería una pequeña comunidad habitando un conjunto compacto de casas, rodeadas de una zona agrícola y forestal que la hiciera autosuficiente. Quizá fuera posible, pero de eso habría que ocuparse con la debida antelación, seguir contando con energía eléctrica, obtenida de fuentes renovables, en la medida en que la infraestructura necesaria fuera independiente del petróleo, para cubrir algunas necesidades como iluminación, calefacción, conservación y preparación de alimentos para su consumo entre otras. De hecho, mantener las luces encendidas debería ser un objetivo primordial de cualquier administración, muy por encima de otros objetivos, probablemente ilusorios, como mantener o incrementar un crecimiento que muy probablemente será insostenible en cualquier tasa distinta de cero.
En una sociedad pos industrial, o al menos en la fase de transición, el hombre deberá recuperar algunas de las habilidades perdidas que garantizaron su supervivencia en el pasado, el cultivo de la tierra es una de ellas, pero no la única y prescindir, definitivamente, de muchas de las cosas que hoy se dan por supuestas como el automóvil, el suministro continuado, barato y abundante de bienes producidos en lugares exóticos, el agua caliente central, el teléfono móvil, el computador conectado a Internet y la información sobre lo que ocurre a más de diez kilómetros de su residencia. Esto no es necesariamente malo ni la sociedad por venir tiene por qué ser peor que la actual, que presenta también aspectos notablemente desagradables, insolidarios y sobre todo, insostenibles, pero sin duda será una sociedad diferente y requerirá un largo y posiblemente incómodo período de adaptación. Es probable, además, que un mundo sin petróleo sea incapaz de sostener una población del tamaño actual y haya que afrontar, a corto plazo, una brusca reducción hasta niveles preindustriales y también que la desaparición del transporte termine bruscamente con la globalización, al imposibilitar el movimiento a grandes y medianas distancias de personas y mercancías y traslade los problemas de supervivencia a niveles estrictamente locales, en donde se plantearán y resolverán, o no, todas las cuestiones que hasta ahora se han planteado y a veces resuelto a escala nacional, continental o mundial.







[3] Nuclear Energy and the Fossil Fuels, Publication nº 95, Shell Development Company, M. King Hubbert
[4] Ni la electricidad ni el hidrógeno son fuentes, sino portadores, de energía y en ambos casos se  necesita un aporte externo  para su fabricación. En consecuencia y de acuerdo con la termodinámica, su tasa de retorno, el cociente entre la energía que proporcionan y la que se necesita para su fabricación, es siempre menor que uno. El hidrógeno, por ejemplo, no se encuentra libre en la naturaleza y para su fabricación es preciso separarlo del carbono en el gas natural (metano) y otros hidrocarburos o descomponer el agua, por electrolisis, en hidrógeno y oxígeno, en ambos casos con un aporte energético superior al que desprenderá la combinación de estos últimos elementos para formar agua. Existen otros procedimientos pero son igualmente ineficientes y antieconómicos. Para los que tienen la esperanza de que esa tasa de retorno se modifique favorablemente en el futuro, hay que decir que las leyes de la termodinámica son, hasta donde sabemos y en este planeta, inviolables e inmutables. Eso, naturalmente, no excluye la obtención hidrógeno utilizando, por ejemplo, electricidad obtenida a partir de reacciones nucleares de fisión pero, suponiendo que el hidrógeno así obtenido, pudiera ser utilizado con resultados razonables como, por ejemplo, combustible para automóviles, estaríamos hablando de energía nuclear y de economía nuclear, no de economía del hidrógeno, que sería solamente un paso intermedio conveniente para almacenar y utilizar posteriormente, energía de origen nuclear.
[5] Ochocientos millones, aproximadamente, en 2005
[6] La tasa de retorno en el último tercio del Siglo 19 estaba en cuarenta, o, lo que es lo mismo, cuarenta barriles de petróleo extraídos requerían la energía equivalente a la proporcionada por un barril, y actualmente esa tasa está en cinco y bajando, debido a las mayores dificultades para acceder al crudo almacenado en campos de los que ya se han extraído cantidades muy importantes y a que el petróleo que queda es de poca calidad o se ha localizado en zonas, en el fondo del mar, por ejemplo, de muy difícil acceso
[7] Las cifras varían entre 1 y 4 billones de barriles (1 billón es aquí un millón de millones. En textos anglosajones mil millones)
[8] Peak Oil. Se ha traducido en algunos artículos como cénit del petróleo: el momento a partir del cual la producción global de petróleo alcanza su máximo absoluto y empieza a descender. Se supone que eso ocurrirá en el momento en que se haya extraído la mitad de todo el petróleo existente, pero hay que tener en cuenta el consumo, mucho mayor, y que la mitad extraída es la parte fácil, cerca de la superficie, en depósitos accesibles y presurizados, con menor viscosidad y de mucha mayor calidad.
[9] Organization of Petroleum Exporting Countries
[10] Crude Oil. The Supply Outlook. Dr. Werner Zittel and Jörg Schindler, Ludwig-Bölkow-Systemtechnik GmbH
[11] M. King Hubbert. 1903-1989. http://www.hubbertpeak.com/hubbert/
[12] Una magnitud que crezca a un ritmo del x%  anual se dobla, aproximadamente, cada 70/x años.
[13] Energy Information Administration. Estadísticas oficiales de energía del Gobierno de Estados Unidos. http://www.eia.doe.gov/oiaf/forecasting.html
[14] Véase, por ejemplo, The Great Crash: 1929, John K. Galbraith, Mariner Books, The World in Depression, Charles P. Kindleberger, Penguin Books y La crisis económica de los 80,  Pedro Valdés, Desajustes y Tendencias de la Economía Actual. Madrid.
[15] Galbraith, por ejemplo, habla (en la obra citada en la nota anterior) de la sobrecogedora incompetencia del Consejo de la Reserva Federal durante la crisis de 1929 y Greenspan, el anterior presidente de la Fed, escribe en el FT para negar su responsabilidad en la actual crisis financiera, provocada por las hipotecas denominadas subprime, crisis que ha podido verse agudizada, en opinión de algunos autores que el mismo Greenspan cita en su respuesta, por el mantenimiento, durante demasiado tiempo, de bajas y muy bajas tasas de interés. http://www.ft.com/cms/s/0/182ac7a4-03fb-11dd-b28b-000077b07658.html
[16] Provocada por el embargo decretado por los países árabes tras la guerra del Yom Kippur http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/History/73_War.html
[17] La mayor parte de aquellos descubrimientos han alcanzado ya su pico y están, significativamente los del Mar del Norte, en franca y rápida decadencia.
[18] Peaking of World Oil production: Recent Forecasts DOE/NETL 2007/1263.  
[19] The New Pessimism about Petroleum Resources: Debunking the Hubbert Model (and Hubbert Modelers). Michael C. Lynch y también EXXON MOBIL y OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo) citados en el documento a que se hace referencia en la nota anterior.
[20] The emergence of a production ceiling would mark a monumental shift in the energy world. Oil production has averaged a 2.3% annual growth rate since 1965, according to statistics compiled by British oil giant BP PLC. This expanding pool of oil, most of it priced cheaply by today’s standards, fueled the post-World War II global economic expansion...    http://royaldutchshellplc.com/2007/11/19/the-wall-street-journal-oil-officials-see-limit-looming-on-production/
[21] Robert L. Hirsch en Peaking of World Oil Production: Impacts, mitigation and risk management
[22] http://transitionculture.org/. Rob Hopkins. From oil dependence to local resilience.