domingo, 27 de marzo de 2011

Al Cine

No hace mucho estuve, invitado por el alcalde de Barbastro, en un pase privado de There Be Dragons, una película de Roland Joffé,  producida por miembros del Opus Dei a la mayor gloria de su fundador. La historia, que no estaba mal contada, no tenía, sin embargo, demasiado interés pero a algunos de los asistentes  pareció emocionarles mucho, tal como había anunciado el presentador, uno de los productores, que ocurriría. Según dijo, un hermano suyo consiguió evitar la ruptura inminente de su matrimonio por el procedimiento de acudir con su pareja a ver la película. Salen imágenes de Barbastro que no son de Barbastro ni, en contra de lo anunciado, lo parecen y hay bastantes minutos dedicados a la guerra civil, presentada bajo un punto de vista pretendidamente conciliador pero que no deja muchas dudas acerca de quiénes son los buenos y quienes los malos. Los vencedores no salen mucho, salvo el coprotagonista, una especie de caricatura de malo malísimo, a pesar de ser del bando de los buenos, que le pega un tiro a una mujer que no le hizo caso y se justifica diciendo que, por fin, ha podido darle lo que ella quería.  Los republicanos cometen las tropelías de rigor, antes y durante la guerra, como asesinar sacerdotes y quemar iglesias, ante la benevolente y comprensiva mirada de San Josemaría, que tiene que contener y contiene, las ansias de venganza de algunos de sus seguidores. En fin, un punto de vista, el de la parte nacional católica del bando fascista,  tan discutible como otros, pero que no se había prodigado mucho en el cine desde la muerte de Franco. La idea era que los asistentes diéramos testimonio -sic- de lo mucho que nos había entusiasmado la película, el peliculón, según su productor y presentador del acto y convenciéramos a otros de que debían ir a verla. A mí no me pareció que fuera para tanto y  supongo que para algunos de los asistentes, personas mayores y sentadas en la segunda mitad del cine, el hecho de que estuviera rodada en inglés, eso sí, subtitulada en español, fue un inconveniente para apreciar las sutilezas de la película que, por otra parte, tampoco eran muchas.