domingo, 27 de diciembre de 2009

Reforma monetaria (I)

Dejando aparte la improbable solución, a medio plazo, de la cuestión energética, lo más urgente desde el punto de vista económico es, sin duda, acometer una profunda reforma del sistema monetario, reforma que la moneda única ha hecho más complicada aún de lo que era antes, al sustraer a los estados nacionales la capacidad de modificar la cantidad de dinero en circulación. La esencia de la reforma es sencilla. Se trata, ni más ni menos, que de hacer igual a 100 el coeficiente de caja, que es la fracción del dinero que prestan, que los bancos deben tener realmente en su caja de efectivo y de impulsar la legislación necesaria para evitar que los bancos hagan caso omiso de esa limitación o, en otras palabras, de impedir que los bancos presten dinero que no tienen, creándolo de la nada en el momento de prestarlo y de que el privilegio de emitir moneda vuelva a estar en manos del estado de dónde, de hecho, nunca ha salido legalmente. Si el estado necesita dinero que lo fabrique y lo ponga en circulación, libre de cargas, gastándolo en obras públicas, en pagar a sus funcionarios o en lo que sea. Eso mismo, crear dinero de la nada, es lo que hacen los bancos, pero cargándole un interés que es el que hace imposible plantearse la posibilidad del estado estacionario y nos obliga a mantener la insosteníble hipótesis de que los recursos del planeta son inagotables. El presidente Lincoln fué asesinado cuando se disponía a promover una reforma monetaria inspirada en los Greenbacks, la moneda, libre de deuda, que su gobierno puso en circulación para financiar el esfuerzo de guerra de la Unión en la Guerra Civil americana de 1861/1865. Los planes de J. F. Kennedy para limitar el poder de los bancos de la Reseva Federal tampoco pudieron llevarse a cabo y la gente ha sido inducida a creer, durante mucho tiempo, que la creación de dinero por el gobierno llevaba inevitablemente a la inflación y a la ruina mientras que lo normal era que, si el gobierno, o cualquier particular, necesitaba dinero para financiar su actividad, tuviera que pedírselo prestado a un banco que, literalmente, se lo inventaba mediante una simple anotación en un registro informático.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Drôle d'hiver

Lo de la nieve y el frío no ha sido, en Barbastro, para tanto. Ahora llueve y en esta parte del  país, normalmente seco, la lluvia siempre se agradece, sobre todo porque, aquí, el clima no es, casi nunca, excesivo. Tampoco la gripe a, o como finalmente se llame,  parece haber derivado en la pandemia que se nos anunciaba.  El petróleo crudo ha vuelto a superar los 75$/b y va, de nuevo,  camino de los ochenta,  la crisis ha entrado en una especie de punto muerto que, según el gobierno, es la primera señal de que lo peor ya ha pasado y sólo nos queda esperar que las luces que, según ellos,  se ven al final del túnel, no sean las de otro tren que viene en dirección contraria por la misma vía. El problema, claro, es que el gobierno cree firmemente que eso es lo que tiene que decir para inducir el optimismo que considera imprescindible. De lo que vaya a ocurrir en realidad, de lo que ha ocurrido o esté ocurriendo ahora mismo, ni el gobierno ni la oposición parecen tener la menor idea.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Nieva, pero poco.

La nieve recién caída tiene un aspecto deslumbrante, en todos los sentidos de la palabra y sobre todo en el literal, que pierde en cuanto se la empieza a pisotear. Afortunadamente la nevada de hoy, aunque a las ocho de la mañana parecía bastante aparatosa, está desapareciendo de las calles sin dejar, durante días, el asqueroso barrillo de otras ocasiones y no sin antes haber hecho pasar un buen rato al personal, que se divierte con cualquier cosa. Seguro que en Moscú, por ejemplo, ya no les hace tanta gracia

domingo, 20 de diciembre de 2009

Copenhague 2009

Como era de esperar, la cumbre de Copenhague no ha resuelto nada. La economía se ha globalizado pero el mundo carece de recursos globales para enfrentarse a la madre de todas las crisis: somos demasiados y estamos agotando nuestro crédito. El calentamiento del planeta, cualquiera que sea su causa, es, seguramente, un hecho, aunque -8º al otro lado de la ventana, a las 9 de la mañana del 20 de diciembre, a 42º de latitud norte, puedan hacer pensar otra cosa a los más jóvenes o desmemoriados, pero no es el principal problema ni el más acuciante. Cada vez está más claro, son datos de la IEA, al alcance de cualquiera, que el pico de petróleo ya ha llegado, que estamos en el principio del fin de la era de los combustibles fósiles, abundantes y baratos, en la que se basa nuestro modo de vida y que no tenemos con qué reemplazarlos. Los llamados cornucopianos, por su confianza en el cuerno de la abundancia, que tienen bastante audiencia entre los llamados líderes mundiales, en la actualidad poco más que politiquillos de tres al cuarto, con una capacidad de maniobra prácticamente nula, siguen contabilizando como petróleo extraíble el que, suponen, está en el fondo del Atlántico o en cualquier pedrusco más o menos grasiento, encontrado o por encontrar, en los bosques de Canadá, sin la menor consideración hacia los costes de extracción, que cuentan sólo en dinero y no en energía, agua y otros recursos finitos. Se podría mitigar, no eliminar, el problema reduciendo, drásticamente, el consumo, lo que al mismo tiempo frenaría el deterioro atmosférico, terrestre y marítimo del planeta, pero en Copenhague han dejado claro que eso, por las buenas, no va a ocurrir. El crecimiento, con renovados bríos, está, dicen, a la vuelta de la esquina y no lo van a comprometer con medidas impopulares, cuyo principal y probablemente único resultado, sería apearlos a ellos del coche oficial.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Optimistas que somos.

El gobierno y la banca creen, o fingen creer, que lo que hace falta es encarar la crisis y los problemas en general, con renovadas dosis de optimismo. Porque, evidentemente, un empresario optimista será mucho más proclive a contratar trabajadores que otro, al que un, seguramente injustificado, pesimismo le lleve a no ver ningún futuro a su empresa. La economía depende, y mucho, de la capacidad del gobierno para inducir optimismo en los empresarios, para que contraten trabajadores y en los mismos trabajadores, para que abandonen prácticas de ahorro y austeridad, muy meritorias a nivel individual pero totalmente indeseables desde el punto de vista general, y se dediquen a consumir las cosas que producen o venden o transportan los empresarios.

El optimismo es, pues,  la clave, la solución, de todo este embrollo de las crisis. Si los empresarios son optimistas, en cuanto a la acogida que van a tener sus productos, contratarán trabajadores o mantendrán en sus puestos a los que ya tienen. Estos trabajadores, con el optimismo acrecentado con su nuevo puesto de trabajo o con la seguridad de conservar el viejo, consumirán lo que se les ofrezca y pedirán más, dando así lugar a un círculo virtuoso que nos alejará, por algún tiempo, al menos, de los fantasmas de la crisis, la recesión y la depresión para seguir transitando, con renovado optimismo, por la senda del crecimiento. Desgraciadamente, no es suficiente con comprar y vender para que todo marche. Como la mayor parte del dinero en circulación se ha creado como deuda, que hay que pagar con los correspondientes intereses, será necesario comprar y vender, sí, pero hoy más que ayer y menos que mañana porque, si no, quizá pudiéramos pagar el principal pero no los intereses de esa deuda.

Claro que eso no es problema porque los chinos, que son un montón, sólo tienen 10 coches por cada mil habitantes, en lugar de los 1000 que ya tienen los estadounidenses, así que nada más fácil, ni más necesario, que seguir fabricando coches para los 990 chinos que aún no tienen y que están deseando tenerlos. Los fabricantes de coches, que han pasado por una mala racha provocada, sin duda, por un déficit temporal de optimismo, pueden, deben, contratar ya a nuevos trabajadores para hacer frente a la previsible y muy elevada demanda que se avecina. De hecho una parte muy importante de la población mundial carece de casi todo lo que a nosotros nos sobra así que habrá que suministrárselo. ¿El dinero? Ningún problema: No tienen más que hacer lo que hemos hecho nosotros y encontrar a quién pedirle prestado todo lo que necesiten o crearlo de la nada, como nosotros aunque, para esto último, hay que ser bastante optimista. ¿La energía necesaria para fabricar y mover tantas cosas? Tampoco será problema: de momento tenemos petróleo suficiente para treinta o cuarenta años y después vendrá el hidrógeno, hay que ser muy pesimista para preguntarse de dónde lo sacaremos, la energía solar, el viento o algo que está por inventar pero que, sin duda, se inventará en cuanto haga falta.

Y el que diga que todo esto son tonterías es un pesimista.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Un poco de niebla sobre el río.

Aunque tarde y muy poco a poco, algunas de las viejas manifestaciones del invierno del Somontano se están haciendo notar, ya mediado el mes de diciembre. La niebla, por ejemplo, que ayer por la noche le daba este aspecto al cauce del río Vero, a sus orillas y a los puentes, iluminados para la Navidad. Parece que mañana llega, por fin, el frío de verdad y una locutora de televisión ha dicho, creo que me miraba a mí, que los que estaban suspirando por el invierno íban a tener ocasión de lamentarlo. No será para tanto. Hace años que no es para tanto.

Democracia (III)

Etimológicamente, democracia es el gobierno del pueblo. El diccionario de la Real Academia es algo más prudente y define la democracia como la Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, en primera acepción o como el Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado en la segunda. Pero la intervención del pueblo en el gobierno es algo que debe manejarse con muchísimo cuidado. Como la intervención de los trabajadores en la gestión de las empresas donde trabajan, o la de los estudiantes en la elaboración de las preguntas de examen. Son cosas que sólo pueden conducir a problemas. Porque los trabajadores pueden llegar a jefes y los estudiantes a catedráticos,  pero mientras sean trabajadores o estudiantes deben dedicar su esfuerzo a y concentrar su atención en el trabajo y el estudio. El pueblo puede intentar gobernar pero, cuando lo consigue, cosa no demasiado frecuente, deja de ser pueblo y pasa a ser gobierno, que es una cosa muy diferente como no tardan en comprobar los que creen que todo se arregla con un cambio de caras entre los que mandan. El gobierno gobierna y el pueblo, que desconoce las sutilezas del arte de gobernar,  es gobernado, así han sido siempre las cosas y así seguirán siendo. Lo que pasa es que el pueblo, anarquista en el fondo,  es reacio a dejarse gobernar, por lo que es necesario, para evitar males mayores, en forma de revoluciones, o menores, en forma de algaradas callejeras, hacerle creer que, en realidad, es él mismo el que gobierna. Afortunadamente, el pueblo es crédulo por naturaleza y, también en el fondo, prefiere que le digan lo que tiene que hacer, pero y esto es importante, sin que se note demasiado. Un buen gobierno debe, por tanto, esforzarse en llevar al pueblo al convencimiento de que ni su intervención directa en cuestiones de gobierno ni su opinión son, en realidad, convenientes y mucho menos necesarias y de que el pueblo gobierna, sí, pero lo hace indirectamente, escogiendo a sus gobernantes una vez cada cierto número de años, entre unas pocas opciones cuidadosamente seleccionadas, normalmente por cooptación entre las élites políticas del país. Cualquier otro intento, por parte del pueblo, de intervenir en cuestiones políticas o de gobierno, sólo puede achacarse a su falta de educación cívica y de verdadero espíritu democrático. Todo ello, claro,  sin perjuicio de que, a modo de desahogo, se permita, al pueblo, expresar, de cuando en cuando, su opinión en las barras de los bares, tertulias, blogs y otros foros previamente autorizados y debidamente controlados.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Pico de Petróleo (II)


En Inglaterra, en los últimos años del siglo XIX, tuvo lugar una conjunción de factores, que entonces se manifestaron a nivel local,  parecida a la que actualmente amenaza con complicarnos la vida: Por una parte, la utilización masiva de carbón, tanto en la industria y la calefacción como en el transporte por ferrocarril, había hecho irrespirables las ciudades industriales, incluso Londres, sobre la que flotaba un smog que se confundía y se superponía a la niebla tradicional. Por otra, la mayor parte de los grandes yacimientos habían pasado ya su pico de producción y encaraban una irreversible decadencia. Ahora, a nivel global,  nos enfrentamos a la amenaza del cambio climático, supuestamente provocado o acelerado por las emisiones de dióxido de carbono, procedentes, en su mayoría, de la combustión de destilados del petróleo y, al mismo tiempo, a la madurez y en algunos casos al agotamiento,  de los grandes yacimientos de este recurso, no renovable, de los que depende el 90% de la producción actual.

Junto con las coincidencias hay algunas diferencias bastante obvias. La primera y más evidente es que la caída de producción de las minas inglesas y escocesas podía ser compensada, con relativa facilidad, con carbón procedente de las colonias o comprado en lugares donde aún fuera un recurso abundante. Esta solución, evidentemente, está fuera de cuestión para solucionar una carestía a nivel global. La segunda es que, a finales del Siglo XIX, ya se vislumbraba un sustituto evidente para el carbón, más eficiente, más limpio y con un contenido energético mucho más elevado: el petróleo, mientras que ahora no hay ninguna alternativa, viable a corto y medio plazo, para la mayoría de los usos de sus derivados.

La transición del carbón al petróleo no fue, además, completa porque el carbón sigue siendo, junto con el gas natural, una fuente de energía fundamental para, por ejemplo, producir electricidad en las centrales térmicas, el petróleo y sus derivados, sobre todo la gasolina, tuvieron una aplicación inmediata en los motores de combustión interna para los que el carbón resultaba inútil y, por otra parte, en el siglo XIX, la dependencia del carbón, que era alta, no era total como lo es ahora la del petróleo debido a una pretendidamente beneficiosa globalización, que hace imprescindible el transporte a bajo precio, al enorme incremento de población, gracias la disponibilidad de energía abundante y barata, que el petróleo ha propiciado, población que habrá que seguir alimentando incluso cuando no haya petróleo y a la ineludible necesidad, por razones monetarias, de mantener un crecimiento sostenido.

continuará...

martes, 8 de diciembre de 2009

Cambio climático y Peak Oil


Un níspero en flor a primeros de diciembre, la foto es de esta tarde, no es, o no era, algo habitual porque, a estas alturas del otoño, debería estar haciendo bastante frío y lo normal es que los árboles no florezcan cuando hace frío. Esto de ahora es un síntoma, junto con la elevación del nivel del mar y otras fruslerías, de lo que llamamos cambio climático, ahora identificado como una amenaza, una más, para la complicada relación entre Gaia y sus inquilinos más sucios y ruidosos. Creo que ya queda poca gente que niegue la evidencia: el clima está cambiando y el planeta se está desertizando a buen ritmo, comprometiendo su capacidad para alimentar a seis mil quinientos millones de personas. Las discrepancias, que las hay, están en identificar el origen de esta perturbación. Hay quién cree que hay que atribuirla a la acción del hombre y quién cree que tiene que ver con el comportamiento cíclico del clima. El asunto no es baladí: sólo si admitimos que tenemos algo que ver podremos, podrán los que se han reunido en Copenhague, acordar alguna medida para limitar en lo posible las actividades que supuestamente contribuyen a acelerar el cambio. Y si no, no hay ninguna razón para modificar nuestro comportamiento o, al menos, ninguna inducida por este problema. Parece, supongo que afortunadamente, que la corriente mayoritaria se inclina por considerar que el riesgo es lo suficientemente grande como para llegar a algunos acuerdos relativos, por ejemplo, a la reducción de la emisión a la atmósfera de los denominados gases de efecto invernadero. Claro que su cumplimiento no será, probablemente, cosa sencilla. Emitir menos gases, en la industria o en el transporte, es un objetivo que puede alcanzarse por la vía de mejorar los motores de combustión interna o por la de reducir su uso. La primera medida tropezará con la paradoja de Jevons: las mejoras en la eficiencia provocan, siempre, un aumento del consumo y la segunda con una economía que no se plantea alternativas al crecimiento. Puede que el Peak Oil nos obligue, por la vía de hecho, a reducir el consumo de petróleo pero, durante algún tiempo al menos, eso supondrá un aumento del consumo de carbón, mucho más contaminante y además, el final del petróleo barato, será un acontecimiento que, desgraciadamente, no podrá considerarse una solución a ningún problema sino el inicio de uno bastante serio a cuyo lado el cambio climático, o al menos sus primeras manifestaciones,  podría parecer un juego de niños.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Un cuento, contado por un idiota

Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,
Creeps in this petty pace from day to day…
Life's but a walking shadow, a poor player,
That struts and frets his hour upon a stage,
And then is heard no more. It is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing.

William Shakespeare (Macbeth)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Pico de Petróleo (I)

Vivir es poco más que consumir energía. El petróleo es una fuente de energía concentrada, fácil de utilizar, de trasportar y de almacenar. Es abundante, hasta ahora, al menos y es, o ha sido, relativamente barato. Y crea adicción. Esta es una sociedad de adictos al petróleo. Viajamos, nos calentamos o nos enfriamos, nos vestimos, comemos… con petróleo o gracias al petróleo, que nos proporciona la energía necesaria para todo eso y un sinnúmero de subproductos que hacen la vida más sencilla, o más agradable, o más barata. El petróleo debería ser la primera de nuestras preocupaciones, pero no lo es. O al menos no explícitamente. Nos preocupamos por la economía, por el paro, por los alimentos y también por el cambio climático y por las emisiones de CO2 a la atmósfera. No mencionamos el petróleo pero el petróleo forma parte de todo eso. Sin petróleo no habría economía global, si el acceso al petróleo abundante y barato se interrumpiera, de repente, el paro sería un problema general, no sólo del 10%, en España del 20%, de la población. El cambio climático y las emisiones de CO2 que, supuestamente, contribuyen a agravarlo, tienen mucho que ver con la combustión del petróleo, el carbón y otros combustibles fósiles. El petróleo ha hecho posible, durante algún tiempo, el mantenimiento de una ficción, alimentada por un sistema monetario basado en la deuda y en el interés compuesto: que lo que hoy vale dos, mañana valdrá cuatro y así sucesivamente, que el crecimiento indefinido es posible. Mejor dicho, esta ilusión no se la debemos al petróleo, sino a la posibilidad de disponer hoy de más petróleo que ayer y mañana de más que hoy. Crecer es, en términos económicos, producir más, comprar más y vender más… consumir más… energía: más petróleo. Para que lleguen los problemas, los problemas de verdad, no hace falta que se acabe el petróleo, ese no es el verdadero problema y probablemente jamás llegaremos a extraer todo el que hay en el interior de la Tierra. El problema se presentará, más pronto o más tarde, cuando alcancemos el Pico de Petróleo (Peak Oil) que es como se denomina, en la literatura especializada, al momento en el que la producción global de petróleo alcanza su máximo absoluto, a partir del cual comienza a declinar de manera irreversible. Para entonces mejor será que tengamos, o que tengan los que estén, alguna alternativa viable.

continuará...

domingo, 29 de noviembre de 2009

Decoding the universe

de Charles Seife. Empieza con esta frase: Civilization is doomed. Y dedica 285 densas páginas a intentar demostrarlo. Creo que el libro necesita un par de lecturas pero lo que yo he entendido, en una primera en esta tarde de domingo es lo siguiente: El objeto de todo esto, la razón última por la que estamos aquí, es preservar información (equivalente en este contexto a orden y baja entropía). Las enzimas, que reparan errores de duplicación en las cadenas de adn, trabajan a destajo mientras hay alguna posibilidad de que la cadena se transmita a otro ser vivo. Agotada esa posibilidad las enzimas, y todos los mecanismos de chequeo de errores contenidos en las células, dejan de trabajar como es debido y los errores se van acumulando, esto es, vamos envejeciendo y... muriendo. El orden, que manteníamos a duras penas, se convierte en desorden, la entropía, localmente disminuida gracias a la energía que consumíamos, aumenta sin control y todo sigue la marcha general del universo, hacia un estado de máxima entropía y total desorden, con la misma energía que al principio pero ninguna posibilidad de transformarla en trabajo, un universo en el que ya no será posible ningún proceso físico, ninguna reacción química. Pero, ¿y la información que había que conservar? Pues también al carajo. En todo caso es un buen libro de divulgación aunque se necesita un cierto nivel para seguirlo de principio a fín y, como ya he dicho antes, más de una lectura.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sin comentarios

La autovía ¿una apuesta inteligente?

Hace 10 años, el 4 de octubre de 1999, en un periódico local, decía...

Se dice con frecuencia, por políticos, entre otros, que la construcción de nuevas carreteras es un incentivo para el crecimiento económico y es bueno para el empleo. Un estudio de la Comunidad Económica Europea en colaboración con la Federación Europea para el Transporte y el Medio Ambiente (96.7832.011/e Roads and Economy, State-of-the-art report) no ha encontrado fundamentos para semejante aseveración. De hecho se ha concluido que un incremento generalizado de la inversión en este tipo de infraestructuras carece de base económica. Por otra parte el informe GEO 2000 elaborado por la UNEP y publicado recientemente ha identificado al cemento y a los automóviles como los principales factores responsables del, técnicamente irreversible, deterioro ambiental generalizado de la Tierra.

El noveno informe del Select Commitee on Environment, Transport and Regional Affairs del Parlamento Británico (Integrated Transport White Paper) atribuye a decisiones erróneas, basadas en una deficiente planificación, el estado actual, diagnosticado como grave, del transporte en el Reino Unido. El documento subtitulado ‘planificación y uso de la tierra y reducción de la necesidad de viajar’ establece la necesidad de incluir una recomendación del RTPI (Instituto Real para la Planificación de las Ciudades): ‘El Instituto cree que la reducción de la necesidad de viajar, proporcionando un marco en el cual la gente tenga posibilidades reales de optar por desplazarse con menos frecuencia, debe ser un objetivo central de la política local y de transportes para un crecimiento sostenible’.

La actual política de inversión masiva en autopistas y autovías permite sustentar un desastre conocido como ‘planificación dispersa’ según la cual la distancia que separa la residencia del lugar de trabajo, del hospital o de los lugares de ocio es indiferente. Esta política incluye, además, el aumento deliberado del tráfico de mercancías como parte de una directiva (an outline of the Trans- European Transport Network) destinada a incrementar la actividad económica y fomentar la competencia internacional, centralizando la producción en un número reducido de lugares y reduciendo el empleo total en todos los sectores. Los sistemas de transporte (la inmensa mayoría basados en el automóvil y el camión) son lo suficientemente baratos como para hacer rentable la manufactura y la distribución a escala continental.

Tendremos, hay pocas dudas al respecto, una autovía a medio plazo (cuatro, cinco o más años) cuyo principal efecto económico será facilitar los desplazamientos a Zaragoza o a Lérida, lo que perjudicará aún más al comercio local, y obligarnos a comprar y mantener vehículos cada vez más rápidos, más caros, más contaminantes y más peligrosos. Una autovía que nos ha caido encima sin que nadie se haya tomado la molestia de discutir otras alternativas más baratas, más eficientes y de mucho menor impacto ambiental ¿Por qué no un tren de Pamplona a Lérida?. En lugar de eso tendremos mucha suerte si el AVE, que apenas rozará el sur de la provincia y que aún no está claro si parará en Zaragoza, no es utilizado como excusa para suprimir definitivamente la estación de Monzón, que según parece ya ha sido reclasificada como apeadero.

En fin, parece que ahora se trata sólo de discutir, en reuniones más o menos festivas, el número de kilómetros que nos separarán del nuevo engendro. Las autovías, que aparentemente sirven para unir puntos remotos, limitan severamente la comunicación entre puntos antes próximos, pero situados en lados opuestos de su eje, y la movilidad de personas que no disponen de vehículo o que prefieren andar o ir en bicicleta. En este sentido una apuesta inteligente sería no insistir demasiado en aproximar la autovía. Por el contrario sería bueno contar con las grandes posibilidades que un ‘hinterland’, como el que quedaría entre Barbastro y la nueva carretera, bien planificado y organizado tendría para el desarrollo futuro de la ciudad.

martes, 24 de noviembre de 2009

De conspiraciones y otras paranoias

El País se ha empeñado en desacreditar a Teresa Forcades, una monja benedictina, doctora en medicina, que, a su vez, se ha empeñado en poner en cuestión la necesidad de vacunarse contra la gripe A. Sor Teresa se explica bastante bien y acostumbra a sostener sus afirmaciones con citas y referencias suficientes, cosa que, por cierto, el articulista de El País considera un demérito y ahora parece que ha participado en un seminario, Ciencia y Espíritu y ha compartido mesa con gentes que niegan el VIH o sostienen que el atentado del 11 de septiembre fue una operación encubierta de alguna agencia federal americana, entre otras aberraciones, lo que sirve al articulista para insinuar, por aquello del dime con quien andas, que la Dra. Forcades es también, algo paranoica. No puedo opinar sobre el VIH pero, de entrada, creo que cualquier cosa que afecte a los intereses económicos de grandes empresas multinacionales o forme parte del repertorio de determinados políticos puede y debe ser puesta en cuestión, aunque no sea más que por higiene mental. En concreto y por lo que respecta al atentado del 11 de septiembre y aprovechando que se está juzgando a algunas personas, supuestamente relacionadas con lo que ocurrió, escribí ayer un post que ahora me parece necesario actualizar. Es verdad que la hipótesis de un simulacro de ataque, organizado o tolerado por las autoridades norteamericanas para manipular al Congreso y a la opinión pública, parece demasiado horrible para ser cierta, pero no tengo la menor duda de que para el entonces presidente Bush y otros, la operación, de haberla considerado necesaria, no hubiera planteado más problema que la posibilidad de ser descubierta. Una radio baliza en las Torres dirigiendo a los aviones hacia ellas, un misil emitiendo el, teóricamente imprescindible, código amigo atacando al Pentágono en vuelo rasante, la voladura controlada de las Torres, una vez evacuados en la medida de lo posible los pisos inferiores, para multiplicar el efecto psicológico son cosas ciertamente muy difíciles de creer, pero no mucho más que, por ejemplo, pilotos con experiencia, escasa, en avionetas manejaran con tanta precisión los grandes 747, o que los sistemas de seguridad del Pentágono permitieran la aproximación hostil de un avión sin interceptarlo y que los daños en el edificio y a su personal fueran, afortunada o casualmente, tan limitados, o que ningún avión de combate estuviera en el aire durante las dos horas largas que duró la emergencia. Cada uno puede creer lo que le parezca, pero lo cierto es que, gracias al atentado, la democracia, en los Estados Unidos, sufrió un daño tan devastador como el sufrido por las Torres, mediante la imposición de una legislación de excepción que, en otras circunstancias, ni los congresistas ni la opinión pública hubieran tolerado. Y gracias, también, al atentado, quedó legitimado el ataque contra Irak y el estacionamiento de una fuerza militar, mientras sea necesario, cerca de los yacimientos de petróleo más importantes del mundo, con el evidente objetivo de asegurar el suministro de crudo a los Estados Unidos e Inglaterra, si la crisis energética se agrava. Puede que la eventualidad de un Pico de Petróleo sea objeto de discusión en medios académicos o periodísticos, pero seguro que en la Casa Blanca o en el Pentágono no tienen ninguna duda. Y, en cuanto a la posibilidad de que una operación así sea descubierta, prácticamente cero pero mayor que la que existe de que la gente admita la posibilidad de algo semejante. Incluso a mí me cuesta tomarme esto en serio y desde luego, no recomiendo a nadie que lo haga.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Peak fish

Los somalíes, como otros pueblos de África, son gentes sin recursos o con sus recursos en otras manos, con un presente problemático y un futuro nada claro y sin gobierno, aunque esto último no es necesariamente malo. Viven cerca de lugares donde la pesca es abundante pero a ellos les da igual. No tienen barcos, ni dinero para comprarlos y aunque los tuvieran y supieran pescar, se encontrarían sin mercados y con sus caladeros ocupados por pesqueros de otras naciones, grandes y protegidos por gente armada y barcos de guerra, que vienen de países en cuyas costas también se puede pescar, pero donde hay que cumplir ciertas normas, establecidas con objeto de preservar un recurso limitado, valioso y en trance de agotamiento, que no permiten capturas por encima de ciertos límites, obligan a utilizar redes con la malla de un tamaño determinado que impida el apresamiento de peces pequeños, establecen períodos de veda para facilitar la reproducción, etc. Estas limitaciones hacen que la pesca allí no sea, ni de lejos, tan productiva y rentable como lo es en las costas de Somalia. Y, de vez en cuando y a pesar de la fuerza militar que protege los pesqueros, algún despistado, o listillo, se sale de la zona protegida para arramblar con todo lo que pueda y los somalíes, que no son completamente inofensivos y de algo tienen que vivir, aprovechan, si pueden, para cobrarle un peaje. Industria para la cual ya cuentan, claro, con contactos e intermediarios en Londres y donde haga falta. Mientras no haya muertos, gajes del oficio. Y cuando los haya también.


viernes, 13 de noviembre de 2009

El petróleo en octubre

El comportamiento del mercado de petróleo en octubre ha sido muy parecido al de septiembre. Los precios siguen hacia arriba, amagando con rebasar la barrera de los 80$/b, retrocediendo hasta los setenta y cinco y volviendo a subir y la producción y el consumo parecen estabilizarse en torno a los 84Mb/d. Hechos estos que admiten, al menos, las mismas interpretaciones que el mes pasado ya que estos parámetros, producción, consumo y precios, básicamente, se mantienen. Claro que The Guardian se hacía eco, el pasado 9 de noviembre, de un informe según el cual la Agencia Internacional de la Energía habría maquillado deliberadamente los datos para evitar el pánico. Según ese informe estamos muy cerca de tener que enfrentarnos a serios problemas de desabastecimiento, ante la imposibilidad de poner en el mercado más petróleo y la inminencia de un aumento de la demanda, sobre todo por parte de China. En todo caso, del gráfico también puede deducirse que se consume, exactamente, todo el petróleo que se produce.



Hope for the best but prepare for the worst

viernes, 6 de noviembre de 2009

La crisis energética (II)

La buena noticia de hoy es que, en un número reciente del WSJ, un tal Leonardo Maugeri, Vicepresidente de la petrolera italiana ENI, sostiene que, en contra de lo pronosticado por los que él llama voceros del apocalipsis, en el Siglo XXI nadaremos, cito literalmente, en petróleo. Las razones que da son las habituales: No se sabe lo que queda en el interior de la Tierra pero como, según él, sólo se ha explorado un tercio de su superficie, lo más probable es que quede muchísimo. Además, dice también, la tecnología disponible y los precios que está alcanzando el crudo en los mercados permiten la extracción, rentable, de un cada vez mayor porcentaje del petróleo contenido en los yacimientos actuales y, por otra parte, en cuanto la ola de nacionalismo, que mantiene el petróleo en manos de gobiernos inestables e incompetentes, haya remitido y el control esté en manos de las eficientes compañías occidentales, de las que nunca debería haber salido, el problema se habrá, prácticamente, resuelto. La mala es que, todo esto, son tonterías sin sentido. No es cierto, como pretende el Signor Maugeri, que queden dos tercios de la Tierra sin explorar, salvo que cuente como superficie explorable el fondo del océano Pacífico, ni tampoco que unos precios elevados sirvan para aumentar la producción, como quedó palmariamente demostrado en la crisis de julio del 2008, en la que el petróleo llegó a cotizarse a 140$/b sin que se registrara un incremento significativo o ahora mismo, con la producción prácticamente estancada en torno a los 80$/b. Y la tecnología permitirá, probablemente, extraer más petróleo de arenas bituminosas o ubicaciones antes impracticables, como el fondo del golfo de México, aunque esto último está por ver, pero con una tasa de retorno -energía obtenida por energía invertida- cada vez más pequeña, con un inasumible daño ambiental y un elevadísimo consumo de agua. El caso es que el sueldo de Don Leonardo, que no debe estar mal, depende del futuro de la industria petrolera y ese futuro depende, o eso cree él, de los exorcismos, la palabrería y los cuentos chinos. Pero lo que está en juego no es el sueldo de los altos ejecutivos de la industria petrolera, y si lo está que les den, sino el suministro de petróleo abundante y barato del que depende totalmente esta civilización. Ese petróleo que mueve los aviones, los barcos y los cochecitos de Figueruelas, que sirve para fabricar fertilizantes, plásticos, medicinas y hasta las aspas de los famosos molinos eólicos y del que también se extrae el hidrógeno que, dicen los que no saben de que hablan, será la fuente de energía del futuro.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Capiat qui capere potest


Esta mañana he visto este cartel en dos tiendas, una carnicería y una librería, ubicadas bastante lejos una de la otra. Debajo el fleco habitual con el número de teléfono al que debía llamar el ansiado profesor. La verdad es que me ha hecho gracia. Que alguien necesite, en estos tiempos y además urgentemente, un profesor de Latin no deja de ser algo sorprendente, porque el latín hace ya algún tiempo que dejó de figurar en los curriculum de eso y bachillerato. Quizá hubiera sido una buena idea intentar convertirlo, otra vez, en la Lingua Franca europea, pero ahora ya es tarde porque ese papel lo ha asumido el inglés, salvo en España, claro, dónde la inmensa mayoría de la población ni lo habla, ni se espera que lo hable, pero andamos entretenidos intentando convertir en idioma propio de cada Taifa alguna fase intermedia de la evolución del Latín al Castellano o alguna jerga incomprensible, sin estructura ni vocabulario, cuyo único mérito parece ser el de que no lo hablen, ni tengan la menor intención de hablarlo, en ninguna otra parte del mundo.

jueves, 29 de octubre de 2009

Democracia (II)

La cosa pública está dando, en España, un espectáculo que en nada desmerece a las astracanadas organizadas, tiempo atrás, en países como Argentina que acabaron como acabaron gracias a las idas y venidas de la clase política más corrupta e incompetente que se había conocido. Hasta entonces, claro. Y cuando digo la cosa pública no me refiero sólo a los políticos que, en realidad, no hacen más que dedicarse a lo único para lo que tienen una reconocida competencia, que es asegurarse una jubilación honorable a costa del contribuyente, sino también a los banqueros, que monopolizan la creación de dinero y que dicen ahora que han ganado un 2% menos que el año pasado y además pretenden que eso es una noticia preocupante; los jueces que dejan en la calle a gentes como Millet, el del Palau, con el inefable argumento de que si se quisiera escapar ya lo hubiera hecho; los responsables, es un decir, de sanidad, que han creado una alarma injustificada con la gripe A, sin más razón que distraer a la gente de lo que realmente debería preocuparle y que ahora nos harán, a mí no, claro, tragar una vacuna cuya única virtud contrastada es la de enriquecer a los fabricantes; los periodistas que destacan lo que conviene a quien les paga, jalean la especulación, sirven de altavoz para las gansadas y estupideces de políticos y financieros semianalfabetos y ocultan, puede que también por ignorancia injustificable, los gravísimos problemas monetarios, energéticos y medioambientales que están amenazando nuestra supervivencia como especie y finalmente, pero no menos importante, los votantes que sostenemos, sostienen, votando cada cuatro años y aguantando sin pestañear, esta ficción de democracia que ya solo sirve como escenario para el espectáculo. Habría que dejar de votar, dejar de comprar los periódicos y dejar de servir de soporte, aunque sea pasivo, para lo que está pasando. O salir a la calle, como han hecho algunos habitantes de Santa Coloma. De lo contrario tendremos que asumir el nada honroso papel de tontos, o cómplices.

domingo, 18 de octubre de 2009

Razones para una reforma monetaria. Un apunte histórico.

Durante la guerra civil americana, el Presidente Abraham Lincoln se vio obligado a poner en circulación una nueva moneda, los Greenbacks, sin la cual el Norte hubiera perdido la guerra. Al acabar esta con la derrota de la confederación, esclavista y separatista, Lincoln explicó al Senado de los Estados Unidos las razones que tuvo para emitir los Greenbacks, enunciando así la política monetaria que se proponía implantar en el futuro. De haber tenido tiempo para ello, fue asesinado pocas semanas después, las cosas hubieran sido muy diferentes, en los Estados Unidos y en todo el mundo civilizado, pero no lo tuvo y el verdadero poder, hoy, sigue estando en manos de los bancos.

Abe Lincoln Monetary Policy

Money is the creature of law, and the creation of the original issue of money should be maintained as the exclusive monopoly of national government. Money possesses no value to the state other than that given to it by circulation.

Capital has its proper place and is entitled to every protection. The wages of men should be recognized in the structure of and in the social order as more important than the wages of money.

No duty is more imperative for the government than the duty it owes the people to furnish them with a sound and uniform currency, and of regulating the circulation of the medium of exchange so that labour will be protected from a vicious currency, and commerce will be facilitated by cheap and safe exchanges.

The available supply of gold and silver being wholly inadequate to permit the issuance of coins of intrinsic value or paper currency convertible into coin in the volume required to serve the needs of the People, some other basis for the issue of currency must be developed, and some means other than that of convertibility into coin must be developed to prevent undue fluctuation in the value of paper currency or any other substitute for money of intrinsic value that may come into use.

The monetary needs of increasing numbers of people advancing towards higher standards of living can and should be met by the government. Such needs can be met by the issue of national currency and credit through the operation of a national banking system. The circulation of a medium of exchange issued and backed by the government can be properly regulated and redundancy of issue avoided by withdrawing from circulation such amounts as may be necessary by taxation, re-deposit and otherwise. Government has the power to regulate the currency and credit of the nation.

Government should stand behind its currency and credit and the bank deposits of the nation. No individual should suffer a loss of money through depreciation or inflated currency or Bank bankruptcy.

Government, possessing the power to create and issue currency and credit as money and enjoying the right to withdraw both currency and credit from circulation by taxation and otherwise, need not and should not borrow capital at interest as a means of financing government work and public enterprise. The government should create, issue and circulate all the currency and credit needed to satisfy the spending power of the government and the buying power of consumers. The privilege of creating and issuing money is not only the supreme prerogative of government, but it is the government's greatest creative opportunity.

By the adoption of these principles, the long-felt want for a uniform medium will be satisfied. The taxpayers will be saved immense sums of interest, discounts, and exchanges. The financing of all public enterprises, the maintenance of stable government and ordered progress, and the conduct of the Treasury will become matters of practical administration. The people can and will be furnished with a currency as safe as their own government. Money will cease to be the master and become the servant of humanity. Democracy will rise superior to the money power.

Abraham Lincoln, Senate document 23, Page 91. 1865.

viernes, 16 de octubre de 2009

La crisis energética (I)

Después de estar mucho tiempo por debajo de los 70$/b, el precio del petróleo crudo ha subido, en dos días, hasta cerca de los 78$/b. En un mercado tan volátil como este la interpretación de un incremento del 11%, en tan corto período de tiempo, es muy complicada. Podría decirse, para empezar, que el precio del petróleo en el verano del 2008, casi 140$/b, alimentó la crisis económica y que la caída posterior, hasta los 30$/b de enero de 2009, se debió, fundamentalmente, a la fuerte disminución del consumo provocado por esa misma crisis. Lo razonable sería, pues, suponer ahora que este incremento de precio se debe al aumento de la demanda, consecuencia de una, al menos incipiente, recuperación económica. Pero también puede tratarse de simple especulación, no hace mucho que subió a 75$/b para caer luego hasta los 65$, o a que se haya convertido en un valor refugio para inversores que estén previendo un próximo reventón de la burbuja bursátil. También podría ser, por qué no, que los mercados estuvieran ya anticipando la dificultad de atender futuros incrementos en la demanda debido al estado de madurez de la mayoría de los grandes yacimientos actuales y a la creciente inaccesibilidad y baja calidad de los nuevos descubrimientos. En fin, que la razón o razones del incremento actual de precio podría ser una o podrían ser muchas, pero lo que cuenten BP, Repsol o el gobierno de Arabia Saudí, entre otros posibles actores de este drama, si es que cuentan algo, será sólo lo que crean que deben contar para que los mercados y el público en general se comporten, a corto plazo, de la manera que más les convenga. De momento Repsol ya se ha descolgado, hoy por la mañana, con la historia de un nuevo y fantástico hallazgo. Esta vez se trata de un yacimiento de gas y en Venezuela. No hace mucho de petróleo y en el fondo marino próximo a las costas de Brasil, pero con una tasa de retorno próxima al 1:1 (un barril por cada barril) y del que seguramente tardaremos en volver a oír hablar. Antes, cuando, efectivamente, se descubría más petróleo y más gas del que se consumía, los hallazgos no eran noticia. Ahora sí pero, en este campo, las cosas casi nunca son lo que parecen.

jueves, 15 de octubre de 2009

Dinero

En la economía actual lo más importante es el dinero, quién lo hace, cómo circula y por supuesto, quién lo tiene. Si a usted le preguntan por el origen del dinero que cree que tiene en el banco y con el que paga puntualmente, o eso espero, sus facturas de luz y agua y sus hipotecas y trampas diversas, contestará, sin duda, que el dinero lo hacía el gobierno, por medio del Banco de España, cuando la moneda de curso legal era la peseta y que, ahora, es el Banco Central Europeo el responsable del dinero en circulación. Probablemente, estará, también, convencido de que si va a un banco a pedir un préstamo y tiene la suerte de que se lo den, es decir, si tiene usted más dinero del que va a pedir, es porque el banco tenía previamente ese dinero, ya sea procedente de depósitos de ahorradores o de sus propios fondos. En ambos casos estará usted muy equivocado. Sólo entre un 3 y un 7% del dinero en circulación tiene la forma de monedas o billetes, fabricados por las casas de la Moneda o los Bancos Centrales. El resto lo crean los bancos comerciales, en teoría ateniéndose a los límites establecidos por lo que llaman coeficiente de caja pero, en realidad, sin límite ninguno, en el momento en que le prestan a usted el dinero y con la única garantía de que lo va a devolver. Esto tiene dos consecuencias muy importantes. La primera es que el estado ha renunciado, de hecho, a su monopolio en la fabricación y puesta en circulación del dinero, en beneficio de los bancos, instituciones de carácter privado y con ánimo de lucro, con lo cual el mismo estado, cuando necesita dinero y en el colmo del despropósito, ha de pedirlo prestado y pagar por él un interés, a esos mismos bancos. La segunda y más importante, es que casi todo el dinero en circulación se ha creado como deuda, que hay que pagar, con lo cual el crecimiento se convierte en una necesidad absoluta desde el punto de vista monetario, por más que resulte insostenible desde el punto de vista de la finitud del entorno en el que nos movemos y de los recursos que contiene. No sé si me explico.

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domingo, 11 de octubre de 2009

Pesadilla

Al accionar el interruptor de la luz aquella mañana no ocurrió nada. El frío era mayor de lo acostumbrado a aquellas horas pero, tras pensar un poco, lo atribuyó a que, aunque la caldera funcionaba con gasoil y le constaba que había suficiente en el depósito, las bombas que movían el agua caliente por la casa funcionaban con electricidad y la caldera requería, para sus encendidos periódicos, la ayuda de un dispositivo eléctrico. Encontró, tanteando, la puerta del dormitorio y llegó al cuarto de baño. En un gesto automático conectó la radio pero de los altavoces del techo no salió ningún sonido, ni siquiera el ruido de la electricidad estática que anunciaba, otras mañanas, alguna avería en la emisora. La cisterna del inodoro hizo su trabajo, pero se quedó algo sorprendido al no oír el sonido habitual del agua rellenándola de nuevo. Abrió el grifo del lavabo y comprobó, con disgusto, que tampoco había agua corriente… Esta era una pesadilla que tenía de vez en cuando, así que se preguntó si no estaría soñando e hizo alguna de las comprobaciones habituales, un sonoro cachete en la cara y un pellizco en el brazo bastaron para confirmarle que estaba, aparentemente, despierto. No sería mala idea, pensó, llamar a la compañía distribuidora de agua y electricidad, para averiguar si la avería iba a durar mucho. Tras consultar la guía levantó el auricular del teléfono fijo y se encontró con que el aparato no emitía señal alguna. Con el móvil tampoco había nada que hacer porque la pantalla estaba apagada y el interruptor no respondía. Probablemente se había quedado sin batería durante la noche y sin electricidad no había forma de recargarlo. Naturalmente, sin electricidad ni teléfono tampoco había conexión a Internet así que, con una extraña sensación de aislamiento, decidió salir a la calle. No tenía ascensor, ni le hubiera servido tampoco para nada, así que bajó los tres pisos andando y a oscuras porque la escalera era interior. En la calle, habitualmete sin tráfico, todo parecía normal, o casi. Un grupo de obreros de la construcción se calentaba alrededor de un fuego y charlaba despreocupadamente, lo que no dejaba de ser algo extraño porque era la hora que habitualmente dedicaban a hacer todo el ruido posible antes de parar para almorzar. Sin embargo la cosa se explicaba porque, al no haber electricidad, las hormigoneras y las grúas no funcionaban, así que estarían esperando a que se solucionara el problema. La librería donde compraba habitualmente el periódico estaba abierta y el librero estaba asomado a la puerta con cara de preocupación. No había llegado ningún periódico aquella mañana y tampoco podía decir si llegaría o no. Decidieron ir a la sede de la compañía eléctrica para intentar averiguar de viva voz lo que no habían podido resolver por teléfono, pero solo encontraron a un par de empleados incapaces de dar respuestas válidas al grupo de consumidores, bastante numeroso, que se agolpaba en el mostrador de atención al público. Las líneas habituales de suministro se habían quedado muertas hacía unas horas y, con la caída de las líneas telefónicas, había resultado imposible averiguar qué pasaba. La comunicación por radio también resultaba imposible porque ni los aparatos a pilas recibían señal de ninguna emisora, así que algunos empleados habían salido a inspeccionar la línea pero aún no habían vuelto. Había otra cosa extraña y es que no circulaba ningún automóvil. Uno de los que estaban ante el mostrador, que vivía en el extrarradio y había intentado venir en su coche, contaba que le había resultado imposible poner el motor en marcha. El encendido había quedado completamente muerto y parece que no era el único caso que se había dado en la ciudad. En todo caso la ausencia total de coches en las calles más transitadas era algo que no tenía precedentes, al menos en la memoria de los presentes. De vuelta a casa intentó poner en marcha el motor de su coche, sin éxito, con lo que la sensación de alarma se incrementó muchísimo y volvió a salir a la calle para dirigirse a su trabajo. Se preguntó qué pasaría si esta situación se prolongaba dos o tres días, no quería ni pensar en una duración mayor, y no encontró ninguna respuesta razonable. Simplemente aquello era impensable. En la oficina la cosa se tomó, durante aquella primera mañana del apagón, con bastante buen humor. Las vacaciones estaban cerca y por una mañana de asueto tampoco pasaba nada. En realidad la mayoría de las oficinas del país podían suspender sus actividades durante bastante tiempo sin que de ello se derivara perjuicio alguno. Al cabo de un rato las oficinas, sobre todo las públicas, sin calefacción, ni luz ni agua, sin teléfono y sin Internet, decidieron cerrar la puerta y mandar a los trabajadores a sus casas. Además muchos trabajadores, todos los que vivían a cierta distancia y acudían al trabajo en algún medio de transporte, se habían quedado en su casa. A esas horas la ansiedad empezaba a manifestarse también en torno a las tiendas de comestibles y algunos ciudadanos, habitualmente inofensivos, exhibieron un comportamiento amenazador cuando las empleadas del supermercado les dijeron que no podían atenderles, porque las cajas no funcionaban y era imposible saber el precio de la mayoría de las mercancías sin la ayuda del sistema informático que, como todo lo que funcionaba con electricidad, se había venido abajo. El encargado del supermercado decidió que lo más prudente era cerrar las puertas, lo que hizo no sin dificultades y con la ayuda de la autoridad, que se había personado atraída por la aglomeración de presuntos compradores que, una vez cerrado el establecimiento, no se alejaron mucho de las puertas y formaron nerviosamente, grupos en los alrededores en una actitud cada vez más amenazadora. Que la cosa era aún más extraña y alarmante de lo que parecía quedó patente cuando, primero uno y luego todos los demás, se dieron cuenta de que ni los teléfonos móviles ni los relojes eléctricos ni los transistores a pilas daban ya ninguna señal de actividad. Esto empezó a generar algo parecido al pánico entre la multitud. Una cosa era un corte en el suministro de electricidad, cosa que no ocurría muchas veces pero no era del todo inusual y otra era que cualquier traza de energía estuviera desapareciendo. La policía, con órdenes tajantes de las autoridades locales, intentó dispersar a la multitud invitando a la gente a esperar noticias en sus casas, pero la falta de cualquier medio de comunicación no inducía a la gente a marcharse a casa sino, más bien, a mantenerse en contacto unos con otros para reducir la sensación de aislamiento y obtener del grupo algo de apoyo e información, que consistía, sobre todo, en rumores e ideas casi tan descabelladas como lo que estaba pasando. Una tienda cercana, famosa por la aplicación discrecional de precios en función del aspecto del comprador y por tanto, escasamente informatizada, permanecía extrañamente abierta y vacía y hacia allí se fueron moviendo algunos, con cierto sigilo e intentando no llamar la atención. Aunque el tendero, al verlos, intentó, precipitadamente, cerrar la puerta, no pudo evitar que algunos individuos, ya francamente alterados, entraran en la tienda y se sirvieran ellos mismos todo lo que pudieron transportar. Se quedó un poco sorprendido cuando le requirieron, sería la última vez, para que les hiciera la cuenta.

sábado, 10 de octubre de 2009

El petróleo en septiembre

Este gráfico muestra la evolución, a escala planetaria, de la producción, el consumo y el precio del petróleo crudo entre enero y septiembre de este año. Tanto la producción como el consumo parecen estancadas, desde hace tiempo, en torno a los 84 mbd y el precio no ha podido romper la barrera de los 70$/b. Estos datos no permiten sostener la idea de que la economía se está recuperando y sí la de que permanece, en el mejor de los casos, estancada. También apuntan a que se ha alcanzado ya el peak-oil (*)aunque, de momento y como consecuencia de la paralización de la producción industrial y de la consiguiente disminución del consumo de energía, no se haya producido una fuerte elevación de precios que están experimentando, sin embargo, una extraordinaria volatilidad.

Gráfico del autor con datos de la EIA (US Gov)

(*) Evolución del consumo de petróleo en la historia de la humanidad. El Peak-Oil es el punto más alto de la curva.

viernes, 9 de octubre de 2009

De la cosa pública

Tengo la persistente sensación de que la política tiene un manual de funcionamiento, en el que, en alguna parte, se dice que los administrados somos gentes sencillas y de limitada inteligencia, que debemos y sobre todo, podemos, ser tratados en consonancia y creo, además, que el objetivo final de los miembros de cualquier gobierno es vivir, lo mejor posible, a costa de los gobernados. Puede que, ocasionalmente, hagan otras cosas, como planificar carreteras y cosas similares, pero sólo para repartir, preferiblemente entre sus amigos, una parte de nuestro dinero y seguir dedicándose a lo fundamental, sin llamar demasiado la atención. Por eso procuro no sorprenderme, ni indignarme, demasiado con la actividad de la administración pública española. Porque, aunque el gobierno es innecesario, también es inevitable(*), escupir a sotavento nunca ha sido una muestra de inteligencia ni de sentido común y sustituir una banda por otra, al frente de la cosa, no cambia nada, o no por mucho tiempo. Pero ahora me está asaltando otra sensación, que me preocupa algo más y es la de que llevan tiempo sin tener la menor idea de lo que está pasando. Y no es, sólo, que no distingan una pandemia de un catarro, una crisis de una desaceleración, una fuente de energía de una portadora, el petróleo de las arenas bituminosas, los ricos de los pobres, desfavorecidos, los llaman ahora o, en general, la realidad de la fantasía, sino, también, que ni siquiera intentan, o lo intentan y no lo consiguen, que haya una mínima relación entre lo que dicen y lo que hacen o piensan hacer que, por otra parte, no va mucho más allá de dejar pasar el tiempo, a ver si escampa. Más vale que nos atemos los cinturones.



(*) Government: Unnecessary but Inevitable. Randall G. Holcombe

jueves, 8 de octubre de 2009

Gran Scala y el movimiento perpetuo


Ayer leí una noticia acerca del inminente pago, por parte de las gentes de ILD, del segundo plazo de la opción de compra sobre las tierras de Ontiñena en las que, se supone que, se asentará Gran Scala, aquel fabuloso conjunto de cuarenta casinos, treinta hoteles, veinticinco millones de visitantes al año y diecisiete mil millones de euros, más de lo que pretende recaudar ZP con su subida de impuestos, de inversión que iba a construirse nada más terminar la Expo. La verdad es que sigo sin saber dónde está el truco. Ya sé que los 200.000 euros que han pagado por la primera de las opciones de compra no son mucho y menos en un país dónde las pensiones de jubilación, de algunos, superan los 3 millones al año y los 52 a tocateja, pero, aún así no acabo de entender el juego ni de los de ILD ni, mucho menos, del gobierno de Aragón. Yo no sé si habrán pagado, o no, el segundo plazo, pero Gran Scala sigue pareciendo ahora lo que parecía hace dos años, una estupidez, de las de manual. Tanto si se llega a construir algo, cosa que dudo, como si no, la cosa no tiene ni pies ni cabeza. La presentación en la Sala de la Corona del Pignatelli fue, además de inadecuada, un prodigio de mal gusto, el esquema y los dibujos parecían, aún anda el video por Youtube, si alguien lo duda, el anuncio de un mal videojuego, las empresas con las que decían contar, Aristocrat, por ejemplo, ni siquiera sabían que estaban metidas en el ajo y los parques temáticos y las explicaciones que daban eran de risa, la ley, ad hoc, perpetrada por las Cortes Aragonesas, es un escándalo de dudoso encaje en cualquier ordenamiento civilizado, los responsables, salvo los dos que intentaron y casi consiguen, venderle el móvil perpetuo a Aliaga, van y vienen, más bien van y algunos políticos aragoneses, que hace muy poco nos vendían este engendro como lo más grande desde Fernando el Católico, callan ahora o echan balones fuera. Todo menos reconocer que ¿se han dejado engañar? por unos trileros o que han metido la pata hasta el corvejón. Tengo curiosidad por ver cómo salen de esta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Crisis (a la española)

Es evidente que estamos pasando, que no superando, una etapa difícil. Una crisis financiera tras la que se esconde una, prácticamente insoluble, crisis monetaria, complicada con un agotamiento del modelo productivo y a medio plazo con la imposibilidad misma del crecimiento, por falta de energía para impulsarlo. Pero eso es fuera de España. Aquí lo que nos preocupa son las andanzas de unos cuantos golfos en Valencia, en Madrid y en media España, que nos tienen a todos muy entretenidos. Un estúpido circo propiciado por un sistema judicial que o es ineficaz, o carece de medios o está metido en la mierda hasta el cuello y por un sistema electoral que nunca, hasta la fecha, se ha resuelto por los méritos, en general inexistentes, del ganador sino por la destrucción política, temporal, claro, del perdedor. Además, no nos engañemos, el aparente escándalo con que la clase política y la prensa han acogido las revelaciones de la trama Gürtel, o como se escriba, no es más que pura hipocresía. Los trajes, bolsos y hasta coches que se han repartido valencianos, madrileños, gallegos y lo que salga, se quedan, con toda seguridad, cortos en comparación con los ‘detalles’ que recibe, o recibía antes de esta crisis, más de un alcalde, concejal o funcionario público relacionado con el urbanismo, de las empresas constructoras de su entorno, a cara descubierta y sin que nadie se preguntara a cambio de qué. Estos imbéciles de ahora, el jefe quería que lo llamaran Don Vito, se han dejado pillar por un exceso de exhibicionismo, no hay más que recordar las fotos del bodorrio de Aznar y por largar más de la cuenta por el móvil, pero seguro que no son los únicos. Aunque, desde luego, no por eso han de salir de rositas. Que los metan en la cárcel o que los manden a las Bermudas con todo pagado, pero cuanto antes. A ver si estos que dicen que gobiernan y los que dicen que quieren gobernar pueden dedicarse a algo serio, como, por ejemplo, esa Ley para la Economía Sostenible de la que ya hablaremos, mal, otro día.

domingo, 4 de octubre de 2009

El talante ya no es suficiente

Un par de encuestas, publicadas el domingo en los diarios El País y La Vanguardia, dan cuenta de un vuelco en las preferencias de los electores que se decantan, ahora, mayoritariamente por el Partido Popular. Vuelco que no debería atribuirse a los méritos del Partido de Mariano Rajoy, un hombre no mucho más sólido que Zapatero y totalmente desbordado por los casos de corrupción que están saliendo a la luz en su partido en los últimos meses. No, la debacle del partido que sostiene al gobierno, que aún no es irreversible, hay que atribuirla exclusivamente a sus dirigentes, incapaces de cuestionar al líder que, tras ocho años de travesía del desierto, los llevó de nuevo a pastar en la tierra prometida, donde abundan los despachos ministeriales y los coches oficiales. Zapatero es un hombre cuya inconsistencia puede pasar desapercibida en tiempos de bonanza, estamos en España y es lo que hay, pero resulta bastante llamativa en situaciones de emergencia, que requieren que quien está al timón de la nave dé, al menos, una mínima impresión de saber, si no hacia dónde va, al menos hacia dónde quiere ir. Claro que las encuestas y los del gobierno, dicen que el otro tampoco lo sabe y seguramente tienen razón, pero no es esa la cuestión ni, desde luego, ayuda en nada saber que esto no tiene alternativa.

viernes, 2 de octubre de 2009

Que les aproveche (a los brasileños).

Madrid no organizará los Juegos Olímpicos de 2016. Se acabó la corazonada y con ella un buen montón de millones gastados en promociones, fastos e infraestructura. Claro que eso es, como siempre, lo de menos. Los que fueron a Copenhague, el alcalde, el rey, el presidente y toda la corte de los milagros que va siempre a estos eventos, haga o no alguna falta en el lugar de los hechos, se quedaron, supongo, cariacontecidos y frustrados. El resto de los españoles me temo que no tanto. Estamos aprendiendo, poco a poco que las cosas que interesan a esta tropa no interesan, necesariamente, a las gentes del común, que a lo más que pueden aspirar en un acontecimiento de estos, es a que les pongan una camiseta y les dejen hacer de voluntarios para guiar a los turistas, o a un trabajo mal pagado durante los meses o años que duren sus efectos. Además es más de lo mismo. Más obras, más especulación, más negocios raros, más fiestas para los que se las puedan permitir, más deuda y más fantasías planeando sobre una realidad a la que por más expos, juegos, grandes escalas y leyes de lenguas que se le echen encima sigue siendo bastante preocupante. Pero si la solución era salir corriendo hacia adelante, parece que, por esta vez, tendrán que pensar en otra cosa. Ya se les ocurrirá.

martes, 29 de septiembre de 2009

¿Crisis? No se preocupe: construya un parque temático.


Acabo de ver por televisión que, en un ayuntamiento de Madrid, creo que Torrejón, han destinado 5 millones de Euros del plan E a construir un parque temático, o algo similar, formado por reproducciones de cartón piedra de los monumentos europeos más representativos, o que ellos consideran más representativos. Preguntado por la periodista, el concejal de obras del municipio en cuestión decía que, pensando en algo para atraer al turismo y a falta de monumentos propios, habían tenido la idea de construir el parque de marras. Esto del turismo se está sacando de quicio. Una cosa es que un determinado territorio viva, o lo pretenda, de la explotación de sus recursos naturales o artísticos y otra cosa es que se los invente. Reproducir, como parece que van a hacer allí, la Puerta de Brandenburgo o la Fontana di Trevi y pretender que la gente se desplace y pague para verlos no es, como parece, una idea completamente idiota. Habrá gente que irá a ver eso, como hay gente que va a ver el Arenysaurio (en la imagen), un bicho que recuerda a Dino, el de los Picapiedra, que se han montado en un pueblecito de por aquí cerca en el que, por lo menos, parece que encontraron restos de dinosaurio, pero en algún momento habrá que poner coto a tanto parque temático, centro de interpretación y monsergas de la misma especie. Si todos queremos vivir del turismo, nos pasará como a aquella cadena de pueblecitos de las montañas suizas que pretendían vivir, cada uno, de lavar la ropa del de al lado.

Fotografía del autor.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Democracia (I)


A democracy, Mr. Cromwell, was a Greek drollery based on the foolish notion that there are extraordinary possibilities in very ordinary people. (La democracia, Sr. Cromwell, es una bufonada griega, basada en la absurda idea de que existen posibilidades extraordinarias en las gentes más ordinarias)

Carlos Estuardo (Alec Guinness) a Oliver Cromwell (Richard Harris), en una escena de la película Cromwell de Ken Hughes.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Crecimiento sostenible

Hay determinados ambientes en los que queda bien sostener que el crecimiento es algo esencialmente perverso y la causa de todos los problemas que arrastra nuestra maltrecha economía. Eso, como tantas otras cosas que también se dicen, es susceptible de matizaciones y precisiones. Gracias al crecimiento y sólo al crecimiento, la inmensa mayoría de la gente ha salido y no hace mucho, de siglos de miseria y ha podido disfrutar de calor, alimentación suficiente y vivienda digna, amén de un montón de cachivaches, más o menos prescindibles. Claro que esto sólo en una parte del mundo y probablemente, a costa de la otra, pero es que, hasta bien entrado el siglo XIX, sólo unos pocos eran los protagonistas de la historia. El resto se limitaba a malvivir en sus márgenes y ni siquiera podía consolarse, como ahora, con las revistas del corazón. Precisamente en esa casi indestructible relación entre crecimiento y bienestar está el auténtico drama. No podemos dejar de crecer, ni se puede, eso es álgebra elemental, mantener ninguna tasa de crecimiento más allá de unas pocas decenas de años. Crecimiento sostenible es, sólo, un oxímoron.

viernes, 1 de mayo de 2009

A vueltas con lo de siempre

Gran Scala, vaya nombrecito, por cierto, ha tenido siempre una ventaja, desde mi punto de vista. Que parecía una estupidez, y de las de libro, cuando lo presentaron en la sede del Gobierno de Aragón, lo parece meses después y lo seguirá pareciendo en el supuesto, afortunadamente cada vez más improbable, de que finalmente se materialice en algo concreto.

Y eso sin necesidad de añadidos tan pintorescos como el motor, eficientísimo, que los mismos promotores también querían, según el Periódico, vendernos. En realidad lo del motor me parece un colofón perfectamente lógico: la filosofía imperante en el mundo de los pícaros, y estos lo son y de mucha categoría, exige que una vez que se encuentra un filón se explote hasta el final, y eso es lo que están haciendo estos pícaros tan simpáticos, y por lo que he leído, generosos, de ILS, o como se llamen.

Pero esto de Gran Scala es sólo un síntoma. Vivimos en un mundo de metáforas, medias verdades, fantasías y encantamientos que flota, cada vez con más dificultades, sobre la contumaz realidad. No hay desarrollo sostenible que valga en un entorno finito, pero seguimos dale que te pego con objetivos del 2 y el 3% anual. No hay alternativas al petróleo, ni ahora ni en un futuro previsible, que sean capaces, entre otras muchas cosas para las que también es imprescindible, de mover una flota de 850 millones de vehículos, pero seguimos apostando por una economía globalizada basada en la movilidad y el crecimiento, a pesar de que el petróleo barato y a corto plazo también el caro, se está acabando.

La gracieta de beberse el agua resultante de la oxidación del hidrógeno en una célula de combustible no sirve para explicar de dónde ha salido el hidrógeno utilizado y envía un mensaje, falso, a la sociedad. Tan falso como cuando se presentan, a bombo y platillo, plantas de producción de biocombustibles mientras los terrenos y el agua, necesarios para la producción de alimentos para personas y animales, son cada vez más escasos. Y hablando de agua, tenemos un problema muy serio en España, no solamente en Aragón o en Cataluña, y en lugar de resolverlo o callarse, los que cobran, bastante, para arreglar estas cosas, pierden su tiempo y el nuestro, haciendo declaraciones idiotas para hacerse perdonar otras, aún más idiotas, prodigadas a lo largo de los últimos años. Estamos en medio de una crisis financiera que todo el mundo, menos los políticos, veía venir y los mismos que la han consentido, por no decir que la han provocado, se dedican ahora a minimizarla, a acotar su duración después de haber sido incapaces de preverla y, sin tener ni idea de lo que están diciendo, a prometer una recuperación de la tasa de crecimiento, a niveles aún más insostenibles, en uno o dos años. O a anunciar medidas económicas para que, los que han estado especulando con el ladrillo, no dejen de ganar dinero, a nuestra costa, por más tiempo del imprescindible.

Esto es lo malo. Lo peor es que no hay alternativa o la que hay es como para salir corriendo. No hay más que ver la reacción inicial a Gran Scala de todos los políticos aragoneses, cuando conocieron el engendro y la desfachatez con que están pidiendo explicaciones cuando les parece que el asunto se viene abajo. Quizá con la excepción de Izquierda Unida, pero esos ya hace tiempo que no son alternativa. O el comportamiento de los del PP dándose de dentelladas para recoger lo que quede del partido después de lo que consideran una inexplicable e inmerecida derrota. El problema es estructural, no coyuntural. Hemos tomado, hace tiempo, la decisión de vivir al día y acabar con todo y en eso estamos. A ver cuanto tardamos.