sábado, 12 de noviembre de 2011

Cuando pare la música


El gobierno alemán ha desvelado sus planes para después del apagón nuclear previsto para 2021: llenar el Sahara marroquí -se está estudiando un convenio similar con Túnez y Argelia- de paneles solares fotovoltaicos. Se trata de una inversión multimillonaria que exigirá cantidades ingentes de energías fósiles, materiales, tierras raras y complejas, caras y vulnerables líneas de transmisión, así que ya veremos si la actual coyuntura permite llevarla a cabo y en cuanto tiempo, porque las centrales deberían cerrar en 10 años y la crisis energética, con el precio del petróleo persistentemente por encima de los 110$/b, se está complicando al mismo tiempo que la económica, a pesar de que, teóricamente, deberían seguir caminos opuestos –menos actividad, menos consumo-. Ya veremos, también, si la energía producida en su momento permite compensar la de las centrales nucleares que quieren cerrar, casi un 25% del consumo eléctrico actual de Alemania, aunque parece que están dispuestos incluso a vendernos electricidad a nosotros así que por ahí tampoco prevén ningún problema lo que, naturalmente, no significa que no los haya.

Mientras tanto aquí no nos enteramos de nada. La campaña electoral es un continuo intercambio de naderías, lugares comunes y tópicos entre un desesperado PSOE, al que la crisis y sobre todo sus propios errores se han llevado por delante y un PP que hace lo que puede, que no parece mucho, por contener la euforia por una victoria que les va a caer del cielo sin haber movido un dedo para merecerla. Las medidas propuestas hasta ahora por unos y otros van de lo voluntarista a lo pintoresco –decirle a Europa que retrase el ajuste dos años, Rubalcaba dixit- no tocan para nada la crisis energética, quizá conscientes, aunque lo dudo, de que no hay nada que puedan hacer y abordan mal –cuando la abordan, porque a Rajoy ni le suena- la cuestión monetaria, de manera que lo más probable es que esas medidas, las que lleguen a implantarse, no sirvan para nada porque los problemas están precisamente en esas dos cuestiones y la solución -siempre parcial- en abordarlas correctamente que, ciertamente, tampoco parece nada fácil. 

Pero mi opinión, basada en años de paciente observación, es que todo esto no tiene ya la menor importancia. Somos demasiados y hemos vivido, aún estamos viviendo, bastante mejor que todos nuestros antecesores, a costa de pedir prestado a un futuro que parecía lejano e irreal, pero siempre sobrado de recursos. Ahora resulta que ese futuro era real, estaba a la vuelta de la esquina y los recursos con los que contábamos y que ahora nos reclama, eran precisamente los que hemos estado dilapidando. Habrá quien espere que, cuando pare la música, quede alguna silla lo suficientemente cerca. Pero la orquesta está tocando en la cubierta del Titanic.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La reforma monetaria según Rubalcaba

El Sr. Rubalcaba, a la sazón candidato del Partido Socialista a presidir el próximo gobierno de España, se dedica, como el resto de los candidatos,  a pontificar aquí y allá sobre lo que creen él o sus asesores que convendría hacer o dejar de hacer para sacar al país de la crisis. Lo último y lo más notable que ha dicho hasta ahora es que ‘no hay forma de salir del agujero sin cambios en la política monetaria’ lo que no deja de ser bastante cierto. Lo malo es que los cambios que preconiza no cambian nada. Proponer a estas alturas una ampliación de la base monetaria, que supongo que significa poner más dinero ¿prestado? en circulación y una reducción de los tipos de interés para incrementar la inversión y sostener artificialmente el crecimiento parece más una huida hacia adelante que otra cosa. El crecimiento es un problema porque el sistema monetario actual, basado en la deuda, lo hace inevitable para mantener el tinglado. La solución no es crecer a cualquier precio porque, como un hombre con formación científica, como él, debería saber, no es posible sostener indefinidamente un sistema lineal en un entorno finito, sino combatir las causas que hacen del crecimiento una obligación ineludible y entre ellas está, efectivamente, un sistema monetario basado en la deuda y por tanto en el incremento exponencial de la masa monetaria existente, que no necesariamente circulante, que deja en manos de los bancos comerciales la creación del dinero a partir de la nada. La reforma monetaria que se necesita es aquella que impida a los bancos prestar –crear- un dinero que no tienen, imponiendo una reserva fraccionaria del 100% y devolviendo al estado el monopolio de la creación y puesta en circulación del dinero. Y los bancos a lo suyo, a guardarnos el dinero por si nos lo roban en casa y a prestar ‘sólo’ lo que previamente hayan acordado con los depositantes, es decir, con nosotros, que se puede prestar. Ni un euro, o lo que sea, más. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Arriba y abajo


Lo más singular y a la vez característico de lo que está pasando en Europa y en el mundo con el dinero y con la energía, las dos únicas cosas que realmente importan a corto plazo por su capacidad para modificar drásticamente la evolución de los acontecimientos, es la falta total de planificación. Se responde a los acontecimientos a medida que se van produciendo y nuevas respuestas se improvisan para responder al fracaso de las anteriores. Que la bolsa suba o baje no tiene más importancia que, o tiene tanta importancia como, las bajadas y subidas del petróleo que parecen acompañarla, aunque con un tempo más moderado y menos margen de variación, como corresponde a un recurso cada vez más escaso. Todos estos movimientos responden únicamente a la acuciante necesidad de los llamados inversores, o de los gestores de fondos de inversión por cuenta ajena, de sacar un rendimiento lo más rápido y lo más alto posible a su dinero o al que gestionan. Esto, los beneficios de los jugadores, es lo único que cuenta en esta economía de casino que hace tiempo que ha perdido todo contacto con una realidad que, sin embargo, está reclamando con urgencia un poco de atención. Para asegurar esos beneficios y no irritar a los inversores los llamados líderes europeos, los americanos van a lo suyo y hacen bien, de cuando en cuando ponen sobre la mesa cantidades cada vez más absurdas que recuerdan a un viejo programa de humor en la televisión de los años 80 del pasado siglo: ¡700.000 millones! ¡800.000! ¡un billón!, destinadas aparentemente a garantizar el pago de la deuda pública y los beneficios de la banca. Y para asegurar los beneficios de gentes cuyos ingresos anuales equivalen a miles de veces los de un trabajador ordinario imponen a los nacionales de los países con menos capacidad de reacción rebajas salariales, reducción o eliminación de servicios sociales y condiciones laborales cada vez más precarias. Pero lo peor de todo esto es que finalmente no servirá para nada y que la imposibilidad de resolver con más deuda el problema de la deuda y de sostener un crecimiento exponencial con recursos finitos se llevará por delante un modelo absurdo e insostenible y con él a todos nosotros y, espero, también a inversores, especuladores, banqueros y líderes de toda laya.

Los dos titulares corresponden al mismo día.